Zhou Tao, China
Por:
Zhou Tao
Traductor:
Omar Pérez
ELEGÍA PARA UN ÁGUILA
Es para un águila
Que escribo esta elegía
La planicie de nieve está tan quieta como si estuviera sola
Pero las pestañas del sol se agitan de sorpresa
Sobre el cuadro desplegado que es cielo y tierra nevada
Un águila lleva música sin sonido
¡Un súbito y distante quejido de disparo
Derriba silbando al caballero de los cielos!
Las alas tiemblas abiertas, garras que se estiran en espasmo
Los ojos agudos alzados aún al cielo azul, la nube gris
¿Quién en un momento de curiosidad y tedio
Perpetró tal crimen en un ave valiente?
Águila, esta muerte no fue fin para ti,
Tu muerte debió ser solemne, pura.
Un águila vieja nunca muere en su nido,
Ni es el cuerpo del valiente pájaro alimento para ratas
Mira al águila sobre la colina lanzar su última mirada sobre el mundo
Luego sumergirse en el abismo y deslizarse rozando la pradera salvaje
Busca el viento que sube, descansa en la corriente arremolinada
Hasta que el viento afilado desgarra en fragmentos las plumas y la carne
¡Única tumba apropiada para el que vuela alto, el vasto cielo solo
Hace de la muerte del valiente pájaro un fin glorioso!
Oh, pero deja que las águilas mueran como águilas y nunca más
Almas que vuelan alto serán robadas de modo miserable.
CUENTO DE HADAS EN INVIERNO
Era un día de invierno
Cuando me tropecé con el país de las hadas
No fue una experiencia profunda
Pero me resultó bella en extremo
Era temprano de mañana y la nieve había caído sobre los yerbazales
El campo estaba cubierto como por una densa manta blanca
La luz del sol tocó la nieve, añadiendo su propia magia peculiar
Y en ese panorama entró corriendo una zorra
Era de un rojo encendido
Como una llama galopante, una descendiente del sol
Avanzaba penosamente en la nieve y
Enloquecida, casi cayó bajo los cascos de mi caballo
Paré en seco, asombrado. Vi sus ojos desbordando pánico
Y los finos hilos de la niebla alrededor de su boca
Le abrí paso, mirando larga y fijamente
Mientras su fiera figura se retiraba en la blancura
Súbitamente, llegaron desde atrás
Furiosos ladridos y pesado golpetear de cascos
Oh zorra, criminal, perseguida por cazadores; endurecida ladrona
de las praderas
Estafadora del mundo natural
Pero oré desde lo hondo de mi corazón-
No, por favor, no la capturen
Deja que esta vida feroz se escabulla por los campos de nieve
El lugar quedará de lo contrario demasiado tranquilo y solitario
Esta es una escena sin significación
Pero su imagen está claramente grabada en mi memoria
Octubre 6, 1981
EL REBAÑO DE CABALLOS SALVAJES
Erguidos están en la llanura salvaje
Dejando que el viento del desierto despeine sus crines
Los cuellos estirados contemplando tristes el encuentro de cielo y tierra
El horizonte nunca alcanzable
En nudos
Formando por tripartición en la extensión de cielo y tierra
Un cuadro de supervivencia por mutua confianza
Contrariamente a los caballos comunes
Que son sus familiares
Arrastran tupidas colas sobre la maleza
Enredadas crines sobre pecho cuello y frente
Nunca peinados o adornados
Sus lomos cubiertos de polvo
No llevan plateados aparejos
Sus robustas ancas
No llevan marcas del hierro
Difícil hallar docilidad
En sus tozudos ojos salvajes
Descendientes de aquellos que sudaban sangre
Progenie de los férreos atacantes turcos
Supervivientes accidentales
Que migran desde antiguas batallas
De una campaña cruel
Históricos testigos de una tierra estéril
Nobles entre los caballos del ayer
Desprovistos de suntuosos establos
Vagabundos de la intemperie
Confrontados con la amenaza de extinción
Contendiendo con manadas de lobos
Buscadores de agua y yerba en desiertos vacíos
Evadiendo los cañones de la captura y la muerte
Mas aunque todas las tempestades del mundo cayeran sobre ellos
No se pondrían de rodillas a suplicar por sus vidas
Ellos también se han acercado
A las tiendas de los pastores
Suavemente
Cuando la noche cae
Respirando el calor del aliento humano
Cabezas colgando silenciosas a la escucha del habla misteriosa y de la risa
La tierna pasión que se esconde en la sangre
Evocada en sus almas salvajes
Una ola de nostalgia por un viejo hogar
Que los mantiene largo tiempo
En absorto silencio
Hasta que el primer ladrido
Los hace desaparecer
Otra vez sin dejar huella
Los pastores que salen persiguiendo el sonido
Escudriñando mientras el rebaño escapa a la persecución
Y se desliza en la blanca sombra de la noche
Pueden haber murmurado
¡Ajá! el rebaño de caballos salvajes
EL ATAQUE DE UN ÁGUILA
Oh, yo vi un águila alzarse desde un precipicio.
Se posaba en la cumbre de la montaña, sobre un saliente de roca,
En atención absorta, sus alas plegadas, inmóvil,
Como una escultura de piedra morena
Contemplando la tierra desde elevadas montañas ─ de nevados picos ─
En la soledad, fin de otoño
La marchita hierba está apenas tocada por el verde;
Como un mapa apenas dibujado,
El vasto mundo se lanza en un vórtice de colores cambiantes,
Las frondas variadas y los ríos de un plateado gris
En armonía con el ritmo suavemente ondulante de la tierra.
Es un águila joven; sus alas son en extremo poderosas.
Su sangre es calentada al sol,
Su vista aguda como el relámpago,
Sus plumas cortadas por remolinos de nimbos,
Su temperamento fiero como la centella.
Rueda en el aire,
Diseñando un arco gigantesco que se dispara en espirales.
¿Qué ha descubierto? ¿Quién es su enemigo?
¿Por qué esa negra mancha remontándose hacia la bóveda celeste
Lanza de pronto un agudo chillido?
Extendiendo sus alas como dos vastas velas,
Tiembla de excitación en el fuerte viento,
La sangre caliente en su pecho le sube a la garganta,
Sedienta de la gloria que pertenece al águila.
Oh, ha divisado un lobo.
Un lobo emerge de un soto que conduce a los pastizales.
Más allá de la faja de sombreados pinos,
En la distancia, perros ladrando con furia peinan las colinas.
Este culpable fugitivo es un viejo lobo astuto.
Su pelambre gris parece una confusa masa de hojas otoñales;
Va cojeando por una seca barranca tachonada de gravilla,
La cabeza gacha, los ojos torvos y nublados,
Como dos brasas enterradas en ceniza;
La coja pata delantera herida por la trampa de un cazador,
Su cola, como un bulto de ripios,
Se arrastra lánguida tras de él,
Como la bandera raída de un ejército en fuga.
¡Ahora el águila ha encontrado su objetivo, y
Proyecta su sombra de muerte!
En una rabiosa, arrogante pasión
Halla el ángulo mejor para el ataque,
Lanzándose resuelta con sus alas, precipitándose hacia arriba,
Bordea los riscos y cimas de los árboles,
Trazando una larga línea
A través del brillante cielo azul.
Completamente expuesto ahora en la intemperie,
El viejo lobo se escabulle cojeando,
Sin siquiera alzar la cabeza para mirar las nubes que flotan;
Pero sus ojos están fijos en las sombras del águila,
Los afilados dientes apretados de odio.
Siente los agudos ojos del águila
Taladrando su espalda, brillando de justicia;
Ha escuchado el viento silbante
Aproximarse desde el cielo.
El águila lanza su primer ataque.
Agarrando el anca del lobo con una de sus garras,
Sus garras se hunden como dagas en la carne;
Sabe que ni siquiera una roca podría soportar tal dolor;
Por instinto el lobo debe voltear su cabeza para luchar;
Esto es exactamente lo que ella está esperando.
Aprovechará para estirar la otra garra,
Afeitar las peludas orejas y la frente del lobo,
Y hundirla, a la velocidad de un relámpago, en la cuenca del ojo.
Pero el viejo lobo no ha volteado la cabeza:
Se traga un aullido y suelta apenas un gemido ronco;
Su movimiento instintivo es detenido por una siniestra maquinación
Y con la cabeza colgando baja, rompe en una carrera salvaje.
Como una lancha que llevara detrás una vela parda,
Corre derecho hacia un grupo de espesos matorrales.
Con su garra trabada en la carne y hueso del lobo,
El águila aletea desesperadamente, como un arado que
tirara hacia atrás.
Es arrastrada hacia los densos, intrincados matorrales,
Cuyas ramas azotan su zambullida de cabeza,
Incitándola a aferrar una rama con su garra libre.
Captura una rama para remontarse de nuevo hacia el cielo;
Pero es su infortunio lo que ha capturado la joven águila─
Sus garras afiladas como garfios están trabadas, incapaces de liberarse.
Se abre en dos a la altura del pecho.
Tristes gritos agudos se escuchan desde lo profundo de los matorrales.
Cuando el lobo emerge apresurado de los matorrales,
Parece la escena de un asesinato.
Medio cuerpo de águila cuelga firme de las ramas,
El pecho abierto goteando sangre,
Sus nervios y músculos se retuercen aún.
Como una bandera al viento,
Sus alas siguen batiendo, batiendo con una voluntad.
Todas las águilas, volando en el cielo o posadas en
los riscos,
Verán este despojo y escucharán su grito;
!Ah, este valiente descendiente del cielo y la tierra!
¿En verdad venció el lobo?
No, nunca gozará de paz;
Seguirá aullando, corriendo y rodando,
De la mañana a la noche, del alba al crepúsculo;
Pues una de las garras del águila quedó en su zanca,
Hundiéndose hasta el hueso e hincando el nervio.
Nunca podrá librarse de la garra,
Hasta que exhausto se caiga muerto.
¡Oh! Veo otra águila, tan joven como la anterior
Se lanza hacia el aire desde el precipicio y empieza a
remontarse,
Deslizándose a gusto, precipitándose valientemente
Y lanzando, de vez en cuando, un par de alegres graznidos.
¿Estará llamando a sus semejantes?
Incluso los alegres gritos llevan una quejosa vibración,
Como el susurrante viento otoñal que barre el cielo.
No, el águila nunca morirá.
Hay todavía una escultura de piedra sobre el acantilado,
Una réplica de su predecesora,
Parda e inmóvil;
Hay águilas aún girando en el cielo,
Dibujando, como la que murió,
Gigantescos arcos al remontarse en espirales.
Octubre 20, 1982
Zhou Tao nació en la provincia Shanxi, China, en 1946. Poeta y ensayista. Ha vivido largo tiempo en Xinjiang, donde se graduó en la Universidad del mismo nombre y donde es Vicepresidente allí de la Federación de Literatura y Artes y pertenece a la Asociación de Escritores. Desde finales de los 70’s empezó a publicar sus poemas, su colección de poesía fairy mountain fue galardonada con el segundo premio nacional para obras destacadas de jóvenes poetas. Desde los 90’s empezó a escribir y publicar ensayos, entre los cuales se destaca The Rare Bird. Ganó el premio Lu Xun, en 1998. A pesar de la variedad estilística de poesía china contemporánea, la voz de Zhou Tao emerge con particular distinción. Su poesía expresa las vicisitudes y las glorias de la vida con humanidad y sobriedad. Sus poemas revelan un respeto profundo por el heroísmo del pasado antiguo, y en el corazón de su filosofía está la creencia que el hombre puede otra vez ser heroico en el futuro. Mientras que indudablemente sondea las profundidades del dolor de la vida, su inteligencia vida-afirmativa también exige y cree en amor, la compasión, la humanidad y la justicia.