Arthur Sze (Estados Unidos)
Por:
Arthur Sze
Traductor:
Nicolás Suescún
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 84-85. Julio de 2009.
LA OPORTUNIDAD
Las montañas negro azulosas están grabadas
con hielo. Manejo hacia el sur bajo la luz desfalleciente.
Las luces de mi auto están frente a mí
y desaparecen ante mis mismos ojos.
Y como ya casi tengo treinta años, ¿son más cortas
las distancias de lo que supongo? La mente
viaja a la velocidad de la luz. ¿Pero para
cuántas personas son las pasiones
como quiebrahacha que se endurece y se endurece?
Considera al ex músico, al vendedor de seguros
que se vende a sí mismo una póliza de su propia vida;
o al mago que se hace encerrar en un baúl
y lanzado al mar sólo para descubrir entonces
que está atrapado por sus propias cadenas.
Yo quiero una pasión que crezca y crezca.
Sentir, pensar, actuar, y ser definido
por tus acciones, pensamientos, sensaciones.
Como los huesos de una mano en una radiografía,
quiero que la clara luz blanca funcione
contra los bordes confusos borrosos de la oscuridad
aunque si la oscuridad nos precede y nos sigue
tenemos la oportunidad, brevemente, de brillar.
LAS HOJAS DE UN SUEÑO SON LAS CAPAS DE UNA CEBOLLA
1
Hojas rojas de roble susurran con el viento.
Dentro de un sueño, sueñas con las hojas
dispersas en la tierra, y lo sientes
como ejemplo de la configuración fortuita
de tu vida. Toda la noche sientes
caballos rojos galopando en tu sangre,
oyes una sirena penetrante, y estás enamorado
de lo inexplicable. Caminas
hasta tu carro, encuentras las luces de emergencia
titilando; encuentras un cuchillo oxidado, una trucha,
un violín hecho añicos en tus manos.
Y entonces despiertas, dentro del sueño,
y encuentras mandarinas madurando en el silencio.
Pelas las hojas del sueño
como si le quitaras las capas a una cebolla.
Las capas del sueño no tienen meollo,
esencia. Encuentras en tu cuerpo
el tatuaje de un escorpión rojo.
Te ríes simplemente, tiritas con la escarcha,
y regresas al mundo.
LAS HOJAS DE UN SUEÑO SON LAS CAPAS DE UNA CEBOLLA
2
Una tortuga de las Galápagos no tiene nada que ver
con el mundo de los neutrinos.
La ecología de las islas Galápago
nada tiene que ver con unas tijeras.
El cacto junto a la ventana no tiene nada que ver
con la invención de la rueda.
La invención de la rueda
no tiene nada que ver con un jaguar rojo.
No. La invención de las tijeras
tiene todo que ver con la invención del telescopio.
Un mapa del mundo tiene todo que ver
con el cacto junto a la ventana.
El mundo de los quarks tiene todo que ver
con un jaguar dando vueltas en la noche.
El hombre que se sacrifica y lanza un coctel
Molotov contra un tanque tiene todo que ver
con un girasol que se inclina bajo la luz.
LAS HOJAS DE UN SUEÑO SON LAS CAPAS DE UNA CEBOLLA
3
Abre una ventana y toca el sol
o palpa las hojas del arce temblando bajo la lluvia.
Observa un cangrejo azul escabulléndose en el agua clara,
o encuentra una estrella de mar en la tierra.
Descríbele el color verde al color ciego,
o construye una casa con el dolor.
El mundo es más de lo que tú supones.
Considera los pinos, negro verdosos, golpeados por la luz,
grabados por el viento, en la isla
cruzando la extensión en resaca del agua.
Descríbele las mil agujas iridiscentes
a un Tarahumara albino ciego.
En una cámara de burbujas, en un campo magnético,
un electrón va en espirales y espirales hasta el centro,
pero el mundo es más que tal danza:
un ascenso en espirales hasta el punto de origen,
una apertura en espirales hasta tener la forma de una
hoja mojada, un cangrejo azul, o una casa verde.
LAS HOJAS DE UN SUEÑO SON LAS CAPAS DE UNA CEBOLLA
4
El calor agita agita el cacto.
El vidrio verde triturado en un parqueadero
o una pila de huesos de rinoceronte
emiten calor, aunque puede que no lo notes.
El calor de una estrella puede ser medido
por un espectrómetro, pero no
el calor de la mente, o el calor de Angkor Vat.
Y los ripios de Angkor Vat
emiten calor; también las flores del durazno
en la noche, los peces verdes, el bambú negro,
o un pescador pescando en la nieve.
Y el angstrom de un cambio torna el placer
en dolor. El hielo que desprende la huella digital
de tu mano emite calor;
y también cada momento de la existencia.
Una hoja roja roja, desintegrándose en la tierra,
arde con el calor de una llama de acetileno.
Y el calor desprendiéndose
del techo de latón de la casa de adobe
es simplemente el calor que tú ves.
LAS HOJAS DE UN SUEÑO SON LAS CAPAS DE UNA CEBOLLA
5
¿Cuál es el secreto de un violín Guarneri?
La lana empapada con añil se vuelve más azul
al oxidarse en el aire. Marat ha cambiado
en las mentes de los vivos.
Un trago de tequila está relacionado con el derretimiento
de la Antártica. Un cuervo en un bar o un pargo rojo con hielo
está relacionado con el método de composición
dodecafónico. ¿Y qué tiene que ver la afinación
de unos timbales con el olor de tu pelo?
Sentir a los treinta que has llegado tan lejos—
para ver un timbre en una puerta como un timbre
en una puerta, sentir el cuidado y precisión
de este violín no es un error, como tampoco
la sinceridad y el estremecimiento de la pasión por la que vives.
LAS HOJAS DE UN SUEÑO SON LAS CAPAS DE UNA CEBOLLA
6
Machaca una manzana, machaca una posibilidad
Ningún método puede describir el mundo;
en ello está el placer
del caos, de saltos en la mente.
Un hombre desplomado sobre el escritorio de un abogado
es escaro atrapado en una masa de algas.
Un hombre que entabla conversación en un bar
es un anjora enganchada en un cigarrillo.
¿Es el deseo y el colapso del deseo de un carpintero sin trabajo
el instinto del salmón de saltar aguas arriba?
El olor del eucalipto puede ser incorporado
a una teoría de la agresión.
La pauta de interferencia en un holograma
duplica la manzana, el cuchillo, las colas de caballo en la mesa,
pero omite el sentido del caos, distorsiona
con su visión singular. Entonces
toca, brilla, baila, canta, sé, tornándote, sé.
EL MOMENTO DE LA CREACIÓN
Un pintor indica la hora del día
en una naturaleza muerta: la luz de la tarde cae diagonal sobre un
cuchillo,
limones, un botella de vino verde con un poco de vino rojo.
¿Dejamos siempre una cosa sin terminar?
¿Queremos x y teniendo x queremos y y teniendo y queremos z?
Trato de percibir el momento de la creación
en el brillo de un limón partido. Deseo
conectar lanzar gravilla en el barro con tener hambre.
“Come”, dijo un hombre de Afganistán
señalando las manzanas podridas en el baúl abierto del auto.
Veo una fila de hombres bailando la danza de las nubes;
dos mujeres bailan intrincados pasos de relámpago
en cada extremo. Mis errores y fracasos
laten en mí incluso como momentos de alegría,
pero yo quiero que los momentos alegres resuenen
como un gong gamelán. Yo quiero hacer
de los intrincados momentos taraceados de nuestras vidas
un piso de jade, obsidiana, turquesa, ébano, lapislázuli.
LAS FORMAS DE LAS HOJAS
Ginko, chopo, roble palustre, liquidámbar, tulipero:
nuestras emociones parecen hojas y atentos
a sus formas nos alimentamos.
¿Has sentido la extensión y el contorno de la aflicción
a lo largo de los bordes de un gran arce de Noruega?
Te has sobresaltado ante el fulgor naranja
abrasando las curvas de un crespo cerezo silvestre?
Yo he visto desde el aire islas de árboles talados
cada una con una red de bifurcantes carreteras de gravilla,
y sentido un momento de pura cólera álamo-dorada.
He visto grullas canadienses moviéndose en un campo abierto,
una sola grulla blanca en la bandada.
Y he viajado a lo largo del contorno
de hojas que no tienen nombre. Aquí
donde el aire es húmedo y la luz es fresca,
Yo percibe lo que otros están pensando y no dicen,
Yo conozco el placer en las venas del arce del azúcar,
estoy viviendo en el borde de una hoja nueva.
RECORDANDO LA RESERVACIÓN
MUCKLESHOOT DESDE LA CALLE GALISTEO, SANTA FE
La proa de una canoa Muckleshhot, bendita
con plumas de águila y un ramito de ciprés de Nutka,
es echada en la bahía. Un niña mira la forma
como su madre frita lonjas de venado en un sartén—
las gotas de sangre chisporrotean, se evaporan. Como
es un vecino el que las alimenta, comen sin decir palabra;
el silencio se rompe cuando de vez en cuando la niña
se atora, se mete un dedo en la boca y saca un pelo.
el padre se ha marchado furioso, peleando con su jefe,
que después del trabajo se iba al campo de tiro;
se ha marchado el contador que hizo un desfalco,
y alardadeaba de su camioneta, y de un flux
ganador en el casino. Donas latas de sopa de pollo
y ropa vieja pero nunca te enteras de que llegaron
al distrito sur de la ciudad. Tus pequeños actos
son huellas de zarapito en la arena húmeda.
Periódicos, envases de plástico, botellas de cerveza
llenan los cubos de basura de la empinada calle de sentido único.
UNA PLAZA GRANDE NO TIENE ESQUINAS
“Corten”.
Una actriz que se hace la muerta durante cien segundos jadea.
Un hombre acelera
y a toda velocidad recorre la calle de arriba abajo en un Mustang rojo.
“Corten”.
Un alfarero abre un horno en la ladera de una colina;
saca una copa fundida
y, al meterla en
agua helada
sisea, se vuelve negra, se resquebraja.
Desesperada, una perla es una esfera.
“Corten”.
En Bombay, una fila de limpiadores de orejas están de pie en la calle.
En una meseta
las ventanas sur de una casa se rompen;
mineros subterráneos de uranio
están haciendo explotar cargas.
“Corten”.
Un lazo que empieza a desenredarse en la mente
es, como cornamentas rojas,
el eje de un sueño.
“Corten”.
¿Cuál es el secreto para detener el tiempo?
Un calígrafo tuerto
escribe con un trapeador: “Una plaza grande no tiene esquinas”.
SIZIGIA
Noto los faros de autos desde la ventana de la sala
y luego alcanzo a oír el bajo de una camioneta al pasar.
Me escandaliza la noticia de que unos médicos
recogieron la orina de monjas con menopausia para extraer
gonadotropinas. ¿Y es esos lo que se saca,
en dosis infinitesimales de un frasquito?
Recuerdo un filamento de acero en un dedo
y lo difícil que era detectarlo, extraerlo
bajo una lupa; sin embargo —mantillo azul,
manzana cayendo de una rama— es difícil verlo
de cerca cuando, en la periferia, lo inesperado
fácilmente atrae tu mirada. El jueves pasado en la noche
miramos la luna llena con los binoculares,
vimos cómo se oscurecía y oscurecía hasta que, eclipsada,
brillaba rojo ferrosa. Relumbrábamos bajo el fulgor de la chimenea;
las puntas de mis dedos brillaron cuando te frotaba la espalda,
y mordía suavemente tu oreja. La mente es un diapasón
que golpeamos, y, al ser golpeada, en la zizigia
de un momento, encontramos que las pasiones sesgadas,
enmarañadas, de un día empiezan a arreglarse, alinearse, hum.
LA POSADA “EL CIELO DEL CERDO”
Cae la luz del sol sobre los chiles rojos en la cesta ladeada—
pasamos junto a una pila de hojas de morera ardiendo,
hasta una aldea Xidi, entramos a un patio, notamos
un mortero de tinta, grabado con caligrafía, lleno
de agua y pétalos de casia, olemos paneles Ming
de secoya. Mientras un músico lleva a la boca
un xun pequeño y sopla, veo kiwis
colgados de ramas sobre un la luna de un portal:
una abuela, antes la concubina más joven,
recostada en una silla con vendas
en las rodillas, se queja de un dolor constante;
alguien escupe en la calle. Al tañer las cuerdas
de una zítara otro músico, las grapefruits
se ennegrecen en las ramas; una mujer descascara
unas castañas; dos hombres en un bote de fondo plano
recogen lentejas de agua en el río. Las notas salpican,
plateadas, los adoquines, y los dedos
de pronto me duelen: durante la Revolución Cultural
mi tío político se lanzó por una ventana
del tercer piso; al amanecer malinterpreté el llamado
de los pájaros a la lluvia. Cuando los músicos hacen una pausa,
los pinos de la Montaña Amarilla se mecen cerca
de la Cumbre brillante; un cerdo forcejea dentro un cercado;
alguien se suena la nariz. Las huellas del pasado
son girones de humo de morera que se eleva
sobre las tejas; y antes de desaparecer también nosotros,
caminamos hasta donde las tres trochas convergen: cientos
de personas se han detenido frente a nosotros, cientos
vienen a nuestra espalda; formamos un río de gente
encauzado que desciende a través de una sima en el granito.
EL RÍO INNOMINABLE
1
¿Está en la cara de antracita de un minero del carbón,
cristalizado en las venas y pulmones de un minero
del acero, pulverizado en las manos sucias de un maquinista?
Está en un niño que nombra una estrella, en cocos que la marea
arrastra hasta la playa, inactivo en un volcán a lo largo del Río Grande?
Uno puede recorrer las cuatro mil millas del Nilo
hasta la fuente y nunca encontrarlo.
Uno puede trepar los cinco picos más altos de los Himalayas
y nunca reconocerlo.
Uno puede observar por el telescopio más grande
y nunca verlo.
Pero está en los capilares de tus pulmones.
Está en el espacio al tajar un limón.
Está en el cadáver ardiendo en el Ganges,
en la lluvia salpicando las hojas de plátano.
Tal vez tienes que saber que estás a punto de morir
para ansiarlo. Tal vez tengas que internarte solo
en la selva, armado con una lanza, para verlo
de verdad. Talvez tienes que tener
pulmonía para sentir su presión.
Pero también está en las manos de tijera de un reloj.
Están en el movimiento de precesión de una tapa
cuando un torque hace que el eje de rotación describa un cono:
y el cono girando sobre un punto reúne
pasado, presente, futuro.
2
Según una teoría cruda de la percepción, se supone
que la manzana que uno ve es una copia de la manzana real,
¿pero quién puede salir de su cuerpo para compararlas?
¿Quién puede salir de su vida para sentir
la Vía Láctea fluir de sus manos?
La manzana que no ha sido recogida muere en la rama;
esto es todo lo que sabemos sobre ella.
Se vuelve negra y dura, un cadáver en el Ganges.
Procede entonces y traza el mapa de tres mil millas del Yangtse;
recorre cada pulgada, siente su oleaje y
flujo al sentir el oleaje y el flujo en tu propio cuerpo.
Y el cono giratorio de un trompo en precesión
es una forma de existencia que recoge y hace girar muerte y vida
juntas.
Es la duración de las palabras, pero más allá de las palabras—
El río el río el río, río río.
Es posible que el minero del carbón no sepa que lo tiene.
Es posible que el trabajador siderúrgico no sepa que lo tiene.
Es posible que el maquinista no sepa que lo tiene.
Pero está ahí. Está en el olor
de una flor de aguacate, y en la verdadera pasión de un beso.
Video: Las formas de las hojas
Arthur Sze nació en Nueva York, Estados Unidos, el 1 de diciembre de 1950. Es el autor de los libros de poesía: The Willow Wind (El viento del sauce),1972; Two Ravens (Dos cuervos), 1976; Dazzled (Deslumbrado), 1982; Tooth of Time (Diente del tiempo), 1984; River River (Río río), 1987; Archipelago (Archipiélago), 1995; The Redshifting Web: Poems 1970-1998 (The Redshifting Web: Poems 1970-1998 (La red que cambia a rojo: poemas 1970-1998, 1998; The Silk Dragon: Translations from the Chinese (El dragón de seda, traducciones desde el chino), 2001; Quipu, 2005; The Ginkgo Light (La luz del Gingko), 2009.Sus poemas han aparecido internacionalmente en publicaciones tales como The American Poetry Review; Boston Review; Carnet de Route (Paris); Chicago Review; Conjunctions; Denver Quarterly; Field; The Georgia Review; Harvard Magazine; The Iowa Review; The Kenyon Review; Kyoto Journal; Manoa; New Letters; The New Yorker; Orion; The Paris Review; Ploughshares; The Poetry Foundation Website; Raster (Amsterdam); Unitas (Taipei); Virginia Quarterly Review; American Alphabets; The Best American Poetry; Hotel Parnassus: Poetry International 2007 (Amsterdam); In Company: An Anthology of New Mexico Poets after 1960; 2007 Pamirs Poetry Journey: The First Chinese-English Poetry Festival (Huangshan Mountain, China); Poets of the New Century; Pushcart Prize. Sus poemas han sido traducidos al albanés, bosnio, chino, holandés, italiano, rumano y turco. Es el primer poeta laureado de Santa Fe (2006-2008) y ha recibido los siguientes reconocimientos: the Eisner Prize, University of California at Berkeley, 1971; National Endowment for the Arts Creative Writing fellowships, 1982-1993; Witter Bynner Foundation for Poetry Fellowships, 1983-1994-1997; New Mexico Arts Division Interdisciplinary Grant, 1988; Howard Foundation Fellowship, 1991; Lannan Literary Award for Poetry, 1995; American Book Award, 1996; Guggenheim Foundation Fellowship, 1997; Lila Wallace-Reader’s Digest Writers’ Award, 1998-2000; Asian American Literary Award, 1999; Balcones Poetry Prize, 1999; y Western States Book Award for Translation, 2002. Sze es el editor de Manoa y profesor emérito en el Instituto de Artes Indígenas de América. "La poesía importa más que nunca, porque nunca antes se ha enfrentado a tantos desafíos. La poesía es el lenguaje esencial que, ampliándose sin fin, nos permite vivir profundamente y visualizar lo que más importa. Aunque se ha dicho que "la poesía no tiene ningún efecto", la poesía disuelve los límites -es lo finito que nos pone en contacto con lo infinito- y, como hay lenguas y especies que desaparecen a diario, es un medio crucial mediante el cual comprendemos la urgencia y el precario esplendor de la existencia".
"La poesía importa más que nunca, porque nunca antes se ha enfrentado a tantos desafíos. La poesía es el lenguaje esencial que, ampliándose sin fin, nos permite vivir profundamente y visualizar lo que más importa. Aunque se ha dicho que "la poesía no tiene ningún efecto", la poesía disuelve los límites -es lo finito que nos pone en contacto con lo infinito- y, como hay lenguas y especies que desaparecen a diario, es un medio crucial mediante el cual comprendemos la urgencia y el precario esplendor de la existencia".