La Poesía en África
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 80. Diciembre de 2007.
Alejandro Lavquén
La Poesía en África
El proverbio es el caballo de la Palabra; cuando la Palabra se
pierde es con la ayuda del proverbio como se la vuelve a encontrar
(Proverbio Yoruba)
Vastos panoramas naturales, fértil creación y tonos sorprendentes se nos presentan cuando nos introducimos en el mundo de la poesía africana, prácticamente desconocida en nuestro país, que, por lo demás, se precia de ser un país de poetas. Nunca el interés de nuestros vates y lectores contemporáneos, salvo excepciones contadísimas, apunta, ni ha apuntado, hacia nuestros hermanos del conocido, pero a la vez desconocido, continente africano. Diríamos que la definición que Waldemar Sommer realiza del arte africano en un artículo refiriéndose a una exposición de “Arte Negro” realizada en nuestro país hace unos meses, resulta también muy valedera para la literatura oral y escrita de los pueblos nativos de este continente. Cito: “De manera muy general, cabe decir que estamos ante una creación artística, cuando ella se halla realizada por africanos y para usos africanos”. Esto porque una de las características de aquel arte es “que cada pieza artística cumple la función insustituible de instrumento ritual”. En el caso de la poesía, pienso que mantiene estas características. Podemos encontrar, principalmente, profundas evocaciones a los antepasados, a sus dioses, a los reyes, a la vida cotidiana, a los animales de la región, a los utensilios de uso diario, etc., siempre con un enfoque místico y con alguna enseñanza profunda relacionada con sus vidas.
Para que podamos tener una panorámica que nos permita, en estas breves líneas, conocer algo de la poesía africana, me parece apropiado iniciar nuestro recorrido a partir de la poesía de carácter anónimo (1) y que ha sido recopilada por algunos estudiosos del tema. Ya durante el reinado del faraón Ramsés II (1300-1224 a.c.) circulaban cantos de gran belleza en el territorio norafricano, como el popular poema “La batalla de Kadesch” que resaltaba el heroico comportamiento del faraón durante el combate: “Cuánto me parecía Yo al dios de la guerra/ En poder y fortaleza,/ Y que mi padre Amón estaba conmigo” (...) “Y vieron que las naciones sobre las que yo me había/ abalanzado/ Yacían desgarradas y bañándose en su propia sangre/ Ellos eran los mejores soldados de los hititas,/ Eran los hijos y hermanos de su rey.”. Otro episodio de guerra que ha llegado hasta nosotros a través del poema es “La epopeya de Segú”, texto de alrededor de 10.000 versos y comparable a obras de la magnitud de Ilíada o Ramayana. De ella destaca una parte titulada “Monzón y el rey de Koré”, que narra las aventuras de Monzón rey de Segú en el imperio bámbara en Sudán.
Destacado papel juega en la poesía anónima africana los proverbios, que se han ido transmitiendo de generación en generación y expresan gran sabiduría. Aquí damos a conocer algunos de ellos: “Dios fue clarividente y no le dio cuernos al asno”, de los kabila de Argelia. “El mono se puso piel de jabalí, pero murió mono” y “Más le valen tres patas a un tigre en la selva que cuatro en una trampa”, de los pigmeos de Guinea. “Es al toro a quien le sienta la barba, pero es al chivo al que Dios se la dio” de los serere de Senegal. “Un amigo íntimo puede convertirse en un enemigo íntimo” de los ambáricos de Etiopía. “No le des vuelta en el aire a una serpiente que hayas matado: las que están en sus agujeros te observan” de los tsonga de África del Sur.
Entre los pueblos africanos de mayor presencia poética se encuentran el Yoruba y el Fulbé, que además han tenido gran influencia en la cultura del caribe, principalmente en Cuba. Los Yoruba habitan regiones al suroeste de Nigeria, Dahomey (Benin), Togo y Ghana. Por su parte los Fulbá se encuentran diseminados en la llanura sudanesa y sajeliana desde el Atlántico hasta Chad, que abarca regiones de Mauritania, Senegal, Sierra Leona, Liberia, Alto Volta (Burkina Faso), Camerún, etc.
La poesía de estos pueblos, durante su historia, ha desarrollado una variada temática que incluye poemas funerarios, para niños, de amor, oráculos y otros de hondo contenido social. De la poesía de los cazadores nos encontramos con estos versos de “Erin el elefante”: “Elefante que traes la muerte,/ elefante, un espíritu en el monte./ Con su única mano puede derribar/ dos palmas al suelo./ Si tuviera dos,/ rompería los cielos como un trapo viejo”.
De la poesía del oráculo Yoruba nos parece interesante rescatar un poema que muestra la visión de este pueblo con respecto al dios musulmán de una manera bastante peculiar: “Los musulmanes siguen mintiendo./ Ellos dicen:/ hacemos vigilia por Dios cada año./ Un día Éshú fue hasta ellos y dijo:/ ¿Por qué hacen vigilia por Dios?/ ¿Creen que Dios está muerto?/ ¿Creen que está enfermo?/ ¿O quizás triste?/ Odumare nunca se enferma/ Y nunca puede estar triste./ Y nunca oiremos de su muerte,/ A menos que los mentirosos mientan”.
De la cultura fulbé entregamos un fragmento de un interesante poema titulado “Cómo el mundo fue creado de una gota de leche”: “En el principio había una enorme gota de leche./ Luego Doondari vino y creó la piedra,/ Luego la piedra creó el hierro/ Y el hierro creó el fuego,/ Y el fuego creó el agua,/ Y el agua creó el aire./ Luego Doondari descendió por segunda vez./ Tomó los cinco elementos/ Y los modeló en hombre./ Pero el hombre era orgulloso./ Entonces Doondari creó la ceguera, y la ceguera/ venció al hombre”.
En el caso de la poesía en lengua africana –escrita- también es ésta de una gran riqueza. Vale decir, además, que muchos poetas africanos han escrito y lo siguen haciendo en otras lenguas como el inglés, portugués y francés, heredadas de los conquistadores que oprimieron y esclavizaron a sus pueblos, mas para esta breve síntesis sólo hemos considerado textos que han sido traducidos de la escritura en las lenguas originales de los autores.
De la gran cantidad de poetas africanos rescataremos en esta ocasión algunas voces que nos darán una idea general, pero importante de la poética de este continente (2). Por ejemplo, tenemos a Semidogoro, poeta tutsi de fines del siglo XVIII, que define en su poema “El rey no es un hombre”, prácticamente la ratificación teórica del derecho divino de la monarquía ruandesa: “¡Ese deja de ser un hombre que se convierte en rey!/ ¡El rey es él, Dios,/ Y domina sobre los humanos!/ ¡Eh sí!, ¡no es un hombre, es un rey!”. Otra voz importante creemos que corresponde a la del poeta de la etnia betsileo de Madagascar, Ramananato, que también vivió a finales del siglo XVIII y cuyo legado se reduce a doce poemas, o fragmentos, conservados en la tradición oral del pueblo malgache. Dicen algunos de sus versos: “¡Desatadme, pues estas ligaduras, ¡eh, vosotros!/ Porque no soy un buey para ser degollado/ con los miembros amarrados,/ Ni soy esclavo para perecer atado./ Y pasadme por última vez mi Ivolananahary” (3).
De gran importancia nos parece dar a conocer a dos poetas de África del Sur: Enoch Sontonga, músico y poeta tembo, y Uhhadi Waseluhlangeni, poeta de lengua xhosa. El primero es autor del poema “Dios bendiga el Africa”, convertido en el cántico de resistencia del Partido del Congreso Nacional Africano durante su larga lucha contar el Apartheid, que dice en una de sus partes: “Dios bendiga el África, / Que de ella se entonen las alabanzas” (...) “Ven, Espíritu; Ven, Espíritu Santo; Y bendícenos, / A nosotros tus hijos.”. El segundo es autor de un conocido texto de protesta contra el colonialismo británico publicado en 1883 y representa, de una u otra manera, la heroica lucha que hasta el día de hoy dan los pueblos africanos por obtener su plena independencia: “¡De pie, vosotros, hijos de la Montaña-de-la-Noche! (4)/ La hiena aúlla, la blanca hiena,/ hambrienta de los huesos de Moshoeshoe, de Moshoeshoe, que duerme allá arriba en la montaña” (...) “Tiene roja la boca de la sangre de Sandile. (5)/ ¡Despertad, conejos de las rocas de la/ Montaña-de-la-Noche!/ Proyecta la lengua a los mismos cielos,/ Esa serpiente conejera con pechos de mujer” (6).
Otros poetas que bien vale la pena destacar son: Roberto Gaddiel Acquaah (1883-1954), poeta de Ghana que escribió en lengua fanti y también inglesa, pero que realizó un gran trabajo de recolección, traducción y difusión de su lengua materna. Importante es también Rajmatulaji, una poetisa de lengua pular de Teliko en Guinea, que escribió poemas de alta inspiración mística y religiosa.
Más cerca de nuestra época nos encontramos con Mussa Ká, poeta musulmán nacido en Ndili y muerto en 1964, que escogió, para crear sus obras, la lengua wolof. Es considerado el poeta nacional de Senegal. Otros poetas destacados son Adebayo Faleti de Nigeria, el camerunés Elolongué Epanya-Dondo autor del poema “¡Camerún, Camerún, levántate!”. Países como Tanzania, Zimbabwe, Angola, etc, poseen junto a los ya citados grandes poetas que sería largo de enumerar y reseñar, baste por ahora esta muy breve visión de una parte de la poesía africana, la que merece largamente ser reconocida a nivel mundial. Es de esperar que en la medida que nos demos cuenta que aquel territorio de desiertos, sabanas, selvas, caudalosos ríos y enorme variedad de fauna y flora no es solamente el lugar de donde eran traídos los esclavos a nuestra América, estaremos listos para explorar un mundo que desde sus raíces está muy ligado al nuestro. Para terminar, quisiera hacerlo con los versos del poeta y guerrillero angoleño de lengua fiote, Tchiaku, que me parece representan parte importante del espíritu del continente africano: “Cuando empiezo a lloviznar/ Los seres vivos huyen/ Los tigres se esconden/ Las cobras huyen/ Las nubes se entrechocan/ El cielo se estremece/ Las casas podridas se derrumban./ Hago crecer las plantas/ El fríjol/ Las fruta bombas y piñas/ Los plátanos y naranjas./ Allí donde no existe río/ ¿Quién hace que el agua caiga?/ ¿Quién riega los corazones mustios?/ Soy yo...”.
Notas:
(1) Ver “Poesía anónima africana” de Rogelio Martínez Fure, tomo II, Editorial Arte y Literatura 1985 2° edición. La Habana, Cuba.
(2) Ver “Diwan, poetas de lenguas africanas” de Rogelio Martínez Fure, tomos I y II, Ediciones Unesco/ Editorial Arte y Literatura 1996. La Habana, Cuba.
(3) Ivolananahary: “la divina palabra” nombre dado por el poeta al tambor con que acompañaba la declamación de sus versos. Obra citada.
(4) Fortaleza desde donde Moshoeshoe I rey basuto y sus tropas, resistió los ataques zulúes, bóers e ingleses. Obra citada.
(5) Guerrero famoso. Obra citada.
(6) Gran Bretaña: La reina Victoria. Obra citada.