Arturo Borra
Nació en Santa Fe, Argentina, en 1972. Es licenciado en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Entre Ríos (Argentina) y doctor en Estudios Interdisciplinarios de la Comunicación en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universidad de Valencia (España). Ha participado en investigación y docencia universitaria durante más de una década y ha colaborado en diferentes instituciones educativas. Ha publicado los libros de prosa poética Anotaciones en el margen (MLRS, Valencia, 2008; Ediciones 4 de Agosto, Logroño, 2014) y El azar de la historia (Espacio Hudson, 2020), las plaquetas Cielo partido (Zahorí, Alzira, 2009), La vigilia del deseo (Editorial Loto, Rosario, 2013), Esplendor saqueado (Ejemplar Único, Alzira, 2015) y Donde nunca (Las hojas del baobab, 2022), el libro de cuentos Casa heredada (Libros del Baal, Valencia, 2022), los poemarios Umbrales del naufragio (Baile del Sol, Tenerife, 2010), Figuras de la asfixia. El libro de los otros (Germanía, Alzira, 2012; Tigres de Papel, Madrid, 2014), Para trazar lo (im)posible (Amargord, Madrid, 2013), Todo tanto (Tigres de Papel, Madrid, 2016) y Desde Lejos (Eolas, León, 2020) y el libro de ensayos Poesía como exilio. En los límites de la comunicación (Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2017).
También ha participado en diversas publicaciones colectivas, como Cuadernos Caudales de Poesía (2007), Por donde pasa la poesía (2011), Voces del extremo (2013), En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis (2014), Disidentes (2015), Tribu versus Trilce (2017), Árbol de Alejandra (2019), Los que se van (2020), In nomine Auschwitz (2022) o Palabra ya horizonte (2024), entre otras. Desde hace dos décadas, reside en Valencia (España) y colabora en diferentes revistas hispanoamericanas.
-La poesía y la guerra artículo
Esta es una muestra de sus poemas:
Entonces escribe
“…se sienta a la mesa y escribe”
Juan Gelman
dime qué hago dice y no sabe
dime cómo miro dice y tampoco sabe
qué hace cómo mira en esta pendiente
oscura como un silencio o un llamado
desconocido
y no sabe sigue sin saber –y entonces escribe
cuando ya no puede decir más no sé no sé no sé:
escribe entonces como un silencio un llamado
y la pendiente oscura cae sobre sus ojos
y la pregunta es un caballo que corre sobre
regiones blancas
dime por dónde sigo dice –y no hay respuesta
que no sea fuga
y no sabe
y entonces escribe:
De Umbrales del naufragio, Baile del Sol, 2010, Tenerife.
Toda la sangre
“...mis caminos sangran”.
Louis Aragon
Y si me repito rebuscando entre las rocas un misterio,
si la roca sigue murmurando su rasguido,
si repito el error de errar por los ríos de mi sangre,
si baten sus desganas las cosas,
si siempre sangra la piel,
si los abrigos siempre sangran,
si todo y nada copulan cuando roban a lo eterno un instante,
si me saquea el tiempo en el que me reitero,
será –tan sólo- para encontrar una sombra nueva.
De Umbrales del naufragio, Baile del Sol, 2010, Tenerife.
Casi todo
Más tarde supe: sobra
casi todo.
Esta escritura sobrante
sobrevive como una especie
que agoniza. No sé qué lenguaje apagado
invoca. En una grieta
me asomo hasta las últimas luces
y nada veo.
Sólo el desierto es consistente.
De Umbrales del naufragio, Baile del Sol, 2010, Tenerife.
¿Qué hacer?
Aprender los huecos caminar
hacia lo que se fuga inventarse
en el devenir:
que la tensión sea simiente fruto árbol
al que trepamos para ver más lejos y
seguir
soñando.
De Figuras de la asfixia (Germanía, 2012, Madrid).
Los vencidos
Abrazar no
la derrota sino
los vencidos/ su
testimonio: una lengua
robada al letargo
desafiará la historia
y habrá desentierro/ genealogías
en las que rebuscar
alguna promesa
murmurando todavía.
De Figuras de la asfixia (Germanía, 2012, Madrid).
Infinitarse
Infinitarse con la finitud
de la que penden
las horas,
sin término
por las líneas en que late otro mediodía.
Infinitarse en la frontera
que dibuja remanentes de una patria
inmensurable.
Infinitarse con ínfimo pálpito de infinito,
sin signo
para atisbar el nudo que nos cerca,
con la marea que separa los continentes
y su naufragio a bordo
ilimitando
las costas,
con el silencio en fuga
-sin fondo-.
Infinitarse
en el valle de un gesto
donde nuestros abismos conversan,
cifra de la caída
limitando el sinfín de las pérdidas.
De La vigilia del deseo (Editorial Loto, Rosario, 2013)