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Jeannette L. Clariond (México)

Fotografía tomada de Revista Biografía

Por: Jeannette L. Clariond

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 94-95. Julio de 2013.

 

CREÍ CON LA CREENCIA DE LOS SANTOS

Creí con la creencia de los santos,
me pregunté
qué cosa es el amor.
¿Y la soledad y el dolor, esos pájaros nocturnos
que nos lanzan
a la hiriente
boca
de la hiena?
Amé creyendo en el abandono,
vi los cisnes dejar su estela,
el lago congelarse.
Vi encenderse
los lirios
bajo el fresno desnudo
desnuda yo
sobre la tarde.

 

*

Mi madre me enseñó a caminar el desierto sin quemarme los
pies. Ella, descalza en un ángulo de sol, extendió hasta mí su
sombra de árbol enfermo.

        Caí dos veces en la fuente del Parque Lerdo,
        dos veces mi rostro
        no encontró
        la gracia de una herida.

        Bajo delgada lama sentí el sosiego de dorados peces.
        Ella cambió mi ropa
        como quien presagia la doble caída.
        No supe qué decir al escuchar
        abrirse su aterrado silencio.

                 Espina del pez, forma labrada por el verbo.

¿Qué se busca? ¿Qué alcanza en su límite la llama?
Distancia es aquello que nunca sabremos decir.

 

*

Ven, déjame besar tus ojos, el alba derrama su niebla en el huerto,
lee conmigo las páginas de una historia no contada, los pasos en
la nieve, las manos de ternura que se desvanecen con las horas,
tu lengua de arena disolviéndose en las dunas.

        ¡Oh, soledad, tú vaticinas!
        ¡Oh, espina del pez, atraviesa mi silencio!

 

*

Recorrí las veredas, escuché el llanto del venero, y me extravié
en el fondo de mi tempestad. ¿Dónde inicia el fin de la mirada?
¿Dónde se rompe el primer hilo de la cometa? Recordé la tierra
sobre su rostro, las rosas calladas, en su pecho el misal.
        El deshilachado
listón, el Salmo, y en mis ojos el torrente espumeante de las aguas.

        El destino trazó lirios en el viento, jade de rota inscripción.
        ¿Y el hombre, ese vino derramado en la tierra?

El cielo se cubrió de una desgarrada tiniebla.
Palidecieron las agujas de los templos.
Se colmó de vacío la antigua memoria del pez.

 

LA MEMORIA LLENA SUS VACÍOS…

La memoria llena sus vacíos, los pájaros el cielo. Regresé a la
rota mirada de la madre, sus frases oscuras, el vendaval manchaba
la ropa en el patio, las hojuelas del hollín envolvían el durazno.
El silbido de los trenes es recordación, sinceridad del árbol. Solo
la palabra restaura la quietud, allí donde la esencia afina su brillo.


(Hablaste conmigo, escuché tu llanto, tus manos
cerraron las fotografías. Miraste al suelo: “No abras
la puerta, déjame estar sola.”Mi padre encendió el
televisor y se puso a mirarlo como quien mira un
muro.
Es diciembre: “No abras la puerta, di que no estoy.”
Una puerta abre otras puertas a lo mismo, me dije.)


Una llama alumbra los pasos, estorninos de inmensa
geometría, su sangre en el lienzo vela lo blanco del espacio.


Jeanette L. Clariond. Fotografía de Natalia Rendón Jeanette L. Clariond  Nació en la ciudad de Chihuahua, México, el 8 de agosto de 1949. Poeta, ensayista y traductora. Ha impartido conferencias y ha leído sus poemas en diversos países, en las universidades de Salamanca, Murcia, Americana de Beirut, y St. John’s University de Nueva York; en instituciones culturales como el Instituto Cervantes, Ateneo de Madrid y en espacios culturales de diversos países como: Estados Unidos, España, Rumania, Líbano, Francia, Perú y Chile. Dirige la colección de poesía Vaso Roto Ediciones España-México. Obra publicada: Mujer dando la espalda, 1992; Newaráriame, 1997; Desierta memoria, 1996; Todo antes de la noche, 2003; Amonites, 2003; Nombrar en vano, 2004; Los momentos del agua, 2007; Leve sangre, 2011. Ha obtenido, entre otros, los siguientes reconocimientos: Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde, 1992; Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, 1996; Premio de Poesía Gonzalo Rojas, 2001 y el Premio de Apoyo a la Traducción del Instituto Italiano de Cultura, 2008.

Publicado en agosto de 2013

Última actualización: 19/11/2021