Milo De Ángelis, Italia
Por:
Milo De Ángelis
Traductor:
Emilio Coco
Cuando sobre un rostro deseado se vislumbra el signo
de demasiadas estaciones y una vena demasiado oscura
se alarga en la habitación, cuando las incisiones
de la vida llegan en cantidad y la sangre desacelera
dentro de los pulsos que hemos estrechado hasta el amanecer,
entonces no es sólo allí que la gran corriente
se detiene, entonces es noche, es noche sobre cada rostro
que hemos amado.
En ti se reúnen todas las muertes, todos
los vidrios despedazados, las páginas secas, los desequilibrios
del pensamiento, se reúnen en ti, culpables,
en la vigilia de todas las madres, en la tuya
inmóvil. Se reúnen allí, en tus
débiles manos. Han muerto las manzanas de este mercado,
estas poesías regresan en su gramática,
a la habitación del hotel, a la barraca
de esto que no se une, ánimas sin descanso,
labios envejecidos, corteza arrancada al tronco.
Han muerto. Se reúnen allí. Han equivocado,
han equivocado la operación.
*
No había más tiempo. El cuarto había entrado en una inyección.
No había más forma de repartir la esencia. No tenías
más el collar. No tenías más tiempo. El tiempo era una luz
marina entre las persianas, una fiesta de hermanas,
la herida, el agua en la garganta, Villa Litta. No había
más día. La sombra de la tierra llenaba los ojos
con el miedo de los colores desaparecidos. Cada molécula
estaba en espera. Habíamos mirado el remiendo
de las manos. No había más luz. Una vez más
nos están llamando, juzgados por una estrella fija.
*
Todo estaba ya en camino. Desde entonces hasta aquí. Todo
el tiempo, luminoso, rozaba los labios. Todos
los respiros se reunían en el collar. Las sombras
de Lambrate cerraron la puerta. Toda la habitación,
absorta, se convirtió en el primer latido. El negro
de tus cabellos contra el amarillo del último rayo.
Desde entonces hasta aquí. Era el primer día del verano.
El silencio nos llenaba la frente. Todo estaba
ya en camino, desde entonces, todo estaba aquí, único
y perdido, nuestro y remoto, ardiente. Todo pedía
ser esperado, regresar a su verdadero nombre.
Calle Próspero Finzi
“Y todos llegarán
porque ya fue suspendido
el tiempo que no conduce.
Mira, pocos años
Delante de mí, como
Una muerte prohibida: déjame,
Ya sabes que no caigo.
Hay un recuerdo,
Una carcajada en la que cambio o me paro.
Entre esta muchedumbre
De casi desmayados y cuerpos transbordadores
La pastilla se mezcla
Con la sangre; y nosotros bajamos.
Pero sin color; sin color.
A la vuelta, Dios no encontrará
Ni siquiera un error para decidir.
Miro el muro
En que te apoyas, tiemblas, ríes.
Yo también he nacido allí”.
De Tierra del rostro
Biografía sumaria
El principio que nos apretó las sienes
y nos condujo en fila india
se asemejaba a la vida
y ahora sentimos esta herida
en el tráfico común: versos
para decir sueño, meses para decir sopa
o salón de baile.
Demasiado pronto acudió la materia
que no juzga y no clama,
demasiadas veces de nuestra almohada
hemos quitado la suciedad: era
la idea o el cisma de la idea,
algo no hablado de clavos en el suelo,
pidiendo no el agua sino la sed,
cuatro manos para sostener un periódico
era nuestro acto de justicia.
Palacio de Justicia
Pero el principio por el que preguntas
llegará de más cerca, del arco
descolorido de un solo baptisterio,
cúmulo de piedras, clara desnudez
que te llama a juicio
y ya no entra en los dados esparcidos,
en las tres cartas
jugadas por los moribundos. Tú también pasarás
por la aguja de la vuelta
al caer todas las vendas, y serás
el mismo estupor que tú fuiste,
aquel alfiler de luz donde se enciende
tu rostro y el nuestro, serenados.
Milo de Angelis nació en Milán, Italia, en 1951. Graduado en Letras desarrolla su trabajo de profesor de literatura en el centro penitenciario de la misma ciudad. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Somiglianze (Semejanzas), 1976; Milimetri (Milímetros), 1983; Terra del viso (Tierra del rostro), Milán, Mondadori, 1985); Distante un padre, 1989 y Biografia sommaria (Biografía sumaria), 1999. Posteriormente la antología Donde ya habíamos estado 1970-1999, 2001. Ha traducido del francés a Blanchot, Baudelaire, Maeterlinck, De Vigny y del latín a Lucrecio, Horacio, Claudiano y a Virgilio entre otros. También ha publicado las traducciones El amor, el vino, la muerte. Epigramas de la antología Palatina, 2005. Fue fundador y dirigió la revista literaria «Niebo» y actualmente dirige la colección del mismo nombre de las Ediciones “La vida feliz”. Su obra ha sido difundida en Francia, Argentina, España y en los Estados Unidos y fue invitado por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde a participar en la IX Semana Internacional de la Poesía, Venezuela, 2001. Es además autor del libro de ensayos Poesía y destino, 1982 y de una obra narrativa: La carrera de las capas, 1979. En el 2005 ganó el Premio Viareggio-Rèpaci con su último trabajo poético Tema del adiós, 2005. Al decir de Erika Reginato Muñoz, Erika Reginato Muñoz, “…Es una voz antigua la del poeta italiano Milo De Angelis, concentrada en el ritual y en las enseñanzas de los personajes de la tragedia griega y la misma que contempla el paisaje de la urbe con los muros romanos que persisten en la ciudad actual. Camina con el gesto y la intención de observar y comprender el tiempo que abre y cierra su palabra, el secreto y el silencio, ya que reconoce a los atletas y personajes que con astucia y fatiga viajan desde la mitología hasta nuestro siglo. Es uno de los poetas más importantes del segundo Novecientos italiano y al respecto escribe Eraldo Affinati en una nota crítica: “Milo De Angelis aparece pues, muy ligado a la autoridad de una sabiduría que nos precede y, en el siglo XX en ciertos casos ha consolado la orfandad. Sin embargo sería tan difícil encontrar un poeta así absolutamente moderno…”