Claudia Trujillo (Colombia)
Por: Claudia Trujillo
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.
Canto VI
Del libro Extranjera
Atrapada en un viento de sal
la luz de mis labios
se convierte en nieve.
Noche a noche
soy exhortada por la locura del aliento
para tomar con el corazón
lo negado a mis manos.
Tan sólo por azar
se sublevó mi arcilla contra el cielo…
dolida ceniza del espíritu
esparcida a mi pesar
entre los hombres.
Tan fatigado viaje,
para sabernos al fin
más transitorios
que el fugitivo canto de los pájaros.
ENCANTAMIENTO
Como si recogiera flores en el monte
junto palabras
y su perfume
se convierte en tu nombre.
Secreta presencia que se tiende sobre mi casa,
semejante a un ángel
que se arroja del cielo para cubrirme.
... al igual que el que otorga la respiración y el pensamiento
me atrapas en la sustancia sagrada de tu silencio
y una fuerza secreta en los labios del mago
me crea y me destruye
me sueña y luego me abandona.
... pero mi voz está proscrita por tu aliento,
y si te nombro por tu nombre
ya no existes.
FOTOGRAFÍA
Solo el discreto canto de las hojas
solo el viento sagrado
sola la luz bañando el patio
solo
y al hallazgo del cielo
el humilde perfume del limón se empina al aire,
mientras un pájaro cruza mis ojos
con la única tarea de recordarme el paraíso.
Lo Receptivo , La Tierra / La Gran Madre
“ Para el hombre es señal de suprema sabiduría lograr que sus actos sean tan obvios como los de la naturaleza"
I CHING
I
Una plegaria de barro
se cuece entre las manos de los hombres.
La lluvia fecunda el sacrificio
en el corazón de la noche.
Luego amanecen los días
y el sol atrae en su aliento
al diente de león.
Como un acto de magia
se tornan verdes las palabras,
mientras el viento
jugando en la pradera,
le hace la corte a las matas de maíz.
II
Tierra
mi casa de lumbre
donde el eco de tambores celestes
ha hecho nido entre las hojas de los árboles,
y en las palabras y en los labios
de todas las hablas.
...lugar donde se agita misteriosamente el paraíso,
ante la perplejidad de nuestros ojos.
III
En la tierra, el lago
en el lago, el cielo
en el cielo, el fuego.
Círculo sagrado.
PARA FUNDAR LA REALIDAD: UNA PALABRA
Bajo el extraño hechizo de las palabras nos tendemos subyugados por una hermosa asfixia, fascinados todo el tiempo por la belleza que arrastra el corazón a cierto resplandor en la tiniebla.
Comenzamos a devenir, cuando la palabra nos es revelada como el único truco posible para fundar la realidad.
Hundir las manos en la escritura quizá tan solo trate de hacer visible, lo que ya de por sí es sagrado.
Hay un deber oculto en cada poema; el ejercicio de aprehender el mundo desde el silencio, de asir su respiración, de capturar su perfume… como una fotografía que no cesa, … y con la misma tozudez, sembrada en sal la mirada, leer la amargura en un golpe de abismo; fisura de ser, pregunta insomne.
La boca de la vida luminosa y de la muerte oscura, su sentencia callada, es a la vez, la boca y la sentencia de la poesía que vigila los límites entre lo sacro y lo profano que vela por su equilibrio secreto.
Así la poesía se torna la hija del piélago y trae en su aliento la antorcha de la verdad y de la gracia que ha descubierto, atravesada por las razones de la intuición, posesa por la iluminación de lo divino.
El poema nace de un estado extremo de tensión, del fustigamiento por la pregunta, de la diáspora, de la desilusión intensa, de la necesidad de liberar el alma de la carne, del anhelo de restituirse al todo, de borrarse de ese todo, en la palabra.
Una inmensa urgencia de poblar el ser de las cosas, hurgar su sentido, hallar su desnudez y su fatalidad, con la esperanza de que al palpar su intimidad, nos sea ofrendada su alma; y por comparación y por resonancia y por analogía, también la nuestra.
Se hace patente que aquello que permanece a la sombra, iluminado tan solo por la fuerza de la imaginación, reinando desde su invisibilidad, aquello que no se retiene con la cifra del aliento para ser comunicado al mundo; es justamente “la evidencia oscura” de esa otra luz que no se atrapa con la razón.
Ya de por si la palabra es portadora del equívoco, del significado errático. Todo acto de nombrar es apenas la aproximación, la ilusión, el sueño de la sustancia sagrada; mas no la sustancia misma. Toda palabra es la quimera, el éxodo que huye y se pierde entre la niebla.
El encantamiento, la seducción velada y vaporosa de la poesía, radica justamente en la precisión para aprehender el espíritu entre el humo, el alma que se esconde entre el vaho. Su contundencia debe hacer florecer ese silencio, esa intangibilidad en un aliento preciso, justo habitante del fuego de ser, firme y erguido en su existencia de viento.
Solo el silencio cobija el símbolo intacto, salvo si hallamos, como el mago, la palabra plena, la palabra exacta que permita transfigurar el pensamiento en realidad inaplazable, la poesía en acto rotundo.
Mago
Flota sus manos en la oscuridad
para amasar el mundo;
juego de niños.
Como el regalo
que nos es propio
inventa el azar...
Tras el velo de la materia
esconde su herramienta,
guarda el cielo...
...allí los elementos secretos
de su oficio:
allí su pensamiento sin término,
su devoción por lo inédito
su pasión por lo eterno,
lugar de la ilusión
corazón puro.
Como centro de todo prodigio
edifica los sueños
sobre el polvo..
Ojos y boca
desbordan lumbre divina
sobre la carne...
ahora sustancia herida,
realidad que se libera,
para ser pájaro
o verso
o casa sobre la tierra.
Mago:
palabras de silencio,
actos de fuego.
Ciudad de Niebla
I
Marejada de viento negro.
Sin fuego,
la lluvia permanente
entre los ojos y el alma.
El beso húmedo del tiempo
canta su historia
bajo días antiguos de sol y polvo.
¿Dónde, juego del bosque bajo los pies desnudos?
¿dónde la tierra,
infancia perfumada de luciérnagas?
¿ el rio blanco de lotos y peces, la paja de las chozas…
el humo con sabor a coco?
¿en qué rama, en qué árbol, hacen los pájaros sus nidos?
Negra boca de la ciudad
y sus ruidos
y sus luces voraces sin estrellas
y sus calles que hieren el mar,
y sus edificios que ahogan el cielo.
Un ángel de neblina flota en los sueños…
allí se escucha el goteo sucio de los horas
rompiendo el corazón.
Allí, toda belleza es triste.
II
El aguacero lava la memoria para siempre.
Las casas tan lejos de la casa
el calor frío en los zaguanes
una vejez recién nacida
el viento no alcanza
la ropa cuelga hacia el vacío.
En las paredes
los niños pintan sus lágrimas.
FE DE VIDA
En la palabra o en el silencio de todas las bocas,
en la fosforescencia de todas las tardes
en la oscura jornada de las noches
en el acto sagrado de las horas
en el territorio del sueño y en el de la vigilia
en el rellano de todas las cosas;
enigmática
inocente,
tiembla la vida
como augurio permanente de mas vida.
Extraña certidumbre del tiempo que falta por venir...
al igual que una hermosa maldición,
la vida
es nuestro único bien.
HUESPED BOREAL
...Ese; huella del ala apenas
sube y torna
es el que ofrece y es la ofrenda
el que oficia el misterio
es el misterio.
Iniciado
como la palabra que crea cuando nombra,
ágil dibuja el patio
contornea la fuente donde bebe
conjura la luz,
y sin tocar la piedra ,
hace vivir su danza en ella.
...Ese, albergado siempre en el ojo lleno de alturas,
bien podría ser el ángel
bien podría ser el pájaro
bien podría ser el verso…
...porque en todo pájaro
habita un ángel ungido de infinito,
en todo hueco de la escritura
duerme un pájaro ciego de luz
en todo verso
un ángel que ignora la muerte.
VERBO DIVINO
Fuego que irrumpe en la noche de los seres
puerta que se abre a la emancipación o la condena
relámpago que hiere la soledad
oscura memoria
tarea sagrada
de reunir al hombre con su sombra.
En tu espléndido cuenco
abreva colérica la bestia,
pero dormidas en tu limo,
las alas del ángel
la dulce mirada del antílope
el níveo lirio.
Tú, el verbo que nombra a Dios
y que nombrando crea,
también albergas la demencia
el ojo del huracán
la muerte.
La Sacerdotisa – Arcano II
De mi lengua
entrego el silencio como una página de lo sagrado.
Soy el guardián del verbo y de la piedra
del umbral y el precipicio,
vigía del reino de los inicios,
yo soy la gran puerta
el velo que ningún mortal osa levantar.
Unge mí cabeza
el perfume de todas las flores y todas las hierbas,
y mis manos
castas como el canto de las palomas
se tienden sobre el abismo de los hombres.
Toda la piedad
toda la prudencia
todo el honor
toda el agua de la humildad
se vierte en mí nombre;
todo el vino y el pan
la herida , la muerte
toda la vida, todo el amor
en mí palabra.
Yo soy el límite de todo lo infinito,
y el vaso generoso de la revelación
se derrama desde mí fuente.
Los que tengan oídos en el corazón
que se inclinen para escuchar en el viento
la verdad inmutable que nos asiste.
Los que tengan alas para soñar
que vuelen sobre el color de la noche,
porque en su íntima negrura
se cuece la luz.
DUERMEVELA
Un poema me visita en la noche
y su beso que tiembla sobre mi boca
abre todas las puertas posibles.
Lo que descubro en el territorio de sus ojos
llenos de sílabas no dichas,
es el viento que nos acerca
como la música sagrada de una flauta.
Extraño cielo
recinto secreto que nos condena a su belleza...
y de repente el sueño,
la avaricia por fijar el corazón
en ese paisaje
eternamente.
Claudia Trujillo nació en Medellín, en 1963. Poeta, ensayista y Arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia (Sede Medellín). Cofundadora y coeditora de las revistas de divulgación poética “Gerifalte”, “Susurros Digital” y “Poética”. Presidente y Cofundadora de la Casa de Poesía Porfirio Barba Jacob en Medellín. Su obra ha sido publicada en revistas de arte y literatura: Imago, Puesto de Combate, Revista Universidad de Antioquia, Susurros, Punto Seguido, Poética y Quitasol, entre otras. Ha publicado los libros de poemas: Los Días Sagrados, 2003 y Extranjera, XIV Premio Nacional de Poesía del Museo Rayo, Valle, 2004. Incluida en la Enciclopedia de Literatura Antioqueña Clásica y Contemporánea en multimedia PC editada en Medellín en 2004 por el IDEA y la Gobernación de Antioquia. Finalista en el I Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos, Rio Sucio, Caldas, 2002.