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Subhro Bandopadhyay, India

 

La ciudad leopardo


1

Nuestras tardes eran llenas de valles
Estaba andando con los poemas de cristal dentro de la lluvia
No sé cuándo caí en la vida de un escultor muy antiguo
Al llegar de un país lejano él descubre que la mujer ha dado luz a un niño muerto
La vagina metálica sangra
Él me susurra:
Cuando los hombres salvajes no estaban acostumbrados a una mujer o a un hombre,
descubrieron el horno
y el gris ha entrado en la comida

Después de esto hay hojas de cuchillos dentro de la lírica
Después vinieron el cambio del hogar, el ataque, la defensa, la tierra, el vástago, la semilla
El huir de los pueblos y pueblos hasta la llegada a la tierra nueva

¿Qué pensó el humano cuando vio el mar por primera vez?
¿Cuándo no había ningún atlas?
En la oscuridad del acordeonista rumano
toda la plaza se volvió armonía
En el verano brillan las rodillas de las mujeres

Y cortando pequeños trozos de estas imágenes,
con tomar soles en el vientre,
la ciudad entera ya es una nave astronáutica

¿Adónde va el leopardo lento con lo cazado colgado en la boca?

4


¿Están grabando todas estas palabras?

¿Cuándo y dónde pusieron el último sello
sobre mi carné de identidad hecha de hojas de cuchillo?
Las huidas me dejan papeles perforados en el cerebro.
Si cierro los ojos veo un túnel, unos coches de la policía, una línea recta de luces de tono sepia.
Me detengo cansado (aunque queda velocidad dispersa en la rodilla)
en el cuerpo de la tarde lluviosa.
¿Estos llantos, suspiros, pueden crear al menos una imagen de lo herido?
Hay algunas páginas de un libro estropeado en mi cintura,
que traigo desde las escaleras de las lecciones fracasadas de la facultad de Bellas Artes.
Ahora el ruido de los camiones pesados machaca todo esto

Abro los ojos.
La base de Metro a las 7 de la mañana es azul cobalto,
luego vienen puntos negros sobre una segunda capa de amarillo extranjero.
Mi cabeza garabateada ahora puede descansar.


10


                       A Leonor Izquierdo

En estas tardes las canciones se vuelven ligeras
Las nubes vienen de la lejanía de las bromas leves
La campana de cientos de años está dentro de las prosodias
                           quitando el sueño desde los huecos de la iglesia
La persiana tiembla en el aire nebuloso, después vendrá la tormenta
Una adolescente mira su rostro bajo poca luz
Hay frutas amarillas en las lámparas domesticadas
Los espejos redondos, en realidad,
                            son pozos cautivados desde el bosque
Mueve el agua: si cae la hoja se va a romper el cristal por escalofríos


18


Quedé asombrado por la extensión como la de un día monótono, largo,
una ala grande, blanca,
los pájaros negros vuelan transformándose en letras,
alguien pasa por la calle nevada con su perro.

¿Soy un amigo de estas imágenes?

El crepúsculo en el patio nevado es, en realidad,
un papel azul, muy fino,
en que no se podrá escribir nunca.
El mendigo del mercado ha llegado como un substituto a las palabras.
Hay una jabalina a los pies de la belleza,
las huellas de las ruedas sobre la nieve, las raíces del llanto,
se ven elevadas,

¿las puede clavar?


3

Me despierto del sueño blanco y veo el entorno
silencioso del hospital.
Hay manzanas y otras frutas en el baúl.
Pero la luz está ya en la ventana.
Nunca he visto una mañana así:
¿Ha entrado la muerte?
Salgo, toco las casas típicas del barrio,
siento un prisma frío en el cerebro.

El cielo, en la zona céntrica de la ciudad,
puede echar nieve cuando quiera.
Hay muchos carteles grises en todas las paredes;
todo está vacío salvo unos movimientos humanos.

Intento empujar este momento colgado, me para
la sal de la vida solitaria, el cristal de mi garganta.
Acaricio los objetos dorados y antiguos
en este camino que flota con el cariño
que guardaba para las mascotas.

Si giro a la derecha hay una plaza de tertulias
de charlas, del fútbol de los niños, de las cafeterías y
en esta narrativa queda una estatua bronce
de un poeta;

le rodean unas esperas de hierro.

   Traducciones de Vileta Medina y el autor

Subhro Bandopadhyay  Nació en la Calcuta en 1978. Licenciado en Biología y diplomado en español por el Instituto Cervantes. Ha publicado cuatro libros de poemas, una novela y una biografía de Pablo Neruda en bengalí. Ha dirigido y traducido la primera antología de la poesía bengalí actual en español junto con la poeta chilena Violeta Medina. Es el fundador y director de la revista de poesía Podyocharcha.
Afirma: “No logramos ni luz ni sombra pura dentro de la memoria, sólo se crea una armonía y la lamemos como la hembra animal a su cría. Todavía no puedo escribir, no puedo decir con fuerza que todo es vacío sin ti”. “¿Es poesía algo visible? Son unas líneas a las que la gente distingue como poemas y ¿qué? ¿para qué sirve la poesía? La respuesta es siempre negativa desde el punto de vista mundano y desde el punto de vista de los sabios tampoco es algo positivo que quieran confinar la poesía en su gloriosa y famosa torre de marfil o quieren que la poesía coja un camino social (es un “orgasmo” psicológico de la crítica de mi tierra hasta los años 90). Pero no solucionan el problema fundamental de ella, ¿dónde está la poesía? ¿Vive así sin alma dentro de las letras secas? No se ve poesía en ningún lugar. Y sí poesía existe. Existe solamente en la mente de los poetas y los lectores que la necesitan no en otro sitio. La mayoría de las veces son poetas. En realidad son seres humanos sensibles que están afectados por la situación que intentan buscar una respuesta y empiezan acercarse a la poesía y al final terminan participando en ella...”.

Última actualización: 28/06/2018