Prometeo # 98-99
Prometeo # 98-99
Julio de 2014
Leer aquí
CONTENIDO
Memorias del 24º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Editorial
POETAS DE ÁFRICA
Barnabé Laye (Benín, 1941)
Amin Khan (Argelia, 1956)
Gcina Mhlophe (Suráfrica, 1959)
Oumar Farouk Sesay (Sierra Leona, 1960)
Samm Farai Monro (Zimbabwe, 1980)
Outspoken (Zimbabwe, 1983)
POETAS DE AMÉRICA
Jack Hirschman (Estados Unidos, 1933)
Jotamario Arbeláez (Colombia, 1940)
Roberto Alifano (Argentina, 1943)
Juan Manuel Roca (Colombia, 1946)
Patricia Ariza (Colombia, 1946)
Joséphine Bacon (Canadá, Nación Innu, 1947)
Natalio Hernández (México, Nación Náhuatl, 1947)
Rafael Patiño (Colombia, 1947)
Horacio Benavides (Colombia, 1949)
Samuel Vásquez (Colombia, 1949)
Joy Harjo (Estados Unidos, Nación Muskogee, 1951)
Guillermo Martínez (Colombia, 1952)
Jorge Iván Grisales (Colombia, 1953)
Jorge Montealegre (Chile, 1954)
Rómulo Bustos (Colombia, 1954)
Moisés Pascual (Panamá, 1955)
Yuri Zambrano (México)
Odi Gonzales (Perú, Nación Quechua, 1959)
Juan Gregorio Regino (México, Nación Mazateca, 1960)
Vilma Tapia (Bolivia, 1960)
Omar García Ramírez (Colombia, 1960)
Liliana Ancalao (Argentina, Nación Mapuche, 1961)
Elbio Chitaro (Uruguay, 1961)
Fredy Chikangana (Colombia, Nación Yanacona, 1964)
Vito Apüshana (Colombia, Nación Wayuu, 1965)
Iván Graciano Morelo (Colombia, 1967)
Mario Eraso (Colombia, 1967)
Selnich Vivas (Colombia)
Hugo Jamioy (Colombia, Nación Kamsá, 1971)
Luis Enrique Belmonte (República Bolivariana de Venezuela, 1971)
Hilario Chacín (República Bolivariana de Venezuela, Nación Wayuu, 1972)
Tzutu Baktun Kan (Guatemala, Nación Maya Tz’utujil, 1978)
Hellman Pardo (Colombia, 1978)
Luis Ángel Zola (Colombia, 1984)
Legna Rodríguez Iglesias (Cuba, 1984)
Fernando Vargas Valencia (Colombia, 1984)
Bibiana Bernal (Colombia, 1985)
Sergio García Zamora (Cuba, 1986)
David Marín (Colombia, 1990)
Cindy Martínez (Colombia, 1990)
POETAS DE ASIA
Ataol Behramoglu (Turquía, 1942)
Kongdeuane Nettavong (Laos, 1947)
Shu Ting (China, 1952)
Metin Cengiz (Turquía, 1953)
Rati Saxena (India, 1953)
Yu Jian (República Popular China, 1954)
Phiulavanh Luangvanna (Laos, 1954)
Luo Ying (China, 1956)
David McKirdy (Escocia-Hong Kong, 1956)
Hrant Alexanyan (Armenia, 1961)
Ali Al Jalawi (Bahrein, 1975)
Manal al Shaikh (Irak, 1971)
Müesser Yeniay (Turquía, 1983)
POETAS DE EUROPA
Dacia Maraini (Italia, 1936)
William Cliff (Bélgica, 1940)
Ion Deaconescu (Rumania, 1947)
Olvido García Valdés (España, 1950)
Synnøve Persen (Noruega, Nación Sami, 1950)
Attila Balázs (Rumania-Eslovaquia, 1954)
Isztván Turczi (Hungría, 1957)
Lello Voce (Italia, 1957)
Markus Hediger (Suiza, 1959)
Peter Sirr (República de Irlanda, 1960)
Laure Morali (Francia, 1972)
Maria Barnas (Países Bajos, 1973)
Editorial
Occidente contra la Tierra
Un ciclo parece cerrarse y otro ciclo parece abrirse en la historia humana. Es escandaloso el fracaso de la materialización del progreso humano. El progreso no ha solucionado las necesidades materiales de los pueblos. Occidente, con su máscara de Muerte, amenaza con escalar nuevas guerras regionales, involucrando ejércitos de nuevos países, en la antesala de otra guerra mundial.
Los grandes poderes asfixian las libertades individuales y colectivas y profundizan la miseria de cientos de millones de personas, acreciendo los índices de analfabetismo, de insalubridad, de ausencia de seguridad social, extinguiendo más fuentes de agua y especies de fauna y flora, lenguas y culturas primigenias, dirigiéndose al final del camino a destruir la cultura humana y la vida toda sobre el planeta.
Gigantescas maquinarias, avanzada de la depredación contra la Naturaleza, aplican las orientaciones de las transnacionales: extraer todo el oro de la Tierra y los recursos naturales renovables y no renovables, arrasando las montañas, los páramos y glaciares donde nacen los ríos que sustentan la vida humana, para alcanzar el mayor grado de utilidades y riquezas. Nada les importa la catástrofe ecológica que dejan a su paso, ni las protestas de los pueblos que expolian, reduciéndolos a la miseria.
En todas las mitologías y literaturas originarias, nacionales y locales, se nombra y se canta el diálogo con las fuerzas sobrehumanas de la Tierra.
Las montañas, páramos y glaciales que las transnacionales dinamitan, son los lugares en los que habitan todavía los dioses, con los que dialogan los sobrevivientes pueblos originarios, los dioses primordiales de cuyo diálogo con los humanos brotaron las primeras formas de poesía. Según las creencias indígenas, las deidades vivían en el principio con los humanos, y los animales eran nuestros amigos. Hablábamos la misma lengua. La poesía es el primer lenguaje que empleó la humanidad.
La memoria de los dioses, nos revela un sendero silencioso, el camino que la humanidad debe recorrer para recobrar el gobierno sobre su propia existencia. El retorno a un mundo donde los individuos y los pueblos habitan y respiran el azul, aman, cantan y danzan, observando las leyes de la Naturaleza, deslizándose en armonía entre la Tierra y el Cielo, en la plenitud de la belleza, la dignidad y la verdad, en medio de la vasta y majestuosa serenidad de la existencia.
La naturaleza sagrada de la Vida y de la Tierra ha sido menospreciada y violentada por Occidente, en tanto ha sido celebrada y venerada siempre en los poemas y cantos de los aborígenes de todos los tiempos. Las voces aborígenes, individuales y colectivas, hablan hoy con gran energía a Occidente, como voceros de la Tierra, a la que todos debemos la Vida.
Desde hace cerca de cuatro décadas años hay un florecimiento de la poesía indígena escrita en el continente americano, desde la Patagonia hasta Alaska surgen nuevos poetas indígenas de gran calidad, cuyos cantos conservan la frescura mítica de la era primigenia. Desde el origen de la humanidad, en los tiempos de la milagrosa fertilidad de la tierra, la poesía fue la celebración de la existencia y de la unidad espiritual humana.
Actualmente desde el sur hasta el norte de América, los pueblos indios se movilizan, luchando por recobrar y defender la Tierra, amenazada por el capitalismo salvaje, y resisten preservando sus culturas, sus lenguajes, sus creencias tradicionales y sus plantas sagradas de éxtasis.
Los chamanes encarnan los caracteres arcaicos de sus antecesores nativos: presiden las ceremonias de iniciación a través de la muerte simbólica y la resurrección del adepto, mediante danzas y cantos que aprenden de los elementos y de los animales. Viajeros del espíritu, ellos ascienden en un vuelo mágico a los cielos, para restablecer la comunicación entre los hombres y las deidades, entre los hombres y sus antepasados y para vigorizar los principios de la vida colectiva y el trabajo compartido, y el entrelazamiento de la comunidad con la Naturaleza.
La paz mundial está profundamente asociada a la lucha por fortalecer la vida sobre la Tierra. La poesía tiene una ardua tarea, no para salvar a la Tierra ni a la vida, sino para vigorizar la conciencia, la sensibilidad y el amor de quienes pueden y deben afianzar todas las formas de vida sobre el planeta.