Mónica Lucía Suárez
Nació en Bogotá, Colombia, en 1975. Profesional en Estudios Literarios y Magíster en Educación, Universidad Nacional de Colombia. Autora de textos literarios como Tenues y tonos, Colorario de ciudad (2008), seleccionado como ganador y publicado por Editorial Anidia, en Salamanca (España). Su libro de poemas Cinco movimientos y medio en el espacio (2017), ha sido reconocido por posibilitar el diálogo con las artes plásticas, la música y la danza, publicó en 2019 Madeja de voces (Nueva Luz 21) y Anatomía de la niebla (Poemas selectos Viernes de Poesía, UNAL) en 2021, y el poemario inédito Hay poemas ciegos como el amor (edición bilingüe que se publicará en 2023).
Ganadora de la convocatoria de poesía “Asómate a la ventana” y del Festival de Literatura de Bogotá. Líder de Poesía expandida Colombia. Escritora invitada a revistas y festivales nacionales e internacionales en Colombia, Ecuador, Cuba, México y Nueva York, con publicación de poemas compilados en varias antologías. Autora de textos académicos reconocidos, investigadora en cultura y, actualmente, consejera Distrital de Cultura en Literatura. Directora de Talleres de escritura creativa en Idartes y escritura testimonial en la Alta Consejería para la paz y reconciliación. Ha desarrollado proyectos reconocidos de Sanación emocional a través de la escritura, como ArteSano y SentipensArte, en colegios, Universidades y comunidades en territorios de Frontera. Hace parte de la coordinación nacional de la Red de poetas con el Pacto histórico y fue coordinadora del Estallido poético nacional.
Esta es una muestra de sus poemas:
Sueños bajo tierra
La matria sabe que hay sueños bajo tierra
por eso canta desde las raíces
que crecen descalzas
y andan vertiendo agua como ánforas
vasijas
cántaros
canastas
tinajas
vientres
al fin y al cabo, de allí nace la vida
como un viento de paso
un fuego fatuo
un riachuelo
que luego vuelve a ella sin reparo.
Nadie se asoma a la ventana
Las hojas del árbol se sostienen fuerte de la rama
ante el paso del viento
-resistencia-
Las alas del ave, firmes, planean entre el aguacero
-resistencia-
La boca del niño se adhiere a la teta,
para saciar algo más que el hambre
Las manos de su madre siembran en la tierra frutos
que serán parte de la cena
Hay pan en casa, al fin hay pan en casa.
Los cantos retumban en las calles
tambores, pies y manos
retumban en las calles
-resistencia-
Celebramos afuera.
Nadie se asoma a la ventana.
Querías un poema
Un poema. Querías un poema.
Te di un café de mañana
Palabras cotidianas, sencillas, recién levantadas.
Escuché cada hora de tu día.
Toqué las cicatrices de tu espalda.
Acaricié tu mano suelta por el mundo,
tu mano solitaria, desolada,
y sostuve tu cuerpo, aunque esté roto.
Querías un poema.
Y con suavidad escuché tu canto,
el latido que aún no te ha latido
la melodía que buscas sin descanso.
No escribí el poema.
Lo hice.
Cada instante, sin duda,
hice el poema.
Migrantes
Gestamos un espacio ciego.
Allí ocurre el soplo del tiempo
que nos habita unas horas
flotamos en una cuna de agua
que no vemos
que nos cubre
ni siquiera recordamos ese ahogo
-y luego el otro ahogo al salir al viento-
Nacemos en un espacio ciego.
Carne, hueso y aroma
Si escribo la palabra abismo caigo en su centro.
¿Qué hay en el centro del abismo?
El vacío
un silencio
aquello que puede ser un poema
Los versos son los huesos del poema
¿Y su piel?
es lo que dice -quizás-
El abismo es el vértigo
-mientras la caída-
como cuando escribo un poema
que duele o que salva
Un poema ciego que salta
al abismo
al vacío
El poema es carne
Y hueso
Y aroma.