Geert Van Istendael, Bélgica
Por:
Geert Van Istendael
Traductor:
Rafael Patiño Goez
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 91-92. Junio de 2012.
De “La Constitución Europea en versos”
Desde el preámbulo
Todos nosotros juntos, la gente que nos ama, la gente que nos odia,
Nosotros, venidos aquí desde todos los países e iglesias,
barrios marginales y alrededores,
nosotros, gente de Europa, descendamos de las colinas y visitemos los valles,
acerquémonos a las aldeas, conquistemos las ciudades, extraviémonos en los callejones.
Nosotros, todos nosotros, sí, amablemente les pedimos, ciudadanos de Europa,
préstennos sus oídos,
oigan ahora los pesares, oigan ahora las historias,
ardiendo y nevando.
Todos nosotros juntos, gente de Europa, Europa la vieja
De guerreros y toros, Europa la nueva, adormecimiento y paz,
nosotros, gente de Europa, tan diferente, tan semejante,
de toda destreza y profesión, humilde y orgullosa,
costosa y mendicante, laboriosa y aprendiz, triste y contenta:
nosotros, gente soberana de Europa,
nosotros vemos
nuestra Europa, ella deslumbra y asfixia y sangra,
látigo y llamas, cámaras de gas, horcas,
cargamentos de esclavos, carnicería de tribus,
mujeres bálticas, violadas en el pantano,
niños en socavones de mina, padres laborando;
Europa, historia, turbulenta filtración,
campos de batalla, amapolas, lápidas, depredación.
Europa, oh, Europa, mocosa de pelo gris,
malcriada y herida, presuntuosa y gorda,
tus huesos todos rotos, tus heridas todo escozor,
pero también incuestionable como las altas catedrales,
pinturas como atardeceres, cantando como niños de coro,
Europa es sabia como las barbas de viejos rabinos,
Europa, todas las diversas beatificaciones,
Europa, una visión entre fortificaciones.
Princesas y príncipes de estrofas y liras,
nosotros, el pueblo soberano de Europa, requerimos:
Ustedes conocen las raíces y las coronas de palabras,
las flores y las heces, el estiércol y la leche.
Ahora, envuélvanse en atuendos desteñidos y dañados,
viajen con el embalsamamiento curativo de Europa,
negro como el alma de esta vieja, vieja Europa,
tan fragrante como los versos y el pan de la vieja Europa,
viajen hacia barracas, viajen hacia desiertos,
viajen hacia los látigos y viajen hasta el hambre,
embalsamen a los brutos, los tarugos, los intolerantes,
ahora entonen sonoras plegarias por la paz.
Art. 26
El derecho a un techo
Aquí, cada uno tiene derecho al cabello seco,
a un techo, no más que eso, a mantener
lo que nos hace gente, una chimenea, una silla,
protegidos de granizadas y amenaza de barbarie.
Art. 33
El derecho a árboles de manzanas
Aquí, cada uno tiene derecho a árboles de manzanas,
sobre poderosos troncos de sueños olvidados hace mucho.
Manzanas bramley russet y Golden noble*,
La tarta de carne complacerá en adelante al paladar.
* nombres de diversas clases de manzanas (n. del t.)
Art. 73
Libertad Religiosa
Porque aquí, en nuestra ciudad, en medio de cada una de sus 77 torres
reside otro dios.
De barba verde,
barba púrpura
o abanico de pavo cultivado;
diosas, también,
con nueve cremosos senos
o pies danzando como bolas de ping-pong
o enigmáticos como imaginarias cifras,
o
tres cofres vacíos.
Tras abandonar las setenta y siete casas de adoración
los saludos cruzan entre
el creyente, el no tan creyente y el no creyente.
Ellos inclinan sus cabezas y gastan buenas sumas en los almacenes del otro
en leche o vino,
bizcochos dulces,
galletas saladas,
abalorios rojo coral,
libros santos, libros prohibidos,
semillas de maraca,
ajo e imágenes,
cebollas rojas,
cebollas verdes,
velas amarillas, sombreros de seda,
esteras de lana y
nutritivos y moteados frijoles.
Pero nunca jamás
habrán ellos de respirar una sola palabra sobre teología.
Queda estrictamente prohibido
Al aire libre en esta nuestra ciudad.
Aquí cada uno debe ser feliz a su manera.
Se elevan setenta y siete torres hacia el sol,
a los búhos de la noche, a los grajos,
setenta y siete torres,
a los arco iris
setenta y siete encantadoras torres.
Art. 31
El derecho al lenguaje
Europa parlotea en innumerables lenguas,
Desgarrando los registros, forzando las cuerdas vocales,
oh lenguas, manchas de nacimiento de la Europa,
zumo de la Europa, caída de la Europa
y paraíso. Querer una sola lengua, es cazarse a
sí mismo, es soñar con blancas casas en América,
es traicionar el álgebra negra de Europa.
Saborea todas tus lenguas sobre tu lengua, loca Europa,
eructadas, expectoradas, malditas, encantadas,
mostrad con arrogancia los tesoros de tus palabras sin parangones
y no abandones ninguna palabra, no, ninguna palabra
en ninguna lengua, mi Europa. Vela como un dragón
sobre sus montañas de oro. Y si tú debes callarte,
cállate en todas tus lenguas.
Geert Van Istendael Nació en Ukkel en 1947. Poeta, escritor, traductor, periodista. Algunos de sus libros de poesía: Iguanodon de Bernissart, 1983; Planos, 1987; La paciencia de las cosas, 1996; Máquina de lenguas, 2001 (Premio de poesía de Bruselas y de la Provincia de Brabant flamenca); Mensajes Conjuros, 2006; Seguridad social y otros poemas, 2010. Libros de ensayo: El laberinto belga, 1989 (Premio de literatura Dirk Martens, 1990); Pobre Bruselas, 1992; Las confesiones de un reaccionario, 1994; Erupciones completas, 2001; Alfabeto de la globalización, 2006. Tradujo al neerlandés a Brecht, Fried, Goethe, Heine, Hölderlin, Prévert, Rilke, Yeats, entre otros autores. Premio de la Unión General Neerlandesa (1995, mérito por la defensa de la lengua neerlandesa).
“…Hace cincuenta años, Enzensberger escribió “El poema es la antimercancía por excelencia”. En este mundo globalizado y ultracapitalista, en este siglo XXI, la sola existencia de la poesía ya es una crítica fundamental al sistema económico que arruina la civilización y el planeta. Heaney habla de la poesía como una una función de contrapeso y como otra verdad. El pensamiento único, no puede presentar una imagen coherente y racional del mundo globalizado solamente porque escamotea largas partes de la realidad cotidiana. El pensamiento único tiene una sola posibilidad frente a la totalidad aterradora y magnífica de la existencia humana: la mentira alegra vendida como la única verdad concebible. En nuestra época, la poesía está casi inaudible, invisible, sin relevancia social, política, económica, porque la única relevancia que subsiste es la relevancia de la cifra de ventas. Pero exactamente eso es la razón porque la poesía tiene una importania cultural y civilizadora insustituible…”