Alexandra Cretté
Es maestra en Guyana, nacida en Aubervilliers en 1978, escribe poesía desde los catorce años, ha publicado también obras de teatro, novelas y cuentos. Prueba géneros, pero siempre vuelve a la forma poética, evolucionando de una poesía de verso libre, casi manierista, a formas mixtas y una tonalidad lírica. En la década de 2000, publicó varios poemas y textos en la Revue Commune de las Éditions du Temps des Cerises, así como en una antología de poesía comprometida contemporánea de esta misma editorial.
En junio de 2020 fundó la revista Oyapock, un colectivo de autores que escriben a través de su conexión con la Amazonía y el Caribe. Actualmente, la revista Oyapock reúne a una veintena de autores residentes en Guyana, Haití, Martinica y Brasil.
Escribir en Guayana, en el espacio amazónico, es emprender el intento de la planta en el umbral de la selva: levantarse y crecer en medio de una riqueza metamórfica e inmensa. Escuchar docenas de idiomas hablados. Tratando de entender la historia de lo que está pasando, abriendo los ojos al pasado. Pero también es aceptar el cuerpo cantor, cantar la belleza y la apertura constantemente redimensionada hacia lo que no conocemos.
Esta es una muestra de sus poemas:
*
Que vengan
para recogerlas al borde del manglar
que vengan todas en un solo impulso
para alimentarnos hambrientas yo y mi edad
Allí no estarán más esta desnudez
de nuestras vidas
estas rejas de hierro y esta devastación
… mi niño ignorado revive su dolor en cada mirada vacía… en cada mano torcida de haber hecho mal o de haber intentado… qué podría yo enderezar gracias a la sombra de mi corazón…
Mi amor
¿qué playas se convierten en fosa común?
… pequeño cuerpo perdido en el cieno gris infinito del estuario… flota como una bandera bárbara…
Ya no sé si mi corazón es una fruta amarga
o un agujero de abandono colocado en tu ventana
... unas migajas para los pájaros heridos y oscuros...
Que vengan
hasta mis brazos abiertos
*
Avanzamos
desnudos sobre un alambre de púa
donde creamos estas geografías futuras
estos archipiélagos fragmentados
estas lenguas desgreñadas y sedosas
Posamos nuestro rostro sobre tu cultura diezmada
el mar va y viene
en el umbral de nuestra casa
... la noche en que tu sombra vino por primera vez a comer los pies de mi cama y a beber el umbral de mi puerta... ¿creí que era un sueño o un amante decepcionado?... sólo quedaban por la madrugada hilos colgando de la manilla como cabellos de un ángel o el escalpo de un demonio...
Tú y yo
mi frágil amor
nuestro beso quieto
nuestra caricia perforada
nuestra felicidad arrodillada
nuestras alas se abren sobre la corteza del ébano
y contra el canto del papayo
... una historia otra vez una historia para no olvidar... demasiado largo es el andar para un poco de vacío en el alma... y para recoger otra cosa que el silencio... prefiero abrir mi puerta a las semillas perdidas por los árboles en la playa...
*
Olfato de perro
Persecución
Odio por tu culo libre que no teme
ni al universo que se desploma
ni a los dientes
rojos
Trance de antes de después
Danza desde el fondo de las copas que lindan el tablero de ajedrez
y el lejano olor a mierda
Vida del fondo de mi vida que golpea todo
golpea desde los fondos de todo
Capaz de derribar mis puños
contra el aplastamiento caníbal
del silencio de la ciudad muriendo a tus pies
... historia de un príncipe herido... su sangre bebida por un cisne se convierte en elixir de vida... de ahí florecen todas las orquídeas del mundo y todas las alas de las mariposas nocturnas... ojos de búho ricos en ópalos y fósforo...
Pieza perdida entre otras treinta
bolsas de arcilla
o bolsa de bronce
Palada de palabras taquicárdicas
sebo calado de esperanza
Acerco un cuenco vacío bajo tu pezón
tiernamente coronado de leche
acerco la boca del niño mocoso
que será moneda nueva en la plaza de la iglesia
*
Nuestras palabras de fiebre enrojecida
Nuestras bocas de habla lenta
Todo el papel virtual de pantallas saludables
y sin embargo nada puede saciar nuestra sed
estrato de la tierra americana
incandescente en su seno
que lleva su luto y el olor de los tamarindos salvajes
achiote sangriento y anolis perdidos
fin del verde amazona
cuando empujo lentamente las hojas del platanillo
para ver la sombra de tu cuerpo
me corto la lengua con el filo de tu cuchillo
y bailo
...sobre las tierras perdidas para la razón humana elegí pasar el resto de mi vida... lejos de tus terrores... en el silencio blanco de tu pasado salvaje... al acecho de tus armas falsamente lúcidas... en una cesta perdida en un río de relato...
*
...nunca más viniste a mí para alzar mi amor contra ti... como si hubiera hecho mal o dicho mal... como si no hubiera respetado nuestro juego... otra vez...
Tu memoria derrama y devasta lo lúgubre
rallada de vestigios de música
fustigada de sabores
paralizada de vida afrutada
sorda del soplo de los manglares
... entonces subí la lúgubre colina y llamé a tu puerta de metal... sólo volvía a bajar los días impares... prefería ver esta única cara de tu Luna... tenía demasiado miedo de darme la vuelta y no ver mis pies en la Tierra y estar muerto...
Entre el charco y la rabia crucificada
por la carne de tu nalga
en el ángulo de un
espejo
Palma contra seno puro
punzantes efímeras en el cuello de tu noche
Tu canto destruye todo en mi
ácido de haber bebido el aire de tu nuca
...ya no había música a tu alrededor... una ilusión... otro de tus gestos de mago ágil... vestir el vacío y disfrazar el hambre como los reyes... y sin embargo en la noche sentía las ratas bailando sobre mi piel...