Luis Eduardo Rendón (Colombia)
Por: Luis Eduardo Rendón
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 91-92. Junio de 2012.
Rebeldía de la savia
Plomo
el más anciano
entraste al joven Beethoven
a través de peces contaminados del Danubio
lo ensordeciste
y lentamente
murió
pues gradualmente devoras
para no ser destronado
plomo nunca melódico
somos con Ludwig
repudio contra ti
resistencia de sangre musical
contra el metálico absolutismo
Sigilo de las grandes ostras
La belleza que les crece producirá su muerte
como la fatalidad que desolla al tigre
ninguna perla las acusa de encerrarlas
ninguna vecina les envidia la gema
en las manos puras
en el óvalo de una lágrima
en la inmensa cuna del mar
las perlas perdidas brotarán
de las profundidades del sueño
Hojarasca razón
Raíces del caos
prenden de los sueños
jardines de los muertos
ramas del pensamiento
arden en la noche
del fin de los números
frutos del héroe
se pudren
a gran velocidad
las flores del amor
en olvidos irrompibles
Vamos
¡A un baile de pingüinos!
¡hacia jirafas de vino
pintadas lingualmente en las bailarinas!
¡a olvidar el armario!
no hay llaves para la brisa
cajones para la niebla
espejos para cabellera de cometa
ni vestidura para cinturón de asteroides!
¡a saltar sobre cuerdas de chelo a otros cielos!
¡hacia la carne cristalina de la pitahaya!
¡hacia el ojo de cuarzo de la luna!
¡hacia la carroza con relojes de sandía!
S.O.S óseo
I
Calambombo nuestro,
blanquísimo fémur de la vaca
que cuelgas en las carnicerías,
"dadnos hoy nuestro caldo de cada día"...
los economistas te recomiendan,
los ascetas te imitan,
los perros te acechan,
las señoras humildes te aderezan,
estás hecho a semejanza de nuestra imagen:
¡caímos en el estado calambombo!
y por tal razón, no difundida aún,
la vida bajó un grado...
somos, desde entonces,
una prolongación del mármol,
absolutamente escuetos,
parecemos hijos de un bostezo.
II
Madame sequía,
con su collar de huesos,
nos exige gotero,
metro,
balanza
Madame sequía,
con su cuenta de cobro,
nos obliga
a dosificar
chamizo,
ración,
pucho,
semen,
hilo de voz.
III
¡Caímos,
Caínes,
en el estado calambombo!
y desde ahora,
hidropónicamente unidos,
aprenderemos a succionar
-milímetro a milímetro-
el agua de la roca,
el amor en una boca.
La piedra florecida
Estad atentos
porque florecerá una piedra.
Florecerá una piedra y los reyes
exigirán explicación
no estaba determinado
que fuera a florecer
precisamente una piedra
los periodistas
peregrinarán
hasta el lugar del fenómeno
los creyentes dirán
que el florecimiento de una piedra
es una señal divina
los escépticos
que es una advertencia de la tierra
la academia
que nunca se había jactado
de descubrir una piedra florecida
pretenderá entonces revelar un nuevo reino natural
piedra
solitaria
quieta
muda
como un monje
que los niños pintarán en sus cuadernos
la buscarán en praderas
la verán en sueños
hablar
bíblicamente las emisoras de radio
llevarán la noticia hasta los pueblos
en muchos lugares se hablará del milagro
y El Vaticano,
La Nasa,
La Casa Blanca,
La Viuda Negra,
se disputarán el honor
de ser los merecidos anfitriones de la piedra
salvemos esta piedra
clamarán
los partidos verdes
los enanos azules
los arqueólogos locos
pero
inevitablemente
una piedra seguirá floreciendo
en los místicos desiertos
en los labios amantes
en las manos de las aguas
y en los corazones de otras piedras
Luis Eduardo Rendón Nació en San Roque en 1972. Libros de poemas: Arpa a merced de las manos invisibles, 1996; La velocidad de las piedras es azul, 1997; Universal Gong Night, 1997; Tras la loba espectral, 1998; La Plaza Mercurio, 2000; Libro de presagios, 2011. Pertenece a la organización del Festival Internacional de Poesía de Medellín y al Consejo Editorial de la Revista Prometeo.
Reflexiona: “El mundo es un gigantesco árbol eterno, y la poesía la savia, el alimento que lo sostiene. Infinitamente diversa e inagotable es esta savia: una sola gota puede nutrir a generaciones enteras. Por mágica interconexión intrínseca e intemporal entre los seres vivientes, el comportamiento de una especie, dondequiera que fuere, puede modificar de forma invisible otros comportamientos de esa misma especie, y quizá a otras formas de vida, a gran escala. Lo que alguien cantó hace 5.000 años, puede aún escucharse, elevar la moral, alimentar un oído, una mirada, una boca que lo transmite de otra forma; consigue todavía erizar una piel, suscitar una caricia, acompañar un enamoramiento. Imagen de la unicidad del universo, el sistema circulatorio semeja lo fluvial. Somos un mismo bosque inundado por sentimientos, comunicadas entre sí las ramas del pensamiento. La poesía devela nuestra conexión con la totalidad a la que anhelamos enchufarnos, de neurona a nebulosa. La sensibilidad, como una red entrelaza los seres, despliega la compasión y las estrellas son poros de un gran cuerpo, el nuestro...”