Lucía Estrada (Colombia)
Por: Lucía Estrada
La máscara de hueso
se niega a revelar
si los rasgos que oculta
son los de un dios
o los de una bestia
o si de ambos que, tras la muerte,
continúan combatiendo
por una misma corona.
Alma Malher
Yo también lo prefiero.
Es más bella la mano
al pulsar una cuerda invisible.
Cuando duermes,
reaparecen las tres mil sombras de tus dedos
tejiendo filigranas
en el oscuro cuello del dragón.
Te miro inquieta
sin atreverme a respirar.
Es la hora más alta
del doble vuelo nocturno.
Escribo en la seda de tus párpados
mi temor de perderle,
de que huya como un gato por los techos,
de que salte y reviente la cuerda
de todas las campanas del mundo,
de que se despeñe con el sonido metálico
de un arcángel
en el centro mismo de la orquesta.
Yo también lo prefiero
cóncavo y oscuro.
La clave blanca y negra
de todo cuanto existe
se advierte
en su sinfonía de agujas.
Mary Shelley
Vivir en la cercanía de todo,
en el temblor de las hojas,
en la herida viviente del destino.
Y acercarme,
y compartir el horror de sentirse
una materia blanda,
sin lenguaje,
un cuerpo desfigurado
por la excesiva prudencia de Dios.
El viento arrastra el vacío de los ojos,
la boca condenada,
el peso de la eternidad,
el pliegue de la vida vuelta en sentido contrario,
la resistencia de las rosas,
la estrella negra del nacimiento.
¿Por qué no gritas?
¿por qué no destruyes
los castillos de la culpa?
¿por qué no arremetes
contra mi espanto?
¿Por qué no eclipsas la visión?
Hay un lugar reservado para tu abandono.
No aguardes la venida de lo inevitable.
Lucía Estrada nació en Medellín el 11 de julio de 1980. Ha publicado los libros de poemas Fuegos Nocturnos, 1997; Noche Líquida, 1999; Maiastra, 2004 y Las Hijas del Espino, 2006. Obtuvo el Premio de Poesía en la V Convocatoria de Premios a la Creación «Medellín 330 años». Sus poemas han sido incluidos en diferentes antologías, revistas y periódicos nacionales y del exterior. Colaboradora de la revista española Alhucema. Actualmente hace parte del equipo de trabajo de la Corporación de Arte y Poesía Prometeo. Dice ella de su obra: «Asisto a la escritura como a una noche ritual, llena de reminiscencias y pasajes olvidados y son su lenguaje y su silencio los hilos de Ariadna que me ayudan a permanecer y me guían en el laberinto de una ciudad que podría llamarse de otra manera, pues la poesía la transforma para mí en otra de las vastas regiones de la memoria y el deseo. Escribo para abrir un poco más, un poco más tan sólo, la grieta que traigo en mí desde el nacimiento. Que pueda refugiarse en ella todo cuanto traigo de la noche, el silencio, la palabra tal como es con todos sus pliegues, ese fragmento exiguo que sin embargo nos ofrece un instante de absoluta comprensión" Que todo cuanto soy ocupe un solo lugar, esa línea frágil, tormentosa, ese dibujo de rayo, de grito extremo en lo profundo de la torre. En mis poemas aspiro a que no haya un antes ni un después, que sea toda la verticalidad de un espejo que se rompe, el solo trazo del destino, el misterio de las superficies, lo inefable de un cuerpo que salta y se revienta formando laberintos, pequeños mapas que ya traía en su rostro esmaltado. Ser y no ser la palabra fisura, herida o abismo. Ser y no ser lo que ellas contienen, la fragilidad de significado, la señal, el movimiento, el temblor que las produjo, su tenue sombra comprimida, su relámpago sin desbordamiento de luz, su sílaba, sin duda la verdadera mucho antes de ser pronunciada. Escribo para sentir" Un sentir convulso que me instale en el dolor, en la locura, la celebración y la muerte. Escribo para sentirlo todo hasta perder el aliento, hasta llegar a la raíz del propio sentido, sumergirme en él hasta no sentirlo más. Leer las voces, el oro vuelto a encontrar bajo la fina capa de hielo. Tiembla mi mano al bordear el filo de su maravilla, lo que resta de su noche sobre mí.»