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Fadhil Al-Azzawi, Irak

19º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Fotografía de Nidia Naranjo

Por: Fadhil Al-Azzawi
Traductor: Esteban Moore

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 84-85. Julio de 2009.

Fraternidad

 

En una torre
que trepa el cielo
dentro de una cerrada habitación
                                      de cristal
un esqueleto se sentó muy cerca mío
y colocó su mano sobre mi hombro,
                         murmurando:
“Tú eres mi hermano,”
luego me entregó una mariposa
que volaba hacia la llama.

Descendiendo en la oscuridad
trastabillando en los escalones
el mundo vino a mí y colocó su corazón
                          en la palma de mi mano.
Me quemó los dedos
como una brasa
envuelta en cenizas
y salpicada con sangre humana.

Una tregua permanente
entre el hombre y todo lo anterior a él.
Una tregua permanente
entre el viento y el árbol.

Apaga el fuego,
deja que la mariposa regrese a su flor.

 

 

En cautiverio

 

Desde una vieja canción folklórica
dos esclavos cayeron sobre el tejado
de nuestra casa en Bagdad.
Ellos estaban atados espalda a espalda
                                       con una soga,
vestían desgarradas ropas blancas,
                                            y lloraban.

Creo que estaban aguardando un barco tripulado por piratas.
Creo que estaban observando un horizonte de árboles.
Creo que estaban imaginando una isla distante.

Cuando subí al techo y los liberé de sus ataduras
estallaron en llamas en mis manos
                                    transformándose en cenizas.

 

En la corte de honor

 

En uno de mis poemas incompletos
un verso desafió a otro
arrojándole un guante al rostro-
invitándolo a un duelo
en la Corte del Honor.

Al final de la pelea,
como muchas veces sucede,
uno de mis versos estaba muerto
el otro sangraba sobre la página.
Como yo no deseaba
verme involucrado en un laberinto de investigaciones criminales
entre preguntas y respuestas,
preferí entonces lavar su sangre de mis manos
y me deshice de todo el poema.

 

La fiesta

 

No faltaba nadie
Caín estaba en la cocina afilando su cuchillo
y Noé sentado en la sala de estar
miraba por televisión el informe meteorológico.

Todos llegaron en sus automóviles
y desaparecieron en el largo pasillo
que guiaba hacia el rumor de la fiesta.

Nuestra inmaculada dama bailaba
                                 en el círculo central
exponiendo sus tesoros
a través de las transparencias de su vestido.
Nos sentamos junto a los otros invitados
y apuramos las copas hasta las heces.

Al final de la velada
en el regreso a nuestros hogares,
le entregamos al ciego su perdido bastón
y al asesino su hacha sangrienta.

Fue una fiesta,
como cualquier otra fiesta.

  

Visión sobre un ómnibus

 

Mientras viajaba en ómnibus
entre esta vida y el más allá
de un brinco subió el ángel Gabriel-
Tenía un sombrero sobre la cabeza,
ladeado sobre la frente-
Vestía un saco ancho,
se parecía  a uno de aquellos fugitivos
en las veredas del zoológico de Bahnhof.*
Subió sin pagar su boleto,
y se sentó en el asiento contiguo al mío.
Al igual que un turista norteamericano
simuló que miraba a través de la ventanilla.
Durante el trayecto me dio un codazo en la cintura
y comenzó a recitar sus nuevos versos santos
a un grabador que sostenía en la mano.
Su voz monótona me provocó nauseas  
y me incorporé tratando de huir,
pero me atrapó y me lanzó hacia mi asiento,
luego presionó el cañón de su arma en mi pecho
y me dijo amenazante:
“La próxima vez, Oh profeta, apretaré el gatillo.
Ahora recita. Recita en el nombre de tu Dios que te creó.”

* Estación de ferrocarril en Berlín

 

 

Desfile silencioso

 

Coloco mis manos en mis bolsillos raídos,
y camino por la calle,
y allí  los veo,  ojos detrás de las vidrieras
                          de los comercios y cafés,
que me miran sospechosamente,
luego salen velozmente a la calle y me siguen.
 

Deliberadamente me detuve a encender un cigarrillo
y me di vuelta, como alguien que le da la espalda al viento,
para poder capturar una imagen de ese desfile silencioso:
ladrones, reyes, asesinos, profetas, poetas
aparecían desde todos los rumbos
para caminar a mis espaldas
aguardando que les hiciera una señal.

Sacudí mi cabeza asombrado
y continué caminando mientras silbaba
la tonada de una canción popular,
pretendiendo que era un actor en una película
y que lo único que tenía que hacer era caminar para siempre
                                       hasta el amargo final.

 

Como escribir un poema mágico

 

Si tienes, al menos,  nervios de acero
y buenas intenciones
no hay nada más fácil que escribir un poema mágico.
No es demasiado difícil, te lo aseguro.
Toma una soga y átala a una nube
y deja que uno de sus extremos se balancee,
luego como hacen los niños escálala hasta el final,
una vez arriba, nos la arrojas nuevamente
y permitirás que intentemos hallarte –en vano-
en cada poema.

 

Despedida

 

En soledad camina hacia el cadalso.
Las manos a la espalda, esposadas, siete fusiles apuntándole.
Él pensó en quienes podrían llorar silenciosamente sobre su cadáver.
Él soñó acerca del sol luego de su partida, y en los pájaros y en los ríos
y en...           y en...
Y observó la palmera datilera penetrada y sacudida por el viento.
Vio una nube: “Quizás llueva después de mi muerte.”
Descubrió un narciso oculto en los pastos detrás de la cerca:
“Un hombre lo recogerá y se lo dará a una muchacha feliz
que al abandonar el parque  lo dejará olvidado sobre un banco.”
Él estiró su mirada hacia el rompiente amanecer. Estaba solo.
Cuando ascendió los peldaños de madera
una paloma que dormía sobre el cadalso
se sobresaltó y desapareció batiendo sus alas.

 

 

La vida con las ratas

Acurrucados en la oscuridad,
comimos de una olla apoyada sobre periódicos desparramados sobre el piso.
Las ratas saltaron para quitarnos la comida de nuestros dedos
luego se colocaron frente a sus madrigueras
preparándose para un nuevo ataque.
En las noches frías
se ocultaban entre nuestros muslos y piernas
hasta aquel día en que vimos a una rata gigante en un bosque
arrastrando a una muchacha sollozante de una soga que le envolvía el cuello.
                                 
En la mañana, mientras escuchábamos el gorjeo del ruiseñor en el árbol,
cargamos nuestro orín en barriles
y lo volcamos en la zanja frente a la estación de policía.
regresamos con el desayuno que había preparado la esposa de un policía
a la que en nuestros sueños habíamos amado una y mil veces.

Al caer la tarde
nos llamaron de uno en uno por nuestros nombres
y nos colgaron por los hombros de los ventiladores de techo
hasta que las ratas comenzaron a caer
de los pliegues de nuestras ropas
aullando debido a los latigazos.

Luego de algunos años o quizás siglos
vi a aquel a quien dejé abandonado en las oscuridad del foso:
era nuevamente un niño, como siempre vestía pijamas.
Él elevó su cabeza y me observó un rato largo
luego rápidamente siguió su camino.
Creo que me ha olvidado en el innumerable acontecer de la vida.

 

Atravesando el valle desolado

 

Este valle desolado esta poblado de ladrones
sin embargo lo atravieso solo.
No  le temo a nadie
pues no llevo ni oro ni plata en mi montura.

Este valle desolado se extiende frente a mis ojos
moteado con piedras que bajo el sol brillan como espejos.
Arrastro detrás mío a mis mulas
y en soledad canto alegremente.

En este valle la lluvia cae a cántaros.
No existen cuevas para darme abrigo
y no poseo una carpa.
Si se produce una inundación y la represa estalla
¿ Quién será el que me rescate en su bote bamboleante ?
No obstante, continúo mi camino sosteniendo en mi puño
                                          la brasa ardiente de mi corazón.
Ofrezco las llamas de mi fuego a la madera del mundo.
Me siento a la mesa con fantasmas quienes cenan conmigo.

Atravieso este valle en soledad
y dejo que  el viento sople a mis espaldas.

 

  

 Escúchame Noé

 

¡Escúchame Noé!
Con mis frágiles brazos
hemos construido
nuevas y más altas represas
para contener futuras inundaciones.

Cada vez que se hundía una nave
los carpinteros construían una nueva.
Sólo las memorias del futuro
habrán de mantener con vida la esperanza.

A través de los siglos
hemos escuchado en todos lados
los lamentos de los ahogados.

Nuestro propio milagro:
siempre hemos logrado sobrevivir.

 

 

Una estatua en la plaza

 

Sueño que soy una estatua
en una plaza que lleva mi nombre,
por lo tanto trato de parecerme
                      /a un  general en combate
acopiando el dolor de sus víctimas
y las flores para sus funerales,
y en las noches hablo del olvido y el perdón
justificando la confianza que en mí
        depositó la humanidad.

Opino que sería mejor elevar mi sombrero
alabar al sol que ilumina la tierra
y permitirle a mi estatua descender de su basamento
para incorporarse a un batallón de ángeles
que regresan del exilio
con una jaula llena de ruiseñores
que una vez atraparon en una isla desierta.

“ Libera las aves,” dice mi vida.
“Déjalos volar sobre las cabezas de los caminantes,
otorgándote las memorias de toda la eternidad.”

 

 

La chimenea

 

Una chimenea sopla humo al viento,
en ocasiones sopla sueños,
en ocasiones tristeza,
también sopla los restos de unos hombres en una habitación
que narran historias del pasado.

La chimenea sopla el silencio de una mujer
mientras ella descansa en los brazos de un hombre
                         /que recuerda una ciudad aterrorizada
doblegada en el desierto
la que sopla sus propios recuerdos hacia la distancia.

Una chimenea nos sopla día a día
en la noche de otro cielo
hacia la lejanía, hacia el viento.

 

 

Malentendido

 

El poeta se paró en el podio
y se presentó:
“¡Mis poemas son aves!”
Las aves flotaron sobre nuestras cabezas
y cantaron: “¡Somos poemas!”

Por lo tanto podría decir
que ayer, en un café, escribí un ave
y que antes de ese acto, en una taberna lírica,
                                me comí un poema.
                               

 

En un  planeta que muere

 

El aire en la habitación está viciado,
pero nadie abre las ventanas.
Llevamos nuestros libros en la mano izquierda,
pero nadie requiere nuestro perdón.
El cadáver está tendido en el sótano
y sin embargo nadie llora muerte.

Tuvimos que descubrir nuevamente el fuego
antes de cruzar  nuestro valle en la noche.
Tuvimos que pagar facturas impresionantes
antes de dar a luz a bebés felices
en tubos de laboratorio.
Deberíamos de haber consolado a nuestros ancestros Neandertal
antes de haberlos confinado
en las montañas.

No existe ninguna esperanza
de que algún día podamos regresar
a los bosques.

Alienígenas en un OVNI
me saludan desde la ventanilla.
Innumerables planetas y galaxias
desde siempre han aguardado
impacientemente
mi arribo.
 

¿Qué es lo que estoy haciendo aquí?

 

Confieso que he vivido mi vida

 

Confieso que he vivido mi vida:
he saboreado tantas cosas
y he olvidado tantas miles más.
He amado mujeres, no recuerdo el número
de cuántas de ellas lloraron sobre mi pecho.
Hallé amigos para los buenos tiempos
y también para los malos.
He vivido entre víctimas olvidadas
y en las celdas de las prisiones mi piel conoció
                                           el látigo de los verdugos.
Me mantuve de pie frente a jueces injustos
que me acusaron de estar enceguecido por el amor.
Deambulé de desierto en desierto
y armé mi carpa en el mundo de la fantasía.
Dejé que mi caballo bebiera las aguas del al-Kawthar.
Dormí entre ladrones en las riberas del Tigris
y alguna vez viví en los palacios de reyes.
Viaje a diversas ciudades, nadando en la oscuridad.
Me senté al sol y caminé en la nieve,
mudándome de una tierra a la otra,
cambiando un par de zapatos por otro.
A mi paso he quemado muchos puentes
y navegado mares que nunca podían ser atravesados.
En el tiempo de la sequía sembré semillas
en el valle de las lluvias.
En la oscuridad encendí miles de velas,
bajo la luna naciente
suspiré como un viejo enamorado.
Vagué entre continentes.
¿ Cuántas veces en mis sueños construí palacios de papel ?
¿ Cuántas veces he intercambiado realidades por ilusiones ?
He dicho la verdad y también he mentido.
He dudado un poco y creído otro poco.
He fumado cigarrillos de todas las marcas,
en los bares bebí el vino  de las mejores cosechas
y escribí los poemas de mi vida.
Me he reído mucho en este mundo.
He llorado mucho en este mundo.
He pasado como una luz en la noche.
He estado aquí y he visto,
me he quedado  y he partido.
Confieso que he vivido mi vida.
  
 

Una noche con el vampiro

 

En una taberna en Transilvania
-al atardecer-
conocí a un hombre delgado
que llevaba sombrero de copa
y vestía una capa de seda negra.
Se presentó como el conde Drácula y me dijo
que recién había abandonado su féretro acolchado
para cazar bellas y jóvenes muchachas
que regresaban de las discos a sus hogares.

Por supuesto, no le creí palabra.

Él me invitó a su sótano
para beber una copa de vino tinto
en honor de su creador
el irlandés Bram Stocker.

Cuando se sacó el sombrero
y me sonrió forzadamente
vi las arañas moviéndose en su cabellera
y la sangre que goteaba de sus colmillos.

Aún no entiendo como logré huir de él,
ni recuerdo con que palo espanté a sus lobos,
que me persiguieron por las calles.

Me pregunto ¿ Fue el profesor Van Helsing
quien me impulsó a huir del conde ?
¿ Hubo alguien que me colocó al cuello una ristra de ajos?
¿O fue la bella Lucy, transformada en  un murciélago negro
 la que guió el regreso del conde, cubierto por un manto de niebla,
                                                           a las ruinas del castillo?

Todo lo que puedo recordar ahora
es que cuando desperté
descubrí que había pasado esa noche horrible
tendido en posición fetal en el sofá del living
y Drácula todavía aullaba desde la pantalla del televisor
mientras ardía bajo el rayo de sol que se filtraba por la ventana.
 

 

Ceniza

 

Ojos parpadeantes
en algún sitio
aquí y allá, entre los árboles,
observandonos con curiosidad
mientras vamos y venimos
en ese lugar
donde algo
a nuestro alrededor se quema.

Es la ceniza
que denominamos
Vida
en ocasiones
Muerte.

 

Beduinos

 

Tres beduinos en un desierto
cargan bolsas atadas a sus hombros,
caminan uno detrás del otro
encorvados hacia la eternidad
como soldados derrotados.

Tres beduinos en el desierto
caminan en silencio,
el viento que sopla de tanto en tanto
borra sus huellas.

 

Demasiada agua corría en los ríos

 

Observando las olas
me senté en la ribera
mientras en la jungla estallaban
los incendios que me dejaron sus cenizas.

Ustedes sabrán que todos los botes que abordamos
fueron hundidos por la tormenta
y las olas nos arrastraron
hacia los confines de la tierra.

¿ Qué importancia tiene si
construimos nuestras nuevas casas
bajo las aguas?

Créanme, no me entristeceré ni me lamentaré
si el cabello se me cae,
tampoco si percibo que el tiempo
cargando su horrible guadaña,
llega como un médico astuto
que ha venido a arrancar el último de mis molares,
nada de ello me importunará
si mis amigos me quieren por lo que soy
y yo todavía  puedo amar con todo mi corazón.

Sé que seguiré siendo por siempre joven.
Sólo el exilio envejece.

"He vivido una fiesta mágica"


Fotografía: Natalia Rendón

Fadhil Al-Azzawi  nació en Kirkuk, norte de Irak, en 1940. Es uno de los más destacados poetas y escritores del mundo árabe. Ha publicado trece libros de poesía, siete novelas, un libro de relatos breves, dos libros de crítica y memorias y varias traducciones de obras literarias del alemán y del inglés, al árabe. Ha editado diversos periódicos y revistas y fundó la revista de poesía Shi’r 69. Participó en la generación vanguardista irakí de los 60’s. Su obra temprana fue criticada y laureada con gran entusiasmo. Ampliamente leída en inglés, su escritura mezcla la tradición literaria árabe con el modernismo y postmodernismo occidental. Estudió Literatura Inglesa en la Universidad de Bagdad. En 1977 dejó Irak para obtener un PhD en periodismo cultural de la Universidad de Leipzig en Alemania. En 1980 fundó en Beirut, con otros escritores iraquíes, “La Unión de Escritores Iraquíes Democráticos en el Exilio” y tomó parte en la edición de la revista Al-Badeel. Algunos de sus libros, traducidos al inglés: In Every Well a Joseph is Weeping (En cada pozo un José está llorando), poesía, 1996; Miracle Maker: Collected Poems (Fabricante del milagro, poemas completos), 2003; The Last of the Angels (El último de los ángeles), novela, 2008; Cell Block Five (Cinco bloques de celdas), novela, 2008. Al decir de Jaacó Schoonhove, refiriéndose a la obra de Fhadil Al-Azzawi, “El papel de la poesía es confrontar las mentiras y el fraude. Quita las máscaras de los rostros de aquellos que venden falsas ilusiones, revelando la verdad oculta bajo un montón de slogans comerciales repetidos. Desde el fondo del profundo océano, la poesía rescata los tesoros de la palabra hablada. Pone conocimiento sobre la ignorancia, decencia sobre la barbaridad, distinción sobre la generalización, memoria sobre la amnesia, y sobre todo, creatividad sobre el monótono trajín diario… Un poeta siembra duda y confusión, derriba los valores establecidos, no para demostrar su punto de vista sino para acceder a la verdad de la vida. Es la imaginación del poeta la que habla a nuestra alma, a nuestro ser esencial, para devolverle la variedad de colores y formas que solo la poesía puede evocar…”

Última actualización: 15/02/2022