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Sucinta introducción a la poesía negra


En el continente negro surgió la leyenda humana, cuando en las extensas llanuras del Sahara palpitaba un bosque de danzas y atabales.

Durante ciclos inacabables, excitados por el vigor que mana de la tierra, como la juventud del baobab en el esplendor del estío, ellos fueron y son aún los celebrantes, que amasan la noche en los tambores de corteza. Sus corazones alados arden como su inflamado aliento.

¿Pero viste a sus pequeños hijos desnudos, estremecidos de frío y de hambre en la intemperie de las arenas y de las calles malolientes, a su sueño arcaico y su presente mancillados?

Sus cuerpos se sublevan, una música los balancea, poseen raíces sobre un subterráneo de signos. Su memoria evoca un amor que en otro tiempo habitó allí, antes que invadiera sus vidas el áspero tiempo del esclavista.

Insensible al látigo del señor, a las mordeduras de la crueldad, indiferente a la muerte, África es el canto del mundo no concluido, que inquiere por los paisajes prometidos por la sed, por la tierra de la fraternidad imposible.

Cuando se pensaba vencido, un continente de piel oscura forja un canto inmenso y resistente al hierro candente, el coro de sus dolores y de sus sueños híbridos, el himno de su libertad como una iluminación en su espíritu atormentado.

Estos poemas dan cuenta de ello.

Última actualización: 28/06/2018