Álvaro Miranda (Colombia)
Por: Álvaro Miranda
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 84-85. Julio de 2009.
PAISAJES ESCRITOS POR SOR JOSEFA DEL CASTILLOS PARA ALEJAR AL DIABLO DE SU CLAUSTRO Y A LAS CALAMIDADES QUE FACÍAN DE TUNJA UNA CIUDAD TERCIADA AL OLVIDO Y A LA TRISTURA. PAISAJES QUE AL DECIR DE OTROS SON DE FE MAYOR, PRONUNCIADOS POR LA MADRE DEL CASTILLO LA TARDE QUE LOGRÓ DOBLEGAR AL DEMONIO Y A TODAS SUS POMPAS CON EL ESCAPULARIO QUE LA VIRGEN DEL CARMEN LE ENTREGÓ EN PERSONA.
Vos, Señor, ça oídes la natura humana,
que besado has la nacida albura,
que estrellero das a cada estrella
y escribano tien’s en cada rosa,
ça buen escudero a caballero das,
fiéreme con la luz que a Pablo
en fe fizo iluminar.
AQUÍ PARECIÓLE AL REY SOL QUE DEBÍA GANAR OTRA BATALLA, LA DEL VERBO Y POR ESO SE EMPEÑÓ EN REPETIR DE OTRA FORMA LO MISMO QUE ANTES DIJO
Segunda versión para la carisma Corte
Qué umbría tiene la España
que ni cabestros ni espuelas,
sólo pellejos os cuelgan
en los bocios y en las crestas:
quintales por posaderas
y tetas por las hombrías.
Qué malandrín hizo hechizo,
qué diablos tajó las glorias:
que sólo derrotas os quedan desde Flandes a Pavía.
Vengan pues mis señores
que la cena está servida:
manatí os doy por carne
y Useñorías:
por vuestras madres
¡Qué vaina!
AQUÍ SE DICE COMO DON SANCHO JIMENO TORNÓ SU IRA EN GOZO Y SU TRISTURA EN CÁNTICO, CÁNTIGA Y DULZOR DEL CIELO
Sea que sí, sea que no, brínquese por la cola,
cójase por el cuello, apriétese el pispirispi,
húndasele el gaznate, muérdasele el juanete, aquí
y allá, en la hora en que el cenzontle se vuelca
en el mar, silba la iguana, silba el carmín, arde
el cotudo, se amasa la bilis, come mi risa puerro y orín.
Va la vieja, viene la niña, vende que vende,
grita que grita, ofrécese aquí, desnúdase allá,
lluvia tras lluvia la mar no se va, sea que sí,
sea que no, váse la huella con el caracol y el
sueño que vela, infla la música, cristal
de la aurora, barco que aflora allá en el confín,
muralla que arpegia la luna y la aurora.
AQUÍ SE DICE COMO ESTABA DOLIENTE DON SANCHO JIMENO PORQUE NADIE VENÍA DE CARTAGENA A AYUDARLO
Canta la rana, cojea la lluvia,
la mar es zozobra que salva el rocío,
preludio de nada que prende en el tiempo,
crueldad del asombro que queda en el grito,
cadáver, cadáver del día que muere perdido.
La noche se orilla,
borda el lucero la voz del arrullo,
estatua de un sueño que crece en el mármol,
piratas sin figado que viandan la historia,
malvados sin facha,
se suenan las ñatas,
se dan puntapiés,
se comen los mangos, chorrean las patillas,
el zumo es esmalte que prueba la sangre,
perfume que sube chirriando a los montes,
canción que se pierde en la boca más agria,
saliva que espesa con velos la tarde.
AQUÍ SE DICE COMO LOS BRUJOS NO ACONTECEN MILAGROS POR MUCHAS PALABRAS QUE JUNTEN, PUES LOS DE ZAMBA Y LOS DE TURBACO CONVIDARON SOLO A RISAS Y NO AL VENCER DE DON SANCHO
Barroco el bruñido se acuesta en el suelo,
es bulla de sombra o búho ramplero,
hierve el sancocho en medio del fuego,
el fuego de estrellas desova sus chispas,
rasura la palma los pelos del día,
se ramba la tarde, se ramban las brujas,
los mangos cascorvan saltando,
vienen chamanes a ver el combate,
unos de Zamba, otros de Turbaco,
negra es la escoba, azul la bandada,
sacando la lengua al fuego la meten,
se besan los diablos,
se invoca la muerte, se riega con sales
el grito de zarpa, relumbra la espera,
adulan las parcas, palabra y palabra
por dinero fazen paga D´omenaje,
luzientes los mundos semejan el verso,
cumplidos muy buenos hacen salvedades,
la magia, la dicha, chanciones, las cuitas
fermoso cantar, tañer o tocar,
las risas en orza, sutil o loada,
el opio, los sueños, tan sólo palabras,
relevo de dioses,
afrechos del verso,
la tiorba parlada.
AQUÍ SE HABLA DE COMO LOS QUE VEN LOS OJOS DE LOS VENCEDORES NO ES SÓLO LUZ, SINO ESCARNIO Y PORQUERÍA
El vuelo de halcones la urraca le teme,
capullo de sangre que tejen los vinos,
la vida resurrecta, la garra, el espino,
la fuerza que amara la noche del aura,
fondeo de estrellas en medio del agua,
el ancla, los fierros del rayo,
la chispa del cielo al mar remojada, la ráfaga asida,
allende de oscuro el mundo se marcha,
el ocio, el viento, la brisa perdida,
la mar en su hamaca,
el arco de un vuelo, las alas del aire,
turbada la encina, el pájaro duerme,
sólo la luna fablando en la selva,
la muerte que asoma,
aquende los labios de cardos
la lepra los belfa,
la costra podrida,
sanguaza la herida floreada,
la carne que afloja su hermosa ternura.
DECIRES QUE AL SER REZADOS SIRVEN PARA COSAS QUE NO SE PUEDEN ESCRIBIR AQUÍ Y QUE FUERON ENCONTRADOS POR LA DONCELLA ANTONIETA DE ARREDONDO EN LOS PLIEGUES DE VESTIDO DE NOVIA, POSIBLEMENTE DEPOSITADOS ALLÍ POR UNO DE SUS PRETENDIENTES. MAS DICEN OTROS QUE FUERON DEJADOS AL OLVIDO POR EL SUYO NOVIO, EL SUYO ESPOSO, PARA CONOCER DE SU INGENUIDAD Y SU INOCENCIA, CUANDO CRUZABAN LAS SELVAS DEL BRASIL, RUMBO A RÍO, RUMBO A LA LUNA DE MIEL, EN UNO DE LOS MÁS SUNTUOSOS ZEPELINES QUE SE HAYA CONOCIDO POR ESTOS LARES.
Téngote una estirpe de anguilas encantadas
y el chapaleo de los chaparrones.
Téngote flores de nenúfares en silencio
y una sonata bajo el légamo.
Téngote un la umbría un unicornio
y un manojo de rayos en mis ojos.
Téngote el almizcle de un caimán sobre el alumbre
y la hiel de un tinajo bajo crótalos.
Téngote una colmena ardiendo
y el coletazo del Sol sobre el Poniente.
Téngote la mandíbula de un grito
y las mamas lechosas de un manatí para tus labios.
Téngote el cogollo de una estrella
y un corcel de mármol que devoró la noche.
Téngote la aventura de un beso que es simiente
y un tálamo de plumas sobre el lomo de los cóndores.
DECIRES DE MARICOCHA, LA MALCRIADA, DE QUIEN SE DICE QUE TENIA ENTRE SUS VIRTUDES, UN TRASERO PROMINENTE Y ENTRE SUS DESGRACIAS, LA DE SER HIJA DE DON ÁLVARO DE OYÓN, EL TIRANO ENCOMENDOR, QUIEN LA EDUCÓ JUSTO EN SU PROPIA SAZÓN, ES DECIR BRONCA, EMBUSTERA Y AVILLANADA.
Maricocha la señorita
se ha levantado la falda:
qué batatas me dije,
que batatas tan bonitas.
Luego le vi los dientes:
Ayy la lengua, ayy que risa.
Marichocha se fue a la mar,
llena de crespos y rabias:
-Yo no quiero carne de vaca,
ni ojo de ningún ternero,
que no quiero tu agravio,
ni probanzas con ballestas,
no quiero ajíes que piquen
ni pilón que los rebulla,
sólo quiero en la tierra
el ocio del señorío,
la pereza y los chinchorros,
el non sentido y el gusto,
la limosna para el pobre,
ítem zapato y calzones,
cirios si acaso cuatro
para el día que me muera.
Maricocha la señorita
se ha levantado la falda,
qué batatas me dije,
qué batatas tan bonitas.
ENDECHAS DE LOS GALLINAZOS, SEGUIDORES DEL NEGRO -JORGE ELIÉCER- Y SOBRE SUS PLUMAS LA PULGUERÍA Y SOBRE ELLOS, PÚTULA, LA MIRADA TUERTA DE UNA ARPIA - LAUREANO -. LUEGO EL DISCURSO Y LA MARCHA DEL SILENCIO Y ESE SOL, RASTROJO TRAS RASTROJO, A PUNTO DE DORMIRSE EN LA CRESTA ROSADA DE LA TARDE.
Porque nosotros, siendo tuertos,
seguíamos al Sol,
lo seguíamos, siendo tartamudos
y luego hablábamos y luego lo seguíamos,
rastrojo tras rastrojo, siendo cojos,
lo seguíamos por ahí, por las mazmorras,
lo seguíamos siendo mancos, lo seguíamos
y luego hablábamos, siendo sordos
y luego por ahí, bien herniados,
lo seguíamos, seguíamos al Sol,
cortándonos los callos,
lo seguíamos, espantandos por aquel
minotauro que capaban, lo seguíamos,
por ahí, dolidos con las muelas bien cariadas,
lo seguíamos, legaña tras legaña, limpios con creolina, lo seguíamos,
con tantos gusanos entre las barbas que brincaban,
lo seguíamos, por ahí, siendo sabios,
lo seguíamos, peándonos la gloria, lo seguíamos,
úvula, pútula, lo seguíamos...
ENDECHAS PARA QUE A LA HORA DE NAVEGAR, ARTHUR RIMBAUD ENCUENTRE EL MAR SIN BRUMAS, EL BARCO CON UNA LUZ POLAR ENTRE LAS ASTILLAS DE LOS MASTILES Y LOS VIDRIOS DEL PUERTO CON LA TRANSPARENCIA DE UN VUELO SON LLOVIZNA. MAS SI ASÍ AÚN EL AZAR NOS DEPARA OTRO GIRO, ENTON´S QUE ASÍ SEA, PARA QUE EL VIENTO PARPADEE SIEMPRE EN SU SALOBRE PERFUME NUESTRO CARIÑO POR SU CANTO ENTRE EL HENCHIDO SOPLO DE LAS VELAS
Si usted copula con los cocodrilos de Abisinia
Si usted masturba a los piojos del Circo de Loisset
Si usted le rasca las nalgas al señor Verlaine
Si usted en la imprudencia del destino
muerde una mosca azul en el bostezo
Si usted es decapitado por el ala de la noche
Si usted saborea una bola de erizo entre la lengua
Si usted pájaro que lombriz come a pico abierto
nuche o abrumante verso que juerguea
Si usted marea alta de un cielo que gotea
Si usted le dicen: “Arturo, niño prodigio”
y usted le contesta: “Hugo, viejo pendejo”
Si usted se mea en las plumas de una oca,
¿podría por si, por esto, si acaso hermano,
decirme por qué tanta bondad
cuando ingiere conmigo este verso de veneno?
Álvaro Miranda nació en Santa Marta, Colombia, el 6 de abril de 1945, murió en Bogotá, en 2020. Poeta y novelista. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de la Salle. Fue fundador y codirector de la revista literaria Papagayo de cristal.
Su obra poética se compone de muchos libros, entre ellois: Tropicomaquia, 1966; Indiada, 1971; Los escritos de don Sancho Jimeno, Premio Nacional de poesía, 1982; Simulación de un reino (obra poética 1966-1995), 1996. Su novela La risa del cuervo, obtuvo en Buenos Aires el Premio en las Artes y las Ciencias, 1983 y en Colombia, con motivo de su segunda edición, el "Premio Pedro Gómez Valderrama" de Colcultura, 1992. Otras obras: Colombia la senda dorada del trigo: episodios de molineros, pan y panaderos, 2000; El libro blanco de los muertos, 2003; León de Greiff en el país de Bolombolo, (biografía), 2004; Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos: un pintor para mirar el arte colonial, 2005; Andrés de Santamaría en la universal expresión del color, 2006; San Juan de la Cruz: un cadáver para armar, 2007.
Acerca de Los escritos de don Sancho Jimeno, expresó Enrique Molina: “…Tiene un valor de gran originalidad, toma el acento de un español de crónica antigua. El poeta maneja un idioma paródico, con humor, con fuerza expresiva y con gran contenido vital, al mismo tiempo, interpola elementos actuales, lo cual da un sentido especial al libro. Es una expresión, diría, muy rotunda, muy fuerte, que hace recordar en algo al Arcipreste de Hita. Los Escritos de don Sancho es ciertamente una especie de ruptura del lenguaje, de gran originalidad, y la originalidad en la poesía moderna es un valor estético. En la poesía clásica no era necesaria, no se le exigía al poeta la originalidad sino la adecuación, la sumisión a las leyes de la retórica fija que la imponía la forma de escribir, las exigencias formales de la rima, del metro y de las figuras poéticas, los límites de lo que se puede o no se puede hacer. Miranda hace un juego de un idioma aparentemente arcaico pero que, no contrasta con las situaciones que él describe, produce una visión cargada de humor, una visión distorsionada de la realidad, que está expresando la ruptura y el desconcierto del hombre contemporáneo ante una realidad llena de contradicciones, alienante y, por momentos, absolutamente carente de sentido”.