Graciela Maturo (Argentina)
Por: Graciela Maturo
Dafne
La mirada de Apolo enamorado
la tocó como un rayo.
Su alma fue llamada a una isla de luz
su cuerpo se transformaba en verdes ramas
cantantes
ebrias de puro ser.
Conoció el arrebato de nubes indescriptibles
y la felicidad de nadar entre hojas de diamante.
Una mirada de fuego
la sostenía sobre el abismo.
Moraba en la alegría de una fiesta
de niños y racimos.
La vida era un paso de danza
hacia el cerúleo mar resplandeciente.
La acompañan memorias encendidas
dalias de fuego
un viento
hecho de pájaros.
Déjala reposar entre fulgores
no temas por su muerte.
Hombre de máscara de pájaro
Ante un cuadro de Marx Ernst
El puñal se ha clavado
en el pie de la joven madre .
Puedo oír su gemido como gotas de sangre
entre nubes grises.
-No me cautivarás
hombre de máscara de pájaro,
- jugador de dados enlutados.
No podrás destruir mi red de nube y sueño
ni convertir en polvo la rosa que me habita.
Volatinero cruel de amarillas vestiduras,
hechicero que esgrimes un látigo de violetas.
Tu voz enredaba mis cabellos
al gélido fuego de tus venas.
Tu canto encantaba mis oídos
con su seda de nardos.
Otro canto suena ahora desde las colinas
en el amanecer.
Una música hecha de luz,
un bálsamo sagrado.
Las mariposas
Las mariposas siguen
ardiendo
sobre los radiadores de esas máquinas
que los hombres llaman automóviles
Arden hermosamente
junto con nuestras trenzas, con las hojas
recogidas en el parque al atardecer,
con los cuadernos dibujados y el sueño
de las adolescentes
absortas de amor
que sabían mirar desde el lado del pájaro.
Arden aún con sueños que resplandecen.
Es su manera de existir
de decir su delirio entre los muebles
que crujen en el alba
entre los libros fósiles
desordenados en los viejos pupitres.
Ese minuto de su muerte dura para nosotras
es un rito
reconocido por dos chiquillas que se encuentran
en un lugar sin tiempo
para volver al parque donde un árbol espera
y descubrir que nada está perdido
que nunca nos alejamos de su sombra
y estamos aquí
danzando
esperando a los ángeles
entre alacranes insomnes
y mariposas que se suicidan.
Aquello que amaste permanecerá
What you lovest will remains
Ezra Pound
Ha de durar aquello que has amado
dijo un día Ezra Pound
ese insano
poeta recluido.
Lo sé, lo supe siempre.
No morirán las palabras estremecidas
ni las hojas del álamo que el viento desprende ahora.
Todo tendrá su tiempo perdurable
su reino, su medida.
El rostro de los muertos nuevamente
aparecerá dibujado
sobre la tela
del aire.
El manantial
Para Ailén
Cuando las piedras afiladas del desierto
hayan destrozado tus sandalias
y contemples tus manos desgarradas
entre las zarzas,
cuando un viento de cólera
haya apagado las últimas lámparas
y la temible oscuridad
cubra los retratos amados,
entonces,
cierra los ojos y recuerda
aquella pequeña fuente
hallada en la montaña.
El agua murmurante
lavará tus heridas
la verde hierba te ofrecerá
su música callada.
Reposa sin cuidado
en su lecho de
eternidad.
Todavía no
No me iré todavía de los amigos
entrañables que leen sus poemas en Medellín,
bajo su sol de fuego
bajo su luna helada,
movidos por la música celestial
que nos convoca.
No me iré todavía del habla dulce de Medellín
de sus palmeras gráciles
que provocan al cielo
de sus piedras azules
de su aire
ligero y tembloroso.
Persistiré por amor
por la tenaz costumbre de
estar vivos,
por la riqueza de días iluminados
de mares atravesando los minutos
de rosas junto a la puerta,
de cantos sagrados
y ofrendas compartidas.
Me sobrepasa
la gracia y la belleza
derramadas
Me colma
la dicha de las horas vividas.
_____________________________
Medellín, 25 de junio de 2016
En la clausura del 26 Festival Internacional de Poesía de Medellín.
***
Selección del libro Jardín de sal, 2015.
Dafne y otros poemas
Dafne
La mirada de Apolo enamorado
la tocó como un rayo.
Su alma fue llamada a una isla de luz
su cuerpo se transformaba en verdes ramas
cantantes
ebrias de puro ser.
Conoció el arrebato de nubes indescriptibles
y la felicidad de nadar entre hojas de diamante.
Una mirada de fuego
la sostenía sobre el abismo.
Moraba en la alegría de una fiesta
de niños y racimos.
La vida era un paso de danza
hacia el cerúleo mar resplandeciente.
La acompañan memorias encendidas
dalias de fuego
un viento
hecho de pájaros.
Déjala reposar entre fulgores
no temas por su muerte.
Hombre de máscara de pájaro
Ante un cuadro de Marx Ernst
El puñal se ha clavado
en el pie de la joven madre .
Puedo oír su gemido como gotas de sangre
entre nubes grises.
-No me cautivarás
hombre de máscara de pájaro,
jugador de dados enlutados.
No podrás destruir mi red de nube y sueño
ni convertir en polvo la rosa que me habita.
Volatinero cruel de amarillas vestiduras,
hechicero que esgrimes un látigo de violetas.
Tu voz enredaba mis cabellos
al gélido fuego de tus venas.
Tu canto encantaba mis oídos
con su seda de nardos.
Otro canto suena ahora desde las colinas
en el amanecer.
Una música hecha de luz,
un bálsamo sagrado.
Las mariposas
Las mariposas siguen
ardiendo
sobre los radiadores de esas máquinas
que los hombres llaman automóviles
Arden hermosamente
junto con nuestras trenzas, con las hojas
recogidas en el parque al atardecer,
con los cuadernos dibujados y el sueño
de las adolescentes
absortas de amor
que sabían mirar desde el lado del pájaro.
Arden aún con sueños que resplandecen.
Es su manera de existir
de decir su delirio entre los muebles
que crujen en el alba
entre los libros fósiles
desordenados en los viejos pupitres.
Ese minuto de su muerte dura para nosotras
es un rito
reconocido por dos chiquillas que se encuentran
en un lugar sin tiempo
para volver al parque donde un árbol espera
y descubrir que nada está perdido
que nunca nos alejamos de su sombra
y estamos aquí
danzando
esperando a los ángeles
entre alacranes insomnes
y mariposas que se suicidan.
Aquello que amaste permanecerá
What you lovest will remains
Ezra Pound
Ha de durar aquello que has amado
dijo un día Ezra Pound
ese insano
poeta recluido.
Lo sé, lo supe siempre.
No morirán las palabras estremecidas
ni las hojas del álamo que el viento desprende ahora.
Todo tendrá su tiempo perdurable
su reino, su medida.
El rostro de los muertos nuevamente
aparecerá dibujado
sobre la tela
del aire.
El manantial
Para Ailén
Cuando las piedras afiladas del desierto
hayan destrozado tus sandalias
y contemples tus manos desgarradas
entre las zarzas,
cuando un viento de cólera
haya apagado las últimas lámparas
y la temible oscuridad
cubra los retratos amados,
entonces,
cierra los ojos y recuerda
aquella pequeña fuente
hallada en la montaña.
El agua murmurante
lavará tus heridas
la verde hierba te ofrecerá
su música callada.
Reposa sin cuidado
en su lecho de
eternidad.
Nerja
A Pedro Cerezo Galán
Instante cenital de la luz
Cósmica sinfonía de la hora
Suave viento detenido en el mediodía de Nerja.
Oh líquido basalto de palomas azules
Mar de Ulises
besando negras piedras
con la dulce violencia de un milenario amante.
Éramos notas vivas de una música
ejecutada por un dios riente.
En retirada
a la memoria de Ramón P. Muñoz Soler
Donde el aire es más calmo
donde el ruido rojizo de la feria
se hace luz y paloma
donde el tiempo
ha detenido sus batallas
oyes tu corazón
infinitamente
solo
Casa de la agonía en que se unen
la memoria del cielo y el verdor
Fuego que avanza sobre las aguas mansas
llama fría que abres
puertas desconocidas
Espero en la oscuridad
ajena al vértigo que roza los espejos
cansada ya del brillo
la risa y las espadas.
Absorta miro el cuenco de las palabras
en el anochecer , en el crujido de los muebles
En la penumbra de aconteceres silenciosos
pasa el ala de fuego de un ángel no nombrado
La luz avanza ahora sobre el mundo.
Ellos, los mercaderes no perciben
el vuelo de las palabras encendidas
ni el secreto rumor de la materia
en la alquimia de los días finales.
Una oscura marea
mueve los dulces ríos de la tierra.
El sabio se retira a su caverna
para escuchar la nueva melodía
Señales en el naufragio
Desolación de los días finales
bullicio efímero de la feria.
flotan dispersas las maderas
que usaremos
quizás
para
construir
alguna barca.
Ya no queda más tiempo
Alguien solloza
¿Alguien percibe la catástrofe?
Flotan dispersas las maderas
y una gacela desorientada
se vuelve
sobre los cuerpos mortales
que yacen en el páramo
Desolación de los días finales
Octubre
Quien fue ángel destroza interminablemente
su espada negra.
A.S.G.
Habías dicho una vez:
debí morir hace mucho tiempo.
Añorabas la libertad suprema del abismo.
No era una noche como otras;
era la noche que elegiste
para el acto sagrado de morir.
Yo llegaba muy tarde
para recoger una palabra
para mirarte al menos
en ese umbral de eternidad.
Amigos silenciosos
transportaron tu cuerpo frágil
entre las rosas de octubre.
Marchabas hacia el reino que fue tuyo
desde siempre.
Calvario
Días de soledad
viaje tenebroso de la angustia
fronteras de locura.
Entre nubes algodonosas, frías,
va amordazada la palabra.
Mientras la Madre dolorosa sigue
los pasos de Jesús,
hoy me toca seguir los pasos de dolor
de un hijo castigado por el odio.
Oscuridad del martirio
celda del oprobio
castigo del inocente.
Látigos de impiedad
caen sobre la paloma.
Martes Santo, 1976.
La misión del poeta en el fin de la modernidad
Comentario sobre el 26º Festival Internacional de Poesía de Medellín
*
Graciela Maturo nació en Santa Fe, Argentina, en 1928. Es poeta, ensayista, escritora americanista, investigadora y ex profesora universitaria. Fundadora del Centro de Estudios Poéticos Alétheia.
Ha publicado los libros de poesía: Un viento hecho de pájaros, 1958; El Rostro, 1961; El mar que en mí resuena, 1965; Habita entre nosotros, 1968; Canto de Eurídice, 1982; El mar se llama ahora con tu nombre, 1993; Memoria del Trasmundo, 1995; Cantos de Orfeo y Eurídice, 1997; Nacer en la Palabra, 1997; Cantata del agua (plaqueta), 1998; Navegación de altura, 2004; Antología Poética, 2008; Bosque de Alondras. Antología poética 1958-2008, 2009; Jardín de arena, 2011.
Algunos de sus libros de ensayo e investigación: Proyección del Surrealismo en la literatura argentina, 1967; Julio Cortázar y el Hombre Nuevo, 1968; Claves Simbólicas de García Márquez, 1972; La literatura hispanoamericana, De la utopía al Paraíso, 1983; La mirada del poeta, 1996; La razón ardiente. Aportes para una teoría literaria latinoamericana, 2004; Los trabajos de Orfeo, 2008; La poesía: un pensamiento auroral. Alción, Córdoba, 2014.
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Actualizado el 24 de agosto de 2017
Publicado el 13 de julio de 2016