Omar Castillo (Colombia)
Por: Omar Castillo
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 84-85. Julio de 2009.
De Romance de la ciudad
A Luz Marley Cano Rojas, de quien es propiedad.
XVI
Un depósito de escombros a la derecha del habla;
Del habla el laberinto es más que el descenso
nominal a los arquetipos
donde se pasa a gusto en las máximas
expansivas que definen lo coloquial,
nominaciones de las que se regresa siguiendo el rastro
que conduce al beneplácito como cultura,
esa práctica solapada y literaria;
El riesgo es otro en el laberinto cuando arde
revelándose en el romance,
sobre una franja del habla;
La realidad del romance apetece tendones del habla
que hierven y dicen al fuego de los acontecimientos;
Recoger de las raíces del habla
aun las pronunciaciones de la ira y las del exterminio;
Que conste, no existen palabras soeces,
y en el caldo del habla los gritos, los quejidos
o las bellas formas se cuecen por igual;
Sana que sana culito de rana
si no sana hoy sanará mañana;
Poetizar, poetiestigmatizar parece ser la función
que ejercen los dogmas en la construcción del romance;
Y todo dogma es nómada aun en su extinción,
y cuando no lo es, se altera en su misma oquedad,
he dicho oquedad, no he dicho diáspora, ea
un silo de escombros a la izquierda del habla
XVII
Alicia,
cuando miro su cara, en ella se estampan bifloras,
golondrinas y begonias del habla
y un agua turbia en la que se sumerge el habla,
entonces una cocina se humedece en el fuego
que calienta el amanecer de una infancia
que sucede en medio de usos domésticos
y sombras que se acurrucan en sus terrores
para, luego, dar cabida a la nostalgia que cae
y es como un tubo de escape que revienta e imprime
de súbito en la piel del romance, igual
a un exilio colectivo que atraviesa el habla;
Entre la calle 27 con la carrera 65, en esa esquina
desaparece el verano tantas veces
como la chimba de carola, cuando ella vuelve
a su lugar su falda estrecha y de paño oscuro;
En el interior, inés, mueca como la carnadura de un buey de arado,
se hunde en la cocina y el gris de su mirada,
de la que no salió su existencia
n i a m e d i o p r o n u n c i a r,
y donde guardó proporción con el tránsito de lo inútil
fijo en la piel como una llaga que no cura;
Bajo las palabras viene lo impredecible
de su escritura,
las palabras caen de la incontinencia del habla
a la promiscuidad de la escritura,
entonces,
detesto como caen las flores del jarrón de su cara
de donde los pájaros emigran
XVIII
Uno se vuelve piedra y se pasa toda la existencia construyendo un blanco,
o, siendo el blanco en un montón de piedras,
entonces empieza el paraíso;
Cada sílaba edifica esa complejidad que se apila,
esa mano de impulso contundente que revierte su impacto y contiene
el irrecusable destino de una herida o cicatriz;
Mal haya el habla o tan siquiera el murmullo de la queja o sus alrededores;
¿Uno está lleno de silencio en la piedra?
Lo cierto es un lugar común y anfibio,
empero, sólo se lo enumera o describe en las heces o en la descendencia,
igual en lo sólido cuando el sol invierte sus excrecencias;
Descendientes ¿las piedras guardan nuestra memoria?
Una cabrita ética pelética peluda tuvo tres hijitos
éticos peléticos peludos, verdad que sí, verdad que no;
No se imprime en el mismo sitio dos veces la huella;
En ocasiones la piedra se hace polvo sin contener su impacto o destino, antaño;
No siempre los cabos están atados o sueltos como es usual, como es normal;
Un arrume acosa, un arrume que recuenta y parece que no cesa, un arrume;
Es verdad que tú te quieres salir de aquí
XX
Tanto muerto, tanto pedazo de muerto, parecen piedras y guijarros listos para afirmar
caminos y otras viviendas;
Ella con su mirada hacia el anciano teje un nido de proporciones, acendrando atmósferas
y matices;
No sé si sea posible envejecer;
Ecos son abismos hacia el futuro;
Abismos son ecos hacia el pasado;
Una frase abierta como un círculo,
cerrada como un círculo
la tarde se ausenta en las luces del sol que se desprende
y vuelve en las ráfagas de neón y en los reflectores que encienden los vehículos, mientras
todos presurosos nos amotinamos en las horas pico,
sudorosos como una postal estropeada;
En la radio suenan informes, estadísticas, comerciales;
El anciano recoge sus datos
personales su alfabeto y su sombrero;
Entonces la carrera girardot al cruce con bomboná parece un embudo do
en donde se atrancan el cielo y el infierno,
en la radio discuten las propiedades de la zanahoria
al tiempo que un comercial dispone los cuerpos y demás para las vacaciones de verano;
El anciano y su alfabeto, su sombrero y sus datos personales abordaron un bus de la ruta
301;
La esponja de la noche
avanza por los vericuetos del romance,
saber que en las palabras, en los giros del antiguo romance, dios caminó por estas calles,
me hace bien;
al parecer también tropezó y saltó agujeros y desperdicios,
debió mirar nalgas y otras voluptuosidades;
La totalidad en el fragmento
dios va dios viene
¿quién lo tiene?
XXIII
Fósil donde se inició la pronunciación,
he visto crecer la ciudad,
eco, fragmentos que se comunican por imágenes,
en el túnel de filtros de la memoria;
La palabra,
piedra reventando en el ojo que sigue la anécdota al instante del exilio;
Asilo que predispone
erecta figura de huesos
en carnes que se abren
en cuatro extremidades
y una cabeza,
sucede entonces,
es peatón en las vías y sus aledaños;
Dice y desdice
mientras coagula sus principios,
dogma es su genealogía,
sedimenta guijarros del habla escrita,
fundacionales como los guijarros del habla coloquial;
A mil a $1000 la pila
palabras en cifras arrojadas sobre un cajón de frutas apiladas y dispuestas,
parábolas que impactan igual a una ráfaga contra cuerpos indemnes
que a esta hora suceden;
Frases promocionando artículos y máximas para un mejor “vivir”,
eslogan ungüento para las quemaduras de tercer grado que produce el consumo;
Peatones unos contra otros,
en una tómbola las letras del abecedario intentan producir una línea legible,
una línea para el asombro de la piel
XXVI
En el hueco;
Danzando en el hueco de la civilización,
en el agujero de la civilización
que devora y arroja
al paso de su ímpetu sin precedentes,
al ritmo predador de su tecnología,
hacia el imán de sus dividendos y ofertas,
al ritmo único de sueños y futuro,
danzando con una pata y con la otra
ahora en la bocacalle, ahora en la intemperie
cuando las fantasías se acurrucan
danzando en el espinazo de la civilización,
en el agujero global de la civilización
que explota y acoge con su caridad
al paso abrasador de su conmiseración,
al ritmo impecable de sus clasificaciones
hacia el otorgamiento de sus dividendos,
de sus sueños y futuro;
Danzando en el hueco de la civilización
al ritmo de su organismo
agujero que devora y arroja
al paso uniforme de sus contribuyentes,
de sus usuarios sin antecedentes
para estas lidias, para estas lidias
danzando en medio de las bombas,
al ritmo de las explosiones
con un ojo extraviado en los escombros
y el otro dirigido al imán del futuro,
danzando sin una pata y sin la otra
al toque de la civilización abrasadora,
al coro magistral de su sentido global
al son de un mundo sin barreras
en el hueco de la civilización
para que abunde la danza con el ritmo
de sus sueños y futuro;
Danzando en la noticia de la civilización
al ritmo de la nervadura expectante,
al toque del alfabeto que moviliza
la lengua para la sumisión y el jolgorio
en un mundo sin fronteras,
y al coro magistral de su apetito global
danzando, danzando estas lidias
en medio de las explosiones,
al ritmo predador y percutido
que impone la orquestación real
en el agujero de la civilización,
originando con su instrumentación
coreografías áridas e inauditas
danzando en la información de la civilización
sin una pata, con un ojo engarzado
al coro del alfabeto
de sus sueños y futuro
Omar Castillo nació en Medellín, Colombia, el 9 de diciembre de 1958. Ha publicado los libros de poesía: Divagaciones (1978); Vestuario (1979); Garra de gorrión (1980); Limaduras del sol (1983 y 1986); Fundación y rupturas (1985); Relatos del mundo o la mariposa incendiada (1985); Informe (1987); Relatos de Axofalas (1991); Leyendo a don Luis de Góngora (1995). Relatos del mundo (1998, Obra poética desde 1983);; Abra, el libro de los amigos (2003); Poema de New York, con traducción al inglés por G Leogena (Marginales, Los Lares, Casa Editora, Medellín, 2007); Los años iniciales en el vacío, 2001-2008 (Fondo Editorial Ateneo Porfirio Barba Jacob, Medellín, 2008). Y el libro de ensayos: Asedios, nueve poetas colombianos & Crónicas (Los Lares, Casa Editora, Medellín, 2005). Ha sido incluido en diversas antologías hispanoamericanas y colombianas. Ha hecho lectura de sus poemas y participado en estudios y propuestas sobre poesía colombiana e hispanoamericana en Rio de Janeiro, Paris y Nueva York entre otras ciudades. De 1984 a 1988 dirigió la revista de poesía, cuento y ensayo Otras palabras, de la que se publicaron 12 números. Actualmente dirige Ediciones otras palabras activa desde 1985, empresa en la que se han publicado más de 30 títulos entre poesía, ensayo, teatro y narrativa, en su mayoría de autores colombianos. Y la revista de poesía Interregno editada en Medellín desde 1991 y de la que se han publicado 19 números.