Jorge Iván Grisales (Colombia)
Por: Jorge Iván Grisales
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.
AL REGRESO
Te propongo me dejes despertarte
despacio muy temprano
como si esta caricia en tus caderas
que va hasta tus pies
viniera de muy lejos
de mis padres.
Como ya ha llegado el sol de dar la vuelta
he de poner las manos en tu rostro
para que se aleje todo el miedo y la rabia
y puedas ver que durante mi ausencia
las semillas que plantamos
ahora dan sombra.
EL CONDENADO
Por última vez miro este sol que no volveré a ver.
Prendo el fuego antes de cruzar el túnel,
pido a los dioses que viva en tu mirada,
en tus pies blancos,
en tus gestos que recogen la nieve, el agua.
No llevo nada
sólo el recuerdo de que toqué tu piel.
LA MUERTE DE LA QUIMERA
Cuando hemos matado a la quimera
sólo nos queda vagar por los pantanos
cantándole a los muertos,
nadie nos hablará de ella desde el bosque
ni la voz del mar traerá sus cantos
para envejecer tranquilos.
¡MAMÁ!
Toco tu cara en el agua
buscando tu memoria.
Te achiquitas, te aquietas,
muerta cabes en tu zapato.
Vacía de tu cuerpo está la casa.
JORGE IVÁN GRISALES nació en Medellín, en 1956. Poeta, dramaturgo, actor y director de teatro. Miembro del Taller de Artes de Medellín. Profesor de la Escuela Popular de Arte de Medellín y de la Universidad de Antioquia. Publicaciones: Los versos del nadador ciego, 1997 y Método para el manejo de la voz escénica: De la memoria de la voz a la imagen de la palabra, 2006. Al decir de Juan Manuel Roca: “En Grisales hay un intento afortunado por atrapar jirones de sus papeles en escena, en este oficio que exige ductilidad y por supuesto, capacidad de crear imágenes. Sólo que acá sus imágenes no necesitan del ademán, del tinglado, ni siquiera del cuerpo donde somos actores, directores y hasta amotinado público. Porque la palabra poética es desprendimiento del cuerpo que dicta estados parecidos a los del soñar. (…) Algo de sonámbulo hay en el andar poético de Jorge Iván Grisales: un tender las palabras como un hilo tenso para luego a travesarlo por encima del vació. No importa si la malla protectora está rota. Si como todo pastor de vacíos, el poeta sabe que la tierra lo pretende. Se trata de una aventura que ha permanecido en silencio y que a cada tanto, en muchísimos de sus poemas, nos señala la estela de luz que va dejando, en el agua y el papel, un nadador ciego..”