Maruja Vieira (Colombia)
Por: Maruja Vieira
Los mayas
Museo Antropológico
Huesos, piedras, colores.
Los gigantes dormidos
aguardan.
Existen
más allá de la forma.
cercanos, distantes,
eternos.
Son guardianes
del viento y la sombra.
El silencio
los protege y abarca.
Señores del fuego.
Sus máscaras
plata, jade, marfil,
obsidiana,
refulgen y callan.
Pregunta
"Dios, qué mano tan fría"
dijo el soldado herido.
En la silla de ruedas
su figura
era un árbol joven,
con las ramas cortadas
Porque allí no había mano.
Sólo unos ojos hondos,
muy hondos,
que parecían preguntar algo
a Dios.
Agresiones
Defenderé tu rostro
y tu nombre
de los años que se amontonan
como piedras rotas.
Defenderé tu voz,
tus palabras,
de estos largos silencios
que pesan
sobre mis labios.
Defenderé tu luz
de esta sombra!
Al final del camino
Sólo pido
tu rostro para el sueño.
Tu nombre dibujado
en los telones del recuerdo.
Me iré con ellos lejos,
a la ciudad tranquila de los lirios,
de las campanas y de las violetas.
El tiempo será largo como un río
y seguirá copiando el mismo cielo
eternamente.
Y eternamente clara, casi viva
tu sombra estará cerca.
Atardecer del sábado
Ha llovido en mis manos,
áspero sol, tu lenta quemadura,
tu fuego repetido.
Ahora son más altas
las montañas azules,
más altas y se alejan en perfiles
de cristal y de humo.
Los rumores del día
se pierden en la tarde.
La noche será larga.
A la orilla del sueño
veré pasar las horas,
silenciosas y cálidas.
Mañana
vendrán a saludarme
los ladridos alegres
de mi perro.
Le diré que se calle,
que es domingo.
No hay que ir al trabajo
ni al colegio.
Despertará la niña
cantando. Nos iremos
los tres. Hoy es domingo
y sale la familia de paseo.
y se me habrá olvidado
por la noche
la tristeza.
Breve poema del encuentro
Me detengo a la orilla de la tarde
y busco las palabras olvidadas.
Los antiguos colores de la tierra,
la huella luminosa de los árboles.
Estás aquí. Sonríes a mi lado
bajo la rama azul que se deshace
en un pequeño cielo caminante.
Otra rama -de oro- está en mi mano.
Hablo contigo como siempre. Cálidas,
amorosas, las sílabas desgranan
un lento surtidor de agua tranquila
sobre el silencio de la piedra blanca.
Luz de tu presencia
¿Tú venías buscándome desde playas y sierras?
¿Venías presintiéndome por todos los caminos?
¿Escuchabas mi voz en los ecos del viento
y tocabas mis manos en el agua del río?
Me hallaste en una tarde de soledad y música.
Suavemente llegabas con tu amor a mi vida.
Al fondo las montañas heridas por la lluvia
Y en medio de los muros la lámpara encendida.
Yo entendí tu presencia porque un fuego de angustia
destructor y quemante se apagó entre mis venas.
Porque el agua invasora de una inmensa amargura
desplegó hacia el olvido sus oscuras mareas.
Te di mi lejanía de bruma y de silencio
-la tienes en tus manos como una flor de sombra-,
en cambio tú me has dado tu claridad sonora
que resucita muros en mis ciudades rotas.
Maruja Vieira Manizales, Colombia, 1922. Poeta, catedrática, crítica literaria y periodista. Algunos de sus libros publicados: Campanario de lluvia, 1947; Los poemas de Enero, 1951; Poesía, 1951; Sombra del amor; Palabras de la Ausencia, 1953; Ciudad remanso, 1955; Clave mínima, 1965; Mis propias palabras, 1986; Tiempo de vivir, 1992; Campanario de lluvia, (edición conmemorativa), 1997, Alcaldía de Manizales e Instituto Caldense de Cultura, Manizales; Sombra del Amor, 1998, Ediciones Embalaje del Museo Rayo de Roldanillo, Roldanillo; Los nombres de la ausencia, 2006, Ediciones San Librario, Bogotá; Mis propias palabras, (antología poética), 2006, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá; Todo lo que era mío, 2008, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá; Rompecabezas, 2010, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá; Tiempo de la memoria, 2010, Editorial Caza de Libros, Ibagu; Todo el amor buscando mi corazón, (antología virtual), 2011, Comoartes Ediciones, Madrid. Es miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua. Una selección de su poesía fue publicada en Medellín por el poeta Jorge Montoya Toro en 1951.