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Mahmud Darwish, Palestina

Yo soy uno de los reyes del fin

Yo soy uno de los reyes del fin. Salto de mi
caballo en el último invierno. Soy el último suspiro del árabe.
No me asomo al arrayán sobre las azoteas y no
miro a mi alrededor por si me ve aquí alguien que me conozca
y sepa que he pulido el mármol de las palabras para que mi mujer atraviese
descalza campos de luz. No me asomo a la noche para
no ver una luna que iluminaba todos los secretos de Granada
cuerpo a cuerpo. No me asomo a la sombra para no ver
a alguien portando mi nombre y corriendo tras de mí: descárgame de tu nombre
y dame la plata del álamo. No miro hacia atrás para no
recordar que pasé por la tierra. No hay tierra en
esta tierra desde que el tiempo se rompió en torno a mí, fragmento a fragmento.
No estaba enamorado para creer que las aguas eran espejos,
como les dije a mis viejos amigos. Y no hay amor que interceda por mí.
Desde que he aceptado el pacto de paz no tengo presente
para pasar mañana cerca de mi ayer. Castilla izará
su corona sobre el alminar de Dios. Escucharé el tintineo de las llaves en
la puerta de nuestra edad de oro. Adiós a nuestra historia. ¿Seré yo
quien cerrará la última puerta del cielo? Yo soy el último suspiro del árabe.

 

La tierra se estrecha para nosotros

La tierra se estrecha para nosotros. Nos hacina en el último pasaje y nos despojamos de nuestos miembros para pasar.
La tierra nos exprime. ¡Ah, si fuéramos su trigo para morir y renacer! ¡Ah, si fuera nuestra madre
para apiadarse de nosotros! ¡Ah, si fuéramos imágenes de rocas que nuestro sueño portara
cual espejos! Hemos visto los rostros de los que matará el último de nosotros en la última defensa del alma.
Hemos llorado el cumpleaños de sus hijos. Y hemos visto los rostros de los que arrojarán a nuestros hijos
por las ventanas de este último espacio. Espejos que pulirá nuestra estrella.
¿Adónde iremos después de las últimas fronteras? ¿Adónde volarán los pájaros después del último
cielo? ¿Dónde dormirán las plantas después del último aire? Escribiremos nuestros nombres con vapor
teñido de carmesí, cortaremos la mano al canto para que lo complete nuestra carne.
Aquí moriremos. Aquí, en el último pasaje. Aquí o ahí... nuestra sangre plantará sus olivos.
Los violines
Los violines lloran con los gitanos que marchan a Andalucía.
Los violines lloran por los árabes que salen de Andalucía.
Los violines lloran por un tiempo perdido que no volverá.
Los violines lloran por una patria perdida que tal vez volverá.
Los violines prenden los bosques de esta oscuridad lejana, lejana.
Los violines ensangrientan los cuchillos y huelen mi sangre en la yugular.
Los violines lloran con los gitanos que marchan a Andalucía.
Los violines lloran por los árabes que salen de Andalucía.
Los violines son caballos sobre una cuerda de espejismo y un agua que gime.
Los violines son un campo de lilas salvajes que se aleja y se acerca.
Los violines son una fiera que tortura la uña de una mujer, la roza y se aleja.
Los violines son un ejército que construye un cementerio de mármol y de nahawand.
Los violines son la anarquía de los corazones que enloquece el viento en los pies de la bailarina.
Los violines son bandadas de pájaros que se escapan de la bandera incompleta.
Los violines son el quejido de la seda arrugada en la noche del amante.
Los violines son la voz del vino lejano sobre un deseo vencedor.
Los violines me siguen, aquí y allí, para vengarse de mí.
Los violines me buscan para matarme allá donde me encuentren.
Los violines lloran por los árabes que salen de Andalucía.
Los violines lloran con los gitanos que marchan a Andalucía.
Soy Yusuf, padre
Soy Yusuf, padre.
Mis hermanos no me quieren,
no me desean entre ellos, padre.
Me agreden, me lanzan piedras e insultos.
Quieren que muera para hacerme un panegírico.
Me han cerrado la puerta de tu casa,
me han echado del campo,
han envenenado mis uvas
y han destrozado mis juguetes.
Cuando la brisa ha acariciado mi pelo al pasar,
me han envidiado y se han revuelto contra mí y contra ti.
¿Qué les he hecho yo, padre?
Las mariposas se han posado sobre mis hombros,
las espigas se han inclinado hacia mí
y los pájaros han volado sobre mis manos.
¿Qué he hecho yo, padre,
y por qué yo?
Tú me has llamado Yusuf
Y ellos me han arrojado al pozo y han acusado al lobo.
Y el lobo es más clemente que mis hermanos,
padre. ¿Acaso he ofendido a alguien cuando he dicho que
he visto once astros, el sol y la luna, y que los he visto
prosternados ante mí?

Traducciones de María Luisa Prieto

*

Mahmud Darwish nació en Galilea, el 13 de marzo de 1941, murió en 2008 en Estados Unidos. Procedente de un ambiente campesino, sus primeros años los pasó en Birwa.  En 1948, tras la retirada de las tropas británicas de Palestina y la implantación del Estado de Israel, su familia se vio obligada a huir de su casa. Permanecieron un año en el Líbano y al regresar a Palestina encontraron a Birwa completamente destruida por el ejército israelí, al igual que otras muchas aldeas. Se instalaron en Dair Al Asad de forma clandestina. Se lanza a la escritura al mismo tiempo que a la acción política en el seno del partido comunista: a los veinte años publica su primer poemario, Pájaros sin alas. Cuatro años después publica el segundo: Hojas de olivo. En el siguiente libro, Enamorado de Palestina, de 1966, se advierte influencia de la escuela romántica. En esta fase su estilo se vuelve más delicado, menos directo. La siguiente etapa poética de Mahmud Darwish se caracteriza por la innovación. Fin de la noche, de 1967, es el poemario que abre esta larga y madura etapa, en la que se advierte una mayor abstracción. El siguiente poemario: Los pájaros mueren en Galilea, de 1969, es el que según Darwish marcó su primera mutación poética por la amplia utilización del símbolo y el mito, provocando una ola de rechazos. En Mi amada se despierta, de 1970, amplía el campo simbólico incluyendo figuras del pasado y acontecimientos históricos, tanto del mundo islámico como del cristiano. 

La fuerza de su mensaje poético, testimonio directo del sufrimiento y la humillación cotidianos del pueblo palestino, así como su militancia comunista, hace que las autoridades esraelies lo consideren demasiado peligroso y le condenan a arrestos domiciliarios permanentes y numerosos encarcelamientos. A comienzos del los años setenta se instala en Beirut. En 1982, tras la invasión israelí del Líbano, Mahmud Darwish se exilia en Europa, principalmente en París, junto con estancias en Túnez. 

Publica el libro Elogio de la alta sombra, de 1983, y Menos rosas, 1986, sigue experimentando con la forma y con el ritmo, logrando poemas de exquisita perfección formal y a la vez sinceridad e intensidad de sentimientos. Once astros, de 1992, alcanza una altura poética insuperable.  Está compuesto por poemas largos, con una perfecta armonía entre las imágenes y el ritmo, y fuertemente marcados por grandes experiencias trágicas de la humanidad, como la guerra de Troya, las invasiones de los mongoles, la pérdida de Al Andalus o el genocidio de los pueblos indios, con referencias constantes a personajes y a lugares históricos y míticos. Continúa ¿Por qué has dejado el caballo solo?, de 1995, El lecho de una extraña, de 1999, y Mural, del 2000. 

A partir de1996 se instala en Ramalla, donde dirigió la prestigiosa revista literaria Al-Karmel cuyos archivos fueron destruidos por el ejército israelí durante el asedio de la ciudad en el año 2002. Recibió diversos premios literarios entre ellos el Lannan Cultural Freedom Price, en el año 2001, y el premio Príncipe Claus de Holanda, en el 2004.

Última actualización: 30/04/2024