English

Indran Amirthanayagam, Sri Lanka

Por: Indran Amirthanayagam

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.

 

TRAS LA BATALLA

Táchenme de tonto por venerar al Mito,
gordo, entrado en años, entre cachorros,
por creer en el derecho que viene de la tierra
y de mi nacimiento, por creer que alguien escuchará mi voz

mientras estallan los cañones. Una verdad quisiera
compartirles. El dictador lo sabe más
que los demás residentes del planeta,
al escuchar que golpea su puerta

un ordenanza fiel
diciendo que los banqueros suizos revelan
nombres de sus cuentahabientes.
un avión monomotor

rumba tras la ventana,
huye, Hombre, corre
con los bolsillos llenos
y las manos libres, con tu mujer

e hijos, los bolsillos llenos
y las manos libres, en la manga
el discurso que dictaste en
Oxford aún joven alegre y mal

aconsejado donde decías
que ya contra la pared,
ojos vendados, estómago golpeado
abandonado en espera de una bala,

especialmente entonces, muestra compasión,
ama a tu enemigo, maromea,
mezcla tu sangre con la tierra,
vuélvete una mancha en el corazón,

una voz en el sueño, un recuerdo
que insiste en salir con el sol,
en el canto de un gallo, el gruñir
de un convoy armado

como los truenos y la lluvia
hasta que vuelva el monzón
al mar y la leche de los bebés
vuelve a cuajarse, a la intemperie

en este inclemente calor,
canto de hormigas que cosquillea
una paz que trasciende
al entendimiento

de cráteres y tumbas
cascarones de camiones escolares,
escupitajo de arena entre
el mar y la laguna.

 

Traducción de Leticia Damm

TENTACIÓN

Me sentaré en tus ojos hasta que
me mires. No tengo otro proyecto,
puedo quedarme años y horas.

He dejado a otros la prosecución
de la guerra, la competencia
para que todos se sientan

agobiados o muertos.  Estoy fresco
como una limonada.  Me visto
en ropa casi del aire. Me pongo

el maquillaje de los salones
de Francia.  No tengo nada
que hacer sino darte gozo.

Soy tu sirviente, mis hombros,
mi cerebro, mis manos,
mis caderas están pulidos

para que puedas resbalar sobre ellos.
¿Por qué cruzas las fronteras?
¿Por qué no me miras?

 

 

ZAPATOS VIEJOS

¿Dónde se encuentran los mangos,
las tropas de monos,
los flamencos en su cuenca,
en el riachuelo, el elefante
que se baña en el océano?

No hay huellas de tus primeros
ocho años en los últimos versos,
y los chismosos dicen
que has olvidado tus antepasados;
eres amnésico,

comes la experiencia
como un sándwich,
digieres países como un monstruo
mientras sigues tu camino,
y usas anteojos de sol todo el día.

¿Qué dices, has puesto tu traje
de la mañana al lado de la cama,
y tus zapatos que compraste
de oferta en una tienda
de la calle ocho en Manhattan

que iba a cerrar para siempre?
¿Recuerdas tu alegría,
zapatos hechos en Inglaterra
para todos los climas…y tus herederos
y su tarea de vestirte cuando mueras.

 

ASÍ DE SIMPLE

 

Anda resfriado el poema
a un ritmo mesurado
por estornudos.

Cae en la estación
Patriotismo
a medio verso,

y su autor baja
rumbo
a Reynosa 63.

Ahí le espera
un desayuno
de mangos y

huevos,
un amigo,
poemas,

tristeza
por nuestros
desaparecidos,

regocijo
por habernos
encontrado de nuevo.

 

LÍNEA

Dado que asignaron
tres horas a los poetas
que en lo cotidiano

batallan con
una soledad malévola
y se quejan

de que nadie
les da bola
fueron pocos

los que cruzaron
la línea trazada
por el moderador;

el nivel
de corrupción
no fue tan alto.

 

IDILIO ÚTIL

Me queda
la esperanza
de que el archivo

de nuestro idilio
–su diseño,
plan de trabajo,

dónde colocar
casa, jardín,
alberca–

será expuesto
una tarde
y un par de visitantes

–una pareja– dirá
“así es como se debe
construir  un hogar”.

 

BUDISMO

Ten por seguro
que tu carne
va a podrirse
–la lección es otra–

que sabiendo
lo que sucederá
en el escenario
que los personajes

experimentarán
un giro hacia
una catarsis
y un campo

de cadáveres
que tú –
por elección propia –
por no haber dejado

fluir tus deseos
dentro del río
a tu lado
vas a construir

un monumento
al lenguaje,
hecho de metáforas,
que tiene su propio sistema

de riego para los cultivos,
que no requeriría
más en esta vida, y
– por supuesto –

el propósito
de estas meditaciones–
es ni sufrir ni
gozar más del sexo.

 

 

METRO

Prefiero tomar el Metro.
La mujer de largas pestañas,
espejo, tinta,
pelo chino,
prepara su cara.

La jovencita
da leche a su bebé;
espera el tren
mientras hacen
un ajuste al itinerario

–así la morena,
vestida de morena,
puede entrar tranquila
y tomar asiento
al lado del poeta.

Hay música, trova,
corridos y clásicos
de rock, todo
a diez pesos, el boleto
del metro a dos

y el viento refrescante
generado por el tren
entre estaciones
y los nombres
Salto del Agua

Cuauhtémoc
Juanacatlán
la Línea Rosa.
Hay secretos mexicanos,
catacumbas,

templos enterrados
bajo la Catedral Metropolitana,
y el Metro,
telaraña de colores
que me atrapa

y todavía en el tren
alisa su cabello
la morena

 

CAMPO

En pleno vuelo
al lado de dos nuevas amigas
descubro otra vez la propuesta
que me lleva a sembrar
cultivos extranjeros

porque el mejor
espantapájaros
habla griego
o latín o sánscrito
idiomas que ya

han visto su auge
que podrían descansar
en paz y dejar su ropa
multicolor
su cabello lacio

u ondulante
como las olas
que superó Odiseo
fragmentos de una lírica sáfica
misteriosa

por la que hemos perdido
a lo largo de los siglos
hasta este terreno
y su espantapájaros
que guarda

en los brazos
dorados de tanto sol
un tatuaje
una pista de aterrizaje
para el pájaro bizarro

y conquistador
que va a depositar
ahí su cáscara
de maíz.

 

GINSBERG

¿Cómo lo conociste?
cuéntame de tu padre
la vez que fuiste con él al aeropuerto
para recoger al barbudo
con armonio.

Dime de nuevo
el consejo que te dio
sobre los poemas:
que debemos quitar
la mitad al borrador,

y la historia
del segundo padre
cómo Ginsberg dijo
al público esa noche
que solía leer

con su propio
padre poeta
y aquí de nuevo
un asunto familiar
Guy, Allen, y su hijo:

La Trinidad.
Ay, Ginsberg nos dejó
Howl, Kaddish, Sunflower Sutra,
¿Y tú qué vas a dejarnos?
¿Cómo vamos a recordarte?

 

JUÁREZ

                   I

Ni moscas, ni jejenes: alitas
nacidas en el polvo, mitocondria
se entrelazan dando vueltas
en el aire ante la mesa
donde los poetas hablan
de escribir sobre cadáveres.

 

                   II

 

No se puede caer
en estas barrancas y pasar
la noche tranquila, levantarse
a la mañana y caminar
para buscar agua dulce
del arroyo cercano que fluye

a través de los terrenos baldíos
y su maleza de plástico,
zapatos, tangas, dientes.

                   El continente de atrás

Hay una verdad que no se niega
con un saludo al orden, a la iglesia,
a la democracia, la actitud pesimista
natural de los mexicanos, que buscan
escapar su realidad, según mi amigo,
de vivir con falsas esperanzas,
pasar la tarde larga con sus
bocadillos, vinos, amantes,

mientras en el oriente
hombres encogidos aseguran
la producción rápida de piezas
para autos, heladeras, parrillas,
además de magos de resina
y vacas de plástico
para el pesebre mexicano,
las fiestas americanas.

 

ESPERANDO EL DILUVIO…

los cocoteros se doblan para frenar la tromba del viento

las bandas de monos gritan y saltan de rama en rama hacia
el interior de la jungla

un armadillo, una rata, una serpiente, hurgan
en la tierra redoblando sus esfuerzos para crear nidos
bien hechos y escondidos y a salvo de las aguas

un hombre camina en la playa con un paraguas como lo hace todos los días,
su nariz hacia arriba, soñando con su esposa dormida en casa.

El artista firma sus lienzos. No hay que dejar estas actividades
para el último momento. El chorro llegaría de repente y no habrá tiempo
para guardar tu huella ni en un cuadro ni en la tierra.

He esperado el diluvio por un buen rato---tal vez más de 20 años--cuando
dejé expirar mi pasaporte anterior y acepté la bendición de mi nuevo papá.

Estoy orgulloso de ser inmigrante, de haber cruzado el río y por cantar ahora en español.

Ni sé cantar, ni bailar tango, pero mi Amor, tengo buen olfato y hay algo extraño
en el mar. ¿Para dónde se han ido las aguas? 

Miren, ustedes, peces gigantes se batallan para respirar, unas serpientes acuáticas se deslizan hacia mí…no se metan, les digo, hay algo raro en esta fiesta pescadora.

Dime, Dios, ¿te metes en los sueños de los grandes inventores justo cuando se preparan para morirse?….que desaparezcan contentos, sin miedo….Dios, no seas tan celoso de sus hijos.

La búsqueda de respuestas después de tormentas, huracanes, terremotos, tsunamis, tiros en la calle, la muerte repentina, infartos insólitos, el autobús asesino….siempre nos lleva a ti, mi Señor. Y después viene otra tragedia.  El ciclo, Dios, parece sin fin.  Y no habrá paraíso en nuestra tierra.  Sin embargo, de repente, uno se enamora—de manera profunda, digo, no solamente por lo físico o por los gustos, es algo que va más allá de lo terrenal, hacia lo divino---y los niños, cuando empiezan a balbucear y a pararse y caminar….eso, Dios, nos da tanta alegría que nos olvidamos del tsunami que se llevó a los 25 miembros de la familia de mi vecino pero me dejó a deleitarme con los primeros pasos de mi hija…es la amnesia, Dios, mientras esperamos el Diluvio.

 

¿Y por cuánto tiempo deberemos recordar las fechas idóneas, el 26 de diciembre, el 6 de junio, el 11 de septiembre, el 17 de noviembre (por Bonnie Prince Charlie que decidió regresar a Escocia ese día en vez de seguir con la conquista de Inglaterra, además de ser mi cumpleaños.?)  ¿Y a quién le importa el cumpleaños de uno de nosotros?  Estamos todos en el arca y las aguas crecen y crecen.  Dios, ¿no tenemos otras opciones que las hembras reunidas aquí?….y…Dios ¿Quiénes son estos hombres, este pueblo elegido?  ¿No hay otros pueblos?  Los chinos, por ejemplo, o los srilankeses, ellos que resistieron la hostia de los misioneros. ¿No hay lugar para ellos en otra arca ante otro diluvio?

Espero el diluvio.  Espero alimentos.  Espero visiones. Espero musas.  Espero adelgazarme.  Espero mi hijo.  Espero mi hija.  Espero que sean alegres.  Espero mi amor. Espero que sea alegre.  Espero el hambre.  Espero la sed.  Espero superar el hambre y la sed. Espero la mariposa.  Espero la mariposa que vuela en el bosque justo cuando desaparezca. Espero poder ver a Dios antes de ser juzgado. Espero que no haya juicios porque se canse el Dios antiguo, el Dios temible, el Dios del diluvio.


Indran Amirthanayagam nació en Ceylán, Sri Lanka, 1960. Poeta, ensayista y traductor en inglés, español y francés. Redacta un blog sobre la poesía http://indranamirthanayagam.blogspot.com) que ha recibido visitas de 155 países. Ha editado cinco poemarios hasta la fecha: The Elephants of Reckoning (que recibió el premio Paterson en 1994), Hanging Loose Press, 1993; El Infierno de los Pájaros (con un prólogo de José Emilio Pacheco e ilustraciones de José Luis Cuevas, 2001), Ceylon R.I.P (International Center for Ethnic Studies, 2001); El Hombre que Recoge Nidos (con prólogos de Francisco Hernández y Eduardo Espina, e ilustraciones de Gerardo Cantú, 2005); The Splintered Face: Tsunami Poems (2008).  Una edición bilingue de Ceylon R.I.P. será editado en 2010 en México. Sus ensayos han sido publicados en diversos periódicos y revistas incluyendo The Hindu (en la India), El Norte y Reforma (México), The Daily News (Sri Lanka), The New York Times (Estados Unidos). Sus traducciones de la obra del poeta mexicano Manuel Ulacia fueron incluídas en la antología Reversible Monuments: Contemporary Mexican Poetry (Copper Canyon Press, 2002). Ha recibido becas del Fondo México-Estados Unidos (para sus traducciones), the New York Foundation for the Arts y The MacDowell Colony. Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías, entre las cuales se anotan ALOUD: Voices from the Nuyorican Poets Cafe, The Open Boat: Poems from Asian America y The United States of Poetry.

Última actualización: 02/01/2022