English
< Regresar

Jorge Valbuena

-1985-

(Facatativá, Cundinamarca, 1985) Integrante del Comité editorial de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida. Recibió el Premio Departamental de Poesía de Cundinamarca en el 2008 por su primer poemario: Presos; el Premio de la Revista Surgente por el poemario Los arados del parpadeo (2008) y el Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá (2014). Finalista del IV Premio Nacional de Cuento La Cueva (2014). Ganador del Concurso Nacional de poesía ¨La poesía, pintura que habla¨, (2017). Ganador del Concurso Nacional de Poesía del Festival Internacional de Poesía de Cali (2023). Premio Nacional RELATA MinCulturas para directores de talleres literarios (2024). Es autor de los libros: La danza del caído y Pasajera de agua, publicados por El ángel editor, Quito Ecuador, (2012 – 2014); Árbol de navío, de la Editorial Cuadernos negros, Calarcá – Quindío (2017); Gramática de los cielos, Editorial La raíz invertida (2021), Cambio de agujas, Editorial Taller blanco (2022) y Canción en llamas, Editorial Exilio (2023).Ha sido artista formador en los Talleres Locales de Escritura Creativa – IDARTES, Bogotá.

Director del Biblioparque Marqués de San Jorge de Funza Cundinamarca (2022 -2023). Actualmente coordina el Plan Municipal de lectura, escritura y oralidad de Funza. Dirige el Taller de poesía Cartografías del silencio, adscrito a RELATA – MinCultura. Docente de la Maestría en Creación Literaria, Escuela de Artes, Universidad Central, Bogotá. Hace parte del WPM Colombia.

Esta es una muestra de sus poemas:

II

Y recibimos billetes
que no leemos ni miramos cuidadosamente
y no nos damos cuenta de historias, sagas enteras
que conservan sus cuartillas
Por eso este poema es un poema comprometido 
y quiere inaugurar una campaña 
de promoción de lectura de los billetes
porque debemos asomarnos a sus señales y sus entrañas 
migratorias, a sus sílabas de humo 
a sus personajes incompletos 
Una vez perseguí un billete 
le puse un microchip para seguirlo como siguen a los
leones y a los pingüinos en los 
documentales de la National Geographic 
usé el método científico para calcular su trayectoria 
y le puse un mensaje: ¨Detrás de ti hay un capítulo 
que aún no conoces, sigue el último verso de mi¨ 
para poder ver su variable social 
y como era un billete de cinco mil 
donde sale José Asunción Silva 
el poeta que murió endeudado con medio país 
entonces quien recibiera el billete 
realmente iba a notar una pieza suelta de una historia 
en la que sería el personaje principal 
y debía sentirse obligado a escribir algo, o eso creí 
o por lo menos guardar esa noche en el bolsillo 
con algo de sospecha por su sombra larga.

III

Compré primero un café en una tienda
y lo puse a rodar 
después de unas horas se fue en unas vueltas 
y estuvo en un parqueadero donde pernoctó
al otro día cayó en una relojería y la tarde la pasó 
entre los senos de una mujer que salió de la ciudad
tres días anduvo a las afueras de un pueblo 
donde dio varias vueltas entre un colegio, una veterinaria 
y fue el honorario de una lectura de tarot 
después salió en un camión que cruzó la cordillera
y le perdí el rastro en un puerto sin nombre
donde lo lavaron en secreto
para hacerlo flotar en un acuario de oro 
y se volvió pez nocturno 
un tritón con el rostro de Silva
recitando entre burbujas 
Silva haciendo burbujas 
Silva tarareando burbujas bogotanas
y llegué a la conclusión.

IV

Fue difícil volver a mirar a los ojos de los billetes
Débora Arango, Gaitán, Gabo, Don Alfonso 
esos juglares que se la pasan llevando 
las historias poseídas
por sus desposeídos 
no volvieron a ser los mismos
ellos también sufren las alucinaciones 
de quienes los escriben
Los billetes de mil y dos mil son los más letrados 
cargan en su pecho la deuda de otros abismos 
cuentas de amores hipotecados 
sumas y sumas que se desvanecen en sus orillas
El billete de cien mil, por ejemplo, es el menos versado 
quizá porque a Lleras le gustaba
quemar los libros
o porque en una de las esquinas hay un poema
de Luis Vidales que parece más bien un grafiti 
de Vidales
que rayó en la pared de Palacio 
y hay que leerlo con lupa
porque es como un cohete subiendo al cielo 
perdiéndose en el infinito de un cero
o como una semilla de palma
pequeñito 
que crecerá y retoñará 
después de tanta agua recibida en sus lavados
y se tomará el billete a sus anchas 
y en la hoja brillante de sietecueros 
se asomará Vidales con sus siete vidas
como las siete bibliotecas que le incendiaron 
Los billetes son un género epistolar
un negocio de invocaciones 
Las monedas por su lado 
son las palabras de un diccionario de silencios
aguaceros apilados que siempre cotizan la sequía.  

La luna también es un algoritmo


Mística hicotea de los polizones imaginarios 

Anoche dije mar
así como decir hueco o colmillo 
y el algoritmo buscó escenas 
de oleajes mientras dormía 
despierto lleno de playa 
humeante la sal en las costillas
y hecho un navío entre las nubes 

Digo espacio 
lo deletreo frente a la ventana
y el día se llena de ofertas
de apartamentos, pasajes 
interplanetarios y videos de una
sonda que trasiega y trasiega 
el planeta rojo buscando algo 
parecido a la angustia 

Digo abismo 
como decir avispa y estirar sus alas
y el algoritmo me responde con
gotas de valeriana, montañas rusas
cursos de paravelismo y videos de 
las mejores tragedias más asombrosas
e impactantes de todos los tiempos

Entonces digo olvido
y el algoritmo me recuerda
los amigos de mi barrio, las cometas 
una promoción de milagros 
en el Black Friday del Éxito 
y una heroína llamada supermayorista
que lleva una capa con el signo pesos
cuya misión es salvar al mundo de las filas 
y los excesos de compradores
y cruza la ciudad llevando neveras, microondas
televisores, tocino, cajas fuertes
volando a toda prisa 
vigilante en los rascacielos 

Ahora llevo horas leyéndole poesía a mi celular
y a todo lo que tenga inteligencia en estos tiempos
voy de extremo a extremo de la casa 
como la supermayorista
del baño al lavadero 
leyendo en voz alta 
vocalizando 
Todo José Carlos Becerra 
Huidobro, Giannuzzi, Olga Orozco, 
Emilia Ayarza,
García Quintero 
a viva voz y repitiendo 
palabras que se queden pegadas 
a los vestidos
al eco robot de las caracolas 
palabras como cerillas
que raspan la garganta 
versos como una tormenta eléctrica
que desato moviendo los brazos
soy un grifo, una convulsión, un saco 
de vocales 
que arrojo al fuego 
y me inclino sobre la pantalla
para decir espejo, levedad, cerumen, alhucemas

Temo volver a desbloquear el celular 
algo allá adentro debe estar abriéndose
un huevo robot desactivado en la prehistoria
un sombrero sin conejo
una boca desprovista de silencio 
una laguna
esperaré a que pase la lluvia 
y vayan a recoger al algoritmo 
tendido bajo los meteoros  
El firmamento en modo vibración 
es un teatro de sombras que preparan 
para una próxima función 

-Primer llamado-
El día es una úvula invisible 
flotando sobre la lengua de la luz. 

Extracto de azar en la moneda de cambio

O
Plan de lectura para una crisis energética

I

Los billetes son un género epistolar
aún no identificado 
que pasa desapercibido de mano en mano 
entre las pobres encrucijadas de la vida
En los pocos que he podido contemplar
he adivinado romances profundos
pérdidas inconmensurables 
señales de carnicero
búsquedas delirantes y secretos que se 
apilan de bolsillo en bolsillo  
como una constelación de rumores
Si miramos por la otra cara de la moneda
los bancos son otra forma de biblioteca
y sus páginas andan de ojo en ojo 
como un cadáver exquisito o un rompecabezas
para que alguien complete o siga la historia
ahí donde la va encontrando
Si miramos por la otra cara de la moneda
llevamos botellas de náufrago en nuestras
billeteras, señales de vida, hojas de un árbol 
de murmullos 
que trocamos todos los días en un océano
de provisiones
por el que trabajamos una quincena 
un mes, una cuota para ir a una isla.