Juano Villafañe (Argentina)
Por: Juano Villafañe
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.
ÚLTIMO APRENDIZAJE
Con mi padre aprendí que antes de morir hay que encontrar a la madre.
Con mi madre,
que uno se muere sin padre y sin madre.
En el ramo vive el jardín y en su fondo se fija el otro ramo.
Con la pérdida se acrecientan los ramos y los fondos del ramo.
Pero ya nadie levanta el jardín con las manos, sólo se desea la entrega y se ofrece su fondo.
Nadie levanta un jardín, por eso estamos llenos de fondos y de ramos.
Es imposible levantar un jardín, como exceso nos rodean sus habitantes, su perfume y su fondo.
Uno va solo a la cita con su ramo de espera y uno espera levantarla.
Ella espera el ramo, su primer perfume.
A mi madre la subí con su ropa de teatro.
Es imposible levantar un jardín.
SEGUNDA ESTADÍA
Era como un país en el infierno
Con familiares que te retiraban a una estadía de campo.
En los jardines y en las miradas de luz sobre los ojos.
En los felinos de caza y la casa de felinos.
Una actuación, una marca de mundo y su registro
en espadas cruzadas por el honor perdido, en la puerta entreabierta
en la huida, el vidrio roto por donde penetraba el frío, lo elemental, el nocturno y el aviso: ingresa la visita, los reflejos, la familia.
Será así sobre la vuelta, en la segunda, en la que no ha sido buena y se repite siempre,
por otra vez, en su destino que está sobre la vuelta,
con los felinos paseando por el parque.
Es un destino con un país de infierno
donde se huye sobre un espejo roto, y rota el alma, el frío extendido.
Nadie te despide ahora
ni viajan antes para llegar mañana.
Es la segunda, donde todo se ha roto, donde ya nada es bueno, ni hay partes para luego.
Pero qué pena, si el parque es tan inmenso, la casa hermosa y la familia ha muerto.
Cuando volví a verte, aún los animales paseaban.
Y QUE LA MUJER NO SEA LA PATRIA
Me amabas
¿o golpeabas seca en los bordes de la República?
Dura, perdida
Como quien dice
hay dolor debajo del tiempo
de un infinito tiempo en el dolor del tiempo
Dura, perdida
¿Qué dijeron de ti?
Que te has dejado caer
que te has dado como vacía
y vacías a los últimos
a las víctimas que has perdido
a los perdidos:
al tapado, la brisa fresca, la calle y la revuelta.
¿Y no habrás perdido la calle?
O lo que se dice de los paseos infinitos con la tarde en la altura
de las altas y construidas casas de los obreros ferroviarios. ¿Me amas?
O ya has armado el otro que fuma
tanto como lo hice en el aire limpio
aún por dicha perdida y golpe de humo.
Vacío de un límite de luz.
Vaho, tabaco, brisa de mar.
Todo en una ciudad blanca con un parque y una puerta.
JUANO VILLAFAÑE nació en Quito, Ecuador, en 1952. Reside en Buenos Aires, Argentina, desde 1955. Fue cofundador de las revistas de literatura Tientos y Diferencias (1979) y Mascaró (1983). En poesía ha publicado Poemas Anteriores, 1982; Visión Retrospectiva de la Botella, 1987; Una Leona Entra en el Mar, 2000 y 2005. En un aparte de su ensayo Al galope se busca un poema infinito, afirma Jesús David Curbelo refiriéndose a Una Leona Entra en el Mar,: “…Desde los primeros poemas, breves, coloquiales, pero de un coloquialismo lírico, el poeta apunta algunas de las direcciones fundamentales de sus búsquedas: el amor —lo mismo en su variante sentimental que erótica, igual a la hembra que al país, a la familia que a la memoria como forma de salvación, de perpetuidad del individuo— y la preocupación social, política, expresada en todo momento a partir de la vivencia interior, emotiva, en que se fusionan hombre, historia y poesía como una unidad indisoluble. Aparecen, asimismo, ciertas obsesiones simbólicas —los caballos, el mar, la lluvia, el acto de beber, el sueño, la música, el baile— que se irán reiterando a lo largo de los otros cuadernos en una espiral ascendente, en una ampliación de su abanico de significados que hace cada vez más sugerente la polisemia y dota al texto en sí y al libro en general de nuevas resonancias…” Hay en sus poemarios un sabio manejo de lo que Leo Spitzer denominara “enumeración caótica”, presente en las voces de muchos poetas latinoamericanos como Huidobro, Borges, Neruda, Paz, y que en Villafañe cumple el papel de brindarnos a veces insólitas asociaciones metafísicas y simbólicas, enriquecedoras del discurso y de la atmósfera tropológica de los poemas.