Ahmad Mohsen
Nació en El Cairo, Egipto, en 1995. Es poeta, traductor literario, periodista y profesor de lengua y literatura. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de El Cairo y Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. Escribe para periódicos árabes artículos de historia, cultura y literatura latinoamericana. Publicó varias traducciones de escritores hispanoamericanos latinoamericanos. Su primer poemario: La libreta del exilio, se publicó en la editorial Totuma Libros, en Bogotá, 2022. Desde 2019 vive en Colombia, donde participa en procesos creativos y sociales, a través de talleres de escritura en diferentes regiones del país.
Esta es una muestra de sus poemas:
Vine a cantar la herida del mundo
Vine a tocar la puerta del mundo
pero una mano echa una cerradura
por cada vez que mi mano llama
Vine a ofrecer mi corazón
Y ¿qué haría el corazón
al niño degollado
al lado de su peluche
manchado de su sangre?
Vine al agua que limpia
y vi la sangre derramada
Vi lo grifos desiertos
y la sed de las criaturas
que no alcanzaron a ver la luz
del mundo,
(el mundo que le niega
a las plantas su luz)
Vi mis palabras hundirse
en un volcán de rabia
Vi mi cuerpo desmembrado
Confundí mis brazos con otros brazos
y mi lengua con otras lenguas
salidas de sus bocas
buscando una gota de lluvia
Me miré a los ojos
y vi en mi cara
el horror del mundo,
el horror al mundo.
Quise matar en mí
al asesino,
al genocida,
al verdugo.
Vine a cantar la herida
Y mi sangre oxida
mi voz.
Cantar embellece la herida
del mundo,
pero el niño herido
quiere un vaso de agua,
y yo le dibujo:
bellos oasis de luz.
Busco mis palabras moribundas,
las reúno en el cuarto cerrado
de la casa en llamas.
Si la mano que tiembla de terror
no escucha la última bomba
que le dispara el tiro de gracia,
entonces
que se quemen mis palabras
que ardan con los cuerpos ardidos
que caigan
ceniza entre la ceniza
polvo en el polvo
nada en la nada.
Vida pequeña
Cada uno en su lugar
con lo que tenga en las manos
No hay tiempo para empacar equipaje
No hay equipaje
El mar arrastra los recuerdos
Los amigos del pasado se escapan entre los dedos
Las palabras desvanecen día tras día
Las ruedas de los automóviles
deshabitaron la arena de la playa
La orilla es una reunión de troncos en exilio
que las olas trajeron desde países lejanos
El mar lanza su carga
como un portador de maletas
cansado al final de la jornada
Las nubes se alinean mano a mano todas las tardes
Un pedazo de la frente del sol se escapa cada tres días,
se asoma diciéndonos: ¡todavía estoy vivo!
Todo se queda en silencio
Los alcatraces no volvieron a la playa a los atardeceres
La última vez vinieron en bandadas unas tras otras
y se tiraron al agua, rendidos
No aprendí el idioma de las olas
antes de que cerraran los colegios
pero el agua me susurra que no importa
Día a día,
juntos... todos reposamos para siempre.
El camino más largo
No hay equipaje más pesado que la rabia,
ni viajero más cargado que por el odio,
no hay camino más largo que la huida,
ni espejo más oscuro que aquel
en el que vemos nuestra cara humillada
No hay creencia indestructible frente al horror,
ni fe invencible por las derrotas
No hay
mientras habite el miedo,
nada que nos reviva
Mientras dure la guerra
hay que sobrevivir
Mientras dure la rabia
hay que caminar
buscando "mejores aires,
mejores aires".
El animal conoce su camino
Déjalo; el animal conoce su camino.
Gonzalo Romero
El animal conoce su camino
pero le amarraron las patas
y lo llevaron boca arriba al matadero
¿De qué le sirve al pobre moribundo
su memoria?
Al animal,
Déjalo
sin casa
ni memoria
sin pies ni cabeza
Déjalo
con solo su cuerpo confundido
No importa si tiene el cielo por arriba
O por debajo
No importa
Si está suelto o enjaulado
Es un pobre animal
Déjalo pobre
No le despiertes
lo que en él
habían matado
Pobre nace,
Pobre come la pobre hierba
Y pobre va camino a casa
que sin saber
- y pobre animal que sabe –
tiene por puertas guillotinas.