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Alex Pausides

-2023-

Nació en Manzanillo, Cuba, en 1950. Poeta y editor. Exdirector de El Caimán Barbudo, revista cultural dedicada al pensamiento, la cultura, la crítica y la creación de la juventud cubana. Vicepresidente de la Asociación de Escritores, coordinador general del Festival de Poesía de La Habana, y director de la Colección Sur Editores.

Algunos de sus libros de poemas publicados: Ah mundo amor mío, 1978; Aquí campeo a lo idílico, 1978; Malo de magia, 1990; Palabras a la innombrable, 1992; Cuaderno del artista adolescente, 1993; Habitante del viento, 1995; La casa del hombre, 1996; La Tinta del Alcatraz, 1997; Llaman desde algún sitio feliz…, 1998; Pequeña gloria, 2000; Canción de Orfeo, 2004; Ensenada de mora, 2005; La extensión de la inocencia, 2006; Caligrafías, 2010, y Arte oriental, 2014.

Algunos reconocimientos obtenidos: Premio Abril, 1990; Premio de la Gaceta de Cuba, 1999; Premio de la Crítica, 2005; Premio Samuel Feijoo de la Sociedad Económica de Amigos del País, 2009.

Esta es una muestra de sus poemas:

Perro mundo

No voy a seguir buceando en la inmundicia
No voy a oler el sicote del que pasa con su tufo a leche podrida
No voy  a rogar por un hueso pelado
No me da la gana de ladrar por nada
No voy a anunciarles que un ladrón merodea por el vecindario
Ni que los gatos no quieren cazar las ratas que se comen el queso
No quiero ser más el mejor amigo de nadie

La expulsión del paraíso

la pasión

precario dios este que observa
cómo masacran al hijo hecho a su imagen

cuánto estaremos condenados a purgar
los pecadores y los justos

angelus

al cerrar la puerta
cesen –al menos por unas horas-
hostiles los ruidos urbanos

poderes

llegado el tiempo en que no necesito más
que el agua el aire el fuego el pan

praxis

hemos vivido
cercenándonos las alas
como si las alas
fueran el vuelo
 

La mano entendida

                         a Nelson Mandela

vivió en libertad con la mano extendida
a los pordioseros a los más pobres a los más humildes
a los niños a las mujeres a los ancianos
a los ministros a los reyes a los príncipes
a los blancos como la nieve 
a los amarillos como las espigas maduras del trigo                                       
a los negros  como la noche

su mano abierta para todos 
como la paz y la justicia
como la resistencia y la ternura

  (Poemas tomados del libro inédito Perro mundo

Bitácora

Todo comienza el día que el mundo acaba
Las aves que alguna vez
cantaron serenas en los árboles de enfrente
comienzan a emigrar
Los días se acortan imperceptibles
y el agua gris de los crepúsculos cede el paso
a una noche que apenas llega
y es ya el misterio en las ventanas
No sé si han sentido esa falta de aire
que turba el equilibrio, ese temblor
en los músculos
El corazón queda exactamente en el abdomen
Uno debe estar listo para enfrentar
ese viento del sur que trae la ausencia
Rotas las amarras debe uno bajar de las naves
simplemente. Quemar las naves, un desastre
si tus pies no tocaron a fondo el continente
Fino y frágil fracaso en las manos flacas de la suerte
Bueno es hacerse a la mar detrás del cataclismo
Recoger del sargazo las ruinas, las fosforescencias ilesas
No detenerse a mirar los peces muertos
Aconsejable asir las algas dislocadas, los hipocampos truncos
Da coraje alzar las criaturas que rompió la tempestad
y no mirar al azul: que te da vértigos
No otear las estrellas
No tocar el cuerpo del viento, ese cómplice hipócrita
No mirar hacia atrás: las sirenas son bellas
inquietante la espuma de las islas
Ah pero yo ordeno el delirio
promulgo el horizonte sin límites
Indico al escándalo de las islas
qué fondos necesitan mis naos
Y nada de alisios
Nada de música de mar
Exijo catástrofes
Rones que intenten echar bruma en mi paso
Magias que me abran de nuevo a la inocencia
Blancos caballos de furia
que hollen la piel con sus cascos más duros
¿A ver qué mínimo dios podría doblegarme?
Vientos, vientos, tomen en mi pómulo
el grano fabuloso del maizal de mi sangre
Que la luz enferma no me alumbre
Ni me ampare la sombra
Yo anunciaré los caminos
las buenas nuevas que anoche trajo el verano
Yo traeré a la mesa las viandas más finas
Yo alzaré en los dedos el trofeo antiguo de la risa
Y estoy seguro será hermoso