Juan Antillón (Costa Rica)
Por: Juan Antillón
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.
MECÁNICA
"He tenido un sueño"
M. L. King
Tal vez el compartir
un nombre de rebelde
le ayudó
a concebir su sueño.
Siempre se dijo
en la cuenca del Mississippi
y del Missouri
que soñar no bastaba.
Pero
es una aplicación
del Principio de Arquímedes
que
aplicada en lo justo
la palanca de un sueño
puede mover el mundo.
MIRÁNDONOS DE REOJO
El sexo es lo irracional.
El amor
por el contrario
es de una
coherencia
perfecta
pues
como una maldición
estarás
condenado
a amar
en otros
sólo
lo que amarías
en tí mismo.
EPITAFIO
Durante
toda
su vida
-péndulo
entre
sombra
y
ensueño-
el labio
fue
muralla
pantano
la página
en blanco
donde
la palabra
se detuvo
en fórmula
y quimera
guillotina
de la luz
fueron
sus párpados
detrás
de la música
solo
percibió
el silencio
que vendría
La Historia
es encrucijada continua
de múltiples caminos de vida.
Como aquella
en que convergieron
200 000 almas
en Haymarket Square.
Al menos de manera visible.
Detrás
y sin duda
también entre ellos
estaban quienes engendraron las ideas
que hicieron que se reunieran allí.
Y más allá
en la penumbra
la larga sucesión de hechos
mentes
acciones
sobre cuya base
se erigieron tales pensamientos.
Uno desemboca al final
en la aparente conformidad de siervos y esclavos
en el marco de lo que para ellos fue
el orden lógico de las cosas.
Y uno no se explica cómo
de esa quietud
pudieron originarse tantas olas.
Tal vez fue entonces
el efecto acumulado de la brisa
de muchas pequeñas y secretas inquietudes
o que el humano se somete
pero nunca abandona su sentido de dignidad.
En verdad resulta imposible
seguir el curso de tantos soplos que forman el huracán
y el observador solo se percata
de los signos de la inminencia de la tormenta
y luego asiste inerme a la furia
cuando se desata.
200 000 alientos
cada uno en su ruta
desde distintos tiempos y territorios
pero sumándose en un gesto
cada uno de los hombres consciente de su ideal
y dispuesto por entero a la lucha
al sacrificio.
Acaso pensaran que la conquista
de una jornada máxima de 8 horas de trabajo
los acercaba un paso más
a concretar su sueño de una sociedad sin explotación
que desafiar al sistema tenía sentido
y hacía más próximo su derrumbe.
La narración se desgrana aquí
en unos pocos hechos.
Parsons, Spies y Fielden
encendieron la palabra.
Hacia el final
y cuando quedaban pocos obreros
la policía intenta por la fuerza disolverlos
alguien
lanza una bomba y muere un sargento.
La policía abre fuego
el pánico
la huida
la rabia que busca una venganza.
Se detiene
tortura
golpea
a miles de obreros
se allana
se registra
se fabrican evidencias
la prensa clama:
“A la horca los brutos asesinos
rufianes
rojos
comunistas”.
Al azar
se escogieron nombres.
No al azar
se escogió que fueran anarquistas.
Pues el sargento no importaba
ni el culpable
pero
era necesario condenar al Movimiento.
Cualquiera puede consultar archivos
y conocer detalles de ese juicio
que es lo que menos interesa
al fin que fue semejante
a otros tantos procesos
en que el Poder
no busca justicia sino castigo
para quienes se atrevían al desafío.
Michael Schwab y George Engel
eran tipógrafos
Samuel Fielden
obrero textil y pastor metodista
un vendedor
Oscar Neebe
el carpintero Louis Ling
y Hessois Auguste Spiel
Adolph Fisher y Albert Parsons
periodistas.
Genéricamente
los “mártires de Chicago”.
Olvidados
por los trabajadores del mundo
en el cómodo disfrute
de sus derechos laborales.
Ninguno de ellos
era famoso por algo.
Ocho
simples
hilos
en la trama y urdimbre
en el tapiz de sueños y casualidades
que la Historia tejió
por un instante
en Haymarket Square.
Del libro inédito En los Pabellones del Sueño.
Video: Al azar debemos los encuentros
JUAN ANTILLÓN nació en Costa Rica el 22 de diciembre de 1940. Obtuvo Licenciatura en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica. Libros: Isla; Rosa de papel y Bandera de música. Seleccionado para la antología de líderes y visionarios del siglo XX (como la publicitaron) Prayers for a Thousand Years (Harpers, EE. UU., 2000), editada por New Age International. Premio Nacional de Literatura de Costa Rica Aquileo J. Echeverría. Premio Latinoamericano Ramón del Valle Inclán. Fue Pre-Candidato a la Presidencia de la República de Costa Rica, Partido Liberación Nacional (socialdemócrata), 1992. La fuente más directa y segura para hablar sobre la poesía de Juan Antillón, es su ensayo “Sobre la Poesía”, que se incluye en su libro Rosa de Papel: “En un mensaje de gran complejidad se puede justificar la dificultad de comunicación por su nivel de abstracción, pero no en los enredos de palabras carentes de coherencia lógica” (…) “el ojo del poeta descubre los matices ocultos de la realidad, no inventa esa realidad” (…) “porque el uso de absurdos solo empobrece la reflexión poética” (…) “Hay excesos de floritura, de retórica, tanto en lo formal como en lo sustancial. El resultado tiende a ser igualmente deplorable.” (…) “De modo que si formalmente mi poesía es sencilla, es una sencillez buscada, lograda después de mucho depurar la expresión. La claridad de la palabra, no la simplificación del contenido. “Lo otro a lo que me he sujetado … es la búsqueda de belleza en la expresión, musicalidad, ritmo, armonía” (…) “Y no estoy hablando de métrica y rima consonante, que más bien pueden ser “ayudas” o facilitaciones para lograr esa armonía; si uno prescinde de tales muletas y hace verso libre, no renuncia al imperativo armónico, sino que lo busca en un nivel más alto de expresión. (…) Debe también tenerse en cuenta que se maneja físicamente un plano, una hoja de papel, un espacio de color donde se esparcirán los signos gráficos formando un dibujo (…) ese espacio debe usarse como un recurso más de la expresión, así como la distribución de las palabras en ese espacio. (…) el uso que hago del verso quebrado … como un recurso de ritmo o de sustitución de puntuación o de recurso expresivo paralelo. Pero detrás está también la importancia que doy a cada palabra-símbolo” (…) “Ópticamente, el fraccionamiento del verso permitirá que el ojo-conciencia del lector logre esa percepción completa, dándole a cada símbolo su peso específico, cosa que tiende a no ocurrir cuando la lectura se hace en versos largos y entonces lo que queda es una impresión, una emoción final global, pero a mí me interesa ese ir construyendo de manera plena y paso a paso, comprometiendo la conciencia del lector. (…) Al final, ciertamente queda esa emoción global, pero de camino ha habido muchas cosas más. (...) Una poesía entonces se construye con exquisita precisión, a partir de aquello que deseamos tan vehementemente comunicar y para lograr precisamente eso. Si alguien piensa que eso mata la emoción poética en términos de una cierta espontaneidad, es porque no se ha detenido a pensar el parto intenso de cada nota de la Novena Sinfonía por Beethoven. (…) La emoción, que yo sepa, nunca ha estado peleada con la inteligencia”.