Amir Or, Israel
Por:
Amir Or
Traductor:
Karla Coreas
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 88-89. Julio de 2011.
EPITAFIO
Apártate del camino, viandante,
siéntate entre moreras y parras
entre el agua y la sombra cerca de esta piedra blanca
aquí yazgo, niño y emperador
Mi rostro de frío mármol,
mis manos, mis pies,
vestido de hiedra y hojas caídas
yo también fracasé en llegar lejos
yo también una vez recorrí el mundo
Apártate del camino, vagabundo
aplasta estas moras silvestres en mi rostro.
VEO A TRAVÉS DE LOS OJOS DEL MONO
Veo a través de los ojos de los monos
mientras juegan con mi cráneo en la copa de los árboles.
Me elevo con el águila en su vuelo
porque mis entrañas están en él;
en las entrañas de la tierra
me arrastro con los gusanos
que se comieron mis ojos de sus cuencas;
soy verde, crezco en la grama
que mi carne podrida hace fértil
¡OH cuerpo mío!
¡Cuánto has crecido!
INMORTALIDAD
Tres cocineros
sacan las vísceras,
lo rellenan con camarones y hongos.
Necesitaron dos yemas de huevos,
una botella de vino blanco seco,
veinte dientes de ajo,
sal, pimienta, hierbas,
500 gramos de mantequilla
a pesar de la receta exacta que él dejó
y no un pequeño talento e improvisación.
Tres horas en el horno, un mantel blanco, velas rojas,
ensalada verde, champaña.
¿Qué puedo decir?
Liberó la lengua y prohibió la apología
tal como en vida, él, fue carne y sangre,
muerte y delicioso y amado.
JOB BLUES
Saltando llegó hasta el parque. Lloviznaba.
Arrancó una hoja enorme y se la puso en la cabeza.
Después se quito la camisa.
Y luego los zapatos.
Se detuvo a la orilla del lago, fijó sus ojos en el agua,
enterró los dedos de los pies en el lodo negro, y se meció con el viento.
Lo echaron y fue libre.
No hay nada, nunca hubo nada y nunca habrá nada.
Nubes y más nubes.
Un pato curioso picoteó sus pies. Una mano como relámpago.
Él apretaba y apretaba. Luego con ambas manos lo agarró por el cuello y lo sacudió, igual que los niños del campo aprietan a los pollos.
El pato corrió casi diez metros
decapitado
y cayó a la orilla
del lago.
La superficie del lago cambió, se volvió azul.
Permaneció allí parado como un desaguadero pando.
Y meó y meó.
No llevaba camisa.
Sintió frío.
¡ESTE ES UN DIOS!
Ven acá, ven acá dulzura
Párate recto cuando te hable.
Identifícate.
¡Ajá!
¿Cuándo, pedazo de mierda, fue que tus padres cometieron el error?
Él tenía diecinueve y medio
siempre sonriente, vestía saco de la calle El-Gazali, Shu’afat.
Estudiante de economía o de algo,
tal ves leyes.
Un caso fácil, claro
Le rompí los escrotos.
Se encogió y comenzó a vomitar
le di otro rodillazo
en la cara
después con la culata de la pistola.
Encendí un cigarrillo
y sacudí el transistor
él estaba tirado en el monte, temblando.
El barril se asomó solito.
Avisé a la radio.
El tiro perfecto. Atrás de la malla.
1-0.
CERVEZA
El homicidio perfecto no requiere de razones, dijo,
el homicidio perfecto solamente necesita el objeto perfecto,
tal como en Auschwitz.
No los crematorios, por supuesto, sino como ocurría después, fuera del horario de trabajo.
Calló,
Contemplando la espuma de la cerveza
y dando sorbos.
El homicidio perfecto es el amor, dijo.
El homicidio perfecto no requiere de nada perfecto
excepto dar
todo lo que se pueda.
Hasta el recuerdo de aferrar el cuello
es eterno. Hasta los aullidos que petrificaron mi mano,
hasta la orina que caía como
bendición sobre la carne fría,
hasta el talón de la bota despierta otra eternidad,
hasta el silencio,
dijo,
mirando la espuma.
Cierto, un trabajo decente
libera mucho, pero
un homicidio perfecto no pierde
una gota,
como los labios de un niño, explicó,
como la arena y la espuma,
como vos
escuchando y escuchando.
CIUDAD 2
¡Tel Aviv, mi linda puta
pequeña niña maquillada
dame un baño de rompope
aliméntame con lenguas de espárragos!
conforta a tus hijos con besos pintados
déjalos que chupen de cada hueco.
Zachy,
a cuya palma le creció canas
como una solitaria
quien se pinchaba
con agujas para asegurarse
que no estaba muerto;
Mimi, la que compraba
juguetes en Eros y quien
a todos trataba como helado;
Dina, la que bailaba
sin música, pero que
siempre sabía cuando la
melodía había cambiado.
Dovi, el que sonreía y
temblaba y hacía sus
meditaciones de Gurú Maharajá
a parlantes temblorosos
por el estruendo supersónico
de Vangelis;
La vieja Avia,
La que desenterró huesos del cementerio musulmán
y leía en los naipes viejos los destinos del mundo,
la que se maquillaba frente a nosotros
como novia en la ventana,
en noches de luna llena;
Edan, cuyas manos tallaban
cuerpos vivientes en baños
públicos de la estación central
de buses
el que durmió el verano
cerca del mar abierto,
su carne picoteada por
peces y pescadores;
Iris, la que tragaba
ácidos como dulces y aullaba
junto a la abuela encerrada en la cocina
y trataba y trataba de morder
los falos erectos que cubrían
las paredes de las habitaciones
de Zohar.
Ciudad de vástagos quebrados,
te alabamos
buscando desesperadamente
la puerta en la pared,
nos perdimos
frente a la superficie
interminable del Escher.
Mi linda puta
pequeña niña maquillada
no te limpies el olor nocturno de tu carne
no te abotones tan rápido
ni te cubras nuestros mordiscos de amor
con la bufanda de la mañana.
Jóvenes réprobos, hermandad de leprosos
aquí tenemos fuego y carbón
corderos de sacrificio
nuestra carne cruda se chamusca
en la llama de la parrillada.
Temiendo el laberinto, somos atrapados
en la maleza.
ALGUNOS DICEN
Algunos dicen que la vida es
solo mantenerse en el rostro
de lo alternativo.
Algunos dicen – conquista;
algunos estiran el signo
entre la vida y su ausencia y
algunos dicen que la vida se nos
concedió para servir a aquellos
para quienes la vida no es vida
yo digo: tú –
esto se explica fácilmente:
la noche nos envuelve
lo que vemos. Incluso en la
luz de la casa donde los bombillos se queman,
no hay miradas salvo la del espejo,
nada excepto lo que me ve mirando
y en esto no hay alivio
solo anhelo;
no hay muerte,
solo vida. De esta mirada
tomo lo tibio y lo frío,
la noche lo envuelve todo.
Ansío por aquel que me mira
mejor
a través del roce y entonces
estoy cegado ante todo, salvo eso.
De El Museo del Tiempo, 2006
ILUSTRACIÓN 1: LA VISTA CORRECTA
Y si hubiese retratado para ti
esta luz suave y azulada
el reflejo trémulo del álamo en el agua
cuando el convoy de los patos cruzan la laguna
y más allá de la orilla circular
los arbustos y la bahía y la montaña verde
derritiéndose en el nuboso cielo en la lluvia –
acaso no buscarías en mis ojos con un reflector espía
dispararías a uno que otro pato entre las líneas
y rezarías por el monstruo para que emerja del océano
y embobecería sobre tu carne una brecha alta como el cielo
que te indulte
de esta divina ofuscación?
Pero no hay necesidad. Aquí, lo estoy dibujando para ti –
los rayos y las uñas las convulsiones el dolor
ola tras ola en sus alas de mariposa
tus rostros resplandecientes el paisaje
y finalmente su llanto maravilloso
el placer que golpea tu carne
la emoción temblorosa –
sólo un minuto más. Paciencia. Ya casi termino.
La revolución de la poesía escrito para el 21º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Amir Or nació en Tel Aviv, Israel, en 1956. Nació en Tel Aviv, en 1956. Poeta, ensayista y profesor universitario. Autor de nueve libros de poesía, entre ellos Poema y día, El museo del tiempo, Las placas del museo del tiempo y La bestia del corazón Sus poemas han sido traducidos a más de cuarenta lenguas. También fundó la Escuela de Poesía Hebreo-arábica. Director artístico del Festival Internacional de poesía “Sha’ar” de Tel Aviv. Se desempeña como coordinador nacional de “PoetsforPeace”.Como expresa Ariel Hirschfeld: “La poesía de Amir Or viene a sanar. En cada una de sus colecciones de poemas se abre otra puerta para indagar acerca del estado actual del ser humano, siendo sin duda uno de los temas eternos de la poesía, y uno de los campos más banales en el diálogo cultural actual. Sin embargo, pocos son los lugares donde se expresa el dolor como un galopante proceso de destrucción y ruina”.