Víctor Rojas (Colombia)
Por: Víctor Rojas
Oración de un niño refugiado
Señor
Yo soy un niño cansado de caminar
tengo miedo de los caminos
y de las sombras de la noche
He dormido sobre almohadas de piedra
puestos los ojos en las estrellas
Acaso, Señor, tú rondas
de estrella en estrella
como un niño refugiado
y todos te miran de reojo
y te dan puntapiés
y te piden papeles de identificación
y te alejan de tu osito de felpa
y tu tractorcito de madera
Ojalá que no
Las estrellas tiritan, Señor
y yo quiero creer que son tus ojos
que tienen ganas de despertar
El cuerpo de mi padre
quedó en el jardín
junto al árbol de cerezas
Madre llora y acaricia mis cabellos ondulados
y aprieta mis manos y me cubre con su cuerpo
Ya nada saben mis ojos
sólo de la llama que todo lo abraza
Caminamos
caminamos
caminamos
y el fuego nos persigue
Ya no hay lugar en tu tierra, Señor
Los caminos están sembrados
de lágrimas y minas
y allá donde los caminos terminan
dicen que no hay lugar
para niños con cara de espantapájaros
Estoy cansado, Señor
he olvidado los cuentos
de piratas y ballenas azules
que mi abuelo nos contó
en tiempos de antes de la guerra
Señor
cuando mi madre y yo
lleguemos al final del camino
dile a la gente que mis pies son ampollas
a punto de reventar
Diles
que soy pequeño
y la Tierra es grande
Diles
que yo quiero volver a jugar
a la gallina ciega
y al puente está quebrado
con qué lo curaremos
con cáscaras de huevo, con cáscaras de huevo
Diles que es mentira que Tú has dibujado
sobre la Tierra
líneas que separan a la gente
Todos los días
Todos los días
a las cuatro en punto
me asomo a la ventana
para hablar con el sol
de mi esposa y de mis hijos
de los amigos lejanos
de que nada cambia
de que eso es todo por hoy y adiós
Todos los días
a las cuatro en punto
me asomo a la ventana
que con la barrita de tiza
he dibujado en la pared de mi celda
Víctor Rojas Bogotá, Colombia, 1953. Desde hace dos décadas reside en Suecia, donde obtuvo el grado Master of Arts in Comparative Literature de la Universidad de Gotemburgo. Debutó en 1996 con el libro de cuentos Los suicidas no van al cielo. Después han sido publicados sus poemarios Poemas para un pájaro ciego; Sin curar mis heridas; Mientras los vikingos saquean en París; y Palabras en remojo. También es autor de los libros Un grito en la tierra y Textos de la bruma nórdica. Recibió el Premio Anual de la Cultura de la Ciudad de Jönköping, (1997), el Premio Klas de Vylder de la Federación de Escritores de Suecia (1998), el Premio literario de la Academia de Småland (2000) y el Premio ABF de la región de Jönköping (2002), por su labor como traductor de autores suecos al castellano.