U Sam Oeur, Camboya
Por:
U Sam Oeur
Traductor:
Rafael Patiño Góez
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.
Antes del tiempo de mi niñez en la granja en Camboya, los Poetas Viajeros cantaban las profecías de Intda. Usaban alegorías para evitar que los acusaran de atacar al gobierno. Las profecías se centraban en un cataclismo que sucedería en Camboya en los años siguientes. Pero los intelectuales en Francia no prestaron ninguna atención a estas profecías; en cambio, se unieron a los comunistas vietnamitas y destruyeron su propio pueblo y su país.
LA PROFECÍA DE INTDA -1-
¡Los truenos en el este hacen el sonido traDOK!
los ancianos del pueblo cruzan los brazos y lloran
la hembra del cangrejo se arrastra hasta lo alto de la montaña para desovar
y la garceta blanca se mantiene escondida entre las cañas.
El árbol Bodhi da hojas aunque carece de raíces
la cobra incuba su veneno permaneciendo enrollada en su cubil,
los búfalos se ocultan para afilar sus cuernos
mientras el rey de los cisnes vuela en busca de un sitio para su nido.
Los petirrojos empollan los huevos bajo el árbol kongkea
mientras los negros cuervos llevan higos para regarlos en la tierra.
Todo el mundo los recoge y los conserva.
Después, se darán cuenta que estaban equivocados al hacerlo.
Las garcetas blancas de largo cuello hacen alarde
de que saben cuántos peces hay en el agua,
mientras las garcetas grises buscan comida en las ciénagas
disfrutando su vida muy discreta.
Aunque Sieha se pasea por ahí con un aire furioso
ellas siguen hartándose hasta el alba.
La tigresa sobrevive en su refugio en la selva,
se esconde en el momento apropiado,
y cuando los truenos retumban por todas partes
sale de su santuario para apagar las voraces llamas.
Aunque los toros y las garcetas blancas
parecen quererse en estos días,
como si fueran amigos íntimos
sus pensamientos son, de hecho, falaces.
Por otro lado, los tigres y las garcetas se mantienen separados;
nunca se encuentran.
Y cuando lo hagan
todas las naciones temblarán,
porque estos dos animales son feroces;
practican estrategias, tácticas y tretas;
ambos son poderosos
más poderosos que los rayos.
Ahora les pedimos que se levanten para contarlos:
¿de qué lado están?
¿están a favor de las garcetas, o son pro tigres?
Sólo aquellos que tienen visión pueden escoger bien.
Porque fui pastor de búfalos, mis poemas fueron bucólicos. El siguiente poema capta cómo fue mi vida temprana y refleja la poesía tradicional camboyana.
BUNG KRIEL
(El lago donde las grullas se aparean)
Los arrozales se extienden más allá del horizonte
donde el agua relumbra danzan las palmas,
donde las garcetas y las garzas aletean tras los peces
y los búfalos de agua se embisten, gruñendo como gigantes.
Los perdedores salpican como barcos de vapor aguas arriba.
Mientras el viejo búfalo corteja a su hembra
un joven búfalo la monta rápidamente
pero el viejo búfalo lo embiste y lo aleja a cornadas.
En el aire,
los pájaros se lanzan a la sombra,
las libélulas se apresuran y caen,
y los saltamontes se agazapan en la hierba.
Niños y niñas se agarran ligeros
—algunos juegan a escondidas y gambetas
algunos cantan en los árboles,
otros se tienden en la sombra.
Cuando el sol traspasa el horizonte,
los pájaros se dispersan y vuelan
en ordenadas bandadas a sus nidos
y los pastores llevan el ganado al establo.
Cuando la oscuridad cae en el llano
insectos, salamanquesas y ranas acunan este reino.
Un millón de estrellas cae por doquier
y los campesinos se duermen en paz.
Durante los sesentas, se cumplió la profecía de Intda, pero solo a lo largo de la frontera entre Camboya y Vietnam. Luego en 1970, “el petirrojo empolló sus huevos bajo el árbol kongkea” y “los negros cuervos llevaron higos para regarlos en la tierra”. Después, en abril de 1975, la profecía se realizó plenamente.
LA DECADENCIA DE LA CULTURA
En mayo del 75, escondí la preciosa riqueza,
empaqué arroz blanco en las maletas
y ropa vieja, un pequeño horno de hierro,
ollas, sartenes, platos, cucharas, un hacha, un azadón,
un poco de pescado curado en pequeños recipientes de plástico:
lo puse todo en una carreta y la arrastré hacia el este
bajo la luna llena.
“¡Ah, el hogar, el hogar! el suelo sagrado donde vivíamos felices,
el patrimonio construido, poco a poco, por mi padre,
¡Oh, la fuente de Naga con sus siete veneros,
preservando nuestras tradiciones de antaño!
¡Oh, Monumento de la Independencia! ¡Oh, biblioteca! ¡Oh, libros de
poesía!
¡Nunca podré cantar de nuevo los poemas de inspiración divina!
¡Oh, palabras quintaesenciales de los poetas!
¡Oh, artefactos que nunca podré tocar o ver de nuevo!
¡Oh, Phnom Penh! ¡Oh, pagoda donde adorábamos!
¡Oh, Angkor Wat, sublime monumento a
las aspiraciones de nuestros viejos antepasados jemeres!
¡Ah, puedo ver a través de estas tres selvas!
No estaré en ninguna parte,
no tendré noche,
ya no tendré días,
seré un hombre sin identidad.
“Dolor por las camboyanas
que fueron fieles a sus amados;
ahora vagan insomnes,
en cualquier rincón de sus hogares.
¡Oh, árboles rang, campos de desove,
convertidos en zancos quemados por la conflagración del Pot-Sary.
Aniquilen los árboles rang, las palmas de azúcar,
la República Jemer!”
No hay más intelectuales, no más profesores:
todos se han ido de Phnom Penh, llevándose los niños,
desposeídos, engañados hasta la última persona,
desde el culí hasta el rey.
Mientras buscábamos un refugio, un jemer rojo armado nos arrestó y nos envió a las fosas comunes. Pero nos escapamos en mitad de la noche y nos fuimos sin rumbo fijo. Nos arrestaron en Angkar y nos enviaron a un campo de trabajo forzado. Allí cultivábamos arroz noche y día, a veces hasta dieciocho horas al día. Después de la cosecha en Angkar, nos enviaron a otro campo de trabajo forzado en la parte nororiental de Cambodia, llamada Prek Ta Am. Allí tuve las experiencias más tremendas de mi vida. Pol Pot dio la orden de que todos los recién nacidos fueran muertos. Mis dos mellizas fueron estranguladas al nacer.
LA PÉRDIDA DE MIS MELLIZAS
En una noche profunda de octubre de 1976
cuando la luna estaba llena
y hacía un frío que calaba los huesos,
Empezaron los dolores de parto de mi esposa.
Busqué una cama, pero eso era pensar con el deseo;
me sentí muy impotente. Aparecieron dos parteras:
una se acuclilló sobre el vientre, y después hizo fuerza
mientras la otra metía las manos y sacaba de un tirón a las bebés.
¡Qué dolores tuvo que soportar mi esposa
cuando dio a luz a la primera bebé!
“Muy bonitas eran, como yo quería, pero esos desalmados
las ahogaron y las envolvieron en plástico negro.
“Dos bebés bonitas…
¡Buddoh! ¡No pude hacer nada para salvarlas!”,
murmuró mi madre.
“¡Aquí tiene, Ta!”: las parteras me dieron los atados.
Postrado como si estuviera entrando al infierno,
tomé las bebés en mis brazos,
las llevé a la orilla del río Mekong,
y mirando fijo la luna, aullé:
“¡Oh, bebés, nunca tuvieron la oportunidad de madurar,
sólo sus almas me miran ahora desde allá arriba.
Su papá nunca las vio vivas, niñas…
perdónenme hijas, las tengo que dejar aquí.
Aunque voy a enterrar sus cuerpos aquí,
ojalá sus almas me guíen y velen por su madre.
Guíennos en esta selva
y ábrannos camino hacia la Triple Gema”.
Los jemeres nos forzaron a construir represas, canales y diques, forzaron a miles de hombres como esclavos a construir una gran represa en un lodazal. Durante un mes, no podía imaginarme una idea tan estúpida, así que mascullaba: “Esta represa se la llevará el primer monzón.” El jefe de mi grupo, llamado Sok, me oyó murmurando y le informó a un alto mando jemer que yo me estaba burlando de ellos, y por eso me envió de nuevo a las fosas comunes (Sok me contó esto después de que Pol Pot fue derrocado por Vietnam en febrero de 1979, y camino a casa pasé por su aldea). Pero el hombre de la carreta tirada por un buey que nos llevó, nos abandonó, sin comida ni nada, en un sitio desierto a la orilla del río Mekong. Yo me puse a pescar y conseguí un montón de pescado para la familia. A las dos semanas me enfrenté a una cobra enorme. Recuerdo que mi madre me contó desde otro reino que en mi viaje a través de tres selvas, encontraría una serpiente así. Me dijo que le hablara a la cobra como a una naga (serpiente sagrada), si no me picaría y me mataría. “No comas serpientes en esos días”, me advirtió mi madre.
LA COBRA BÚFALO DE AGUA Y EL PRISIONERO DE GUERRA
Trabaja, trabaja —talando árboles, descuajándolos, despejando monte,
transplantando arroz, sin un momento para descansar.
Al mediodía, solo, cuando despejaba un cañaveral,
una bella cobra negra
abrió su capucha frente a mí, demostrando su poder.
Pensó que yo era su enemigo.
“¡Es bella, como en las películas indias!”,
exclamé en voz baja con las rodillas temblorosas.
“¡Oh, cobra! Tu carne y tu sangre son de verdad
la carne y la sangre de Buda.
Yo soy sólo un prisionero de guerra
pero no soy tu alimento.
Tú, cobra, eres libre,
y si mi carne es de verdad tu sangre,
defiéndeme con los espíritus de esta laguna
para llevarme a los tres refugios del Buda.
La cobra me miró fijo con amorosa bondad
y luego bajó la cabeza.
se alejó hacia el sur deslizándose en la laguna
y yo volví al trabajo de sobrevivir.
Después de que Vietnam invadió Cambodia en noviembre de 1978, en febrero de 1979, mi familia y yo emprendimos camino hacia nuestra casa en Chbar Ampeou (campo de caña de azúcar). En Wat Prek Dambok vi esqueletos de niños colgando de un árbol krasang marchito.
EL ÁRBOL KRASANG EN PREK PO
En el 75 el árbol krasang estaba florecido
y dio fruto para la sopa de toda la aldea.
Para el 79 se había marchitado y sus espinas
estaban adornadas con cabello de bebés, su corteza manchada con sangre.
En el 75 al árbol krasang lo rodeaban
personas buscando refugio.
Para el 79 lo rodeaban
esqueletos de bebés machacados
contra el tronco por los utapats.
Los utapats dijeron: “Para aniquilar
la hierba, arránquenla diariamente”. ¡Oh, hierba!
¿qué pecado ha cometido la hierba?
Después de la invasión vietnamita
seguí el río Mekong hacia mi casa.
Me detuve, exhausto, enfermo, a descansar aquí,
en el segundo piso de un ashram abandonado.
Me eché a dormir en una completa oscuridad,
pero los cráneos aplastados me hacían temblar.
Medio dormido, oía los lamentos de las almas
de los niños pidiendo una explicación:
“¡Ma! ¡Oeuy! ¡Oeuy! ¡Ma! ¡Ma!
¿Qué hicimos mal?
Los utapats nos asesinaron,
agarrándonos de los pies
para destrozarnos sin piedad,
rompiendo nuestros cráneos
contra el árbol krasang.
Nuestra desgracia fue haber
nacido en medio de una guerra
para nunca ver las caras de nuestras madres.
¿Qué querían de nosotros los utapats?
¿Por qué estaban contra los hijos de Dios?
¡Cómo se atreven a menospreciar a Dios!
Esa noche, permaneció conmigo el olor de la sangre.
Al amanecer, bajé y encontré una gran capa de vainas de arroz
manchadas con sangre hasta un metro de profundidad
evidencia de una masacre más reciente.
Luego oí el alma ahogada del árbol krasang
empapado con la sangre de los niños. Los utapats
habían matado sus frutas con el fruto de nuestras entrañas.
Ninguno pudo escapar.
En septiembre de 1992, el International Writing Program de la Universidad de Iowa, Iowa City, me invitó a los Estados Unidos, y ese fue el principio de mi exilio. En esos primeros días allí yo pensaba que el nuevo gobierno elegido de Camboya, organizado por las Naciones Unidas en 1993, iba a destruir por completo el cuerpo y alma de Camboya.
LA GIMIENTE NATURALEZA DE CAMBOYA
Las palmas de azúcar gimen; los banianos sollozan;
las selvas, las montañas claman por un líder ideal;
el gran lago tiembla de miedo por los buscadores de petróleo,
porque la generación de los arrogantes está de vuelta.
Los nimes le tienen miedo al desarrollo rural,
a la ciencia, al progreso: la fauna y la flora desaparecerán seguro.
Las aguas negras contaminan el medio ambiente… sin remedio.
¡Oh, Camboya, mi amada patria!
¡Oh, pejerrey, caballas, carpas, bagres! ¡Los peces pequeños que ya no hacen
burbujas, el pez gato, el beluga,
las anguilas, las ranas no encontrarán más agua!
¡Oh, mi triste pueblo jemer!
Los jemeres lucharon por la paz, pero cuando la guerra terminó,
nadie encontró tierra para cultivar arroz.
No encontró lagos o ríos donde pescar,
mientras los niños lloraban ansiosos por un bocado de arroz.
Para cocinar, hasta tenían que comprar la leña.
¡Eligieron un líder que resulto ser un césar!
Siguieron al Partido esperando que les diera una choza,
pero cuando ganó, se las dio a vietnamitas y a chinos.
Cuando los vietnamitas se pelearon entre sí, el rey
huyó, suplicando a los jemeres que ayudaron al Vietcong a matar jemeres.
Los despojados sobrevivientes, inválidos y ciegos, le pedían a Dios ayuda
para librarse de las cadenas, los grillos y los cepos.
Que las almas de los masacrados
le rueguen a Dios que nos traiga un bodhisattva
para encarnar en el arquitecto maestro
que restaurará la justicia en nuestra tierra maldecida.
PROFECÍA DE INTDA 2
Compadécete de Nokor Kok Thlok-
en los viejos tiempos, tuvimos una vida sin preocupaciones,
ahora, dos hombros cargan tres troncos,
y los nativos son forzados a murmurar contra ellos mismos.
Los simios lanzan su progenie a los tigres
como manjares para paladares embotados-
ellos no tienen piedad por su propia carne y sangre-
el hambre de poder ha aturdido sus sentidos.
Oh, qué pena por el Rajá Sieha.
¿Por qué buscas refugio en el Himalaya?
No has aparecido para darnos consejo.
¿O hemos hecho algo que te ofenda?
¿Has notado que los lagos se secaron?
¿Que ha habido una sequía y que todos los peces murieron?
O es porque dos hombros cargan ahora tres troncos-
¿Es por esto que no has aparecido?
En tu larga ausencia, nos preguntamos qué va a pasar enseguida.
¿Vas a esperar que el preceptor te encuentre y te guíe de regreso?
¿O es a causa de que no encuentras una sombra dónde detenerte?
¿Es por ello por lo que no regresarás?
¿Por qué no tienes piedad de nosotros, seres sensibles
que han sufrido agonías indecibles?
Hoy en día no encontramos disfrute en nada,
sólo frustración y angustia.
Y ahora todo se estropea:
los cocodrilos se ahogan en los ríos.
Acaso sabes que los peces temen a los lagos,
y los cachorros de tigre temen a sus madres, y las nutrias temen a los peces.
Las anguilas temen el lodo, las garcetas temen los estanques.
Ahora el pequeño simio sabe hablar
y hay un gran árbol con tres escaleras,
donde hombres y mujeres se enamoran de demonios.
Secas calabazas naufragan en los arrozales,
mientras flotan por doquier rotos platos;
esto es llamado agitación social.
Y cuando hay truenos en abril, la lluvia rebosará las tierras,
inundando los arrozales y los jardines,
inundando los cinco ríos, los lagos y los estanques,
entonces los peces estarán jubilosos.
Eso alivia sus miserias; ellos sonríen a causa de la lluvia.
Algunos han visto una luz muy adentro en las junglas,
extendiéndose hasta una dama de bellas formas.
Incluso aunque su sampot* está sucio, ella no lo lava,
porque hay torrentes que arrecian desde la cúspide de la montaña.
*Sampot es un atuendo largo y es traje emblemático de Camboya
EL MUNDO CAZADOR
Es un mundo extraño-
incontables serpientes de toda clase
yacen como centinelas, listas a golpear
en cuanto altere mi ruta;
De repente una joven va caminando a mi lado,
luego dos más vienen también;
mientras me abro paso entre este mundo fluido,
las escucho que hablan acerca de cacerías;
“le asesté a un ave con mi ballesta”,
dice una joven alta,
y todas ellas comienzan a hablar
acerca de cuán maravillosas fueron sus cacerías.
Llegamos a un poblado desconocido
donde las aves vuelan sin cesar
por encima de los cazadores;
Cuidadosamente, ellas apuntan
y derriban algunas
con sus ballestas;
Ellas atraviesan
los corazones de las aves y ríen.
EL MUERTO AULLANTE
Yo no supe que ustedes me habían cremado
hasta que no pude encontrar el dedo meñique
de mi mano izquierda. Gemí durante horas
y quise verte una vez y para siempre.
Vine a hacerte visita,
vadeando hacia atrás como los vapores
en una tranquila tarde de abril, y vi
muchos rostros familiares con los labios soldados
por el complejo de industria militar
Y cuando llegué a tu puerta,
que acostumbraba atravesar libremente,
me sentí horrorizado por unas cruces en el umbral.
¡Oh, amor mío!
Tú induces en mí perpetuas penas.
En adelante mi mundo es diferente.
En adelante viviré en los árboles.
Escucha mi aullido a través de los vientos,
mira mis pesares a través de los cielos grises,
siente mis lágrimas a través de las lluvias,
¡Oh, mi incomparable amor!
DECISIÓN
“No evadiré
responsabilidades
y no me someteré
a los enemigos.”
¡Me siento avergonzado de los Sacham,
y me siento culpable
por los inocentes!
Tu maja está hecha de madera de pong-ro
desposaste una joven con un solo seno,
y posees un toro cuyo mechón está en el lugar errado.
Tu estanque está hacia el sur de tu casa
y tu pozo está hacia el oeste.
¿Qué piensas que puedo hacer al respecto
cuando apenas soy un gato?
PESADILLA
Enrollado en la cama, hecho un ovillo
como un bebé en el vientre,
deseo que ellos jamás
crucen las fronteras.
Desorientado, de algún modo me hallo a mí mismo
al borde del bosquecillo de bambú
a campo abierto.
Y el retumbar de los tanques
y el trepidar de las pisadas de los soldados
vibra en cada espina del bambú.
Pronto los gritos de
“¡Cójanlos!
¡Cójanlos vivos!”
remueven mi sangre,
hacen que entrechoquen mis rodillas.
Me quito la camisa,
escondo el rostro,
abrazo un tronco de bambú,
retengo mi respiración,
deseo de nuevo:
“¡Oh Dios, cambia su parecer!”
Mientras se acercan más y más
Me vuelvo más y más pequeño
Lo suficientemente pequeño para entrar en el trono de bambú.
Pero canto aún con temblorosa voz-
“¡Buda!”
Una hoja de hierba
puede soportar gotas de rocío,
¡no fragmentos de vidrio roto!
“¡Dharma!”
Una hoja de hierba puede soportar gotas de rocío
¡pero no pedazos de metralla!
CANCIÓN DE CUNA DEL ABUELO SUO
“¡A dormir nieto –a dormir!
No llores nieto.
No tengas miedo- los tigres no tienen garras
Y los elefantes africanos no tienen colmillos.
Abuelo les dijo que no escaparan
Pero todos ustedes nietos se fueron-
Pusieron velas a través del Río Mekong,
Caminaron a través de los bosques.
Ustedes nietos descansaron a la sombra del fresal
Luego, nietos, se fueron de nuevo-
Entonces descansaron bajo las hojas del cocotero,
Durmieron bajo las frondas de la palma sin ninguna preocupación.
Oh, nieto, te convoco a la cúspide de la montaña-
Dices que el Abuelo miente,
Luego te arrastras ribera abajo
Hasta el lecho seco, donde suplicas ayuda.”
Febrero, 1975
LOS ELFOS OCULTAN A MI BÚFALA Y A MI HIJO
Para Ken McCullough
i.
Trabajo de 3:00 a.m. a 10:00 a.m.
antes que deje descansar a mis búfalos
para que ellos fisgoneen mientras voy
a buscar agua para mi esposa y mi hijo.
Me ocupo en esto y aquello,
sin pensar en mis búfalos-
estoy obsesionado, noche y día, buscando
la paz para mitigar estas agonías.
A las 3:00 p.m., busco a mi
búfalo para engancharlo y
fertilizar cinco hectáreas de campos de arroz,
reservando tiempo para jugar con mi hijo.
Pero no logro hallar a Cuernos-cortos - busco
en cada matorral, pero ella no está en ninguna parte.
Le pregunto a Muchacho-Gordo, “¿Dónde está Cuernos-cortos?”
con voz entrecortada por el miedo.
Entonces salto sobre su lomo y
lo golpeo con mis talones para que galope.
Buscamos arriba y abajo – ni rastro.
Entonces me apeo a encontrar a mi hijo.
La búfala se ha desvanecido.
Y también mi hijo. Ahora mi vida sí está
acabada. Grito a través del bosque:
“¡Oeuy, hijo mío! “¡Oeuy, hijo mío!¿Dónde te has ido?”
Hacia el norte, clamo por mi hijo;
Clamo a través de toda la muda jungla.
Vadeando por entre los lúgubres pantanos, clamo
al límite de mis pulmones por él:
“Oh, hijo a quien amo, ¿dónde te encuentras?
Oh, devas, espíritus de los árboles,
encuentren a mi hijo antes que se oculte el sol.
¡Abuelo Kosei! ¡Padre Naga!
¡Princesa Kramum! ¡Pido Mean Roeuddhi!
¡Borei Indranimitta! ¡Espíritus
Phnong de este vallecito! ¡Krabum Chhouk y
Krabum Chheh, mis ancestrales espíritus,
Guíenme hasta mi hijo por favor, por favor
¡sálvenme de mi propia ejecución!
Oh, Abuelo Suos, yo te imploro,
apártame de una muerte violenta!”
Renuncio y retorno a mi choza.
Mi hijo está jugando junto a la puerta.
¿Prololeung ha visto a Cuernos-cortos?
“He estado aquí con ellos todo el tiempo.”
ii
El sol naufraga; la noche asume el control.
Ancianos vociferan entre ellos:
“¡El ganado del abuelo se comió un acre de retoños!”
-precisamente la evidencia que ellos necesitan.
iii
La siguiente mañana a las nueve, el jefe
le dice al patrón de la cocina que guise
para mí arroz al vapor y carpa frita – ¡Ah!
-mi primera comida decente en tres años.
El verdugo, con una cuerda enrollada
en torno al hombro, mira atentamente mientras comemos
en silencio. ¡Entonces Cuernos-cortos aparece!
¡Todo el mundo se desternilla de la risa!
“¡El abuelo Oro es afortunado! ¡Él ya casi
viajó a la aldea de los huesos blancos!”
finjo no saber lo que quieren decir
y permanezco atiborrándome de arroz.
-Sre Pring, Choeung, Snuol, Kratie, junio 1977
SUEÑO EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN PHTDOWL
3:00 a.m. – es tiempo de levantarse
y pararse en las filas, para que el jefe
del campo cuente nuestras cabezas;
para él, no somos más que fuente de ingreso.
4:00 a.m. – aún oscuro, el trabajo comienza;
en el frío, cosechamos el campo de arroz.
Nuestros dientes se entrechocan, nuestras manos tiemblan.
Después de cosechar, arrastramos los manojos para trillarlos.
De noche, después de la colada, tenemos un encuentro de “vida”
para confesar y permitir que Angkar nos corrija: “Yo he
trabajado duro…si incurro en más faltas, puede samohapheab
castigarme y ponerme ¡en la senda recta!”
Después de la reunión trillamos el arroz.
El jefe nos ordena acabar en una noche;
la medianoche pasa sin advertirla, empero los atados parecen multiplicarse.
Después del trillado, me siento exhausto.
Una vez que mi espalda está en tierra, me desmayo.
Mi alma camina al este hasta una diminuta cabaña
desciendo hasta el suelo donde dos hombres de mediana edad
se sientan frente a frente. Deben ser dioses del bosque.
Un hombre toca una guitarra de largas cuerdas,
el otro canta melodiosamente.
Mientras permanezco escuchando, siento desesperación
de que mi pueblo nunca haya encontrado paz.
Entonces me uno al canto:
“Oeuy – bajen su vista hasta nosotros, ¡oh dioses de la tierra!
Mi pueblo, hombres y mujeres, sufren más allá de toda expresión.
Ellos trabajan duro día y noche,
ellos sorben colada, empero ellos todavía cargan faltas.
¡Abre tus mágicos ojos, Dios-Padre!
¡Mira a Camboya! ¡Libera a mi pueblo!
Están en el infierno: niños, ancianos, hombres, mujeres.
¡Oh, Dios, libéranos de la agonía y el miedo!”
Yo canto y canto en voz alta, hasta que
un cerdo asado con su frente abierta
se levanta temblando, se pavonea sobre sus
patas traseras y salta de la bandeja.
Canto para invocar a los poderosos dioses
que salven a mi pueblo de la extinción. Y justo entonces
un rinoceronte irrumpe desde el lejano sur
de donde me paro a cargar el cerdo asado.
Canto más alto y más alto, haciendo eco entre las junglas.
El cerdo asado y el rinoceronte pelean ferozmente.
Canto hasta que el rinoceronte lanza por los aires de una embestida al cerdo -
Él aterriza sobre el lomo, patas arriba. Cuando despierto, es mediodía.
Octubre, 1977
EL ÁNGEL EJECUTA
UNA DANZA CELESTIAL
Para Ray y Stella Young Bear
Un inmaculado tapete de hierba;
el verdor se extiende más allá del horizonte.
Un ángel con cabello del color del oro
y la complexión del marfil pulido
hace oscilar su cuerpo con las hierbas.
Mientras ella danza un ballet clásico
su largo cabello flota en el aire
en una forma que deslumbra mis ojos.
Luego danza a la manera de una mariposa.
La brisa mantiene su cabello levantado en una aureola.
Cuanto más tiempo contemplo su danza
más indescriptible se hace su belleza.
Solamente Dios es mi testigo en esto.
Oh, perla de Naragaja,
¡Es increíble!
¡Habré de atesorar esta escena en mi mente para siempre!
-3:00 a.m., junio 22 de 1986
ENCANTAMIENTO LUNAR
Para Virginia Black
Un gato maúlla, y maúlla…
Yo respondo maullando al gato.
Son las 10:00 p.m.
Está silencioso y apacible.
Miro a través de la ventana;
Veo un disco blanco a través del follage.
Apago la luz,
preguntándome si acaso sueño.
Oh…estoy a seguro en mi refugio
en Brown Street, en la ciudad de Iowa.
Me calo los lentes,
observo de nuevo el disco blanco.
Todavía es blanco.
Me quito los lentes,
miro atentamente el disco blanco flotando hacia mí,
más arriba y más arriba encima de los árboles.
Busco el gato-
el gato se ha ido.
Puede ser que él o ella me estuviera diciendo:
“¡Mira, es la luna llena!”
En los viejos tiempos, mis ancestros
hacían cosquillas a los niños para que miraran
a la luna y pidieran: “¡Oh, bella luna,
pueda yo tener un montón de arroz frío y un pez asado!”
Esta noche estoy solo
disfrutando la belleza de la luna llena.
Ellos acostumbraban decirme que las sombras sobre
la faz de la luna eran un árbol bodhi
y en su sombra una mujer vieja
se hallaba sentada ante su telar
tejiendo tela de seda
para la gente de la tierra.
Un eclipse se daba cuando Reahou venía a
hacerle el amor a la luna, y cuando ella lo desdeñaba
él se la tragaba. Un mal augurio si ella resbala
entre sus costillas, una cosecha completa si él la vomita.
Pero ahora los hombres han caminado sobre la luna
y nunca han encontrado aquel árbol bodhi,
ni a la mujer vieja, ni al telar.
Aquellas sombras eran formadas, al parecer, por montañas.
Siento lástima por mis ancestros,
sabiendo que aquella historia no es cierta.
Pero ellos daban a sus hijos la esperanza
de que algún día tendremos prosperidad.
Dice una vieja profecía, “La luna hace un arco
sobre el sendero de nuestras vidas. El hijo
nació antes del padre, y el nieto
lleva al abuelo a dar un paseo.”
Otra dice, “Cuando la astilla de una luna
apunte hacia el noroeste de Camboya,
nuestro país se hará venturoso. En ese momento
los títulos de los oficiales de alto rango serán cambiados.”
En mi campo de visión, aquí en América,
la blanca luna flota de este a oeste,
pero cuando llegue a Camboya, estará
sobre la frontera del este otra vez, estoy seguro.
¡Oh, Luna Llena, dale mis mejores deseos a Camboya!
Esparce agua bendita sobre Ella,
¡Devuélvele Su felicidad!
¡Báñala con tu luz de Paz!
-junio 4, 1993
U Sam Oeur nació en Camboya en 1936. Ex miembro del Parlamento de Camboya y ex delegado de la ONU. Sobrevivió durante cuatro años a seis campos de concentración del régimen de Pol Pot, fingiendo ser analfabeta y destruyendo los manuscritos de su obra literaria. Perdió en ese tiempo a la mitad de su familia, y puesto que había sido criado en una granja, pastoreando búfalos de agua y cuidando arrozales en la exuberante campiña camboyana, pudo adaptarse a los rigores del trabajo agrícola forzado. Con Ken McCullough co-escribió el libro autobiográfico Crossing Three Wildernesses, donde evidencia no sólo la riqueza mítica de su país y su tradición cultural sino también el tránsito por las selvas de la enfermedad, el hambre y la brutalidad de la guerra. Traductor de Walt Whitman al Khmer, a finales de los años sesenta realizó estudios de Literatura en Estados Unidos, donde reside actualmente. Devoto budista, en 1996 publicó el libro de poesía Sacred Vows, que es no sólo un triste lamento sobre el genocidio en Camboya sino también una conmovedora declaración de esperanza. De dicho libro afirma Arun Gandhi: “Como el bello lirio que tiene sus raíces en el fango, la poesía en Sacred Vows, es la voz de un corazón afligido emergiendo de la sangre y la cornada de la violencia. Un libro que todos los constructores de la paz deberían leer”.