Mohammed Achaari
Nació en Mulay Idrís, cerca de Mequinez, Marruecos, en 1951. Completó estudios de derecho, y en los años 70’s, se comprometió con la lucha política y sindical, por la que fue encarcelado. Trabajó para los diarios árabes, Al Alam (órgano del Partido Istiqlal) y Al Ittihad Al Ichtiraki, y en varios suplementos culturales.
Fue presidente de la Unión de Escritores de Marruecos de 1989 a 1996 y ministro de Cultura de 1998 a 2002. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, ruso e italiano.
Ha publicado entre otros, los libros de poemas: El relincho de los corceles heridos, 1978; Diario del fuego y del viaje, 1983; Biografía de la lluvia, 1988; Acuarelas, 1994; Historias rocosas: El lecho de la soledad de espigas, 2000; Poemas aislados, 2006, así como la recopilación de cuentos Una dura jornada, 1994, y la novela breve El ábrego del espíritu, 1996. En 2011 obtuvo el premio al libro árabe por su novela El arco y la mariposa.
Esta es una muestra de sus poemas:
El nido de las palabras
Necesito una pequeña brasa
para ponerla
cerca del nido de las palabras,
No muy lejos de la leña que recogí
de mi sed
y con la que construí una chimenea
para los transeúntes.
Necesito una mano que atraviese la desolación del pozo
hacia mí
y pase sus dedos
sobre mi cara, mi cuello y mi pecho
para tocar los arañazos de las fuentes
en mi cuerpo
y saber cuántos desiertos he deambulado
por este laberinto.
Soy la piedra de las palabras
y la aspereza de las formas asfixiadas por los círculos
y un estertor de agonías cruzadas,
Los huesos de la ballena que se tragó a Jonás.
Soy el trozo de hielo que se separó
del hambre de los osos
y rompió la popa del Titanic
sacando una historia de amor de las garras del iceberg
antes de que se atormentara
en el tronco de un árbol
(¿Dónde se encuentra el árbol?)
Y le pide a Dios una pequeña brasa
Para ponerla
cerca del nido de las palabras
cerca de una palpitación débil
la escucho
en un árbol que me cruza
después en un manantial
que ya no está aquí
y luego en el verdor oscuro
de un bosque talado hace poco
la palpitación es su latido
o su fragancia permanente
en las raíces abiertas
La palpitación es agua lejana
o el susurro de árboles que me cruzan
atravieso un camino suave
lo paso precipitadamente
igual a un río que va hacia su desembocadura
me imagino montado a caballo surcando el río
Pero los granos de arena que me queman
hacen del río dunas
que bailan al viento.
Atravieso la canícula
el río la atraviesa
la atraviesan carruajes
bajo una lluvia abundante
que cruza mi memoria…
Y me acerco a una palpitación
que puede ser un latido
o palabras sin sonido
que atraviesan labios
grabados en una piedra errante.
Estuve cerca de sus puertas
La fragancia
la sombra del muro
la única higuera
y las palabras que la gente esparce
sobre las piedras
Este es el río
que me separa del poema.
Lo toco
Entonces me invade
la dulzura de las puertas
y me quema con su crueldad
que fastidia mis pasos por su potencia
y yo estaba volviendo
cuando se iluminaron en mi alma
otras puertas
y después otras puertas y ventanas
Después ventanas
sin puertas
y luego sólo la idea de la puerta
donde ni siquiera hay madera ni cobre
ni ninguna mano que tocara con toda su ansiedad.
Sólo una entrada desnuda
que sombrea su alma
y me ensombrece
Me volvía a ella
cada vez que se apoderaba de mí el deseo,
a unas palabras que no conozco
a unas palabras traspasadas por la miel del sol
y la fragancia del agua manando de su savia
¡Qué piadoso es este árbol!
¡Qué alegría siente cuando esparcimos sobre mi sed
letras blancas como flores tiernas de narciso!
diciéndome a través de ellas las cosas que sabe
que tengo
pero sin palabras
Las cosas que salen del silencio lavadas
y luego vuelven a él polvorientas
de tristeza
y de viajes y viento
Le digo al árbol:
Busco cosas sin palabras
y palabras sin cosas.
Cada vez que me confundo en una lengua
sé que era mía
Amo el barro de las dudas que hacen crecer margaritas mudas
y palabras que caen secas sobre los poemas
Me encanta este sentido misterioso
que me cava una cama bajo el árbol
como si me preguntara
al regresar
de dónde vengo.
Tú no sabes lo cruel que es
este hallazgo repentino
de los restos
es decir, la tinta que la blancura
bebió
la sal que se depositó
en las letras
y las cenizas que puso el viento
en el ojo de la tormenta
Esto es lo que ocurre
cuando perdemos una sola cosa
y seguimos encontrando sus restos por siempre.
Podrías haber inventado
una nueva era
que se infiltra entre el hielo
y el diluvio
u otra fórmula
de los continentes a la deriva,
podrías haberte establecido
como los océanos lo hicieron
y si no lo hiciste
mira ahora mi enredo:
recopilo poemas secados vivos en el corazón de las piedras
y en ostras perleras vacías
de tu era concoidea
en aquellos días en los que jugaba entre tus corales
como si el desierto
no estuviera a la distancia
de una sola gota
En una noche he transitado hacia ti,
extendido campo
de dunas y torbellinos,
No me pidas que agregue otro desierto
a estas palabras con las que busco
una ciudad tragada por el diluvio.
Se trata de caminar sobre las huellas de la historia.
Y yo caminé
Pasé por cúpulas de cobre
y por el silencio de calles de cristal
por mercados vertidos en estatuas de cera
por caravanas caídas bajo el poderío de la sal y las distancias
Bebí de un pozo fuera de la ciudad
allí donde se sentaba una dama junto al agua
y se sentaban jinetes enmascarados
alrededor de la señora
Entré antes de la oración del atardecer
en una mezquita fría
y escuché a alguien recitar la Sura de Jonás en la oscuridad.
Yo también, oh voz, soy esculpido por las aguas de Tombuctú
a mí también me ha tragado una ballena
de lo contrario, ¿cómo no voy a encontrar el camino
después de una larga noche de caminar sobre las huellas de la historia?
¿Cómo puedo sembrar todos estos pasos?
Y el país que dibujé
en mi primer grito
lo veo imposible
y está a tiro de piedra
Y la piedra sobre la que me asenté
lejos del espejismo de las caravanas
no era una piedra
sino una isla
o una ballena
o el barco del último viaje
¡Qué tantas cosas pasan
por la mente de Simbad!
Cuadros migrantes
Vi envejecer
a estos árboles que crecieron
en un cuadro de Van Gogh
Los vi bajar
de sus colores húmedos
hacia las grietas de la sequía que acecha la presa
indiferentes a lo que me pasara
y a sus hojas asustadas
Cada uno de los dos se sitúa ahora
en el momento que precede a la sequedad
Comenzamos una epopeya de huida
y no sabemos cómo terminará,
Dibujamos en el firmamento de Dios
una forma nueva de nuestras almas
parecida a una piedra
que excede la necesidad de las estrellas fugaces...
Adiós, pintor que durmió temprano
sin caballos
ni calesas
Adiós a un cuadro que envejece bajo sus árboles
como variedades desconocidas de hongos...
Todas las tardes se amontonaron
en el amarillo repentino
donde el color reanuda
lo que rechazó la tormenta.
Vamos profundamente
a cazar un nombre para este otoño
hemos seguido árboles que bajaron
de las nubes del cuadro
y se mezclaron con nuestros pasos
Todas las tardes se reunían
en esta alameda estrecha
como si fueran manadas migrantes
listas para cruzar el río
El río también deja el cuadro
siguiéndonos
feliz con esta partida
Vi los pájaros de Brak
saliendo de las cenizas de las azoteas
hacia un pequeño cielo azul
apenas suficiente para su baile
De repente
se convirtieron en una bandada
que no cabe en un cielo pequeño
entonces inventó el cielo que
se le adapta
un techo suspendido
sin nubes
ni estrellas fugaces
Aquí
dormirán los pájaros
sin nidos
sin árboles
cautivados en su vuelo eterno
dentro de ellos,
algunos recibieron un lecho
entre los poemas de Apollinaire
se durmieron
en un azul sonriente
como si estuvieran colgando cielos mudos
en sus picos
La cabra de la mujer que cruza la aldea
sobresaltada
porque escuchó muy cerca los bombardeos
Ella aparece pronto
en una escena cómica
entre cuatro personas
alegres
que bailan hasta convertirse
en tres cabras cafés
y una blanca
que una mano secreta
dispersa y recoge
descendiendo de un techo nublado de azul y blanco
que abraza a un pequeño sol
con un hilo negro
Separa el cielo y la tierra.
Después en una tierra verde
nada dice que es una tierra
pero la caída de los cuerpos
entre diversión y pánico
la convierte metafóricamente en tierra
aunque es sólo un color
que salva a la cabra de volar.
Algún día la cabra aparecerá
en una situación que le impida
cometer sus locuras habituales
Será en la forma de una escultura
capturada en situación de horror eterno.
Entonces nos daremos cuenta que Picasso
es el dueño de la cabra
y no la mujer secuestrada por la guerra.
O el azul que rastreó las huellas del crimen
o el café ayudado por el miedo
para pasar del cuadro
a los cantos de los pastores
Cuadros migrantes
Vi envejecer
a estos árboles que crecieron
en un cuadro de Van Gogh
Los vi bajar
de sus colores húmedos
hacia las grietas de la sequía que acecha la presa
indiferentes a lo que me pasara
y a sus hojas asustadas
Cada uno de los dos se sitúa ahora
en el momento que precede a la sequedad
Comenzamos una epopeya de huida
y no sabemos cómo terminará,
Dibujamos en el firmamento de Dios
una forma nueva de nuestras almas
parecida a una piedra
que excede la necesidad de las estrellas fugaces...
Adiós, pintor que durmió temprano
sin caballos
ni calesas
Adiós a un cuadro que envejece bajo sus árboles
como variedades desconocidas de hongos...
Todas las tardes se amontonaron
en el amarillo repentino
donde el color reanuda
lo que rechazó la tormenta.
Vamos profundamente
a cazar un nombre para este otoño
hemos seguido árboles que bajaron
de las nubes del cuadro
y se mezclaron con nuestros pasos
Todas las tardes se reunían
en esta alameda estrecha
como si fueran manadas migrantes
listas para cruzar el río
El río también deja el cuadro
siguiéndonos
feliz con esta partida
Vi los pájaros de Brak
saliendo de las cenizas de las azoteas
hacia un pequeño cielo azul
apenas suficiente para su baile
De repente
se convirtieron en una bandada
que no cabe en un cielo pequeño
entonces inventó el cielo que
se le adapta
un techo suspendido
sin nubes
ni estrellas fugaces
Aquí
dormirán los pájaros
sin nidos
sin árboles
cautivados en su vuelo eterno
dentro de ellos,
algunos recibieron un lecho
entre los poemas de Apollinaire
se durmieron
en un azul sonriente
como si estuvieran colgando cielos mudos
en sus picos
La cabra de la mujer que cruza la aldea
sobresaltada
porque escuchó muy cerca los bombardeos
Ella aparece pronto
en una escena cómica
entre cuatro personas
alegres
que bailan hasta convertirse
en tres cabras cafés
y una blanca
que una mano secreta
dispersa y recoge
descendiendo de un techo nublado de azul y blanco
que abraza a un pequeño sol
con un hilo negro
Separa el cielo y la tierra.
Después en una tierra verde
nada dice que es una tierra
pero la caída de los cuerpos
entre diversión y pánico
la convierte metafóricamente en tierra
aunque es sólo un color
que salva a la cabra de volar.
Algún día la cabra aparecerá
en una situación que le impida
cometer sus locuras habituales
Será en la forma de una escultura
capturada en situación de horror eterno.
Entonces nos daremos cuenta que Picasso
es el dueño de la cabra
y no la mujer secuestrada por la guerra.
O el azul que rastreó las huellas del crimen
o el café ayudado por el miedo
para pasar del cuadro
a los cantos de los pastores
El nido de las palabras
Necesito una pequeña brasa
para ponerla
cerca del nido de las palabras,
No muy lejos de la leña que recogí
de mi sed
y con la que construí una chimenea
para los transeúntes.
Necesito una mano que atraviese la desolación del pozo
hacia mí
y pase sus dedos
sobre mi cara, mi cuello y mi pecho
para tocar los arañazos de las fuentes
en mi cuerpo
y saber cuántos desiertos he deambulado
por este laberinto.
Soy la piedra de las palabras
y la aspereza de las formas asfixiadas por los círculos
y un estertor de agonías cruzadas,
Los huesos de la ballena que se tragó a Jonás.
Soy el trozo de hielo que se separó
del hambre de los osos
y rompió la popa del Titanic
sacando una historia de amor de las garras del iceberg
antes de que se atormentara
en el tronco de un árbol
(¿Dónde se encuentra el árbol?)
Y le pide a Dios una pequeña brasa
Para ponerla
cerca del nido de las palabras
cerca de una palpitación débil
la escucho
en un árbol que me cruza
después en un manantial
que ya no está aquí
y luego en el verdor oscuro
de un bosque talado hace poco
la palpitación es su latido
o su fragancia permanente
en las raíces abiertas
La palpitación es agua lejana
o el susurro de árboles que me cruzan
atravieso un camino suave
lo paso precipitadamente
igual a un río que va hacia su desembocadura
me imagino montado a caballo surcando el río
Pero los granos de arena que me queman
hacen del río dunas
que bailan al viento.
Atravieso la canícula
el río la atraviesa
la atraviesan carruajes
bajo una lluvia abundante
que cruza mi memoria…
Y me acerco a una palpitación
que puede ser un latido
o palabras sin sonido
que atraviesan labios
grabados en una piedra errante.
Estuve cerca de sus puertas
La fragancia
la sombra del muro
la única higuera
y las palabras que la gente esparce
sobre las piedras
Este es el río
que me separa del poema.
Lo toco
Entonces me invade
la dulzura de las puertas
y me quema con su crueldad
que fastidia mis pasos por su potencia
y yo estaba volviendo
cuando se iluminaron en mi alma
otras puertas
y después otras puertas y ventanas
Después ventanas
sin puertas
y luego sólo la idea de la puerta
donde ni siquiera hay madera ni cobre
ni ninguna mano que tocara con toda su ansiedad.
Sólo una entrada desnuda
que sombrea su alma
y me ensombrece
Me volvía a ella
cada vez que se apoderaba de mí el deseo,
a unas palabras que no conozco
a unas palabras traspasadas por la miel del sol
y la fragancia del agua manando de su savia
¡Qué piadoso es este árbol!
¡Qué alegría siente cuando esparcimos sobre mi sed
letras blancas como flores tiernas de narciso!
diciéndome a través de ellas las cosas que sabe
que tengo
pero sin palabras
Las cosas que salen del silencio lavadas
y luego vuelven a él polvorientas
de tristeza
y de viajes y viento
Le digo al árbol:
Busco cosas sin palabras
y palabras sin cosas.
Cada vez que me confundo en una lengua
sé que era mía
Amo el barro de las dudas que hacen crecer margaritas mudas
y palabras que caen secas sobre los poemas
Me encanta este sentido misterioso
que me cava una cama bajo el árbol
como si me preguntara
al regresar
de dónde vengo.
Tú no sabes lo cruel que es
este hallazgo repentino
de los restos
es decir, la tinta que la blancura
bebió
la sal que se depositó
en las letras
y las cenizas que puso el viento
en el ojo de la tormenta
Esto es lo que ocurre
cuando perdemos una sola cosa
y seguimos encontrando sus restos por siempre.
Podrías haber inventado
una nueva era
que se infiltra entre el hielo
y el diluvio
u otra fórmula
de los continentes a la deriva,
podrías haberte establecido
como los océanos lo hicieron
y si no lo hiciste
mira ahora mi enredo:
recopilo poemas secados vivos en el corazón de las piedras
y en ostras perleras vacías
de tu era concoidea
en aquellos días en los que jugaba entre tus corales
como si el desierto
no estuviera a la distancia
de una sola gota
En una noche he transitado hacia ti,
extendido campo
de dunas y torbellinos,
No me pidas que agregue otro desierto
a estas palabras con las que busco
una ciudad tragada por el diluvio.
Se trata de caminar sobre las huellas de la historia.
Y yo caminé
Pasé por cúpulas de cobre
y por el silencio de calles de cristal
por mercados vertidos en estatuas de cera
por caravanas caídas bajo el poderío de la sal y las distancias
Bebí de un pozo fuera de la ciudad
allí donde se sentaba una dama junto al agua
y se sentaban jinetes enmascarados
alrededor de la señora
Entré antes de la oración del atardecer
en una mezquita fría
y escuché a alguien recitar la Sura de Jonás en la oscuridad.
Yo también, oh voz, soy esculpido por las aguas de Tombuctú
a mí también me ha tragado una ballena
de lo contrario, ¿cómo no voy a encontrar el camino
después de una larga noche de caminar sobre las huellas de la historia?
¿Cómo puedo sembrar todos estos pasos?
Y el país que dibujé
en mi primer grito
lo veo imposible
y está a tiro de piedra
Y la piedra sobre la que me asenté
lejos del espejismo de las caravanas
no era una piedra
sino una isla
o una ballena
o el barco del último viaje
¡Qué tantas cosas pasan
por la mente de Simbad!
Traducción de Khalid Raissouni
Cuadros migrantes
Vi envejecer
a estos árboles que crecieron
en un cuadro de Van Gogh
Los vi bajar
de sus colores húmedos
hacia las grietas de la sequía que acecha la presa
indiferentes a lo que me pasara
y a sus hojas asustadas
Cada uno de los dos se sitúa ahora
en el momento que precede a la sequedad
Comenzamos una epopeya de huida
y no sabemos cómo terminará,
Dibujamos en el firmamento de Dios
una forma nueva de nuestras almas
parecida a una piedra
que excede la necesidad de las estrellas fugaces...
Adiós, pintor que durmió temprano
sin caballos
ni calesas
Adiós a un cuadro que envejece bajo sus árboles
como variedades desconocidas de hongos...
Todas las tardes se amontonaron
en el amarillo repentino
donde el color reanuda
lo que rechazó la tormenta.
Vamos profundamente
a cazar un nombre para este otoño
hemos seguido árboles que bajaron
de las nubes del cuadro
y se mezclaron con nuestros pasos
Todas las tardes se reunían
en esta alameda estrecha
como si fueran manadas migrantes
listas para cruzar el río
El río también deja el cuadro
siguiéndonos
feliz con esta partida
Vi los pájaros de Brak
saliendo de las cenizas de las azoteas
hacia un pequeño cielo azul
apenas suficiente para su baile
De repente
se convirtieron en una bandada
que no cabe en un cielo pequeño
entonces inventó el cielo que
se le adapta
un techo suspendido
sin nubes
ni estrellas fugaces
Aquí
dormirán los pájaros
sin nidos
sin árboles
cautivados en su vuelo eterno
dentro de ellos,
algunos recibieron un lecho
entre los poemas de Apollinaire
se durmieron
en un azul sonriente
como si estuvieran colgando cielos mudos
en sus picos
La cabra de la mujer que cruza la aldea
sobresaltada
porque escuchó muy cerca los bombardeos
Ella aparece pronto
en una escena cómica
entre cuatro personas
alegres
que bailan hasta convertirse
en tres cabras cafés
y una blanca
que una mano secreta
dispersa y recoge
descendiendo de un techo nublado de azul y blanco
que abraza a un pequeño sol
con un hilo negro
Separa el cielo y la tierra.
Después en una tierra verde
nada dice que es una tierra
pero la caída de los cuerpos
entre diversión y pánico
la convierte metafóricamente en tierra
aunque es sólo un color
que salva a la cabra de volar.
Algún día la cabra aparecerá
en una situación que le impida
cometer sus locuras habituales
Será en la forma de una escultura
capturada en situación de horror eterno.
Entonces nos daremos cuenta que Picasso
es el dueño de la cabra
y no la mujer secuestrada por la guerra.
O el azul que rastreó las huellas del crimen
o el café ayudado por el miedo
para pasar del cuadro
a los cantos de los pastores
Traducción de Khalid Raissouni
Del libro de los fragmentos
Recupero del mar
una pieza que cayó de mi equipaje
cuando las olas me escupieron
de un barco que el viento rompió.
Asombrado contemplo la pieza
Parece una jarra quebrada
una piedra tallada
o una botella cubierta de algas
¿Cómo supe que era mía?
¿Por qué no sería de eras antiguas?
algo que los veraniegos despreciaron
o que una transeúnte abandonó
antes de mi despertar
En todo lo que saqué de lo que queda de la marea
hay algo que se parece a mí
En toda esta fragmentación hay algo que fue mío
o yo de ella
Hay una persona
que excava en los restos
y anda distraído
como si una mujer lo hubiera olvidado allí
* * *
Lejos
me llevarán los nombres y las escenas
Percibo los aspectos débiles
de una conversación interrumpida
que descendiendo se dirige a un lago
que aparece y desaparece
Yo no recuerdo
sólo camino
sobre este barro donde los pasos vacilan
camino para llenarme
con la pérdida de lo que se separa de mí
Escucho frases precipitadas que se alejan
y no porque las olvide
sino porque son mías
para siempre
Pongo rostros en palabras
y nombres en rostros
llevo en mi silencio
una montaña sin nombre y sin palabras
Camino sobre este barro blando
y trato de encontrar algún pasillo
que ya no sea evidente
después de ser tragado por malezas
Lejos me llevará, algunos momentos
recogerán mis pasos
de árboles que transitan por mis sueños
como estrellas fugaces temerosas
* * *
¡Qué extraño es este halcón!
Se posa sobre un árbol muerto
y contempla la tierra roja
extendiéndose de los valles
a las tímidas laderas
serenas
satisfechas de su parte del horizonte
¿Qué trata de cazar en este silencio?
¿Qué cruza por su mente
Al ver un camión
y a nosotros balanceándonos sobre su parte trasera
como marineros cansados?
¿Qué lo tienta a quedarse solitario
en una llanura desolada?
Él, que puede imponerse en una cima
donde nadie lo apretuje
En su postura alzada hay algo
que dice que está aquí por nosotros.
Él nos da otra forma de la cima
y nosotros siempre bajamos
Traducción de Khalid Raissouni