Alex Fleites (Cuba)
Por: Alex Fleites
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.
ESPERANDO UN TREN
Hemos pasado la vida esperando un tren
Cada mañana vamos a la estación
con banderas y flores y allí nos estamos
hasta que la noche consiente
que las palmas y las nubes
se hagan un mismo mar de oscuridad
Esperamos un tren, nos dijeron nuestros padres
Esperamos un tren, les contestamos a nuestros hijos
cuando nos miran, con estupor u odio,
saltar por años entre los rieles, disponer la música,
engalanar el andén con humildes plantas del país
Al principio recibíamos noticias de su paso
por ciudades y pueblos de enigmáticos nombres,
pero hoy sólo queda la costumbre de atisbar,
la idea lejana de que nuestra vida se reduce
a esperar un tren, el que nos llevará
hacia conocidos parajes
donde mujeres cansadas, hombres taciturnos
y niños con ojos disminuidos por el sueño
aguardan un tren para marchar hacia otra estación
en la que otros esperan por viajar,
con idénticos rostros y ademanes a los nuestros
LA ASESINA
Ella lanzaba
pequeñas piedras a su pecho
por ver cómo sonaba,
y si los cristales estallaban
gracias al impacto
Él hubiera preferido que recostara
el oído a su garganta
Habría sentido el mar
y cierta bulla de pájaros
que inauguran el sol
Ella entonces lanzó
guijarros, abrojos
y otras calamidades del camino
El empeño era desecar su alma
Pero la sangre huía en ondas infinitas,
y por una vez más él pudo alzarse
Finalmente
descargó una peña
con toda la fuerza de su odio
El sintió que ahora algo se quebraba,
que no habría más domingos,
ni canciones, ni pan sereno,
ni fotos a la orilla del mar,
ni una mano en la noche
buscando la carne querida
Y así no pudo más con tanto peso
Y se puso a morir
con la dignidad
de quien se va lleno de asombros,
intacta la inocencia,
extinguidas las ansias
de volver a empezar
RAZONES
Respeta, piedra, el temblor de la hoja
como el viento perdona tu aspereza
y el poeta comprende la ferocidad de los cuchillos
Bajo los astros,
entre los grumos olorosos,
la piedra, el viento y las hojas
poseen sobradas razones para ser
aun cuando no esté del todo claro
el orden que luego tendrán sobre la tierra
Movidas por el viento,
las hojas muestran, como Jano,
las caras del otoño;
mientras que el sueño de piedra de la piedra
en el fondo es una señal de clara alarma
El cuchillo con que se taja el pan
o se siega la cabeza de los hombres,
nada sabe
Su misión es cortar, viejo designio
El poeta no ama el cuchillo,
pero entiende su belleza
Nada crea la piedra si no es su propio sueño
Nada ruede el viento si no es su propio esfuerzo
Nada cante la hoja si no es su propio miedo
En la sombra, el poeta vela las armas
que a su llegada ha de encontrar el día
Nadie forje el acero en las tinieblas
Oficio es de la luz, y del poeta
ALEX FLEITES nació en Caracas, Venezuela, en 1954. Ciudadano cubano. Licenciado en Filología por la Universidad de la Habana. Poeta, guionista, dramaturgo, narrador, editor, traductor y periodista. Ha sido jefe de importantes revistas culturales, como El Caimán Barbudo, Cine Cubano, Unión y Arte Cubano. Ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Poesía “Julián del Casal” y el Premio Nacional de Periodismo “26 de julio”. Es autor de una decena de libros entre ellos los poemarios: A dos espacios, 1981; De vital importancia, 1989; Ómnibus de noche, 1995; Un perro en la casa del amor, 2004 y La violenta ternura, 2007, que recoge lo más destacado de treinta años de trabajo poético. Ha traducido del portugués poemas de Vinicius de Moraes, Cecilia Meireles, Carlos Drumond de Andrade y Manuel Bandeira, con los que conformó la antología Balada feroz, 1991. En su ensayo, Simplemente la radiante poesía, nos comunica Gustavo Pereira: “Alex Fleites ha escrutado, palpado, probado, erigido, asediado, diluido el fruto del vivir y ha descubierto en él, como ocurre a todo mortal, sabores encontrados, dispares dualidades, amargas o dulces desazones, dichas y desdichas pasajeras o tercas incertidumbres y certezas. Sólo que al ser procesadas por su conciencia sensible –eso que muchos llaman espíritu- se hacen parte de un misterio mayor que otros nombramos simplemente como radiante poesía”.