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Manlio Argueta (El Salvador)

Fotografía de Sara Marín
25º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Manlio Argueta

Post card

Mi país, tierra de lagos, montañas y volcanes,
         pero no vengas a él
         mejor quedas en casa.
Nada de mi país te gustará. Los lirios no flotan          sobre el agua.
Las muchachas no se parecen a las muchachas          de los calendarios.
El hotel de montaña se cuela como una regadera.
Y el sol ¡ah, el sol! Si te descuidas te comemos en fritanga.
Los niños y los perros orinan en las puertas de las casas.
Los mendigos roban el pan de los hoteles:

         Puedes morirte de hambre,
         puedes morirte de cólera,
         nunca de muerte muerte.

Luego los francotiradores, las bombas en los automóviles,
         los puentes dinamitados.
Cierra la puerta a las tres de la tarde.
Con dinero no salgas a la calle, no te pongas reloj:
Puede salirte un ladrón
y timarte con el premio de la lotería.
Ah, y cuida de decir que mi país es una mierda,
te amarraríamos a un poste de la esquina
         y te violaríamos,
¡después te sacaríamos las tripas de una cuchillada!

Cuida que no te coja un cambio de gobierno,
¡válgame Dios! Mejor quedas en casa.

Pero mi país es tierra de lagos, montañas y volcanes.
Si sales dos kilómetros fuera de la ciudad
te encontrarás con tigres y culebras,
avispas ahorcadoras, escorpiones, arañas.
Es preferible estar en la ciudad
         y respirar el humo de los autobuses,
escuchar el claxon de los automóviles
o el pregón de los vendedores ambulantes.

Mi país, tierra de lagos, montañas y volcanes
pero no vengas a él si deseas conservar la vida.
         Puede morderte una culebra.
         Puede comerte un tigre.
mejor quedas en casa y no gastas en hotel ni en avión.
Te sacaríamos los ojos y te los comeríamos.
O una bomba, una bala perdida,
         una flor con dinamita.
Y tus huesos comidos por las hormigas-
Y tus huesos comidos-
Y tus huesos-
y tus- y-

 

Los zopilotes

Vuela sobre los basureros.
Se posa sobre los animales muertos.
Se alimenta de carroñas, inmundicias
de toda clase: caballos, perros
y seres que no tienen sepultura.

Es del tamaño de una gallina. Color negro.
Excepto, algunos casos, cabeza roja o blanca.
El cuello es rugoso y detestable.
Pico grande y afilado como navaja.
Comienza por devorar los ojos,
luego va descarnando a la víctima
hasta dejar los huesos pálidos.

Se le ve volar encima de los volcanes,
planeando. Volando en círculos.
Busca muertos en el monte y las calles.

Su nombre científico es Coragys Atratus.
Cuando tiene la cabeza blanca o colorada
recibe el nombre de quebrantahuesos,
o rey de los zopilotes o tencute,
y científicamente: Caracara Cheriwey.
Es el águila negra de las canciones
mejicanas, para diferenciarla
de las verdaderas águilas.

Pero la caraterística fundamental
del zopilote es que se come los muertos
del otro mundo. A diferencia
del águila majestuosa, hermana
de nuestro gavilán pollero, ave rapaz,
elástica, fulgurante,
que se alimenta de seres vivos.
Bella y terrible, a la vez.
El águila es hermosa,
el zopilote come mierda.

 

Cárcel

¿Dónde estarán los otros? Dijeron que vendrían
pero nadie aparece. Nuestros ojos amarran
los últimos recuerdos pero nadie aparece.
Escribimos un nombre (las paredes son grises):
aquí estuvieron hombres como fieras en selva,
aquí se amaron otros como nunca se amaron.

¿Cuándo vendrán los otros para hablar,
para mirar a alguien, para sonreír
con las personas? A veces digo
que estoy triste y recuerdo las voces que recuerdo.

¿Dónde estarán los otros? Dijeron que vendrían.
Salgo a buscar a mis amigos
y me encuentran cercado por los muros.

 

Oda para una madre...

Este día renazco y como siempre                                   
hacia mi van tus ojos como si fuese el pan,                       
a la esperanza o a tus manos de azucena golpeada.                 
                                                                   
Soy amigo de tu alma y de tu vigilancia                           
porque tú me has guardado                                         
como si hubiese sido el niño de un cordero                         
o el último minuto de la vida,                                     
porque tú me has negado la penumbra,                               
me has dado el sol, la tierra, la frescura del ángelus.           
Y algo más es tu aporte de tu sangre a mi sangre:                 
tu gran dedicación a la ternura,                                   
tu obstinada tutela,                                               
tu sigilosa marcha a despertarme,                                 
tu levantarte con los pájaros y el alba.                           
                                                                   
Sólo con eso quedas para mi pensamiento                           
y porclamos tu estatua de mujer apacible igual a otros rostros     
porque si amaneces como el feraz farol ante la niebla             
algo eres, más que madre personal,                                 
máas que árbol mío para mis guaridas e intemperies.               
Has sido patria del racimo                                         
ojo de agua del aire y de la plaza.                               
Si voy a tu tristeza es como viajara por la tierra.               
Y si comprendieras todo mi amor al hombre.                         
¡Cómo engrandecerías!...Cómo la espuma de los árboles.             
Amo al simple, al bueno, al trabajador                             
que construye barrios y geranios los Domingos cojos,               
al que ve pasar el día como un galope seco,                       
al que le roban los pulmones,                                     
A los que fueron un día yacimientos de la vida.                   
                                                                   
No és porque seas mi sangre universal,                             
mi hierba extrañamente florecida                                   
que en tí veo las fechas y cifras de milenios                     
como si fueses un río de siglos y de peces.                       
                                                                   
Te veo porque fuiste madre abrigadora                             
de las pasadas formas indefensas, la luminosa                     
voz que marcha a ver el mar por vez primera,                       
te veo libertada y pastora de mis sueños,                         
cabiendo en todas partes,                                         
hasta en los má pequeños agujeros del alma.                       
                                                                   
Junto a la media voz con que me hablas                             
eres la luz renacientes de las sombras.                           
¡Tú que no conocías más allá de mi sol y la mirada!               
Por eso cuando te sientes sola. ¡ay mi pobre indefensa!           
llego a tu camino azúl y te nombro heroína, libertadora           
del mundo cuando mueres en otras agonías, cuando te sacrificas     
en otras latitudes porque me has señalado                         
el sitio en que las rutas convergen a la vida. 

 

Promesa


               
Juro no alzar la voz. No sublevarme.
No decir la verdad cuando nos duela.
Ofrecer la mejilla cada vez
que me ofendan. A los pobres
daré limosnas. Comeré pan duro
para ser bueno con todos.
Sólo dinero (pues no tengo nada)
no habré de repartir... Después morir
tranquilamente libre de pecados,
de bronconeumonía o de un callo
en el pie
o de un catarro en el alma.
                                  1966.  

 

Video: Como las cartas de los niños

Entrevista


Manlio Argueta nació en San Miguel, El Salvador, el 24 de noviembre de 1935. Poeta y novelista. Algunas de sus obras: En el constado de la luz, poesía, 1968; El Valle de las Hamacas, narrativa, 1968; Caperucita en la Zona Roja, premio de novela de Casa de las Américas, Cuba, 1977 y Rosario de la Paz, novela, 1996. Fue miembro de la denominada Generación Comprometida, un grupo de escritores que en los años 50, influenciados entre otros por Jean Paul Sartre, se dedicaron al activismo cultural, social y político. Ha dirigido la Librería Universitaria y el Departamento de Extensión Cultural en La Universidad Nacional en San Salvador. Actualmente dirige la Biblioteca Nacional. Otras de sus obras son: Canto a Huistalucxitl, 1956/57; Un Hombre Por La Patria; De Aquí en Adelante, 1970; Las bellas Armas Reales, 1979; Un Día en La Vida, 1981; La Guerra Florida, 1982; y Cuscatlán Bate La Mara del Sur, 1986.

Última actualización: 14/11/2021