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Juan Hernández Ramírez, Nación Náhuatl, México

Juan Hernández Ramírez en el Festival Internacional de Poesía de Medellín
Fotografía por Nidia Naranjo

Por: Juan Hernández Ramírez

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 91-92. Junio de 2012.

Cajete Rojo

Este sol que nos alumbra
es ajeno.
El viento que como el colibrí
sobre nosotros vuela,
también es ajeno.
Las flores y las montañas
se van secando.
A veces tiene sed
la madre tierra.

Se marchitan las flores silvestres,
están quietas las mariposas,

arde el viento.

 

El encino

Se oye murmurar al viento
entre las inquietas ramas del encino,
aquel que por la cañada se levanta
y llama a cobijarse con su sombra.

Hamaca para el sueño de la paloma,
deslumbrante árbol a la orilla del camino.
Este habla del sosiego que necesita elalma
y provoca con su olorosa hierba.

Diminutas estrellas escarchan con su rocío
el musgo del añejo tronco,
aquel, detenido por la ruta de la mariposa
para atrapar la lluvia de los pájaros.

 

El color de la paz

Es de maíz mi pueblo.

Su cuerpo es de arcilla de maíz
y es de maíz su color.

Pueblo de maíz.
Somos de maíz. Nosotros,
de maíz es nuestra carne.

Están los colores de la semilla
en la piel de la mujer,
amarillo, negro, rojo, blanco.

Están los colores de la semilla
en la piel del hombre,
amarillo, negro, rojo, blanco.

El polvo también ha pintado
en la piel su color de tierra.

Entonces, ¿por qué pintar de dolor
el pétalo de la rosa,
si podemos sembrar la semilla
que da color a los hombres?

Nosotros
somos de maíz,
de cedros y encinos de paz,
y también somos de arroz y trigo,
tronco de la alteridad.

Somos diferentes
y no quemamos al viento
ni matamos a la tierra.
Somos hombres y mujeres
que siembran rosas
sobre el agua, sobre el viento.

Somos de maíz,
también de arroz y trigo
y labramos el surco
con la semilla de la paz.

 

La gran ciudad


A la gran ciudad he llegado.

El viento se ha ido
sin ver el rostro del sol.

Como en lajas caminas
donde estaba la tierra.

Aquí la vivienda no siente
el viento.

No hay pájaros,
encinos ni cedros;
todos los árboles son ajenos
y no tienen luz.

La ciudad,
no está hecha para los hombres,
sino para que caminen
las máquinas
y los que ya se acostumbraron,
beben el humo negro
del viento.

 

SOMOS FLORES

Eres flor,
colibrí soy
en el camino de los sueños,
en el camino de los muertos.

Cual espiga florecemos,
rosa que se deshoja
y se convierte en polvo.


Fotografía Nidia NaranjoJuan Hernández Ramírez  Nació en Ixhuatlán de Madero en 1951. Es uno de los más renombrados poetas de la Nación Náhuatl, traductor y profesor, licenciado en Educación Media en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y diplomado en Creación Literaria por la Universidad Veracruzana. Ha publicado los libros de poesía: Auatl Iuan Sitlalimej, Encinos y estrellas, 2000; Eternidad de las hojas, 2006; Siete flor, Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas, 2006; y La lengua de los pájaros, 2008.
Comprometido con el rescate de valores culturales, artísticos y lingüísticos de las culturas náhuatl, tének, tepehua y hñahñu, ha impartido cursos y talleres, y ha colaborado en publicaciones bilingües, siendo cotraductor del español al náhuatl de la Constitución del Estado de Veracruz y otros documentos oficiales. En su obra ha recobrado vocablos náhuatl en desuso, así como la gramática clásica, deteriorada por el tiempo.
La pérdida de la identidad de la cultura provoca también una pérdida de la lengua, debido a la desatención que sufren los pueblos originarios. Parece ser que las políticas económicas van dirigidas a las grandes empresas y se olvidan de los pueblos indígenas, sobre todo los más marginados”. Premio Continental Canto de América de Literatura en Lenguas Indígenas en 2008, con el libro de poemas: tlatlatoktetl - Piedra incendiada.

Última actualización: 08/02/2022