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Zarina Andrea Sepúlveda

 


Nació en Medellín en 1983. Ingeniera de sistemas, poeta y pintora. Participó en la Exposición Mundial de Arte Infantil Bienal Kanagawa, Japón (1996). Ha asistido a talleres de poesía convocados por la Revista Prometeo y el Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Duda



Cuando cae el atardecer, corren alegóricamente
los pájaros a sus nidos
y con ello llega
la incertidumbre de la noche
tan oscura como la verdad
tan incierta como la muerte
en ella reposa la nada ¿acaso el éter?
luego se disuelve con el dulce
llegar de una clara aurora
o de un cielo limpio llamado amanecer
y entonces creo que no cabe para ello la duda.


Recuerdo


La ene elefante de la infancia se posa en las esteras de las hojas
donde el cincel carbonizado desfigura la piel invisible del vaho,
de la nube amarillenta infinita que se resiste a desaparecer
y finge como oro,
se disfraza de la grana y
luego quiere ser polvo,
desean volar como sombras testigos de los secretos
que aguarda el restaurado escritorio, camafeo de letras esqueléticas,
dejadlas vivir, dejadlas que cobren su color cuando sale
la loba azulada de la noche y por fin se las coma
como uvas negras del destierro en el alba.


Han matado al alfabeto


¿Habrán masacrado las polillas a las letras?
Las lenguas romances desaparecen con el tacto digital
de la pantalla iridiscente,
la ele nunca será clonada.
Pequeñas ciudades de alfabeto naufragan en el hoyo blanco de la Vía Láctea
y no hay lápiz alguno que las salve.
La ch se sentirá obligada a refugiarse en una choza de conquista maya,
a la ñ la habrá matado el teclado,
mientras que las otras letras se esconderán en la torre de babel pergamino,
seguro allí estarán.


Búho


Muñequitos ventrílocuos de la hoja ceniza,
sabios relámpagos feudales,
son siervos fieles de castillos merlinenses de la noche.
Gimen bajo el alba perlada del crespúsculo,
como relojes de barro en el tiempo,
son adoquines de naturaleza mustia,
con mirada de cántaro turbio.


Equipaje


La maleta enciclopedia interminable de la vida,
ajada por los años inútiles, obrera del paso, perro ideal del silencio,
mira fijamente cómo ausculta sus pensamientos,
siempre va vestida a los lugares de paso,
presa del pasado, olvidada como carro destartalado en una chatarrería,
cómplice de secretos olvidados de sus amos,
se ríe sin pudor, se desnuda con la seda del cofre ostra sin color,
y por fin trofeo cuando subes al podium de algún aeropuerto.

Publicado en noviembre de 2012

Última actualización: 28/06/2018