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Paul Liam

-1987-

Nació en Nigeria. Es poeta, autor, crítico de libros, ensayista literario crítico, editor, columnista literario, y mentor de escritura creativa. Es coeditor de Ebedi Review (Diario de la residencia internacional de escritores de Ebedi, Iseyin, estado de Oyo, Nigeria). Exsecretario adjunto de la Asociación de Autores Nigerianos, capítulo de Níger, sus obras publicadas incluyen Antojos indefinidos, 2012, y Saint Sha'ade y otros poemas, 2014, y se han publicado numerosos ensayos críticos y entrevistas. en periódicos nigerianos de gran reputación, entre ellos: The Nation, The Sun, Nigerian Tribune, Daily Independence, Daily Trust, Blue Print, Nigerian Pilot, etc., y virtualmente: @ africanwriter.com, dugwe.com, entre otros. Es coordinador del Movimiento Poético Mundial en Nigeria.

Esta es una muestra de sus poemas:

Huesos para la cena

En este océano de oro
De verdor en suciedad
Vino y entrañas
Duros trabajos metálicos y acres cultivables
Sueños se descomponen contando
Historias de abortos espontáneos
Que contaminan las calles

En esta temporada de miel
Barrigas roen noches de hambruna
Y el vacío de la necesidad
Un hombre muere por falta de pan
¿Por qué padecen hambre las cabras 
Cuando hay pastizales desaprovechados?

En esta Jerusalén
Dietas equilibradas se consumen en sueños
Exportamos banalidades
Sembramos ineptitud
Cosechamos codicia
Y terminamos en la tumba
Huérfano es este país 
Es, para cada ladrón, con una llave.

Huérfano es este país 
Una ambición volcada
Un eructo podrido
Cada día es un recordatorio
De anemia acechante tras puertas sin pomo

Hambre anunciada sobre los hambrientos hoyuelos de los niños
Conflicto en los suspiros caídos de mujeres pisoteadas
Hombres desventurados se tambalean a casa
En ebria fragancia
Cargados con bolsillos de promesas vacíos

“La cena de hoy no es diferente de
Los cuentos familiares de ayer”.
Sus ojos se expresan en silencio
Huesos para la cena, es la placa del trabajador

Este es el destino de hombres amamantados
Por madres arrugadas
En este flagelo enmascarado
Masas se apresuran por huesos
En sobras arrojadas desde rascacielos

Penuria es la insignia
Rechazados adornan templos de codicia
Con testimonios sagrados bajo axilas
Anhelando la salvación escondida en sus corazones
Buscando la intercepción de apóstoles de lujuria
Modelos de codicia y sodomía

Esclavizada a mentiras plateadas y credos mal aplicados
Cada elección es Navidad para los pobres
Intercambiada con sonrisas de oprimidos
Campesinos cosechan trozos de risa
Cuyo ritmo escapa al recuerdo

Ellos aran el día hasta el borde
Estafan la noche hasta la muerte
Escarbando promesas desnutridas en mayo
En lenguas y slogans camaleónicos

Presas
Ascienden la bóveda de la sopa de “mañana”
Envueltas en piel de oveja
En este océano de carne
Huesos adornan la cena sin sal
Comida en noches de luto
Bajo techos goteantes
De historias de servidumbre no recompensada

Esta es la trayectoria del hombre común
Muertos vivientes en medio de la abundancia
Cuentos de aspiraciones amputadas
Camaradas de revolución muerta
Legados de pobreza

Diez mil veces
Recitan el Rosario
Diez mil veces
Recitan el Tasbih

Hombres de nuestras cámaras de la vergüenza
Que han ahogado nuestra existencia
En el lodo de represivas
Filosofías

En la tribuna de artimañas
Etnicidad y religiosidad
Puestos en atuendos de santidad
Venden consignas letárgicas
De incipiente patriotismo
Negociado sobre los estrados de la idolatría

Con parábolas de piedad
Dictámenes de sabiduría insípida
Somos las libaciones en santuarios
De divisas
Garantía de ayuda extranjera y préstamos

Víctimas de metáforas trastornadas
Inspeccionamos el cielo en busca de socorro
En la risa de nuestros semejantes
Mientras devoran las comidas
Cocinamos bajo las miradas burlonas
Del sol

Traducción de Sebastián Domínguez

Rosas marchitas 

(Para las muchachas de Chibok)           

Lirios asesinados al alba
Anhelan besos de la luz
En laberintos de silencio
Risa robada lucha con el significado
En los ojos perplejos
De una estación descompuesta

Aniquilados por el error de los santos
Mártires del paraíso inducido por vírgenes
En cuyas entrañas el Armagedón
Llegó al clímax

Corderos sacrificados sobre la estera
De “versos satánicos”
En el vientre de Sambisa
La humanidad sangra
Mientras la conciencia se fuga de los corazones

Árboles indefensos observan con asombro mientras
Sueños profanados gimen la noche entera
Inocentes fantasías adolescentes 
Interceptadas por cazadores de fama

Perdidos en la estela de la senilidad
Como mesías del paraíso
Los autoproclamados discípulos de Alá
Realizan versos sagrados con ojos ciegos

Despierta la lujuria
En entrañas de niños destetados
De madres trastornadas y padres
Desconsolados y una nación a la deriva

De los arbustos emergen portadores de nuevos nombres
Atónitos por un mundo que entierra a
Sus muertos con mancornas y ataúdes de oro
traje Armani y zapatos Gucci
Mientras a sus hijas vivas les faltan hasta la muerte

Chibok es una metáfora que
Mancha nuestra conciencia blanca
La evidencia de un barco que se hunde
Capitaneado por una sabiduría menguante 

Estás avisado: esta nación es una guarida de mil Hítleres
El fin es el principio

Esta nación es un cuento prosaico
de madres-niñas
Adoptadas por los autoproclamados guerreros de la fe de Alá

¿Nos mirará el cielo con clemencia
Ahora que nuestro juicio ha llegado
A manos de los hombres?

Armas desprendidas de sus pechos germinantes 
Cuchillos en sus gargantas
Muslos magullados, forzados a abrirse
Su flor se marchitó como
La maternidad violada en gemidos inaudibles

¿Cómo bautizaremos a los huérfanos
Atados a espaldas de madres-niñas?
¿Hijas e hijos de quién los llamaremos?

Abandonados, regresan débilmente a
Ululaciones burlonas
Y cena personalizada es ofrecida
Por guardianes del botín que intercambian su
Futuro con bolsas de dabino
¿Pueden recuperar el océano de lágrimas
Enterrado en Sambisa?

¿Pueden las aguas del Atlántico,
Fragancia del mundo, ahogar
El vacío que habita
En su sangre?
¿Pueden vivir de nuevo y excomulgar
Los recuerdos inquietantes
Que mantienen su vida de rehén?

Esta nación es...
Donde melodías ensordecedoras
De balas y bombas apresuran niños
Y mujeres a abrazos vacíos
Cuyas estrellas no han nacido
¿Qué felicidad tiene un perro mutilado?
Hay un pequeño rayo encerrado
En la axila de mañana
Porque la esperanza nunca muere
Chibok vive

Traducción de Sebastián Domínguez