Vielsi Arias
Nació en Valencia, Venezuela, el 14 de junio de 1982. Docente, egresada de la Universidad de Carabobo de la Facultad de Educación Mención Artes Plásticas. Ha publicado: Transeúnte, 2005, con el que obtuvo el Premio del Certamen Mayor de las Letras y las Artes, editorial El perro y la Rana; Los difuntos, 2010, Editorial Fundarte, con el que obtuvo la Mención Honorifica Poesía del Premio Nacional de Literatura Estefanía Mosca; La luna es mi pueblo, 2012, editorial El Perro y la Rana; Luto de los árboles, 2021, editado por El Taller Blanco. Forma parte de la Antología Hacedoras Tomo I, editorial Lector Cómplice y de la Antilogía Antropología del Fuego Tomo III, editorial Palindromus.
Fue miembro de la Red Nacional de Promotores de Lectura, del Plan Nacional Leer es entender, se desempeñó como asistente de la poetisa Ana Enriqueta Terán, ayudando en la recuperación de toda su obra inédita. Su obra ha sido publicada en portales y revistas nacionales e internacionales como: Poesía, Mentekupa, Astorga, Lino Tipia, y Letralia.
Esta es una muestra de sus poemas:
Trina
Mi abuela Trina, hija de Trina
tenía un saco de culpas,
palabras hechas de piedra para no llorar,
logró trece partos.
Fue guardada en una vasija
para que el abuelo la hiciera su esposa.
Trabajó hasta hacerse
un vestido de cansancio.
Mi abuela no sabía leer
pero conocía las propiedades de las plantas.
Para el sufrimiento: un guarapo verde
y cataplasma de ajo para las picaduras.
Mi abuela quedó en silencio
con un dolor que no puede nombrarlo
perdió la fuerza para caminar y restregar la casa.
-Qué quiere abuela-
y llora como un niño
por la misma malaria
que lloramos todas.
Para mi abuela Fidelina Colón.
Fuimos al cementerio
a barrer los huesos del abuelo.
Una pala mueve el calvario de las cenizas.
La lápida se hunde.
la cruz se desmayó en su espalda.
Me hizo rezar dos Padres Nuestros y un Ave María.
Estalló en el llanto de los pájaros
que carga el dulce de las flores
con la noche.
Enhebrar la casa
“Vengo de una estirpe de mujeres”
María Antonieta Flores.
“Vengo de una estirpe de mujeres”
desiertas
inmunes al cansancio.
Eficientes,
arrugadas por la vida.
Mujeres con el alma llena de costras.
Aprendices de la muerte,
vestidas con la resignación.
Ellas mismas,
acomodándose al traje de su tristeza.
Mujeres que hablan,
Que curan,
Mujeres con su cruz de sal.
Mujeres que cosen.
Levantaron la estatura de sus hijos.
Hicieron a mano
el amor.
Callaron.
Guardaron la hierba
para calmar el sufrimiento.
Curaron fiebres y esperaron sin reparo.
Fueron juntas,
Mano a mano,
enhebraron la soledad.