English
< Regresar

Zahir Al-Ghafri

-1956-

Nació en el Sultanato de Omán en 1956. Licenciado en filosofía por la Universidad Mohammed V de Rabat, ha publicado 12 libros de poesía, entre ellos: Pezuñas blancas, 1983; El silencio viene a confesar, 1991; Soledad desbordada de la noche, 1993; Flores en un pozo, 2000; Sombras con color de agua, 2006; Cada vez que aparezca un ángel en la fortaleza, 2008; Extraño entre dos ríos, 2008 (Premio de Poesía Kika); Una vida y varias escaleras, 2016, y Nubes sobre el puente de abril, 2019.

Parte de su obra ha sido traducida al español, inglés, alemán, sueco, persa, hindi y chino. En sus viajes, Al-Ghafri ha desarrollado un estilo poético mundano anclado en una nostalgia constante por Omán. Al-Ghafri es el director de la revista omaní Al-Burwaz, que se ocupa de las artes visuales.

Esta es una muestra de sus poemas:

Elegía a William S. Merwin*

¿Dónde estás ahora Merwin?
Después de ti la luna se apagó 
debajo de las cortinas cerradas y el cielo 
ya no está florecido de pájaros.
A pesar de eso, es como si escuchara la voz
del ibis eremita en el árbol
mientras tus marineros duermen
en la playa.
Recuerdo las coronas en el jardín
detrás de tu casa en Haiku, Hawái
Recuerdo los faros que te dieron la bienvenida
a bordo de barcos de viento
cuando la tierra firme estaba puesta 
bajo muchas dudas.
Sin miedo el hilo se ata en el bosque
Probablemente los espíritus estén despiertos
ante un pozo abandonado

Bajo el puente de madera se vierte
agua de flor de azahar
y aquello que se inclinó
dentro de la habitación
¿Acaso fue tu voz revoloteando
en la sombra?
¿Fue la tarde
hasta este punto, tan brillante entre las estrellas?
Entonces dime cómo nos encontrábamos 
bajo la lluvia de la noche sobre el banco
vacío
mientras aves e insectos de la tierra
te despedían
Nueva York te despedía con los pobres
de los rascacielos
Quién sabe, tal vez la muerte estaba en los ojos tristes
cuando el ángel te llevó
hacia su país libre

Gracias a la palabra que ha cruzado
los ríos y se ha establecido 
en el barro de las orillas
A partir de ahora necesitamos
levantar el relámpago de rodillas desconocidas
sin conformarnos con una primavera que emigra
de las garras del guardián de las escaleras

Como si, oh Merwin, conocieras
la taberna de Gary Snyder** en océanos
llenos de epidemias
Este es el cuerpo cuando crea 
para sí mismo una vida extra

Es el invierno,
Está nevando sobre un epitafio
para ablandar los huesos
Tu mano ya no teje más que tierra
Hablen, oh extranjeros, del poeta
que duerme bajo las sombras
la luna se apagó
como si nunca lo hiciese 
Minaretes giran sus cúpulas hacia el no-lugar
Allí donde velabas sobre la hierba ante los pies de las hijas de los reyes
Pero tantos dolores en el viento del anochecer
Ocultan las cenizas del planeta
Estabas solo al borde de un abismo
esperando un tren 
que nunca llegaría
Atrás quedaron quienes se despedían de sí mismos
Ellos se durmieron
y te quedaste solo
pensando en el vacío y las grietas
que aparecen en las profundidades del mar
no por el cansancio de una vida de placer 
sino por la sangre de las piedras en los campos de la guerra
Oh Merwin, duérmete ahora, que el mundo 
no se salvará a sí mismo
Tenemos que aplaudir a los árboles
allí donde se encuentran
y dejar una perla sobre una piedra.


* Poeta estadounidense, nacido en 1927 en Nueva York y fallecido en 2019 en Haiku en Hawái, que se menciona aquí en el poema. Ganador del premio Pulitzer en 1971, considerado francófilo, “poeta laureado” de Estados Unidos y antiglobalización, Zahir Al-Ghafri se reunió con él en varias ocasiones.
** Nacido en 1930, seguidor del pensamiento de Thoreau, ganador también del Premio Pulitzer en 1975.

Traducción de Khalid Raissouni

Cáliz de adivinaciones

Antaño, en Francia
en un pequeño pueblo de Normandía
en medio de la noche fría
mientras agarraba mis manos sobre mi abrigo negro
y el viento soplaba buscando una víctima
yo cruzaba las manos también 
cuando hundido en la desesperación
empujaba con mi pie derecho
la puerta de la taberna para ofrecer el cáliz de las adivinaciones
a aquella noche y todas las demás noches
hasta que el viento me enviaba hacia la boca de la camarera 
para decirle
¡No te fallaré esta noche!

No era yo quien cantaba
era la música
después de que los gritos del árbol lapidado
se hubieron apagado junto al río
se golpeaban puertas y ventanas para volver 
al pasado

La misma melodía resuena en los bordes del horizonte,
caminando en la noche, y en medio del bosque 
aparece la choza,
aparece esta taberna aquí en este lugar 
y la música después de haberla abandonado me sigue 
como una faringe sumergida en el vino
domina la garganta del mundo

Vaya, el volcán se ha extinguido.
¿Quién entre los ángeles
Será mi guía en el camino hacia la noche?
Sólo bajo las alas de los bosques yo canto
y hay una oruga y una ardilla
y toda una tribu de flores nocturnas
despiértate oh durmiente 
y deja aquella mariposa
luego despídete de ella
Deshazte de la cama estrecha
y di que este sea el grito del hombre.

Traducción de Khalid Raissouni

Una flor ante la puerta de Mallarmé

Esto no es un poema,
No es una muerte, ni una herida de guerra, ni una burbuja en la boca del pez
Tampoco es una cometa buscando a los niños.
Siempre
Hay una lengua atada que quiere decir lo que no se ve
Aquí hay un largo camino a los funerales,
Un lienzo o un recuerdo que maúlla bajo la sombra,
Debajo de las escaleras bajas
Cuando los sirvientes van a acostarse
en el camino de las pequeñas encrucijadas 
Pierdo mi vida por el toque ligero de la mano de la madre
Y aquí estoy
recogiendo la flor del cuadro del pintor

Ya lo he hecho antes oh Mallarmé,
Oh Marie, mientras me dirigía a Hegel
y a la muerte bajo las estrellas en una tierra lejana
A veces siento que el dolor es una fuerza sobre los cerros,
Como si el huerto de manzanas en Fontainebleau
Señalara muchas grietas en las cabezas de las deidades.
Yo soy un antiguo cautivo de la vida,
pero esta flor
la pongo esta noche ante tu casa
¡Escucha la melodía de Mallarmé!
La que me lleva hacia ti en esta noche fría
Es una piedra en el río de aquellos que se van
y en cada fuente hay muchas olas
que se vierten en los bolsillos de María.
Cada canción es un camino en medio del bosque
donde se alza el pájaro
con pesadas alas para iluminar las campanas 
Una voz parecida a la muerte
llama al huésped lejano
Toma mi regalo
Toma mi pan tostado al horno
Oh viajero
Todos queríamos irnos allí
para mirar en el espejo
cuando la casa estuviera vacía 
Pero aquí también los muertos venden muchas flores 
                                                                                bajo la nieve.

Tomaré este mismo camino, oh Mallarmé
y mientras contemplo un otoño
que eleva los alientos hacia la mano del escultor ciego
la luz es cegadora en el Sena
y un hombre como yo necesita
cruzar un puente para pisar las orillas
El viento es pequeño como lombrices de tierra sobre las hojas

El otoño rubio roba los colores del sol
Por eso no encontraremos a nuestros hijos
Excepto en las colinas jugando bajo la sombra
déjame gritar un poco
cuando María hable con una lengua
enredada en algas
Deja que la cama cante bajo las estrellas
Feliz quien duerme ausente cuando cesa de llover
Encontré esto en la articulación de mi vida,
sobre una mesa de cobre,
turquesa en el huerto de manzanas
Oh Mallarmé para que ore...
En lo más alto
duerme el cuaderno del poeta que se va a París
y hay aquí un dado extra
lanzado al aire azul,
una estrella que guía una persona hacia ninguna,
y la flor desconocida delante
de la casa.

Traducción de Khalid Raissouni