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Viviana Villa (Colombia)

Viviana Villa en el 21º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Viviana Villa

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 88-89. Julio de 2011.

 

Aún no se disipa.
Toma la forma de una planta marina que espera su ración de insectos.
A través de los días ha comenzado a diseminarse por la superficie.
Se mece.
Se hurga.
Se enquista.
Todo lo dejado al descuido del olor regresa.
Los dedos han comenzado a momificarse y con ellos la sensación de brisa cesa.
La habitación se ofrece densa.
En un vaho asfixiante algo se mueve, se multiplica.
No soy más yo ni ese otro que me he fabulado.
Ahora aparezco invertebrado.
Una baba me cubre pero no he nacido.

 

*

 

En el cuerpo, en el lugar de la sangre, una extensa cicatriz se reproduce por el transito.
Cuando la planta del pie ha crecido como un campo de trigo, aún no es tiempo de cegar. El paso se avecina como una intuición y la santidad del orden antes proferido por la palabra, ahora se emancipa.

En el espíritu, la agudeza de la puerta confinada, comienza a producir lo innombrable.
Mi padre duerme ahora a mi diestra y no hay mujeres recolectando sus naranjas entre su cadalso y el mío. No hay espectadores para la expiación.

Los años de acercar la hierba hasta los ojos como si fuera un bálsamo, se han embarcado hacia Naxos.
Entre olivos y viñedos esperan los cantos de la ciruela negra.
Pero estos, son los años de la Ataraxia.
Donde el sol ya no se pone sobre África, ni los pájaros de arena se transforman en relojes griegos.

Estos, son los años de la decantación de la sangre.
Los años en donde el vértigo, ha devenido serenidad.

 


La maquina láctica


Aligerado.
Dilatando el peso hasta la superficie
exploto en un lácteo derramamiento.
Soy tragado.
Esofágicamente aprehendido.
Y esta velocidad me recibe en forma de jugo.
De acidez descompuesta.
Me ha tomado.
He sido vertido en cantaros y cubetas multiformes.
pero no lleno.
Jamás alcanzo a rebozar el borde.
Soy ella.
La boca que se saborea.
La indigestión posterior.
El olfato que esperaba deseoso el trago.
Soy la sed.

 

*

 

El martes abismado pestañea el tiempo.
Y círculos concéntricos dilatan la hora.
Deben irse,
aquellos hombres que cambian de lugar.
Hombres caminando la avenida.
Los eventos pasan por el puente cerebral,
mensajeros del festín vertiginoso de la dicha.
Vienen impacientes hacia todo lo que es,
pero nada ha sido más allá de su conciencia.
El rojo pájaro invernal, anuncia hoy una nueva visión.
Y entre la histérica semana se reanudan las comedias humanas.

 

 

*

Las últimas lluvias han dejado peste.
Los animales yacen en los montes entre tumbas de flores.
Solo ruinas nos reciben.
Rígidas formas soportan los cuerpos.
Y el colapso ya termina,
Mientras el cielo desechándose a si mismo.
Dona el planeta a un infinito.
Sin cielos, ni hombres.
Sin armas.
Sin tumbas.
Tierra!!
Ya han cesado las lluvias humanas.
Ya han cesado las luchas.

 

*

 

Se abre un cántaro,
La construcción más elevada es estremecida por la tierra,
Para que el extraviado lo intuya de nuevo.
No está un paso más cerca de encontrar que de perderse.
Porque su paso ha sido siempre el primero.
Uno que se alarga porque no hay orilla.
No ha tesoro sobre la almohada.
Ni cabeza para derrocar.

 

*

 

Afuera el mundo, vívido molusco.
Adentro yo alimento del gigante.
Afuera el semen linfático de las ciudades esperando preñar la bestia.
La era quiere dar hijos bastados a la guerra,
Apresura el ovulo materno.
Quiere pezones erguidos para el deleite del hambre.
Muerta se desliza entre las piernas de hormigón.

Adentro,
Constriño la era.
Mutilo la guerra.
Me sirvo en funerales.
Adentro,
La solución espera.
Aguarda que duerma el dios asalariado.
Afuera el mundo se desangra copulando.
Adentro,
Capacito al gigante.
Genero el puente.
Comienzo la huida.

*

 

La superficie se agita sobre esta prolongación antigua de la molécula.  
Convertidos en una densa materia, como el pétalo o la planta,
Intentamos sorprender la muerte.
Hemos insistido,
Evolutivamente hemos insistido y el abismo ha acrecentado el salto.
Ahora nuestra pierna se alarga queriendo atravesar el sol,
y se nos hace inasequible
el mapa del nuevo continente.
Donde como moléculas.
Vibrábamos.

*

 

Visité el decadente estado de la sobriedad. Dos placas tectónicas, dividiendo el oscuro planeta, fluyendo infinitamente con su rio de plomo. Los olores no regresaban aunque intentara recordar la imagen del azufre.
Tanta teoría conspirativa había comenzado a afectarme.
Abandone el recato cortés. Todas las escenografías se disiparon y dejaron descubierta una extensa superficie. Eran recibidos los dones de la dicha, sus curiosos juegos. El bálsamo de su creciente raíz.  El cuerpo se abría maduro como maquina, resistiendo sus sutiles ruinas. Devenir flujo, corriente o pira funeraria. Pedacitos del diagrama aun marcándose.

Instale un sistema de duchas, dos planos, recibos, contratos. Gaste los días. Predije la muerte. En un aparente estado de ceguera desinfecte la mesita de noche. Todas sus patitas y su art deco.

 

*

 


El ojo es una imagen imaginaria, que da vida al cuadro. También una gran sensación de bienestar en mi cuerpo, nada de náuseas. En este pequeño hotel observo como hemos bebido profusamente las inyeccioncitas color gratin-peluza-artificial- ausencia de dopamina y el cuerpo se nos va llenando de una textura parecida al tango.  De pronto comienza, la rara sensación se emancipa. Pasa por arriba de la cabeza, como si en una ilusión suave ahora pudiera saber sonde se ubica el dolor. La memoria solo un poco fragmentada, comienza a configurarse entonces desde los fotogramas.
Todo vomita signos profusamente. La mente parece ya un pozo vacío de toda sensación. Cuando todo guarda silencio es cuando más ósea parece la carne. Que horrible división. Que fatiga este tono tan lúgubre de los días de invierno. Sin embargo me gusta el invierno. Las calles brilladas como zapatos. La música por el retrovisor, cuando el rostro desaparece.
He deseado mucho ver barcos. Quizá sueño con un viaje a través del mar. No importa que haga un poco de sol. Tomaremos jugo de mandarina y comeremos ciruelas negras. El día que la nariz sangre mucho. Por favor húndanme en el mar. Que entre la sal. Que arda un poco. Ya que no cortamos los tendones. Ya que nadie nos abre la medula espinal, desgarrando el pellejo con una cuchilla. Como si la carne, la sangre, los huesos, las venas y el músculo fueran eso que  nombramos  yo.


Viviana Villa  nació en Medellín en 1983. Como integrante del grupo poetas del apocalipsis en el instituto Juventud XXI coordina la realización de 3 encuentros de poesía juvenil y de 3 versiones del concurso de poesía: La ciudad vivida. También forma parte del conjunto de poetas que divulgan su producción escrita en una plataforma multimedia llamada EXALEXA poesía. Participa activamente de los talleres de poesía de la biblioteca pública piloto y de los talleres programados por el Festival de poesía en la universidad de Antioquia. Su actividad poética y como escritora continúan mediante la escritura de guiones, y actualmente se encuentra terminando una pequeña novela, llamada días finales que espera sirva de base para el guión de su próximo cortometraje argumental.

Última actualización: 24/11/2021