Nora Méndez (El Salvador)
Por: Nora Méndez
Visiones
Suena la rocola de grillos
guayabas de rosados pezones
nances comediantes en los barrios bajos de Los Ángeles
granadillas esquizofrénicas y espejos
naranjales hipomaníacos
el melancólico Sax de los guineos
la sandía y su síndrome premenstrual
Todo el manicomio de olores
el hambre y sus muertos
la bodega de colores
los mayas en tranvía
los renacentistas a galope
Bienvenida
Pasarán
pasarán las horas
con su bastón de siglo
en el acordeón de Espronceda
en elipse de carbón traerán minutos de cueva
segundos disueltos en la efervescencia de un átomo
nariz fruncida del mundo donde agonizan
lentas orugas lentas
mamíferos reptiles peces
todos en conspicua agonía,
enterrados como raíz negra
huella paleolítica en la mecánica escalera
Alguien dejó servida la mesa en el corazón del hombre
multitudes que en estruendosa huida
traspapelaron las categorías de la sed y el remordimiento
pero
tocan la puerta,
son los niños más pequeños que regresan
reanudando el vuelo en los columpios
Los poetas
Madre
son los poetas
Retornan secos del naufragio
ebrios de holgura y cadencia
con el equipaje de dolor intacto
bolsillos de la pesadilla
llenitos de barquitos de papel y ranas cojas
Regresan locos locos
como se fueron
con más alas que pan bajo el brazo
sin catapultas ni piedra
montados en monociclos
papalotes bicicletas
sin edad para interrogatorios
ni fusilamientos frente al cine
Son ellos los que formados en filas de esperanza
reciben otro siglo
mientras los gusanos,
extremistas del follaje,
recapitulan la nervadura
camino exuberante
en donde ladrón librado
se nos hace tarde juega
como si uno decidiera dónde y cuándo
herir profundo el poema
Algo de lección se escucha en las hojas
conjugación de todos los panteones
como piezas de un fulano tractor
que un día hizo camino en las siglas
nadie quiere
nadie espera
nos basta la gravedad
en contrapeso a la palabra.
Cantata del poeta
Pasarán
pasarán las horas
con su bastón de siglo
en el acordeón de Espronceda
en elipse de carbón trae minutos de cueva
segundos disueltos en la efervescencia de un átomo
nariz fruncida del mundo
agonizan
lentas orugas lentas
mamíferos reptiles peces
todos en conspicua agonía,
enterrados como raíz negra
huella paleolítica en la mecánica escalera
Alguien dejó servida la mesa en el corazón del hombre
Quizás las multitudes que en estruendosa huida
traspapelaron las categorías de la sed y el remordimiento
pero tocan la puerta,
son los niños más pequeños que regresan
reanudando el vuelo en los columpios
inseminando nuevamente mariposas
son los poetas, madre, son los poetas
Ebrios de holgura y cadencia
colocan nuevas barricadas
retornan secos del naufragio
Con el equipaje de dolor intacto
Bolsillos de la pesadilla
Llenitos de barquitos de papel y ranas cojas
Regresan locos locos
como se fueron
Con mas alas que pan bajo el brazo
sin catapultas ni piedra
Montados en monociclos
Papalotes bicicletas
Sin edad para interrogatorios
Ni fusilamientos frente al cine
Frescos como tomates
Son ellos los que formados en filas de esperanza
Reciben otro siglo
mientras los gusanos,
esos extremistas del follaje
recapitulan la nervadura,
camino exuberante
en donde ladrón librado
se nos hace tarde juega
como si uno decidiera dónde y cuándo
herir profundo el poema
y su ADN de mestizaje
Será entonces
Y sólo entonces
Que asustado correrás
Reconociendo el canto que un día
Desoyeras
abriendo una a una tus jaulas
soltando las plumas grises
de los que algún día tuvieron alas
acariciando esos índices muertos
en la vértebra de números ancianos
Y andarás entonces
Ciego y sin pasos
Como una vez anduve yo
nocturna por tu casa
Y sin pasos llegarás ahí
Donde redimida
Aún te escribe
mi poesía...
Salmo de la elegida
Este es el tiempo de nombrar nuevamente las cosas
De producir el sonido que las engendre
Son los magos del corazón interno
Que profieren amenazas
Contra el mundo y sus ilusiones gastadas
Alquimistas poderosos
En el viaje del adentro
Donde nacerán nuevamente las bancas
Las luces y las alcobas
Por donde irán los pasos del hombre
Y sus amapolas
Soplan las sílabas del hemisferio nuevo
Arriban en aeropuertos del misterio
Nazcan pues los hijos de mí adentro
Pueblen al mundo
Y su locura
Traigan paz para la que pare y espera
Que el universo entero erosione su historia
Y la brisa que irrumpe
Dobla como una espera
La dulce espada que revienta en palmos de sombra
Afuera gotea el amor de la noche
Blandiendo la mecánica celeste
De una constelación silenciada.
Amarra entonces la piedra
Con la cual sumergirás tu cuerpo ingrávido
Cuerpo de plumas
Cuerpo de palabras
Cuerpo que nunca saldrá sin sus huesos de alondra...
Frente al espejo se detiene la vida
Para correr paralela
O traspasar el sentido de un orden
Corre la sangre en la oscura transfusión
Y en esa conmovedora distancia
Huye el tiempo de los cinturones de relojes
Y un niño baila sus ilusiones de charol
Brillo parco
Luz amarga que nace lejos
Que se marcha lejos de sus primeros rayos
Y comienza la blancura su rotunda música
La inesperada frecuencia al revés del tiempo
Blancura, Minerva destronada
Sopor de los vacíos y lienzos
Angostura que parte el sentido de lo negro.
Cede el ocaso a los colores
Y el corazón apurado se despeina
Cuando anuncian el nacimiento de las cosas nuevas
Ese canto sin sentido
Que coloca al mundo en estupor lunático
Cuando la manada aúlla lunas nuevas
Y en la frescura prometedora de ese acto
Los corceles del carruaje de cristal
Corren sabios sobre la autopista
De las coordenadas sin norte
Desbocados,
Tránsito de crines y brújulas
Cruz del sur entonces
Guía de los desencontrados
Cuento de hadas inmisericorde
Camada, que es parto de fundadores.
Nora Méndez nació en El Salvador en 1969. Graduada en Sociología y Comunicaciones también ha incursionado en la música como intérprete y compositora. Ha publicado los libros de poesía: Atravesarte a pie toda la vida, Universidad Tecnológica de El Salvador (2002); La estación de los pájaros (2004), Dirección de Publicaciones e Impresos, DPI, CONCULTURA; Seis, Calentura de amor y Pintura fresca (2006), Universidad de El Salvador; Dressing Room, (2014), Findemundo Editora; Arquetipas, (2015), Findemundo Editora; Diarios, (2018), Findemundo Editora; La Estación de los Pájaros, (2019), Biblioteca Virtual ACEB. Fue Secretaria General de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) y participó en los comandos urbanos de las FAL (Fuerzas Armadas de Liberación), brazo armado del Partido Comunista de El Salvador (PCS). Fue capturada por la Policía Secreta de la Policía Nacional en 1989. Durante los años 1986-1989 fue integrante del grupo de música latinoamericana Nuevamérica.
Al decir del escritor René E. Rodas, «Bajo otro cielo esta voz hubiera sido inconcebible. De otro tiempo no podría haber venido, y no traería consigo la caudalosa rémora que arrastra en su grito, en su canto. La poesía de Nora Méndez nace de una conjunción extraña. La unión carnal de la violencia que heredamos e hicimos crecer, con la ternura que pervive en nuestra sangre y que nos pone a salvo de nuestros peores momentos y a la altura de nuestros más caros sueños. Es siempre su voz la que hace de tenor, pero a través de ella se expresan latitudes enteras de otras voces, madres, abuelas, padres que hasta en su ausencia brillan, espíritus fraternos que se le unieron en el camino. Ella ordena esas voces sin conducirlas, las deja hablar sin sustituirlas, las obliga a expresarse con el reclamo de quien necesita esa nota contradictoria, ese contrapunto, ese color, para ser más. Es un coro en el que canta una vieja tribu de la que esta poeta es sacerdotisa y sobreviviente. Está obligada a oficiar para que la llama no muera. La sabiduría de sus textos nace de la pura intuición y de un oído privilegiado para la música de su lengua y la verdad de sus voces. Ahora crece y atrae nuevas fuerzas a su canto. Su voz es una forma de amor dispuesto a no dejarse vencer. La frescura de sus primeros poemas sigue allí, y la experiencia ganada no la ha empañado; le ha dado matices. Y es que el remate de cada verso lo sigue escribiendo una niña a quien la guerra no derrotó y a quien la ternura se le escapa en cada grito. No la pierdan de vista. Ella es una niña con un terrible don sagrado, el de poeta de su tribu.»