Peter Holvoet-Hanssen, Bélgica
Por:
Peter Holvoet-Hanssen
Traductor:
Diego J. Puls
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 84-85. Julio de 2009.
El perro del Puente del Diablo III
Vete a Burgos y lee en un palacio antiguo
«un buen morir onra toda la vida»
Vete a Edimburgo, al cementerio de Greyfriars
una estatua para el fiel Bobby,
que aguardó en la tumba de su amo
Todo está conectado con todo, perro con hombre
Acompaño a mi madre, que bajo la lluvia
por barrancos va en busca de los árboles
de su niñez — los árboles son flexibles
no se atormentan sino que dan de sí
El viento juega con la fronda, ella escucha
tres días antes de morir recibirás una señal
ya hay luz encendida en la Casa Celestial
peregrinaciones consumidas
mochila llena de pena pues el día se va volando
Seguimos la ruta del perro apaleado
Vuelve a casa, los cielos retroceden
los profanos palpan en circuitos ocultos
un ex cancerbero de La Vaca Que Ríe
vocea y empañado se desmorona
espantado se recompone
al calor de una taza de café
La noche extiende una sábana sobre la ciudad
pero qué hacer, navegador, si la cabeza revienta
De: Strombolicchio. De la fragua de Vulcano, exploraciones 1989-1998
(Strombolicchio. Uit de smidse van Vulcanus, exploraties 1989-1998, ed. Bert Bakker, Amsterdam, 1999)
Inferno IX
Vente conmigo a mi caverna infernal.
¿Cómo te llamas? Olvídalo.
No te juzgo. ¿Es duro de asumir?
Calla o te despellejo. ¿Oyes el grito del emperador Carlos?
«¡Mis leones españoles! ¡Santiago!»
Carlos suspira, encogido por la gota. «En Túnez mis soldados fueron
como moscas sobre un boñigo seco pero, campanero, el exceso
de lluvia es igual de malo que el exceso de sol.»
Es pesado como el dolor de dientes de María de Borgoña.
Su padre Felipe el Hermoso en su féretro espera en balde
a Juana la Loca. Ésta ha dejado de besarle en la boca
apestosa. Lee a Lorca entre oscuros cipreses.
Sobre el aceite hirviente pende Barbarroja. Bátele los huevos
o recoge los ovarios de Ana Bolena para hacer una tortilla.
Aquí estás preso. Como un fenec en un iglú o un belga
en la Costa del Sol. Como un delfín en la camisa de fuerza de un
delfinario o un lobo marino en el zoo. Como Sexo en Tirol.
Yo era el anofeles que redujo a Alejandro Magno.
Yo hice tropezar al cortejo fúnebre de Enrique VIII.
All the King’s horses and all the King’s men
couldn’t put Humpty Dumpty in his place again.
¿Desenfrenado? ¿Yo? Clavé a Cristo en la cruz y
le susurré al oído: «No me perdones, porque sé lo que hago».
Soy el perrito que sale con los huesos extraviados.
Soy el caballo blanco de san Nicolás, la gonorrea de su paje tiznado.
La hiedra que ahoga los claveles y trepa por la Alhambra.
Regalo a un niño una leucemia y a los padres destrozados
un dolor irreparable. Bajo un microscopio electrónico soy
el más pequeño mas también el más grande pelagatos. Y perforo
los condones que están secándose en un tendedero en Dar es Salaam.
De: La camisa de fuerza de Houdini
(Dwangbuis van Houdini, ed. Prometheus, Amsterdam, 1998)
La Renardière
Je partirai-z-à Pâques,
Mironton, mironton, mirontaine.
Un alicaído pato perdido en el parque
cuánto desearía volar, el pobre mendiga
como gaviota cojitranca dentro de un arca
así le pesa al cuello de mi madre la vida
Deslucido zorro soy cazando todo el brillo
de mi mujer y mi hija, que enseguida se escapan
a clase y al curro – corre, Carlitos, cuchillo
en vientre de hombre, quién mecerá su mala pata
Así se escurre la vida, te mueres de risa
por unas gotas de lluvia borrachas perdidas
no creas que ya lo has tenido todo por haber
De gas mostaza hasta burbujas en la bañera
la Flaca trae cáncer y roe la cama materna
mientras masculla in the midst of life we are in death
Como anhela la cierva
las corrientes de las aguas
De: Santander. Confidencias en la piel de zorro
(Santander. Ontboezemingen in het vossenvel, ed. Prometheus, Amsterdam, 2001)
Ésta es la ciudad
Escuchen, en todas las lenguas calla su ocaso.
«Mar en la mar y bermellón, es así mi regazo».
Europa, agujeros negros ganan terreno — en las afueras de la ciudad
un chico mira a la derecha y desde la izquierda le pilla un tren
a veces derriba un edificio y con frecuencia un colega
le corta sobre la vía caliente a una mariposa las alas
pero esa llegada a la estación cuando el azul del atardecer ya anochece
un mugriento puesto fronterizo y en la vía muerta una pareja desaliñada, desamparada
una paloma renqueante, de camino al andén — es
no es — ningún romanticismo sino la cadencia de un escuadrón de la muerte
entra, zumbo y lloriqueo para pedir atención, desgarro la noche que mi gas
ha abrumado, asfixio las estrellas, una casa de ocupas con poderes negros
el último espinosaurio piensa: esto no es romántico, será que es ésta la ciudad
del país soñado — una celda en el infierno, el vacío la hace llorar con tizas en la acera
ésta es la ciudad, junto al río verdigrís
por la Virgen y por Alá, ésta es la ciudad
De: Spinalonga. 44 poemas
(Spinalonga. 44 gedichten, ed. Prometheus, Amsterdam, 2005)
De la fragua de Vulcano (2003)
«¡Quiere oír quien oye!
Deja de saltar con la tarantela, fogosa
Afrodita – ven y escucha mi canción popular.»
Oro y geishas te regalaría, Comunidad,
si pudieras liberar al mundo de su pugna
pose / farsa, al pan pan o new age / apaga la luz
Por las barbas del Profeta / por la cruz de Cristo,
los cohetes se precipitan desde el cielo, estallan
por calentamiento de antiguos polos opuestos
Forjemos, mutantes bioquímicos, en lo rojo
(que conecta lo blanco con lo negro) un tridente
para pinchar raja y rendija del Oeste y Este
Tú, sabiondo, papo, el salto mental empareja
el bien con el mal — es demoniaco cómo lloran
las aspas de los ángeles que caen con las bombas
Tres (que abraza a Uno y Dos) se lanza a bailar un vals
y cruza la puerta celestial donde bufones
con sus gorros astrales brindan por la humanidad
«Festejemos —
1 2 3, 1 2 3, ciegos y cojos —
1 2 3, festejemos…»
Por encargo de la Fiesta de la Comunidad Flamenca, en el año 2003
De: Spinalonga. 44 poemas
(Spinalonga. 44 gedichten, ed. Prometheus, Amsterdam, 2005)
Escritor sepulcral
muerte da vida y locura, dolor
silla hundida de sabiduría
llave de acceso al cielo tragada
desamparado grabo esta imagen
adiós a mi azucena entre espinas
a ver si descorres las cortinas
extingue las ascuas vacilantes
el miedo en Kandahar adquiere alas
te beso en el cuello, agradezco este
plácido instante, veo tus ojos
relucir: reflejo de un estanque
ni siquiera visto por ti, como
añicos de Kabul un espejo
que ya se va arrugando — alcaparras
de Lípari, ésas son las mejores
dices adormilada millones
de estambres recogidos — el olor
a azafrán; el sol sale, el hervidor
silba, te llevo café al arbusto
de mariposas, sangre cual vino
crío rescatado entre escombros, ay
muerto con vida y loco del dolor
De: Navagio. Poemas del pecio, día bisiesto de 2008
(Navagio. Wrakhoutgedichten, schrikkeldag 2008, ed. Prometheus, Amsterdam, segunda edición, marzo 2008)
Canción para Pájaro Kenny
veo abejas en tu abrigo
helado y chocolate dominguero
aprendo a meditar y no pensar
en pos de tus palabras de hombre lunero
más pequeño como el sol allí vuelas
más alto, más alto que el mástil del velero
blancas como helado de nata las estrellas
en tu nocturno abrigo chocolatero
De: Navagio. Poemas del pecio, final del viaje poético «de Strombolicchio a Navagio»
(Navagio. Wrakhoutgedichten, einde poëziereis «van Strombolicchio tot Navagio», ed. Prometheus, Amsterdam, 2008)
Marinero (canción de lamento)
los gatitos han de lavar
ronronear ante el mundo
ya no se puede limpiar
los búhos se amostazan por la luna
son las tres y la luz está oscura
las babas del insomnio
a orzar y abatir el rumbo
gatitos dormid por nosotros
Snagovo y el horror de Darfur
la arena sangrante de Uruzgán
el cabecear y el rolar
elefantes con mañas de macaco
África en los ojos de Bahía
los gatitos sienten todo el dolor
runrunean por el ancho mundo
los hombres caen del cielo
como bebés mortinatos
aquí todo se tuerce
timonel ponte a la capa y suelta
sueña con que aún te late el corazón
cisnes cantores caminan sobre el agua
colorido flamante
un lagarto Jesucristo los sigue
amantes a lo lejos el mar glacial
el reloj de la cuenta atrás maúlla
son las 00:00:00
arriza la vela mayor
ay ay grumete
aborda la noche
De: Navagio. Poemas del pecio
(Navagio. Wrakhoutgedichten, ed. Prometheus, Amsterdam, 2008)
Navagio ♫
dejo el zumbido
detrás de mí
el furioso zumbido
tierra y frenesí
más allá del horizonte
y de la muerte
más allá de esta vida
ceniza inerte
un pie con dolor de tripas
da patadas al vacío
una bota ajustada
un fruto fallecido
una gallina negra
en el camposanto
gruesas las estrellas
hollín es su manto
el mar lleva debajo
de la quilla mi barca
la niña de luna marina
en el arca
ella qué habrá de construir
un rabo de ratón
y seis más para Fantasma
el gato frente al fogón
«que suenen las rimas
salino espadín
pero debajo del kilt
no lleves un string»
nevada de gaviotas
no hagas de vigía
esta nave de los locos
por la noche brinda
ella era mi rosa
compás y hacienda
cada cual su espina
y su reprimenda
a través del oleaje
el canto de rosas
se canta a sí mismo
nunca se agota
velas congeladas
vino de zozobra
alimento de peces
más no se cobra
ninguna cruz en el mástil
reencarnación
«tú serás mi arco»
«y tú, mi violón»
vente aquí a bordo
adagio
húndete en su regazo
Navagio
y a través del oleaje
el canto de rosas
se canta a sí mismo y
nunca se agota
De: Navagio. Poemas del pecio
(Navagio. Wrakhoutgedichten, ed. Prometheus, Amsterdam, 2008)
Festín lunar
era la luna la luna llena
las letras habían conformado palabras revestidas de musgo
una tras otra se erigía menudo derroche de ramas
las palabras conformaron frases la noche estaba entornada
la vista era buena muy buena pues estaban muy activos los búhos
caminé por el bosque dando mordiscos en el gélido aire
y agitando los brazos apartaba las estrellas
me paseaba por la red arbórea revestida de luz de luna
de la más refinada calidad de seda un paseo bellísimo
tenía que desembocar en un claro
y claro que sí un círculo sobre el cual se veía la luna lavando el agua
y en medio de él tranquilo pero fuertemente
disfrutando de su vigor y deseando que le agarrasen fuerte
un plátano un ejemplar soberbio
no demasiado verde ni demasiado maduro seguro de sí mismo en la luz de luna
así que me acerqué a aquella coma abandonada en el bosque
mordí la punta superior la parte mejor de mi amigo amarillo
qué estaba yo haciendo y él
sí que olía un poco a plátano como era de esperar
pero después del sabor a plátano de pronto en lo más crudo del invierno
vinieron a mi encuentro moras frambuesas brillantes del rocío
una fiesta para los sentidos un arándano no podía esperar más
reventó había una tensión perfecta esa noche
usted ya lo ve me volví lírico lo que es contrario a mi costumbre
pues yo que soy conocido por mi austero depurado estilo
elogiado por ese austero depurado estilo
que puedo sentarme a cualquier mesa pagado para callar con gracia
ahora me encontré con un poema frutal
ninguna mascarada estaba
el bosque iluminado por la luna vi
en él los rastros de versos aún no escritos
brillaban dispuestos para ser comidos
De: Navagio. Poemas del pecio
(Navagio. Wrakhoutgedichten, ed. Prometheus, Amsterdam, 2008)
Cuando Jacob se cae de la escalera
las nubes se vaciaron de lluvia y la tierra de las aguas
que mecía las nubes se retiró al suelo, las arenas
se levantaron: un verde nubarrón tóxico me excluyó
abatió hasta que al fin vislumbré el rosal silvestre — a la vez
zorro y urraca – sus ojos un par de cuentas como la luna
un disparo: llegó el día en el que yo tenía un objetivo
como estrellas cayeron goterones en mi senda — risueña
dejó escapar los vientos y yo le buscaba una melodía
toro negro derribado: hiciste un nido conmigo, tesoro
de flujo y reflujo — cual burbuja salgo a flote si me tocas
ahí canta un ciego, los caballos blancos dan volteretas al sol
y en la luz marina bautizamos al niño, que se cae y salta
repican cuatro campanas pesqueras, hay tiempo para morir
y para desinflarse del todo entre los brazos de tu nombre
entonces el arco sin violinista toca el último velo
Les Saintes-Maries-de-la-Mer, 15 de agosto de 2008
Inédito
Estas traducciones fueron realizadas gracias al aporte de la Flemish Literature Funds
Peter Holvoet-Hanssen Nacido en Amberes (Bélgica), en 1960. Antes de debutar en 1998, exploró la vida en todas sus facetas. Trabajó en los sectores marítimo y cultural; como cuidador de mamíferos marinos, como disc-jockey, en un centro de acogida para personas sin techo y en una librería inglesa. Tuvo éxito con su tríptico La camisa de fuerza de Houdini (Dwangbuis van Houdini, Premio al Mejor Debut Flamenco 1999), Strombolicchio. De la fragua de Vulcano (Strombolicchio. Uit de smidse van Vulcanus, Premio Dirk Martens 2001) y el salto raposuno Santander. Confidencias en la piel de zorro (Santander. Ontboezemingen in het vossenvel). Este tríptico constituyó un nicho personal en el biótopo de la poesía, que insufló aire fresco en las Letras neerlandesas. Se conectaban los extremos: lo elevado y lo llano, humor y emoción, luz y tinieblas. En la estela del escapista Harry Houdini supo liberarse de cualquier camisa de fuerza.
Tras el derrumbe de la «anti-novela» El monje volador. Una quimera (De vliegende monnik. Een hersenspinsel, 2004), se reconstruyó con Spinalonga. 44 poemas (Spinalonga, 44 gedichten, 2005, galardonado con el Premio de Cultura trienal de la Comunidad Flamenca 2008). En marzo de 2008 salieron los «poemas del pecio» de Navagio, siendo al mismo tiempo el final de su primer viaje poético: de lo explosivo hacia aquello que en silencio se expande.
Como trovador (que no «performer») escucha la demanda del poema mismo: la voz de un personaje, un tratamiento musical o una cierta ampliación, o en cambio la mera lectura, poemas en forma de nube o que se resisten a ser recitados.
Desde 2005 Holvoet-Hanssen vive de su pluma y de sus recitales. Junto a su esposa, la escritora de literatura infantil Noëlla Elpers ofrece, bajo la bandera de Het Kapersnest (La Guarida de los Corsarios), lecturas aventureras y talleres de escritura para niños y jóvenes para avivar así su afición a la literatura y la historia (del arte).
Actualmente, Peter Holvoet-Hanssen trabaja en su primera novela «de verdad»: Rascasales. Expediciones (Zoutkrabber. Expedities), a partir de un poema de Navagio. Su editorial sigue siendo Prometheus, en Amsterdam. Más información: www.kapersnest.be.