Jorge Eliécer Ordóñez (Colombia)
Por: Jorge Eliécer Ordóñez
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.
TIEMPO DE SEGAR
En Senegal
país de cabras
y mujeres invisibles
ovillando la luna,
cuando muere el poeta
lo sepultan
en el tronco viejo
de un árbol
Al verano
escasea el agua y la comida
Entonces
pájaros migratorios
vienen a picotear
la madera que canta.
RINOCERONTE
Me llaman el fósil cuaternario
el tanque de guerra
la bestia gris de las praderas
el ciego arrecho que persigue a la hembra
el sordo que no escucha los obuses
el solitario que cuida su cuerno
de los furtivos cazadores
Si supieran los mitómanos
que apenas soy un ángel acorazado y sediento
recién salido del pantano
SURICATO
Soy el guardián el que se alza sobre sus patas traseras
para advertir el asedio de los predadores.
Cuando el guepardo tensa su cuerda de carrera
con un solo gesto aviso a los míos
sobre su bella paro fatal presencia.
El aire sopla sobre mis flancos,
arroja sus briznas desde la pradera,
como un tambor de pregones
el mínimo instante del salto
alumbra en mi pupila, se convierte en miedo
y trata de paralizar toda mi sangre.
Pero soy el guardián, el rapsoda de la tribu,
así que emito mi sílaba sencilla
y todos los suricatos
con sus colas, como banderas de combate,
se esconden, obedientes bajo tierra.
Hogueras
Las piedras
saben del fuego,
en su contorno
danzan las hogueras
humo de leña verde
lenguas
amarillas y azules
bajo los árboles
como un pequeño sol
al trasluz
la araña
teje su galaxia
Cuando la piedra es hielo
El esquimal
y su mujer
se han amado
bajo el cielo
redondo
del iglú
ha sido un abrazo
de osos blancos
en la noche interminable
de la estepa
más que un encuentro
idílico
los amantes semejan
un par de bueyes
almizcleros,
forcejeando y gimiendo
entre las luces
intermitentes
de un pabilo,
alimentado
con aceite de ballena
un ronroneo
de animal salvaje
los olfateó
inocente y arisco,
cada vez que la ventisca
dejó su desolada voz
en el postigo
afuera la noche sin fin
del polo norte,
con el bullicio
de los araos
y el reposo de los cuerpos
que ahora flotan
en la isla del iglú
donde la piedra
es hielo
JORGE ELIÉCER ORDÓÑEZ nació en Cali, Colombia, el 16 de abril de 1951. Licenciado en Filología e Idiomas, UPTC, Tunja. Estudios de Lingüística. Universidad del Valle. Cali. Magíster en Literatura Hispanoamericana. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá. Profesor de Literatura y Artes del Lenguaje en la UPTC, de Tunja, desde 1991 hasta la fecha. Ha publicado los libros de poesía: Ciudad Menguante, 1991; Vuelta de Campana, Premio Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá, 1994; Brújula Insomne, 1997; Farallones, 2000; El Puente de la Luna, 2004; Desde el Umbral, poesía colombiana en transición, antología y estudio introductorio, 2005. Con su ensayo La Fábula poética en Giovanni Quessep, obtuvo el premio Jorge Isaacs a la Crítica Literaria, 1998. En la actualidad dirige la revista institucional de su universidad, UPTC, de Tunja, “Pensamiento y Acción”. Sus artículos se encuentran publicados en las revistas La Palabra (UPTC), Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, Universidad del Atlántico, Itaca, Universidad Popular del Cesar, Logos, Universidad de La Salle, Espéculo, Universidad Complutense de Madrid (virtual), Casa de Asterión (virtual). Según Carlos Fajardo, “La poesía de Ordóñez catapulta los imaginarios del origen hasta construirnos la infancia con sus lujuriosos y picaros juegos, la música de marimbas y tambores, esos barrios de la periferia con extraños y olvidados personajes, las luces de diciembre encendidas por el padre. De este modo, invita a salir a los caminos para que, con los ojos de la memoria, veamos con asombro las pequeñas y grandes cosmologías, aprendamos a sentir el rumor y los silencios de su imaginería amorosa.”