Abdulwahab Saleh Aloraid
Nació en Sihat, región oriental de Arabia Saudita, el 24 de febrero de 1965. Es poeta, escritor y periodista, con más de 22 años de experiencia como redactor y gestor cultural en diversos medios de comunicación en su país, así como en Jordania, Bahrein, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos. Sus últimos poemarios publicados son: Un tintero solloza, y, Dientes pulidos por la noche. Ha escrito ensayos sobre arte y cine árabes. Actualmente es el presidente ejecutivo de publicaciones en lengua árabe de la fundación al-Muhtaraf al Saudi. Pertenece a la Asociación de periodistas saudíes, al foro cultural en la provincia oriental de Qatif y a la Sociedad Saudita para la Cultura y las Artes.
Esta es una muestra de sus poemas:
Destierro الغربة
Años que pasan
mientras la noche flota con el recuerdo…
una pena que se envuelve con el manto del tiempo.
Pliego mi nostalgia
en el olor de la herida
Habito un cuerpo que no se me parece
Y la mañana…
De ella se apoderan los espectros
Tal vez en ella, el olor de los muertos
vague con su disgusto por detrás de los ojos
junto al humo de la tierra en los presagios de la eternidad.
*****
Ojos a los que la historia suelta
Y tú estás allí
Una hoja de otoño
que aún no ha caído.
Traducido del árabe por Noemí Fierro y Abdul Hadi Sadoun
Blancura con aroma del río بياض بنكهة النهر
Desde el sueño dormido en mi palma
y la mano hundida en el tiempo pagano
las nubes tenían estados
arcos…
y el barro tenía el olor del norte hundido
en el infierno de la maldición…
brota de lo que viene detrás
un vino pálido
dedos sin palmas
y un pelo sin barro
inunda la tierra y el final.
****
Dijeron:
Ella tiene el olor de la aceituna en la rama
El olor de la tierra en el barro
Y una cara mezclada con el norte de la tierra
y el sur del mar
Una nube duerme sobre sus mejillas
cada mañana
destruye los sueños para florecer
como un sueño nuevo
****
Se enciende el candil del cuerpo
Abraza la tormenta
Y se mezcla
Lo que no reunió la tierra
Ni las puertas filtraron
De caras
Saca cada mañana
De su cañón una pena
Recoge las ramas del día
suspende el instante desde su muñeca
Y da vueltas
Como la cabeza en el vino
Como la noche sobre el seno del deseo
Se levanta la lluvia
Se separa el anhelo
del pezón del alba
Y se hunde el violeta con su profunda oscuridad
Mientras el agua se filtra
desde el balcón de la ausencia
Se revuelve solo en su savia
Hojea sus páginas
Y abre una puerta tras otra
Ahhh
Ansío el letargo
Entonces me sobresalta el sueño
Exploramos juntos las calles de la lluvia
Y nos echamos contra las olas de las llamadas.
Traducido del árabe por Noemí Fierro y Abdul Hadi Sadoun
Combustión اشتعال
1.
Como una noche…
que pliega su manto
para dejar caer el día;
unas letras se esparcían por el azul de la ola…
palabras, por la llovizna
y una chica…
que sueña con una noche ajena a la ruptura.
Como una noche…
que perseveró en el silencio
y no…, no se aburrió de esperar.
¡Ahí están las olas!,
embriagándose con los ojos del sueño
y las lágrimas del día.
2.
El sueño salió del tiempo.
Ardió el lugar
y se puso a desvariar
en el instante de la despedida.
3.
Se embriaga el alma
cuando las ciudades se apagan
pero el mar me inclina a sus pies
y una resurrección es el instante.
4.
Cargando sus hombros en medio de un puente que vacila.
Sujetando sus papeles,
un pasaporte
un visado de tránsito
y un cuerpo vacío salvo por el errar perdido.
5.
Desierto tras desierto.
Espejismo tras el túnel
y vuelve…
llevando a cuestas la obsesión del encuentro.
6.
Una voz a lo lejos
y una niña que cruza.
Aquí estamos nosotros en el bosque de Dios,
escribiendo el alfabeto de la eternidad.
7.
Llegó el señor,
una hoja en la derecha,
y una catapulta en la izquierda.
Intentó entrar
el muro lo asedia
dice: Este es mi enigma.
Tomad el mar de mis palabras,
detened mi delirio.
El muro esquivó mi pena
que se fundió entre el barro y la piedra.
8.
La caravana camina…
Un desierto con su arena queda hueco.
Y la mujer dormita entre sus senos
la espabila el jadeo de una calle que relincha entre las tumbas.
Dejadla… No la despertéis
Nacerá un nuevo día
sobre los espejos de su cuerpo místico
hasta alcanzar la lujuria.
9.
Sobre una mesa rajada
tiró la ropa de la civilización
y los anteojos del tiempo.
Él inventó la seducción
y escribió algunas de sus oraciones fúnebres.
Sacó el cofre de su excitación
la llama se apagó
y el timbre de tu teléfono destruyó el espacio.
Hizo que todo volviera a ser lo que había sido
debió haber un poso legendario
detrás del lugar que lo reclamaba.
10.
Cuando se perpetró el delirio
cayeron sus lágrimas
sobre el pecho del mar.
Un abrazo
un alma
una niña que aún no había nacido
le otorgó los documentos del perdón.
Traducido del árabe por Noemí Fierro y Abdul Hadi Sadoun