Cynthia James (Trinidad y Tobago)
Por:
Cynthia James
Traductor:
Nicolás Suescún
Áloes de azúcar
este velorio
esta vigilia
esta sal
no humedecerán estas rocas
tan descubiertas no hay tapas por cerrar
los amigos se quedan dormidos
los profetas mojan áloes endulzados
cómo se empaña mi rosario
el anillo de oro
afuera la rebelión retumba
la ciudad se incendia
la televisión manufactura
a quien apiado
a quien odio
-y ahora
el bambú muere
el viento esparce
huellas digitales de memoria
desde la parte oculta
del helecho
mis hijos
los ángeles de la Madona
cantan pero no canciones
tuercen sus labios
la luna el sol
miran como cometas
entre este viento sin cortinas
ah sobre este calendario
de pena fragmentada
yo me doy vuelta-
Collar II
desde que pusiste este collar en mi cuello
tapé las grietas
compuse el broche
le quité la red de algas apelmazadas de pelo sin peinar
porque bajo estas excrecencias
acechan piedras pulidas
tronos resbalosos
atrapan redes arrastradas
que hunden barcos como si fueran piedras de molino
puse su belleza bajo el sol
pero las protegí de la insolación
las piedras brillan a veces
el fuego ruge
anillando todo el mar
y hasta los zafiros se queman
desde que pusiste en mi cuello este collar
de conchas de chipi-chipi hecha a mano
para ser más rica o más pobre
para bien o para mal
me lo puse
lo arreglé
y no cambiaría mi amor
por nada en este mundo
consciente
de que cuando llegue mi hora
debo entregar estas piedras lisas
tal como tú me las distes
con honor
y reverencia
Para Cristóbal Colón
mira
me libro del albatros que mataste
tu yugo de pena pecadora
de 300 o más años
aquella que clavaste para guardar la rima
se libera
devolviendo con el viento la fetidez
de la balada de tus penas
amaina estas aguas
déjame asistir a la fiesta de mi boda
no detengas más mis ojos
tus barcos ya no navegan lentos en las Azores
en barro y en sal
agua agua por todas partes
y ni una gota para beber
he tirado al mar la paloma muerta
la brisa empuja mi proa
mira,
el coral abanico llamea en Buccoo
la sal purifica los huesos
el sol convierte las piedras en joyas
yo sacio mi sed
me ha librado de tu albatros
mis vagabundeos y lamentos ya no existen
Lo que ellos quieren
nos dan libertad para que de nuestras lenguas tengan acuerdo
para hacer con nosotros lo que quieren; porque saben
que con el privilegio de hablar en contra y a favor
se nos va la vida hablando, mientras ellos siguen haciendo
con nosotros lo que quieren
pero nunca voy a perder la esperanza en mi pueblo
ya no sometido por el látigo y el rifle
sino masajeado por subyugantes lugares comunes
según una magnífica tradición de Westminster
porque la lucha de un hombre es su propia lucha
así que cuando muere un bebé en la fiebre de la noche
cuando la justicia es solo un mazo y una toga
surge siempre algún hijo desgarrado por la compasión
para hacer florecer el mundo con su sangre
Margarita la del tren
si nadie ve tu cara cubierta por el polvo
llama enmarcada en corta sombra sobre la tierra
échale la culpa al velo moteado
vinculando el Sahara con los gases
que emanan del basurero
échale la culpa a esos caminos como los de Soweto
aquí las únicas guirnaldas son de metal
señales de velocidad, el escape de los suburbios
vomitando diversos olores viscerales
para muchachos cenicientos lanzando uno tras otro
sus pelotas en redes perforadas
(regalo de lo más amable de la empresa privada)
de sus centros de vida “al servicio de todos”
cosa rara verte
donde ni la maleza florece
donde el viento peina el polvo silbante
pobre consuelo este:
que cuando levantas el pie
tus machacados nudos retorcidos
sonriendo saltan y se extienden
como transformados por la tierra
Cynthia James nació en Trinidad y Tobago el 14 de mayo de 1948 y allí vive y enseña. Es Catedrática en Educación del Lenguaje en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de las Indias Occidentales, St. Augustine, Trinidad. Se graduó de la Universidad de Howard, Washington D.C con un PhD. en inglés en 1998. Escribe poesía y ficción y tiene tres colecciones de poesía: Iere, Mi Amor, Vigilia, y La Vega y otros poemas. Su segunda novela Terraza de Zapotillo fue publicada a principios del 2006. Tiene un libro de crítica literaria, La Narrativa Cimarrón, una historia narrativa de la historia de la literatura caribeña en inglés, publicada por Heinemann en el 2002. Ha sido dos veces becaria James Michener en el Instituto para Escritores Caribeños de la Universidad de Miami y recibió El Premio del Fondo Nacional Para las Humanidades por sus estudios en textos literarios clásicos del Caribe anglo-parlante. Tres preocupaciones hacen vital la poesía de Cynthia James: su conciencia de caribeña, su familiaridad con lo paterno y lo materno, y la búsqueda de la perfección de su oficio. En cuanto caribeña, nacida en la era de la Independencia, sus poemas reflejan un nuevo comienzo, un exploración del paisaje y orgullo en la riqueza de la herencia de su nuevo mundo. Para ella, la familia y lo materno irradian en forma de tributos que fortalecen. La Vega es su madre, su familia el hogar, Iere es su madre, su isla el hogar. No abandonar al padre y a la madre es el llamado perpetuo de la poeta. Los lazos con lo ancestral nos atan para siempre. Y si uno deja de alimentarlos, el cáliz se rompe, y el individuo se pierde. Es así como la poeta busca en toda su obra que la abuela y el padre la unjan. La figura del padre es para ella un fuerte símbolo de la herencia, como lo es la de su madre. La firmeza y la suavidad de su madre patria ancestral hacen juego con la productividad de su tierra paterna. En su propia, la poeta rinde tributo al padre que acepta con humildad los errores de su vida junto con el paso de senderos seguros.