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Valeria Mussio

-1996-

Nació en Tres Arroyos, Argentina, en 1996. Creció en Bahía Blanca, vive en Buenos Aires. Licenciada en Letras por la Universidad Nacional del Sur. Dirige Matrerita, editorial digital en la que publica poetas jóvenes de distintas partes de latinoamérica. Forma parte de la Antología de Eco-poesía Ruge el Bosque. Fue ganadora de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires en las ediciones 2021 y 2023, categorías Poesía y Proyectos Literarios. Forma parte del proyecto Isla Invisible. Publicó Hasta Pronto, querida, por Peces de Ciudad Ediciones (Argentina), Nuestros refugios a medio armar, por la Editorial Liliputienses (España) y Un perro no sabe que puede destruir por Alquimia Ediciones (Chile/Argentina). Forma parte del grupo de poetas elegidas mediante convocatoria, para participar en el 34° Festival Internacional de Poesía de Medellín.

 

Esta es una muestra de sus poemas:

laika

cuando la nave estaba a punto de despegar te preguntaste
si de verdad alguien te amó las últimas horas que viviste
en la tierra, contraíste tu cuerpo
pequeña de pelo rizado y con tu instinto
de lobita siberiana sabías
que lo que había allá fuera sería lo último
que habría para siempre, pero igual
                                                                               sonreíste
para las cámaras soviéticas, coronada
heroína espacial del socialismo, la primera
perrita que fue astronauta y fue cometa.
contraíste tu cuerpo, pequeña, por el recuerdo
de las calles frías de moscú quemando
levemente tus patitas, convencida
de que la tierra te queda chica,
la pionera y la mejor en recorrer
la forma elíptica que rodea el planeta.
quisiera pensar que en el camino de ida intentaste
comerte alguna estrella, que el calor
no apagó tu cuerpo que el miedo
fue menos que la curiosidad, pero no
el mundo es más cruel de lo que esperamos
que sea, solo nos queda buscar
resonancias de ternura entre los astros
y por eso quisiera decirte que
las manchas de la luna siguen esperándote
para jugar cuando atardezca,
que estoy segura que
la tierra gira alrededor del sol imitando
tu orbitar en busca de tu cola,
que me gusta imaginar que
en realidad sí llegaste y que a la vuelta
el hijo de astronauta que jugó con vos hasta el final
te recibió saltando contento
esperando del otro lado de la puerta

no lo hagas

si prendés fuego un animal que vive
va a correr huyendo del dolor
sin saber que es imposible desprenderse
de su propia carne que se incendia

el animal
prendido fuego
correrá

y sus pies calientes van a causar
la destrucción completa de esta casa
que existía mucho antes que nosotros
los que aprendimos a hacer fuego con las manos
e intentando salirse de sí mismo, va a provocar
un incendio forestal incontrolable
hasta que sus miembros chamuscados se desmayen
dejando restos que descansan libres
de culpa, de juicio y de recuerdo
porque casi todas las catástrofes que conocemos
se originan en un cuerpo maltratado
que no pudo frenar con el dolor.

huecuvu mapu

la ballena encalló muerta en la playa de monte hermoso
y nos trepamos al auto rapidísimo esperando
vivir una aventura única, vos y yo las primeras
nenas del mundo en montar una bestia
marina. pero cuando pensamos en la muerte
nos olvidamos que huele terrible, claro
y que ya desde la entrada que está en la ruta sentíamos
ese olor dulzón y agrio que nunca habíamos olido
pero no podía confundirse con ninguna otra cosa.
en la nueva provincia hay una nota de 1859
en la que los vecinos de la fortaleza protectora argentina piden
     por favor
que se haga algo con el pelotón de cadáveres de indios
amontonados en el medio de la plaza rivadavia, que el olor
no estaba dejando dormir, que por favor estomba
o quien sea mande a construir la pira funeraria para
el cacique cafulcurá, guayaquil y antenef
junto a sus tres mil lanzas. la nueva roma nacería
de las cenizas de los cuerpos quemados justo
en el centro de la plaza, y nosotras apoyaríamos
nuestras orejas en el cemento para sentir 
la posible vibración de los caballos fantasmas,
creceríamos sabiendo que crecíamos
en una tierra completamente maldita, el olor
a muerto nos perseguiría hasta la playa.

la ballena no va incendiarse hoy
ni mañana: alguien que no es nosotras se trepa
al monumento desde arriba y corta
su cuerpo a pedazos, porciones
que van a enterrarse en la arena, mientras
los médanos van cambiando de lugar
la tierra seca va a comerse la carne
muerta de un animal gigante, y no sé si sabías
pero de cerca el olor es peor, las ballenas eyaculan
cuando mueren.
¿sabías vos lo que es eyacular?
yo tampoco en ese momento y
miré directo
al ojo muerto de la ballena, debe ser curioso
pensé, morir en el agua:
debe ser curioso ser ballena y que sea el océano
el que se encargue de llevarte a donde tengas que llegar,
abandonar el cuerpo en el medio del atlántico
y que tu destino último sea una playa
perdida en el sur argentino
donde curiosamente el sol amanece
y atardece siempre sobre el mar

el primer encuentro con la magia

entonces, cuando naciste y eras chiquita
y el mundo no iba más allá de la manteca y el azúcar
todavía no estabas enredada en la metáfora
y cuando apretaste en la pestaña
“refranes populares” de la encarta ‘98
apareció una frase más bien rara
que para vos no tenía sentido alguno
porque nunca viste con tus ojos
cientos de pájaros y ninguno
quiso dormir tranquilo entre tus manos.

decidiste que era mejor investigar
y resuelta a descubrir el mundo, apagaste
la computadora usando solamente tu pie
saltaste de la silla, ataste tus zapatos
y buscaste entre sillones a tu papá
él descansaba, oliendo a oleaginosa
vos te paraste enfrente de la tele
y le dijiste “¡vamos!”
él cerró los ojos un ratito
se sacó la camisa que bordaba cargill
y se puso la remera que decía boca juniors
dejando el ocio oficialmente habilitado.
caminaron por el paseo
y llegaron hasta el parque de mayo
donde él señaló, atenta al cielo
que lento se hacían las siete de la tarde
y en el trasfondo rosado que atardece
los loros barranqueros volvían a su hogar.

sí, ahí estaban:
exactamente cientos de pájaros volando,
y se adentró en tu entraña lo salvaje
sonreíste, encontrando la manada
entre tus manos tu corazón agitadísimo
un benteveo deseando cantar.

le hice un altar a patti smith en mi cuarto

y mientras le rezo pienso en el primer
hijo que tuvo y decidió
dar en adopción. considero
la posibilidad de existir como hijo
de patti smith pero lejos de patti smith,
ser la razón que podría haberla
convertido en una maestra jardinera y no
una adolescente de 19 años que toma
un colectivo se cruza
a robert mapplethorpe y le pide, descarada
que si piensa regalarle a una chica
aquel collar violeta que esa chica sea
únicamente ella. cuartos con estrellas
de seis puntas y tules oscuros con dibujos
porno y polaroids tapando las ventanas,
toda la música que no hubiera
sucedido si el hijo dado
en adopción de patti hubiera atado
sus tobillos como estacas en la tierra, pienso
en sus noches sentado en el porche
de su casa de estadounidense promedio
con su esposa promedio y sus hijos
debajo del promedio, noches de verano
sofocantes cada vez menos luciérnagas
una cerveza que se calienta mientras mete
su mano en su calzón imaginando
formas en los pastos mientras la otra
mano abolla una lata vacía. pienso en dios,
porque antes de patti estuvo la primera
comunión y el primer sorbo de vino
que no anticipó nada de lo que estaba
por pasar, pienso en dios
que debería haber tenido miles de hijos pero uno
solo descendió para nacer de entre las piernas
sangrantes de una mujer pobre en medio oriente,
en lo que debe ser saberse el único hijo 
destinado a morir, a morir como morimos los demás
a sentir dolor en el cuerpo como en el cuerpo
sentimos los demás, personas comunes amontonadas
en patios con el pasto crecido abanicándonos
con revistas que dejaron de imprimirse y se acumulan
porque nunca nos decidimos a tirarlas, con mosquitos
pegoteándose en nuestra piel sudada, aventurando
dedos que se filtran entre muslos que se abren
de a poco, en clavículas que se estremecen pelos
que se erizan con el tacto porque el hijo de dios murió
por los pecados de alguien
pero no por los nuestros