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Tusiata Avia

-1966-

Tusiata Avia nació en Samoa en 1966. Es una poeta y performer de renombre internacional. Ha publicado cuatro colecciones de poesía y cuatro libros para niños. Su obra Wild Dogs Under My Skirt (Perros salvajes bajo mi falda), adaptada de su primer libro de poemas, se representó fuera de Broadway, donde ganó el premio a la Producción Sobresaliente del Año de la serie Fringe Encore, en 2019.

Más recientemente, Tusiata fue galardonada como Miembro de la Orden del Mérito de Nueva Zelanda por sus servicios a la poesía y las artes y también fue laureada por la Fundación de las Artes. Su libro más reciente, The Savage Coloniser Book (El libro del colonizador salvaje), ganó el premio 2021 al Mejor Libro de Poesía en los Premios Ockham al Libro de Nueva Zelanda.

Esta es una muestra de sus poemas:

Mi perro 

El nombre de mi perro es Bingo.
Todos los perros se llaman Bingo.
Bingo es el perro desobediente.
Él muerde al hombre blanco en el pie.
Tía Fale le tira una piedra grande a Bingo 
haciéndole una herida grande en la pata.
Ahora Bingo anda en tres patas.
 
El hombre blanco se hospeda en nuestra casa ahora
y todo el mundo está muy alegre,
especialmente la Tía, que les muestra a todos en la aldea
que tenemos un blanco.
Bingo ya no duerme bajo la mesa
porque la Tía dice que apesta
y no es bueno que el blanco respire malos olores.

Bingo duerme afuera y come piedras.
Sólo de piedras se alimenta Bingo cada vez.
Lo llamamos Bingo Bingo Bingo
y le arrojamos piedras y nos reímos 
Ja, ja, ja
y el blanco nos grita
¡Niños, dejen de arrojarle piedras al perro!
 
Y la Tía Fale nos dice mierditas y chanchitas
y nos persigue con su escoba y nos golpea duro duro en la pierna
y agarra a Pela del pelo
y la sacude duro duro
hasta que pelos de Pela salen del puño de la Tía
y Pela llora y grita.
 
Lo llamamos, Bingo Bingo Bingo
y llega Bingo corriendo corriendo
y lame nuestra herida.
Y sonríe.

de Perros salvajes bajo mi falda
Victoria University Press, 2004
 

Amor

Amor sale a caminar... caminando caminando Amor encuentra Amor en todas partes 
en el arbusto en el árbol bajo el arbusto bajo el árbol en el oscuro amor... mucho amor 
en lo oscuro.

Amor va a la iglesia... Amor le canta a Jesús, Amor alaba a Jesús... Jesús,
tráeme mucho amor, mucho dinero también Jesús, hazme ganar el bingo y luego haré 
una gran donación, que le muestre mi amor a toda la gente en la iglesia y le muestre
mi amor al cura también y que todos digan Amor es una buena muchacha –ella se vuelve 
puro amor–…

Jesús ama a Amor, entonces Amor gana en bingo.

Amor va hasta Apia...come helado, come panikeke, come empanada samoana al vapor…
amor en sus dedos amor en sus labios brillantes Amor le sonríe a todo el mundo
Amor les sonríe a todos los muchachos especialmente, a todos los hombres especialmente.

Y cuando llega la noche, Amor huele a frangipán y a moso'oi,
y a Impulse, el perfume procedente de Niu Sila, y tantos muchachos, tantos hombres
Aman el Amor
Aman el Amor Aman el Amor.

Amor baila en el club nocturno Tropicana... todos los curas observan a Amor:
Tisha, Sindy, Leilani, Tia, Lamay, Devinia –todos los curas parecen muchachas reales 
poniéndose celosos– (nada de amor, nada de amor, sólo celos) a Amor ni siquiera 
le preocupa si Amor mira a Amor dando vueltas en la pista de baile, mostrando su amor
a los blancos, mostrando su amor a los samoanos.

Amor hace el amor en el Hotel Seaside, con un blanco llamado Bruce... Amor canta y vuelve a cantar en el Hotel Seaside, en la oscuridad Amor canta... Mi Amor es para ti, Bruce. 
Amor eres tú.

Amor en el bus –Pacific Destiny–, hacia la aldea de Amor, de regreso a Kuā
...Jesús cuelga en el bus, cuelga del espejo del bus, observando a Amor
a través de todo el camino a casa... ¿Dónde está tu amor, Amor? ¿Dónde está tu amor?

El padre de Amor la envió donde el cura (que es también un tío de Amor) ...
el cura le puso un ojo morado y un labio grueso y el otro ojo hinchado,
frente a todo el mundo... Amor, nos avergüenzas. Amor, nos das ganas de arrojarte
al tiburón. Amor, eres la chica-cerda. Amor, eres la chica puta.

Desde hace tiempo, Amor se levanta temprano, Amor sale a caminar... Amor pasea más allá del arbusto y se acuesta bajo el árbol... Amor llora y llora, Amor 
grita y grita, Amor se agarra y se agarra la panza, y la sangre 
llega y llega... y cuando cesa –Amor lo llama Amor también–.

de Perros salvajes bajo mi falda
Victoria University Press, 2004

Ducha

La mañana siguiente al salir de la ducha
me sorprendí ante el espejo, quedé en shock
al ver marcas como flores ennegrecidas
caídas en la nieve, aleteando por mis muslos,
como si hallara algo enorme, suculento y conmovedor.
Miré más de cerca entre mis muslos
y en los cachetes de mis nalgas
y los hallé, brotes morados.

Y justo entonces, del modo en que lo dice la gente al borde de la muerte,
que ve sus vidas destellar, lo vi detrás de mí,
sus manos torcidas en puños negros, mi cuero cabelludo quemado,
mi garganta curvada como la incitación reluciente
a una espada, y mi boca bien abierta
como los gritos de muerte de pequeños dioses.
Lo vi machacarme en la cama, contra la pared
porque no había espacio, no había espacio
entre nosotros, y empujó tan
dentro de mí que la habitación cedió.
Vi sus manos lanzar mis caderas contra él
vi sus dedos enterrarse en la carne
de mis nalgas como si se pudiera cavar
un camino a través de arena húmeda,
—donde sabías de algo enterrado—
un tesoro o un niño vivo.

Lo único que yo quería era que me 
rompiera, me rajara a la mitad
y luego a la mitad de nuevo
una y otra vez
hasta que mi cuerpo fuera deshecho hasta la nada
como el risco que se vuelve
arena que nada
dentro del mar.

Esta es una foto de mi casa

Tiene ladrillos rosados y un árbol grande. Esta es la entrada, puedes recostarte sobre ella en verano, te mantiene cálido si te has mojado. Esta es la puerta mosquitera, traga. Puerta verde delantera, pon la mano en tu pecho. La alfombra es de color gris oscuro y lastima
tus rodillas, no muestra sangre alguna. Aquí están las paredes, ten cuidado con la niña pequeña en el rincón. Aquí está la puerta hacia el pasillo, ten cuidado con esa también. Aquí está la línea donde termina la alfombra y comienza la cocina, aquel es un país diferente: si estás en la cocina estás a salvo; si estás de rodillas en la sala, no. Ten cuidado con los rincones. Ella no va a ninguna parte. Allí está el piano. Allá está el fantasma. Aquí está la sala, es muy oscura. Aquí está el dormitorio. Aquí está el otro dormitorio, de ahí salen los bebés. Aquí está el último dormitorio, hace mucho frío, hay una trampilla en el armario que baja hasta el piso y te puedes esconder, en caso de inundación o tornado. Ahí está el baño. La tía le dio un puñetazo en la cara al tío hasta que él sangró, ellos vivían en el cuarto pequeño, el frío, que estaba antes de que yo naciera. Aquí está la sala de nuevo, aquí el teléfono: llamen a la policía, llámenla. Aquí está el sofá, es café, cuidado con el hombre, es peligroso. Aquí está el comienzo del linóleo en la cocina, aquí está la mujer. Cuidado con la niña en el rincón, siempre está aquí. Allí está la mujer, que sólo observa y luego olvida.

Estoy haciendo un gran agujero en el techo. Miro hacia abajo a través de él, allí está 
la parte superior del hombre, no puedes ver su rostro, pero mira su brazo, mira qué rápido se mueve.

Estoy quitando el muro externo del dormitorio. Mira adentro, allí están los Espíritus, 
ahí es donde viven.

Párate afuera en la oscuridad y observa los rayos que salen por los agujeros: 
-son los sentimientos de la gente-.

de Fale Aitu/Casa del espíritu
Victoria University Press, 2016

               Traducciones de Arturo Fuentes

 

No puedo escribir un poema sobre Gaza

No puedo escribir un poema sobre Gaza porque no puedo comerme un desierto entero.

No puedo escribir un poema sobre Gaza, porque no puedo acostarme con bebés tiesos 
y cuerpos de niños, no hay lugar para pequeñas extremidades perdidas y brazos incorpóreos arrancados, como piezas para un hospital de muñecos.

No puedo escribir un poema sobre Gaza porque hablo en defensa de los cuerpos de bebés, en defensa de los trozos de niños, en defensa de las mujeres que se arrancan sus propios ojos, me llamarán antisemita y que debo permitir que la sangre de miles me absuelva.

No puedo escribir un poema sobre Gaza, porque mi furia y mi dolor se alzarían desde mi pecho como un misil planificado en una computadora en Tel Aviv, que me rastrearía, me señalaría, y en un arco perfecto, saldría zumbando del cielo quirúrgico, entraría por la corona de mi cabeza y me implosionaría.

No puedo escribir un poema sobre Gaza porque Israel tiene derecho a protegerse, Israel tiene derecho a protegerse Israel tiene derecho a protegerse Israel tiene derecho a protegerse Israel tiene derecho a protegerse Israel tiene derecho a protegerse Israel 
tiene derecho a protegerse.

Y Gaza no.

No puedo escribir un poema sobre Gaza, porque detrás de cada escudo humano hay otro escudo humano y otro escudo humano y otro escudo humano y otro escudo humano y otro escudo humano. Y detrás de ese escudo humano hay un ser humano.

No puedo escribir semejante poema, porque es complicado, muy complicado, muy, muy complicado. Por lo tanto, no puedo escribir un poema sobre Gaza hasta que termine un doctorado en Política del Medio Oriente y otro sobre el Holocausto; hasta que renazca judía y viva bajo el domo de hierro.

No puedo escribir un poema sobre Gaza porque Tamar en Tel Aviv tiene que llegar al supermercado y al vivero, antes de que suene la próxima sirena. Pone plantas en su refugio antiaéreo y las golosinas y juguetes favoritos de sus hijos, para hacerlo menos deprimente.

No puedo escribir un poema sobre Gaza, porque Fátima en la ciudad de Gaza tiene 58 segundos para evacuar su casa con sus bebés antes de que el misil dé en el blanco, y la única salida es el mar. Ella ha visto en televisión imágenes de bebés arrojados a lagunas y que nadan por instinto.

No puedo escribir un poema sobre Gaza porque hay un domo de hierro impenetrable que cubre todo el estado. Cubre cada mente y cada corazón, excepto a unos pocos, que hacen fila y piden ser encarcelados.

No puedo escribir un poema sobre Gaza por culpa de mis amigos: Tamar, Shira, Yael, Michal, Noya, David y Yair, en Tel Aviv, Nazaret y Beersheva. Porque cada vez que cito a los ensangrentados, los perturbo, los ofendo, los enojo, los traiciono. Los dejo ir.

No puedo escribir un poema sobre Gaza por mi amigo Izzeldin y sus tres hijas y su sobrina detonadas, su carne en pedazos a lo largo de la sala.

No puedo escribir un poema sobre Gaza porque puedo hacer cálculos matemáticos: 
Si los muchos palestinos muertos divididos por los pocos israelíes muertos, dan igual ¡Encuentra entonces el verdadero valor de un palestino!

de Fale Aitu/Casa del espíritu
Victoria University Press, 2016

    Traducciones de Arturo Fuentes