Julien Delmaire, Francia
Por: Julien Delmaire
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.
ROJO
Recuerdos de antes de la aurora
cuando yo no era todavía
sino una lluvia de misterio, un escalofrío sobre la tierra
un fragmento de elemento - un montón de sentimientos
no verdaderamente definidos
una parcela de infinito
El tambor de antes de mi vida
ese que batía al ritmo de un corazón
desconocido, yo estaba desnudo – entre la tibieza de la noche
yo nadaba sobre un nubarrón de hollín
yo intentaba abrirme un pasaje hacia el día
hacia el frente del tambor, pero la cuenta regresiva
me empujó hasta el borde de un sol que quemaba mis orejas y me deslumbraba como una joya bermeja
YO ESCUCHO EL TAMBOR QUE RUGE SOBRE LA TIERRA
El balafón de fuego que palpita bajo mis pupilas
El brillo de la aurora - el sudor del esfuerzo, el látigo que devora el calor carnívoro
El algodón embalado, el ron estrangulado, los hombres amontonados, en el fondo de una cala de infortunio
por una escala al jardín de los suplicios
UN GRAN CAMPO DE CICATRICES
las huellas de mi pasado, terminan entre un charco…
Flash-back – El viento claquea sobre mi nuca
el recuerdo del África que regresa en síncope bajo mi cráneo
como una quemadura de clope como el jugo de la caña entre la boca del cíclope !
¡SABAR!
Sabar - por mi memoria de vidrio aplastado SABAR !
Sabar - por mi estrella en su red
¡Sabar! león de sangre feroz
ballet negro de las moscas en torno del sol
¡Sabar! botella abandonada
entre las callejuelas enfermas, ofrenda de pomada a los nómadas de la noche
¡Sabar! músculos tendidos de madera de ébano que se abandonan a la caña
¡Sabar! corteza que se esfuerza por alcanzar la savia aurora abortada para retener mi sueño
¡Sabar! nota azul tatuada sobre la superficie del alba
¡Jazz! en fase con mis palabras y mis frases
robadas a mi lengua mariposa-negrita
que extrae de su ganga de arcilla la serpiente ágil que se mide en los muros
y reduce al silencio las fortalezas que se yerguen como miradores
cuando mi memoria se duerme.
¡ROJA! mi memoria al comienzo del amanecer
¡ROJA! mi esperanza entre el brasero del destino
¡ROJO!
Los tambores me devuelven a la vida -el deseo de nuevo
irriga mis venas
yo veo al porvenir levantarse y al viento engullir
el velo que me cegaba
¡ROJO! djembé de arena
¡ROJO! gran ka que gruñe en el vientre del ogro
¡ROJO! ron de sangre que me embriaga, mis sentidos que se liberan
¡ROJO! tam-tams que atestiguan
¡ROJA! la tristeza que se aleja
¡ROJO! el lodo que me lava de mí mismo
¡ROJA! la sonrisa de la mujer que amo
¡ROJO!
El perfume de la multitud
cuando me deslizo
y mis pasos pisotean el suelo
¡ROJA! mi locura que vacila
¡ROJA! la llama de la ramita
la estrella que destella
la red que se aja
¡y mi orgullo que vuela de nuevo sobre la ciudad!
¡ROJO!
Traducción de Rafael Patiño Góez
MEDELLIN
Una ciudad que no miente,
Una ciudad que no tartamudea las luces del coraje,
Una ciudad ardiente,
Para forjar la alianza de la muerte y del pájaro.
Medellín, yo resbalo sobre el silencio del verbo,
Tu hombro me guía hacia una canción húmeda,
Un acordeón lluvioso abraza mi desarraigo.
Silencio
La orquídea que mi vecino quemó por mala suerte
Los pétalos de carne encuentran refugio en mi palma
Comparto la flor carbonizada con el hijo de la mortaja
No tengo ramos para ofrecer a los vivos
Si me ordenan el rayo con el tono severo de un policía,
Hago brillar el relámpago en la inmensidad del presente
No se extrañen si en mis sueños
Las tempestades son cabalgadas por mujeres sin pudor,
Bellas,
Bellas a caer,
Bellas como una ciudad que cae frente a la belleza
Al extremo de un pasillo de sangre
La ciudad murmura sus salmos
La ciudad me acuna
Fantasma con corazón de palma
La ciudad me hiere con la ternura de una madre,
Quiero cantar esta ciudad,
Los labios en suspensión
Mi lengua sobrevuela los suburbios
Y trae miles de canciones perdidas
Los cantos infantiles desparramados en copos de tierra
Cantaría esta ciudad mismo si la cárcel fuera una caja de resonancia
Si la muerte solitaria me acompañara en guitarra
Cantaría esta ciudad
Su luz nutre mi boca de una saliva libre y orgullosa,
Estamos orgullosos,
Cubiertos de sombras y de estrellas
Nuestros emblemas son torres
Pilones
Pájaros de presa
Caballos de adrenalina recorren nuestros brazos
Relinchan en nuestros puños.
La violencia es nuestra hermana
Cuando cae la recogemos
Levantamos nuestra alma de la vereda mojada
No callamos la fealdad
Eres fea hermana-violencia
Tu boca es un viejo colador de café
Agonizando en el calvario
Fumando peor que una usina viva
El café de tu boca da a tus besos
Acentos de ciclón
Son los pájaros que me lo han dicho
Los cóndores que surgen de tu garganta y se lanzan sobre la ciudad
Tus besos son amargos hermana mía,
Por tanto, te levanto cuando te desmoronas
Te sostengo en estas calles de ruido y de corteza
Te llevo sobre mi espalda
Mi pobre espalda de poeta anquilosado
No quiero verte extendida en el borde de la ruta
Y después, suavemente
En hoja muerta
Adivinarte bajo el macadam
Soy extranjero
Todo me atraviesa
La noche y sus metales
El día y sus mirajes
Me parece que camino sobre pupilas
Los adoquines son ojos
Los extranjeros caminan siempre sobre pupilas resbalosas
Pupilas escarchadas
Los ojos de los pasantes
De los negociantes
De los soldados
De los mendigos
De los camilleros
De los jueces
De las santos y criminales
Todos esos ojos que piso
Yo, el extranjero
Bajo mis talones las miradas como uva
Yo aplasto los racimos
El vino noble chorrea
El extranjero vendimia las caras y los ojos de la ciudad
El vino feroz de la ebriedad
El vino transparente de la eucaristía
El vino brillante de los domingos
La nobleza del extranjero es el vino del vagabundeo
Las viñas vírgenes enganchan mis piernas
Prontamente sobre las avenidas florezco
Empapado de alcohol
Mis golondrinas agitan sus alas
Y se desmayan en el aire puro de una ronda de niños
Sabes todo eso
Tú que atraviesas los océanos de un gesto rápido
En la humedad de las villas miserias
En el esqueleto rosado de un sueño
Extranjero en tu propia ciudad
El vino enfermo que bebes
En tu garganta retoma vigor
Estrellas nuevas son destiladas
Tu vida, hermano, es una máquina de coser
Que las grandes madres hacen cantar
Con la ironía de los maracas
Conoces estas máquinas viejas que visten las estaciones
Cosen abrigos para los miserables
Este ruido, lo conoces
Las minas de oro agotadas reclaman una parte de cielo
Tú no pides nada
Simplemente que tu vida no se derrumbe
A pesar de la lluvia
La lluvia perra fiel
A quien le pegas y que vuelve
La lluvia te arranca lágrimas de arrepentimiento
La lluvia a la que pegas y que vuelve
La herrumbre gangrena tus mañanas
Contamina tus crepúsculos
La lluvia te sigue como una perra fiel
Te estoy hablando viejo pavo
Viejo meteorito en la tormenta
Muéstrame tu ciudad
Soy extranjero y no puedo fiarme más que de ti
Pestífero con frente de espuma
¿Tu ciudad es una catedral, dices?
Una iglesia inmensa que extiende su gracia más allá de las colinas
Miles de santos cada día deambulan
Y realizan milagros de los que nadie se da cuenta
Hoy en día los hombres no tienen más el tiempo
Para constatar los milagros
Los pequeños milagros sin pretensión
Como un óbolo en la esquina de las calles
El milagro de las alcantarillas
De los callejones sin salida
De las callejuelas
Milagro
El sol juega en un charco de agua
Milagro
Los chicos se salpican de luz
Milagro
El viejito levanta una mañana
Y se pone a bailar en los brazos de una chica imaginaria
Milagro
La flor empapada en ácido ofrece su perfume a todo el mundo
Embriaga al banquero y a la costurera
Viejo colador de café
Amigo mío tú no mientes
Tu ciudad zumba de milagro como abejas alrededor del limonero
Al paso de las sombras, mis pasos caminan
El hielo desierta el labio del pájaro
Los golpes de estrella, violentos en el bajo vientre
Un extraño sacudón recorre mi vida
A fuerza de mirar el vacio
El alba de mis ojos se matizó de purpura
Medellín, si te imagino
Pantallas de amores siniestros
Guiñan con las vidrieras de la calle 53
Los soles de baja tensión escupen la palidez de las sombras
Juro que nada me pertenece menos que tú
La noche apadrina la noche
La avaricia de una vela que niega su leche a los ciegos
No tengo bastón
Mi brújula es un planeta nudoso
Una mala rama que me impide tejer los hilos del atardecer
Me junto con el estuario de los autos muertos
Motores furiosos profetizan el fin de los siglos
Un hormiguero de sonrisas infantiles
Yo cavo
Mis uñas hambrean la tierra
El arqueólogo es un poeta vestido de turba
La sangre se corta hasta la sangre
Las congas suicidadas en el corazón del ritmo
Los cuerpos inertes se inundan de perfume barato
Los muertos son coquetos
Sus axilas tienen reflejos de berenjena
Las calles aspiran las calles en una loca espiral
Un hostal desesperado se languidece de una soledad
Hace bien embriagarse en el candor del petróleo y de las sábanas azules
Es tierno tu seno empalidecido bajo el dedo de las nubes
Nuestros abrazos nos ligan a una misma ausencia
Mi ciudad
Residencia de brasa
Inmóvil y atravesada de espasmos
Niña de epilepsia
Mi ciudad triturando con sus dientes
Las amatistas de contrabando
Mi ciudad traficando a contraluz los nenúfares tóxicos
Que ahúman los vidrios
Y dejan los hombres en el suelo
Una loca se vistió de autopista arrugada
Dispersa la cocaína a los cuervos de paso
A esta loca, yo le hablo pero no escucha
Sus orejas están infectadas de cifras, carcomidas de conchas y de hierros
Mi ciudad
Loca y ligera
Voluta de tabaco salvaje
Tú la loca
Espigando los coágulos de indiferencia
Medellín
Las tórtolas comen los restos del festín
Sus picos son duros como cuarteles
No tengo más reloj
El cuarzo me abandonó
Mis referencias están en la calle
La montana aúlla que la vida no es un suplicio
Que la menta y la salvia invadieron los dispensarios
La montaña dice que el vacío es una respuesta sin pregunta
Si saltas, entrevés la ecuación perfecta de los colores
Igual que la golondrina
Perforas el secreto de los vientos
La infancia tiene tortas para ofrecer
Pero la ciudad las aplasta
Los eslóganes pintados sobre los depósitos huérfanos
Estas palabras que decían ser en la raíz del mundo
Los poemas de claras tinieblas
Que corrían en fuente de sus pechos y de sus bocas
Mi ciudad
No te callas jamás
Tus cruces, sin cesar, han denunciado la basura
Tus edificios cobijaban monstruos de bondad
Monstruos melancólicos que bebían de la botella el rocío incendiario
En el pico de la ofensa nunca cediste
Cuando los pilones y los gamines se torcían de dolor
Mi ciudad de rebelión
Tus tripas volcadas sobre el asfalto
Tus pulmones en rejillas
Tus piernas que temblaban frente al revólver
Ciudad de rechazo y de entreayuda
Tu respiro no periclitó
Cuando el oxigeno faltaba a los satélites
Que los cohetes de apoplejía explotaban en pleno cielo
No cesabas de cantar que el otoño está en los árboles
Que la vida pertenece a aquellos que se bañan en la tormenta
Mi ciudad
Yo te reencuentro en la hora incierta
A la que los lobos devoran las altas parábolas
La jauría está siempre hambrienta
El hambre escupe su medida de fiebre
La fiebre perfora el hambre y las agujas hacen mal
Se transluce la esperanza
Los hospitales se vuelan
Ciudad de misericordia
Tus ángeles desafiaron los alambres de púa
Tus ángeles guardaron el cabo de buenas esperanzas
Y sus alas renacen con los blancos capullos.
Los tambores han parido otros tiempos
Otros exilios
Mi ciudad que patalea bajo los faroles del ron
Mi ciudad, mi alegría funesta
Mi ciudad adolescente
Boquiabierta delante de un pliegue de vestido
Tu corazón amenaza de parar
Al mínimo roce de encaje
Medellín se incendia bajo la cintura de una bruja
Las chicas de la noche son un poco magas
Poseen joyas marchitas
Y cambian sus juventudes contra una canción
Medellín, sentiste adentro los machetes sin hoja
Las navajas mal apagadas cortaron tus dudas
No olvidas nada, pero perdonas
La marea se evapora a las llamas de las costas
¡Depositen sus kalachnikovs en la nieve!
¡Cubran de laureles grises los tanques y las jeringas!
Al tribunal de las cenizas estamos todos condenados
Pero cada uno puede pretender la clemencia de una lámpara
Los pobres tienen neblinas espesas
En el extremo de los dedos
Ofrecen candelas fundidas a sus amores
Medellín, el cuaresma no es un lujo de rana
Hay que ayunar noches enteras
En la flaqueza de las paradas de los ómnibus
Para sentir en sus arterias el vuelo de un rosario
Vamos, por favor
Hacia islas asfaltadas
Ríos de panales y de plexiglás
No guardemos nuestras pieles de recambio
De prisa, compañeros,
El gris se engancha a nuestros silencios
Hay que terminar el espejo
El junquillo se escapa en la sangre de los toros
El humo sube en los corazones
Mi ciudad, te quiero marítima y lejana
Escapada de la tierra firme
El cielo está asaltado por vagabundos con manos lisas
El sudor carcomió la cuerda del ahorcado
Los escorpiones deambulan en las oficinas de cambio
Medellín, mi pradera de asfalto
Te respiro
Con la profundidad de un pozo de leche maduro
Medellín, mi tibia canícula
Tus perros sacan la lengua y lamen el periférico
Medellín,
Fracturas el horizonte de las cajas fuertes
Tus soles perforan la noche
¿Has leído el diario esta mañana?
La mandolina degollada
La portera estaba en la ducha
La ducha es inocente
La portera estaba desnuda
El culpable se escapó por la puerta
La puerta no dijo nada
Nadie se indigna
Una guitarra o un sueño, es un poco la misma cosa
Recojamos los arpegios asesinados
Tiremos a la escarcha los calendarios
Las últimas partituras
Compañeros, no nos alejemos de la risa
Yo sé, te han roto los dientes con una estrella pesada
La tinta lloraba en tu boca
Veo los cráneos antiguos barridos por el viento
Los insectos locos buscan la verdad
Sobre los restos de una ternura
No dejemos la frontera alegre
Las mujeres se burlan del invierno que salta a paso de mulo sobre la planicie
Riamos con las mujeres
Las viudas fosforescentes que hacen relucir el duelo
¿Quieres reír conmigo?
Te prestaría mi voz
Agotaría a tus labios auroras boreales
Los grandes árboles mayas se elevarán de tu garganta
Hermano mío, la ciudad ha traído tu médula
La muerte ha enviado al hilo de tus lumbares
Un blanco telégrafo
La ciudad te ha perforado de una sola bala
El cartucho del viento
Por todo en el suelo
Las rayuelas fúnebres
Los muertos juegan con las balas
¿Has visto esta estudiante ahogándose en el vientre del zorro?
Tuvo que estirar el pelaje frío de la bestia
Para devolverle la luz a esta pobre chica
La ciudad vuelve siempre
Germina al unísono de las manzanas
Al contrario de las flores
Te cuento si quieres
Una historia en migajas
En pedazos de porcelana
Mi historia ha rodado bajo los dedos de los gitanos
Se cargó del perfume de las cloacas y del ruido de los cometas
Un mendigo respiraba su miseria a la sombra de los rosales
Vivía en una catedral de papel higiénico
Cerca del parque Aranjuez
El mendigo tenía como sola compañera una lombriz
Que guardaba preciosamente en su bolsillo
Cuando la luz bofeteaba las callejuelas
Ponía suavemente la lombriz sobre un pedazo de cartón
La lombriz cobraba los colores del aire
A veces turquesa, a veces malva
Cuando el crepúsculo a medias palabras se rendía
Capturaba los matices de los bosques silenciosos
La lombriz no hablaba al mendigo
La noche llegando caminaba sobre su viejo abrigo
Y desafiando la jungla roja de su mentón llegaba hasta su oreja
Cantaba entonces muy tristes cantinas
Con reflejos de ruibarbo y de cardos heridos
La cantina se cambiaba en humo
Con ronquidos de engranajes
Zumbidos de basílicas
Esta música que los negros parían en los eclipses del látigo
Era para el mendigo un rojo catequismo
Al alba se levantaba, el orgulloso mendigo
Y nutría de saliva a su compañera
La lombriz brillaba como una caja de fósforos
Un día, sin prevenir, la lombriz se abrió a la llamada de las nubes
Sus alas ingenuas provocaron a los edificios
La lombriz se voló sin una mirada para el mendigo
Mariposa maquillada de incienso
Se fue a mezclarse con las naranjas del mercado
El mendigo lloró y la cólera llenó la reserva de su cráneo
Maldijo el vuelo de las mariposas
Triste historia, cantina negra que termina mal
La belleza es ingrata
Empapa sus mascaras en la agua viva
Y deja en sus cruces almas aisladas
Hay que ver los embotellamientos de almas
A lo largo de la avenida San Juan
Las almas turbo diesel
Las almas a inyección
Las almas que lloran bajo los limpia-parabrisas
Las almas atascadas entre las puertas
Las almas que se reflejan sobre las bellas carrocerías
Las almas que se vuelan de los caños de escape
Las almas ebrias de carbono
Las almas ahogadas en el combustible
Las almas que rugen en los motores
Toda la gran mecánica de las almas
Medellín, mi bella alma empujada sobre la avenida
Medellín, mi tinta nutriente sobre el desierto de papel
Medellín, mi chica maya con la bufanda de tiniebla
Medellín, viejo paisano con los pulmones de carnicería
Masticando la hoja de coca negra
Sobre los senderos del respiro
Medellín, tus yacimientos de higos y de nieve
Medellín, el Cristo callo sobre tus costados de pizarra
Se levantó con un arcoíris en la barba
Medellín, mi ciudad plena de barriletes y de billetes arrugados
Medellín, acuclillada en la sangre de mediodía
Medellín, tus uñas entuertan el cíclope de la resignación
Medellín, tus chicos bailan en la sombra
Sus caras transpiran contra el muro de las prisiones
Medellín, mi reina lúcida,
Tu corona cayó en el fuego
Medellín, ningún cirujano puede disimular tus cicatrices
Estas tapicerías de lágrimas que la noche borda en secreto
Silencio,
Las villas miserias mastican las migas marrones
Las campanas de la Iglesia San Javier
Tiemblan con las algas del purgatorio
Silencio, las colillas sobre la tierra se consumen
Una cabellera brilla en el medio de los alfileres
Los charcos de silencio
Los ríos de silencio
Los árboles de silencio
Los amores silenciosos
Extranjero en la ciudad
Clavo la luna a las puertas de las memorias
Paso bajo la rueda callada de los camiones
Las abejas escupen su polen frío
Silencio,
Los pobres tienen las manos azucaradas
La miel pegotea los suburbios
Silencio los poetas fusilan las últimas sílabas
En las habitaciones dinamitadas de polvo
Silencio, los diarios de la mañana anuncian los muertos del atardecer
Silencio
Escuchen la fuente que canturrea en las venas del mendigo
Den al que se abandona la mariposa de la alegría
Recen a la sombra de los pilones
Luchen en la belleza fecunda del mundo
Amen hasta perder el aliento sin esperar la lluvia
Siembren los almendros en la bruma
Mi ciudad de silencio
Funámbulo en equilibrio sobre la brasa
Silencio
Nuestros dedos
Nuestras voces
Tocan la transparencia
Medellín
El silencio renace al silencio
Traducción de Angélique del Rey & Ezequiel.
Julien Delmaire nació en Francia el 13 de febrero de 1977. Poeta y slameur, es considerado como una de las figuras insoslayables de la escena slam francesa.Él aparece en muchos documentales al lado de los más célebres representantes de esta cultura. Apasionado y creativo, practica el arte de la spoken word o slam desde hace más de 7 años y no cesa de escribir y de interpretar sus textos. Luego de más de ciento cincuenta lecturas públicas, en Francia y en el extranjero y de tres libros publicados de poesía, Julien Delmaire continúa lanzándose nuevos desafíos colaborando con otros artistas renombrados en el campo de la música, de la danza o del arte video. Desde el 2003, dirige numerosos talleres de escritura dirigidos a todos los públicos, escuelas primarias, colegios, liceos, universidades, IUFM, en medios carcelarios y por supuesto bibliotecas y las mediatecas. Pedagogo y feliz de transmitir el fruto de su experiencia artística es a menudo requerido en el marco de conferencias y coloquios para hablar del slam y de la poesía.
Julien Delmaire es uno de los raros adeptos del slam en ser estimado como un poeta por partida completa, invitado a salones del Libro para sesiones de dedicatorias o invitado a residencias de escritura en Francia y al extranjero. En 2008, fue invitado al Encuentro y al Salón internacional del libro de Saint-Louis de Senegal. La comedia musical que escribió –Modjo- acaba de recibir la distinción europea del Diálogo Intercultural. Julien Delmaire acaba de escribir su cuarto libro que apareció en mayo del 2009 en las Ediciones l’Agitée.
Julien Delmaire es un joven poeta que ha escogido dialogar con el público, palparlo, partir a su encuentro, sin artificios, y teniendo como bagaje su voz y sus textos. Interpelar, cuestionar, arrollar, conmover, tales son los objetivos que este poeta-slameur se ha propuesto, con una sinceridad y una técnica probada con años de escena él acompasa sus propios textos, a capella dentro de la más pura tradición del slam. Tan a gusto sobre las escenas nacionales y subvencionadas como en las mediáticas, los bares o en la calle, Julien Delmaire es un barquero de palabras.
De buena gana surrealistas sin jamás perder de vista lo cotidiano, los poemas de Julien Delmaire hacen viajar el auditorio adentro de un universo cautivante que viene a iluminar una lengua rica que se nutre tanto de argot como de clasicismo.