Janette Ayachi
Nació en Londres, Inglaterra, en 1982. De raíces argelinas, vive en Edimburgo, Escocia. Es licenciada en Literatura Inglesa y Cine y Medios de Comunicación por la Universidad de Stirling y tiene un máster en Escritura Creativa: Poesía por la Universidad de Edimburgo. Ha sido poetisa digital residente en The Poetry School London, y visitante en una residencia de enseñanza para los estudiantes de la Arcadia University de Filadelfia.
Fragmentos de su obra han sido publicados en más de sesenta revistas literarias y antologías. Colabora con diversos artistas, y ha presentado su obra en BBC radio, así como en eventos en todo el Reino Unido. Es autora de los poemarios Pausas en los pasos de cebra y Un coro de fantasmas, así como de un libro para niños La sirena, la niña y la góndola. Su libro Hand Over Mouth Music (Pavilion) ganó el premio literario Saltire al Libro de poesía del año 2019.
Esta es una muestra de sus poemas:
Fuego en Rio
Todo brilla al desvanecerse.
Rainer Maria Rilke
Toda la museología de un país
Material de hierro pérdidas incalculables suicidio nacional
Veinte décadas de etimología indígena brasileña
Camiones de agua como altos vientos solares se vacían rápidamente
Llamas lamen en torno a los marcos de las ventanas Antiguas momias egipcias ríen burlonas
A través de la vidriera de exhibición los ataúdes comienzan a rajarse por sus costados y centro
por el calor cómo el Fahrenheit en aumento cosquillea enrolla
su lengua bajo los dientes
El amor genera amor; ¿de qué tenemos miedo?
Bustos de mármol y esqueletos fósiles garita iluminada por naranja neón
Las revueltas se derraman las barricadas sudan lágrimas y gritos de guerra académicos
Poniéndose de espaldas a su país
Como si la multitud afuera estuviera atrapada dentro de doscientos años
Una muestra de archivos enarbolada hasta cieno y carbón
Cuántas caras harán falta para ver la esperanza emerger del fuego no el miedo
La trama de toda espiral doble si quemas el pasado con antorcha iluminas el futuro
Y el futuro contemplado desde la favela pateando
Sus delgadas ásperas piernas sobre los tejados
Una fogata audaz en el segundo día de septiembre apenas días antes que el huracán Isaac
despegara en su Concorde a través del Caribe desventrado hacia Sudamérica
Con sus entrañas empapadas en los diamantes de una tormenta tropical
Envuelto y acicalado en un paquete mientras se impulsa para sacudir
Penachos de plumas marinas que ascendieron en aliento sin dejar rastro alguno de sus materiales
El autoinfligido daño del museo justo después de la hora de cerrar había sido uno de esos días;
Turistas que siempre tocan demasiado la luz demasiado brillante la magia no convocada
Fractales sumergidos salvan las reliquias amanecer y atardecer se encuentran por vez primera
Espanta la herida con amor el incendio terminó en Babilonia y comenzó en Brasil
Reconstruyan desde las cenizas dijeron las momias andinas desde más allá de la tumba
Penachos de humo densos de dolor el fuego inventa un nuevo tipo de flema de fuego
La única cosa intacta entre los escombros fue esa metálica piedra de guerrero
Todo el resto quemado hasta el hueso desecho y desaparición
Aparte del peciolo de lirio en el meollo de la galaxia echando a correr nudillos contra llamas
Si sobrevivió su paso a través de la atmósfera un fuego común no lo matará
Hay un infierno en Rio esta noche duermen los volcanes y tú estás ahí afuera
Tan infalible y tan radiante como ese meteorito
Una tremenda Catherine Wheel de los amantes o una insistente crecida de amor verdadero
Persiguiéndote a ti misma por las misteriosas florestas de Salvador
Brazos arañados por hojas colosales engañaste luego contaste luego corriste al parecer
Sólo para escapar de tu novio por un rato y la mirada regulada sólo por el aliento
Así como un meteorito contempla sin pestañear el espacio exterior y el interior
Y los grandes corazones batientes de todos los rodeados arden en el trasfondo.
Traducción de Omar Pérez
Fado en enero
‘Una vez más el amor me impulsa,
ese que libera los miembros,
criatura dulce amarga contra la cual
nada se puede hacer”.
Safo
Corazones que se empeñan en sangrar
doce cuerdas de acero, doce estrellas brillantes.
Me envías mujeres cantantes de Fado
y las encuentro desesperadamente andróginas
como las mujeres en los lienzos de Rossetti:
espaldas anchas, mandíbulas salientes, lenguas reptiles,
todas pintadas con pestañas, melancolía, ribetes de terciopelo
endulzando con mal gusto perfectamente logradas paletas de pérdida y añoranza.
Así, es aquí donde nos comprometemos a enfriar el sol
con canciones, tras días nupciales de hermanos, semejantes, con sonrisas de encaje,
no hay tiempo para dormir sino para una bofetada lunar de cruda
realidad, para enjuagarse de sueños y habitar el teatro del corazón
una vez más deseosa de su herida familiar de tragedia dramática
y siempre, constantemente cortada para repetir:
la comida se demoró tanto que bebiste y bebiste
hasta que el frío quemado de sol volvió a arder en hielo.
Mareada por el tren tras la sobredosis de vino, las ventanillas
del vagón una pesadilla de vertiginosas viñas de alvarinho y bosques infestados
de lobos, cubiertos de pinares y eucaliptos colgando tras las bahías:
pescado blanco, limón y nueces – un Portugal amargo;
empapado en mujeres plañideras e imperios marítimos,
una flota de preñeces celebradas, estaciones marinas
intercambiando aquello que se perdió allá a lo lejos
por ofrendas de año nuevo, capturas frescas, piel limpia,
cuando los últimos se volvieron demasiado resbalosos.
Mas ten cuidado de no caer en los pulmones de Lisboa
pues ella te acepta buenamente pero rodeada de toda esa agua, todo ese azul,
ella ha sido naturalmente criada para contener el aliento allí donde se hincha su ciudad
con mercados de cambalache de sueños, bazares de regateo y comunidades secretas
que venden aclaraciones en las esquinas por un precio inolvidable.
Ten cuidado al andar porque un pequeño pinchazo conduce al colapso,
la torre escupiendo cemento desde su centro,
y ninguna cantidad de besos con labios de fuego puede resucitar
o devolverte a ese lugar donde el amor fuera una vez suficiente voltaje.
Cuando visito Portugal llevo clorofila en el bolsillo
para hacer que esas tristes sirenas cantantes permanezcan inconscientes,
y conservaré el trapo usado para absorber la sangre que brota tozudamente del corazón.
He de almacenar y empapar y malhumorarme hasta que mi pulso eventualmente
bifurque su propia ruta hacia la aorta del océano -
vasto al derramarse en los ventrículos de lo Divino
para menguar y golpear contra la cerradura de otro pecho.
Incluso si el mío propio, sólo rebosa con el milagro de un tesoro intratable.
Traducción de Omar Pérez
La Tierra es la escuela de los dioses
(Para Hiroshi Sugimoto)
Paisajes marinos de un minimalismo zen
divididos por la línea del horizonte.
Roethke estaría orgulloso
querida mía, un simple gesto
de composición y luz
mostrando al hombre antiguo
sin la mancha de la historia humana
por primera vez en el planeta
esto es lo que verías, dijiste,
y ahora he observado la naturaleza
sobrecogerme
con la cabeza hacia atrás
sus riendas
de encantamiento
y yo esperé,
conceptualmente,
de la misma manera que tú
capturando al humano perdido
en tus fotografías
de dioramas de selvas tropicales
agachados en el museo
el humano desapareció; la natura sigue
yo también trafico con extinciones, sueño
con la última ballena beluga buscando a
su pareja y nunca hallándola
pero tú estabas a salvo con tu corazón
una yegua solitaria recorriendo estudios
en la cazuela de las noches de Tokio
hasta que la confortable California te robara
para estudiar filosofía oriental
que rápidamente escanciaste
en tu propio arte, prefiriendo
sólidos maniquíes
a top models
evitando
el contacto y
el desencanto
por los rígidos mundos liminales
donde nuevos mundos fueron concebidos
y fuiste finalmente capaz de conciliar el sueño.
Traducción de Omar Pérez
Femme Et Mur
(A partir de una pintura de Mohammed Issiakhem)
Esta podría ser mi abuela;
mi tía, mi prima,
esta podría ser yo
en grueso brocado
caminando hacia la mañana.
A sus pies, contra el muro
más allá del marco
un crudo frenesí de pollos
escapa del cuchillo
trepando rocas y desapareciendo en el polvo.
De mujer a una suerte de chamán
atrayendo con filigrana y brillo
ella tienta a la llama a salir de la ceniza
para distraer la marca del cazador.
Más tarde se reclina en el borde de su almohadón
para su té de menta marroquí, luego siesta
un girasol pintado
más peligroso
que una bomba
abriendo muchos agujeros
bajo su pecho acorazado
de talismanes y terliz
fría como una viuda, más protegida que una reina
ojos tiznados con kohl y conjuros de medianoche.
Desde aquí, ella recoge todo lo que se derrama
incluyendo las manchas de sangre que quedan en las sábanas
una vagabunda empapada en nocturnos
con la misma curiosidad
que un joven explorador de safari
sin embargo, decepcionada una y otra vez
por las calles de Argel
deja caer sus pétalos como una orquídea suicida
el día después de florecer,
los mercados sólo cáscara y hojas
esto no es lo que había previsto
pero emprende el viaje cada vez
jamás escéptica respecto a lo posible de un nuevo florecer.
La mayoría de las gentes aquí se toma el tiempo de tomarse el tiempo.
Ella es besos de gelato y ni por asomo falla el sitio
donde las mujeres cuentan historias sazonadas de clavo
transcribiendo aventuras durante la cena
con más manos que las que nadie tiene
y así se queda totalmente inmóvil
para sentir el impulso del cosmos a su alrededor
sin embargo, este la atraviesa en ciertas partes
como el vapor de la cazuela en la tarde.
Ella intenta descifrar
a cuáles de sus partes
elige quedarse receptiva
cuáles grafitis decodificar
mientras su país intercambia.
soles ardientes por salvadores
y autos relucientes por respuestas.
Ella es todo relumbre marino, una belleza de cristal
tan firme y compacta contra la marea
capaz ahora de caminar segura
a través de barreras y ladrillos
sin siquiera quebrar
u olvidar su identidad
del otro lado.
Traducción de Omar Pérez