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Alan Mills (Guatemala)

Fotografía del autor

Por: Alan Mills

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.

 

El indio no es el que mira usted
en el catálogo de turismo,
cargando bultos
o llevándole comida a la mesa.
Tampoco el que ve desde la ventanilla
y pide monedas haciendo malabares,
ni el que habla una lengua muy otra
y resiste fríos nocturnos.
No, el indio está adentro,
y a veces se le sale, acéptelo,
aunque lo entierre en apellidos,
aunque lo socave bien
y niegue su manchita de infancia,
ahí está, acéptelo.
Y si aparece esa agua rancia,
voraz, el aguardiente que inflama,
ya verá que se le sale,
el indio empuja con su fuerza de siglos,
emerge ardoroso y se le sale,
con lo guardado,
con lo que dura doliendo.
No, no es otro,
el indio soy yo,
a ver, repita conmigo.

6:00 P.M.:

Me voy manchando, cualquiera diría esta noche no floreceré, toda calentura ingresa por un halo de luz desvanecida, tal música oscura y genética, mi situación presente no permite que me conmueva, iré sin freno hasta el fondo, cómo no voy a desear este desahogo si me enredo en la dislalia, quiero un habla, esta tensión es la única cosa que se suaviza en la medida del viaje, ay, lejanía, no vas a encauzar mi nervadura extraña, ciertos clavos dilúyense apenas, se sustancia el canje o nomadismo de cuerpos, ya no huyo de este pueblo sino de su momento, de siglos escarpados al crimen, incluyamos tartufos y niños comeniños, cuánto alcohol ha de acompañar este empozamiento, cuánta gracia perdida por escaramuzas consanguíneas, llegará el día en que nos volaremos la cabeza como fósforos malditos, fuego dándose a consumir toda súplica evanescente que no sea burla para el poderoso que entristece, ay, nuestro asunto va a ninguna parte, cientos de cuerpos alfombran la calle con marcas dentales entre las piernas, los patrones bañan en semen a las hijastras de sus criados, les suturan un caminito brillante de la vulva al ano, ay, hace unos días fue encontrado un feto caldeando larvas en la basura y están los que aseguran que aquél era el Redentor, que las moscas nacientes nuestro Espíritu Santo, sí, la página es blanca, negro el deseo, incendiemos este sillón, a darse una pira de libros, sí, qué tierra baldía ni qué ocho cuartos, cuál tu pequeña sinfonía del nuevo mundo, a la mierda los pastores que la pascua ya pasó, aquí se respira lubricidad con hambre, apenas veremos chispas mortecinas, quién hará algo estimable, algo para alivianar a los homicidas sobre las costas, ay, esto no sirve, ando viviendo de prestado y veo luces que antes encandilaron mi ensueño, sigo sin reconocer la voz adversa pues la recibo desde sus dislocaciones íntimas, llegados a este punto se podría resolver todo con un duelo magnífico, como antaño, y matarnos muy suavemente, a) con tus palabras

 

El indio no es el que mira usted

El indio no es el que mira usted             
en el catálogo de turismo,                   
cargando bultos                             
o llevándole comida a la mesa.               
Tampoco el que ve desde la ventanilla       
y pide monedas haciendo malabares,           
ni el que habla una lengua muy otra         
y resiste fríos nocturnos.                   
No, el indio está adentro,                   
y a veces se le sale, acéptelo,             
aunque lo entierre en apellidos,             
aunque lo socave bien                       
y niegue su manchita de infancia,           
ahí está, acéptelo.                         
Y si aparece esa agua rancia,               
voraz, el aguardiente que inflama,           
ya verá que se le sale,                     
el indio empuja con su fuerza de siglos,     
emerge ardoroso y se le sale,               
con lo guardado,                             
con lo que dura doliendo.                   
No, no es otro,                             
el indio soy yo,                             
a ver, repita conmigo.  

 

Fotografía con autorretrato

De engaño a engaño va la luz y no calla.           
Da un salto la luz y es el vacío entre dos cuerpos.
Ese espacio iluminado recuerda a la permanencia   
o a la necedad de querer ver y ser en la luz.     
De engaño a engaño va la luz y no cesa.           
Nada termina si no hay un límite oscuro.           
Ese límite oscuro somos nosotros.                 
Flash.    

 

Fatalidad

Estar del lado del esfuerzo.                         
(Un hombre se apropia de sí                         
para tender puentes a lo esencial).                 
Hacer palabras moliendo cristales:                   
esconder cristal molido en el pan de las gentes.     
(Un hombre dilata su ser/                           
sangra y no está solo).                             
Ser aliado de lo difícil.                           
Querer repartir la tierra con un soplo.             
(La sombra del hombre queda líquida en los muros).   
Reconocerse en las briznas más afiladas.             
Anudarse al construir y al sueño. 

 

Algo letal más allá de palabreras

Algo letal más allá de palabreras.             
Algo capaz de desquites,                       
de sellar destino con cuerpos                 
sangrados y duros.                             
Venganza para aquellos que no dijeron,         
ni alcanzaron a decir ni pudieron.             
Ellos sí saben de la pérdida y no lo saben.   
Aunque, quizás, mejor relax,                   
entrarle al billar y que lo sonado             
golpee a lo que está por sonar, sí, casi       
como darle al billar: que una palabra         
empuje a la otra y retumben las esquinas todas 
de este mesón estupendo.                       
Carambolazos encendidos,                       
ardiendo sonares de sí a sí,                   
sin revanchas. 


ALAN MILLS nació en Guatemala, 1979. Es poeta, ensayista y traductor (inglés y francés). Libros de poesía: Los nombres ocultos, 2002; Marca de agua, 2005; Poemas sensibles, 2005; Síncopes, 2007; Testamentofuturo, 2007; Caja Negra XX 2012. Ha participado en múltiples festivales en América Latina y en el V Festival Internacional "La poesí­a tiene la palabra"organizado por la Casa de América en Madrid en 2005. En 2007 fue invitado a diversos festivales en Perú, Brasil y México.

Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, alemán e italiano. Edita diversos proyectos alternativos (www.guatattack.com). Es Director de la revista web de poéticas latinoamericanas Rusticatio y colabora con diversas publicaciones en Hispanoamérica. Ha sido becario del Ministerio de Cultura en Madrid. "Como si se tratara del alumbramiento de una asombrosa posibilidad, en Latinoamérica está emergiendo la nueva gran poesía, la nueva gran literatura, al lado de las renovadas pesadillas. Si todavía podemos hablar de un continente es porque esos nuevos poetas están, y están como nada podía haberlos presagiado. Alan Mills es uno de esos grandes nuevos poetas, y nos demuestra que estos países víctimas de todo están escribiendo como si aún existiera un alma, como si todavía existiera un cuerpo, como si todavía, en síntesis, hubiera la contingencia de un alma buscando a su cuerpo. Síncopes constituye el extraordinario poema de una violación, de una violación permanente y, a la vez, una de las muestras más feroces y alucinadas de la gran poesía latinoamericana de hoy”. (Raúl Zurita).

Última actualización: 17/11/2021